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J. C. García Fajardo

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Hoy es el día

"En otro post, un compañero hizo referencia a cierto hastío, cierta fatiga por tanta noticia negativa. A mí la realidad, en cambio, más que cansarme, me asusta. ¿Hay algo que sea bueno?" se preguntaba aquí uno de los bloggers.
Sí, tiene que haberlo, la voluntad de vivir conscientemente, en paz con uno mismo, con los demás y con la naturaleza. Estos tiempos de zozobra, de obscuridad y de contradicción no pueden llevarnos al desaliento ni al egoísmo sino que tienen que abrirnos a lo más noble que sin duda existe en cada ser humano. No aspiramos a la trascendencia que, si algo hubiera después o en otra forma o dimensión inimaginable, bienvenido sea. Pero se trata de vivir aquí y ahora con la mayor plenitud posible. El sentido del vivir consiste en ser nosotros mismos, por eso no podemos conducirnos como condenados de la tierra ni como errores de la computadora y mucho menos como una pasión inútil ya que más que le pese a una filosofía decadente no hemos sido vomitados de la nada hacia la muerte. Puesto que existimos, seamos con todas sus consecuencias. No vivir para el mañana, que no es más que flatuum vocis ni con las rémoras del ayer, que no son sino memoria. Y si alguien califica esta actitud como voluntarismo yo le diré "¡Sea! ¿y qué pasa?" No puedo permitirme ser llevado y traído por los acontecimientos sin dejar en ellos mi impronta, aunque sea en forma de sonrisa o de desprecio, aunque sólo sea con el pensamiento. Puesto que nadie nos pidió permiso para venir a este mundo, a nadie deberé rendir cuentas más que a mi yo más íntimo. Y como vivo en relación con los demás y con la naturaleza, en ellos encontraré adecuada referencia ante cualquier desorden o injusticia. El problema radica en los significados de las palabras, en sus polisemias y en los falseamientos acumulados. Quizás de lo que se trate sea de recuperar la identidad perdida, nuestras señas personales y sociales de identidad para poder ser felices. No creo que haya nada más urgente ni más profundo ni más amplio que la felicidad como plenitud posible de la existencia. Querer lo que hago para poder hacer lo que quiera. Recuperar lo que en las tradiciones más antiguas y sabias tenían por virtudes naturales ya que un vivir sin reglas del juego conduciría al abismo, auque cuando sea necesario se cambian las reglas o se saltan, pero conscientemente, antes o despues de sucedido. Puesto que la naturaleza, nuestro organismo y nuestra mente están de algún modo ordenadas a un fin (desconocido en su trascendencia pero asequible en su inmanencia) es prudente y valioso ser uno mismo. Si echamos una mirada al Desiderata o a alguno de los textos de la sabiduría universal comprenderemos que sólo "en la tardanza está el peligro", como le dijo a Sancho. Y si yo trato de vivir en cada momento con coherencia conmigo mismo y con un cierto sentido del humor y de comprensión ante mis realidades de cada día, aunque sean no queridas, entiendo que tomar el vivir como un quehacer y hasta como un juego, es un método o camino inteligente. Tomemos el viaje como metáfora de la vida y el camino o la plaza o la orilla del mar o las riberas de los ríos como posibilidades reales, tan buenas unas como las otras, hasta caer en la cuenta de que todo es más sencillo de lo que temíamos. Arrojemos cualquier complejo de culpa al vacío y rechacemos cualquier destino como ineludible. Esto es lo que hay, confesar que vivimos. Esto es la eternidad, dice Margarita Yourcenar. Y los mantras más arcaicos se resuelven en lo mismo: "Yo soy eso" (Ham So).
A veces, cuesta realizar cualquier propósito, por personal que sea y libre que parezca, pero en ningún lugar está escrito, ni podría ser posible, que todo fuera un camino de rosas. Pero sí que es cierto que vivir orientados por el principio del placer, de equilibrio y de armonía, lleva consigo renunciar a infinitas posibilidades una vez que escoges una de ellas. Pongamos el acento en ese escoger, en mi libertad para asentir libremente aún a lo que no puedo rechazar  porque no depende de mi voluntad. ¿Que van a haber contradicciones y reveses? Forman parte de la vida y asumirlos encierra toda una sabiduría. Pero hay que caer en la cuenta de que renunciar tiene que ser siempre positivo: Yo renuncio, porque me da la gana. Asumir es lo que hace el héroe, padecer resignada o cabreadamente es propio de esclavos. "Il faut choisir entre le Jeu divin du héros ou la morne tache de l'esclave". En principio, caminar o sentarnos porque sí; y así comer, beber, sentarnos, dormir o lo que sea, como sostiene la tradición Zen. "Maestro, preguntó el aspirante, ¿en qué se diferencia un discípulo de un Maestro?" "El discípulo cuando tiene hambre, come; cuando tiene sed, bebe, cuando está cansado, se sienta; cuando tiene sueño, duerme", le respondió con una sonrisa. ¿Y el Maestro?, insistió el joven. "El Maestro cuando come, come; cuando bebe, bebe, cuando se sienta se sienta; cuando duerme, duerme y cuando goza, goza", le respondió y continuó trabajando en el jardín.                                    Esas expresiones "porque sí o porque no", que sonaban tan mal a nuestros educadores van a resultarnos de una enorme utilidad. Como un amigo mio que tiene escrito sobre el espejo de su cuarto de baño para que sea lo primero que sus ojos ven al despertarse: ¡Hoy es el día! Y no olvidar que somos responsables de nuestros actos u omisiones, y que solemos recoger lo que sembramos, dejando siempre espacio para lo imprevisto y saludarlo como hacen en India, con las palmas de las manos juntas musitar con una sonrisa: ¡Namasté!                                                (Nota.- Como la experiencia dice que una de las mejores formas de aprender es mediante historia y cuentos, voy a reproducir cada día uno de los Retazos que el año pasado me obligué a escribir cada mañana para unos amigos, porque todavía desconocía que ya era un blogger. Así, quizás me anime a corregirlos y puedan ser publicados).

 

Hacernos cómplices con la vida

Cuando yo era niño, las Navidades comenzaban el día 22 con el canto de la lotería por los niños de san Ildefonso. Saltábamos de la cama y ya sabíamos que comenzaba un tiempo nuevo, un tiempo de rito y de celebración. No sabíamos que contribuíamos al canto de la vida que supone la fiesta del solsticio de invierno para que no se acabase la luz y volviera a salir el sol después de la noche más larga del año. "Los ritos son necesarios", le dice el zorro a su nuevo amigo, el Principito, "un rito es lo que distingue un día de otro, un tiempo de otro similar ¿Qué más dará una fecha que otra si el tiempo es usura de la vida? Pero los seres humanos necesitamos la celebración siguiendo el curso de la naturaleza. Antes, celebraban la siega o la vendimia, los ritos de amor o de paso. O fiestas religiosas que venían a coincidir con ancestrales costumbres relacionadas con los ciclos de la agricultura. Hoy celebramos el permanecer vivos y tratamos de dar sentido a cada momento de nuestra existencia porque se nos escapa el sentido de una vida. Algo no va bien en el mundo y no nos atrevemos a acometer las causas contentándonos con aliviar algún efecto de esa injusticia estructural, para calmar algo la conciencia; de ahí las limosnas y los aguinaldos. Pero nos lanzamos en la vorágine de un consumismo descabellado. Nos echamos a la calle para comprar para éste o para el otro, mientras, durante el resto del año, no somos capaces de encontrar un momento para saber cómo se encuentra, para escucharlo. En estos momentos corremos el riesgo de convertir "al otro" en objeto de nuestra solicitud, cuando el otro siempre es sujeto que sale al encuentro y nos interpela.
Esta es nuestra asignatura pendiente, escuchar y acoger, dejarnos querer sin abrumar con nuestros consejos o con nuestros regalos. Dejar a las personas cómo están sin intentar cambiarlas. ¿Por qué cuando alguien dice que nos quiere pretende cambiarnos? Pero si tú me has conocido así, como un disparate que contrastaba y complementaba el tuyo, ¿por qué ahora que vamos madurando pretendemos cambiarnos? Deja a las piedras que sean piedras sin intentar transformarlas en pan. Cuando nos conocimos, yo era un abedul y tú una palmera, nos reíamos y nos sabíamos alas de un mismo vuelo, no nos deteníamos a mirarnos uno al otro sino que aprendimos a mirar juntos en la misma dirección. Aprendimos a compartir el pan y el vino pero sin morder el mismo trozo ni servirnos del mismo vaso. Aquel día, después de una crisis, comprendimos las palabras de Khalil Gibrán: sed como las columnas del templo, todas sostienen la bóveda pero el aire circula entre ellas.
Así nosotros en estos días de algarada anticipada al mes de noviembre: tratemos de recuperar la cordura porque no es Navidad porque lo digan los grandes almacenes. No es preciso agobiarnos gastando un dineral y perdiendo los papeles. Ni tan siquiera es necesario comer y beber hasta hartarse y perder el gusto por la comida y la bebida. Nos obligamos a reír y a divertirnos y, al final, es eso: nos di-vertimos, nos apartamos de nosotros mismos y del camino, extra-viándonos. ¿No es en estas fiestas cuando nos acomete una extraña soledad, una especie de vacío que llamamos nostalgia y que no es más que hastío? Se diría que tenemos que caer bien a todo el mundo, felicitar hasta a las farolas y empeñarnos en retrasar la hora del sueño como si temiéramos no seguir viviendo. Esta es la más oculta razón de los ritos en el solsticio de invierno mientras que, en el de verano, por san Juan, tenemos que celebrar con cantos, bailes y hogueras la necesidad de afirmarnos y de perpetuarnos con todo nuestro ser.
Para esto sirven los ritos y las celebraciones, para afirmarnos y aceptarnos, para asumir nuestra maduración y tratar de ser coherentes con las aportaciones de ese tiempo nuevo que vamos haciendo, porque el tiempo no existe. Según lo vamos necesitando lo vamos hilando; por eso hay un tiempo cronos, siempre igual, y un tiempo kairós, un tiempo existencial, de plenitud y de alborozo, de celebración y hasta de exceso. Como aquel tiempo que eternizaba Zorba cuando bailaba el sirtaki en la playa inmensa sin consuelo por la muerte de su único hijo.
Por eso tenemos que aprovechar todos los momentos especiales para hacernos cómplices con la vida, y sostener con Sábato: "Tengo la convicción de que debemos penetrar en la noche y, como centinelas, permanecer en guardia por aquellos que están solos y sufren el horror ocasionado por este sistema que es mundial y perverso. Un grito en la mitad de la noche puede bastar para recordarnos que estamos vivos, y que de ninguna manera pensamos entregarnos". Reconocer que nos debemos a nosotros mismos un gesto absoluto de confianza en la vida y de compromiso con el otro. Así lograremos trazar un puente sobre el abismo. Es una decisión que en este momento nos debe abrasar el alma. Como el auténtico honor, que no es sino un reconocimiento que la persona de bien se hace a sí misma. Y el camino, como sugería Kafka, consiste en ahondar en el propio corazón porque eso significa ahondar en el corazón de todos los seres humanos. Ya que todos nos buscamos sin saberlo.

 


 

Ocho millones de niños viven como esclavos o se prostituyen

"Cada año 8,4 millones de menores empiezan a trabajar casi en esclavitud, o bien las deudas familiares les obligan a prostituirse o convertirse en siervos. Al menos 1,2 millones son víctimas del tráfico sexual. Todos ellos son casi completamente invisibles en las estadísticas", dijo ayer Consuelo Crespo, presidenta de Unicef-España al presentar el informe Estado Mundial de la Infancia 2006: excluidos e invisibles. "En la base de ese drama está que el 55% de los nacidos en países pobres no figuran en ningún registro, y esa falta de identidad les priva de servicios básicos como educación y sanidad, y les impide toda protección". En ese porcentaje de niños sin registro no hay datos de China, aunque Asia es donde más menores hay sin certificado de nacimiento.
En el mundo hay 2.182 millones de menores de 18 años. En África subsahariana, el 12,3% es huérfano de al menos un progenitor. Un millón de menores están en centros de detención.
La mitad de las niñas no completa la enseñanza básica. Una de cada tres es obligada a casarse antes de los 18 años (una de cada dos en los países más pobres). "A escala mundial mejoran los indicadores por país, como la educación y sanidad en Latinoamérica", dice Crespo, "pero crece la brecha entre los menores del mundo rico y del pobre. Cada tres días hay un tsunami para los niños del mundo pobre: 35.000 mueren por causas evitables".
Unos 250.000 niños y adolescentes luchan en conflictos armados. Incluso cuando el país se pacifica, queda el nexo entre violencia y mortalidad infantil. En Sierra Leona, por ejemplo, 283 niños de cada 1.000 mueren allí antes de cumplir los cinco años.

Yo también soy mestizo

Raperos, negros, moros, grafiteros, artistas, políticos y ciudadanos del común aplaudieron ayer en Leganés el nacimiento de "un arma contra el racismo", la declaración europea de ciudades antigueto, iniciativa del Instituto de Cultura del Sur y primera de esta clase en el mundo. Lo leyeron Cristina del Valle, cantante, y Emma Suárez, actriz, en un acto que presentó El Gran Wyoming y en el que el alcalde de Leganés, José Luis Pérez Ráez, entre bromas y veras, explicó "la urgencia y la seriedad del proyecto".
El auditorio Rigoberta Menchú estaba lleno. Ante la gente, los alcaldes de Leganés y de Getafe, Pedro Castro, junto al presidente del equipo de fútbol de esta última ciudad del sur, Ángel Torres. Él fue quien dio la orden de que en los marcadores de su estadio se advirtiera contra los gritos racistas contra el futbolista del Barça Samuel Etoo. Representantes de la embajada marroquí y de la Fundación Tres Culturas, de Sevilla, completaron la mesa "institucional", como la llamó Wyoming.
Lo que quieren hacer los promotores de este manifiesto está al principio del texto que se leyó anoche: "Recabar más de un millón de firmas como alma, alarma y arma contra el racismo, contra los guetos y contra la exclusión". Las firmas irán a los parlamentos europeo y español, y procurarán "gestos transversales" para hacer posible el mestizaje, que es la palabra del siglo XXI.
En el sur de Madrid están tratando de integrar a las comunidades que han venido: marroquíes, ecuatorianos, europeos del Este, colombianos... El alcalde de Leganés está seguro de que la sociedad quiere activamente este mestizaje, "y además prácticamente ninguno de nosotros es de aquí, ¡cómo vamos a rechazar a nadie!". Cuatrocientos profesores están implicados en una campaña contra el racismo y ya funciona en la zona el eslogan Yo también soy mestizo, que también será asumido por la serie Aquí no hay quien viva, de Antena 3.
Wyoming puso la nota de humor, que luego fue remachada por el alcalde de Leganés. Felicitó a los de Getafe por haber integrado socialmente a Schuster [el entrenador del equipo local, que acaba de renovar su contrato], "aunque lo tenían fácil, porque es rubio y alemán", y el alcalde hizo bromas con su colega getafeño: "Si Pedro Castro me viene un día con que Getafe quiere ser una nación, yo hago que Leganés sea extremeña". Ya en serio, dijo lo más contundente de la noche, aparte de lo que dijeron raperos como El Chojín, Paquito o Frank T: "No podemos permitirnos el rechazo, ésta es una ciudad de mestizaje, somos ciudades abiertas, pioneras de las ciudades no gueto en Europa: queremos la plena integración del otro".
Antes de las actuaciones musicales, Pilar Heredia, gitana, de la asociación Hierbabuena de Getafe, pidió la palabra. "Nunca se acuerdan de los gitanos en actos así, ni en nada; no hemos llegado en patera, pero somos invisibles; estamos fuera de todo, no tenemos espacio ni en la Constitución ni en nada".
El manifiesto subraya la naturaleza sureña de la iniciativa: "Desde el sur ponemos en marcha esta experiencia pionera ante los recientes hechos sufridos en Francia, ante las actuaciones de intolerancia, violencia, marginación y exclusión, que han dado lugar a un apartheid social, educativo y político. Decimos no desde el sur a las políticas de segregación que sólo han ayudado a la creación de tribus aisladas y urbanas. Decimos sí a la plena integración del otro. Decimos sí al mestizaje social, a la diversidad cultural como forma de lucha contra el racismo y la xenofobia".
Todos los instrumentos son válidos para hacer que el mestizaje sea el concepto del futuro, y el manifiesto propone "redes de cercanía", habilitando bibliotecas, cibercafés, canciones, fábricas, fanzines, blogs y otras redes que aseguren un intercambio cultural, educativo y social que rompa la raíz del racismo.
El rapero Frank T dijo: "La palabra tiene más valor que un arma de fuego". Y las palabras del manifiesto corroboraron su esperanza: "Evitemos que vuelvan la ira y el odio y quizá el próximo estribillo de una canción o una letra de rap hable de barricadas, pero de esperanza, y el título de la canción sea: No gueto".

(Delicioso texto de Juan Cruz publicado hoy en El País. Lo suscribimos)

 

Los ancianos y los niños nos interpelan

También es este nuestro  pensamiento y lo repetiremos hasta que llegue a ser como una segunda piel. Nesemu

"La sociedad no está preparada para los mayores ni para los niños", afirma la escritora brasileña Lya Luft  en su último libro, Pérdidas y ganancias. Opina que la vejez no puede perderse en el lamento y la queja; la vejez, a su juicio, debe ser una conquista al servicio de la vida. Es preciso escuchar a personas maduras y responsables que han auscultado los grandes temas que afectan al ser humano y que en nuestra autora han sido tema principal de sus obras, la vida, la muerte, la soledad, la cobardía.

En una deliciosa entrevista que le hizo la periodista Carmen Morán, la autora habla desde sus 66 años para compartir la experiencia de su vivir y argumenta que no se quiere volcar en este libro sólo en el tema de la tercera edad. Porque Pérdidas y ganancias trata de la importancia de la vida, de la responsabilidad, de nuestra natural cobardía para cambiar. Pero sólo cambiando hay vida; “somos un poco cobardes, y lamentándonos, quejándonos, se desperdicia la vida. Yo creo, dice, que la madurez es comprender que somos un poco señores de nuestra vida, de nuestro destino y que podemos tomar decisiones para hacernos más libres, más felices, más sinceros, más humanos.”

Se enfrenta a la fascinación por lo joven que preside tantos ambientes en nuestro tiempo: los medios de comunicación, la moda, el ocio, la cultura y ese desván de frustraciones colectivas que es el mundo del deporte profesional. Se diría que ser joven  es un valor en sí cuando, por definición, es efímero porque se pasa con el tiempo. Valga el pleonasmo querido porque en los medios, cuando se refieren a la juventud, se auto flagelan con el pleonasmo incesante y la redundancia insegura. Permanezcan atentos a los mensajes publicitarios. Sobre todo en televisión, o en las representaciones que hacen de sus personajes en las series televisivas. Muchos de ellos son de auténtico alipori. Cierto que ya no son jóvenes quienes escriben sobre ellos. Los jóvenes se ocupan en vivir, que no es poco.

Lya Luft  argumenta contra la pretensión de que la juventud sea un valor en sí misma. ¿Cómo va a ser un valor una piedra, una flor o la nube que surca el cielo? Todo valor tiene un fundamento ético. No debemos fijarnos únicamente en el físico, dice, ni sólo en el deseo loco de ser siempre jóvenes y bellos, o pensar que lo bello está sólo en la juventud. A veces estamos enloquecidos con esos modelos imposibles que la sociedad nos impone. Sobre todo a las mujeres, pero poco a poco también a los hombres.

En cuanto a la experiencia que le proporcionan sus 66 años, afirma que todo es más divertido. “A los 30 años me ocurrían cosas por las que me hubiera arrancado el pelo, cosas que ahora se ven de otra manera; todo es más tranquilo, pero no muerto. Una de las cosas peores de la vejez es el mal humor; los viejos se quejan de que están solos, pero es que nadie aguanta a su lado. No veo por qué se ha de estar infeliz o de mal humor por tener 80 años si se tiene una salud normal; es necesario hacer actividades, cosas.”

La periodista  pregunta: “¿No cree que hay cierta obsesión por estar activo?” Y la escritora brasileña responde con gracia: La tranquilidad no es inactividad. Para estar activo no hace falta correr como un joven; para sentirse vivo basta con amar la vida, a las personas, contemplar la naturaleza, escuchar buena música. Los jóvenes también tienen pérdidas y muchas angustias, asegura. Y tienen las mismas necesidades que los mayores, alguien que les escuche, les apoye, les quiera...

Es, entonces, cuando surge el problema de si la sociedad está preparada para el envejecimiento de la población.

Y expresa en voz alta la experiencia constatada por sociólogos, médicos y expertos. La sociedad no está preparada ni para los mayores ni para los niños. Pero la vejez es individual, personal, cada uno debe pensar en la suya. Hay mucha gente que dice: "En mi tiempo eso no pasaba, en mi tiempo eso no era así". Qué pobreza, el tiempo no nos pertenece, nosotros somos quienes nos exilamos del tiempo, nos ponemos al margen. Por eso, Lia Luft concluye con este mensaje tan claro: Yo creo que cuando uno madura es necesario tener un bagaje interno de cosas positivas, de sabiduría, para no portarse siempre como un niño pequeño. Hay que ver qué se espera de la vida y aprender a convivir un poco con la soledad. Hay que procurar tener gente a quien se quiere y que te quiere, es tejido que se va creando a lo largo de la vida. Porque, si no, nos sentimos víctimas; y la victimización produce hostilidad contra todos y contra todo.

No podemos eludir el creciente desafío que se plantea en las sociedades modernas: ¿Qué hacemos con los viejos? Los niños cuando más tarde mejor, porque antes tenemos que vivir nuestras vidas. Y en ese “más tarde” tienen que recurrir a las modernas tecnologías para quedarse embarazados. Así, en plural genérico.

Acoger y venerar a los mayores

Este es nuestro pensamiento sobre las personas mayores Nesemu

En una sociedad en la que hay 600 millones de personas mayores de 65 años, con unas previsiones de llegar a dos mil millones antes de cincuenta años, es preciso reflexionar sobre sus condiciones de vida. Sobre todo sobre su calidad de vida, porque una cosa es envejecer y otra bien distinta crecer y madurar. Dentro de cualquier anciano hay un joven que se pregunta con pasmo qué ha sucedido, cómo se le ha ido la vida sin la conciencia de haber sido vivida plenamente.
Esa es la experiencia de quienes frecuentan a personas mayores que viven solas, no tanto a las que conviven con sus familias y se saben queridas y necesarias. Esa sensación de soledad impuesta y no asumida, de ir desviviéndose al constatar cada día una nueva avería, una dificultad, una pérdida de elasticidad y de autonomía que van deteriorando su calidad de vida y convierte a quienes podrían ser fuentes de experiencia y de sabiduría en seres que procuran pasar desapercibidos, hasta hacerse casi invisibles para el resto de la sociedad y hasta de la familia. No quieren estorbar y se hacen a un lado, tratan de echar una mano pero desconfían de la torpeza de sus dedos, de la debilidad de sus manos, de verter el agua. Por eso se ocupan de los niños que los quieren y con los que juegan y ambos se saben felices porque no se juzgan ni se exigen ni se miden, sólo se ríen en complicidad establecida desde el corazón y la ternura. Si queréis aniquilar a un viejo separadlo de los niños.
Esto sucede porque hemos permitido la implantación del torpe concepto de que sólo lo joven es hermoso y valioso, porque dicen que es productivo. Abdicando de un mundo de valores sin los cuales el vivir carece de sentido, actúan como si todo estuviera presidido por el concepto materialista de la productividad, de la rentabilidad, del beneficio. Porque, aunque la vida no tuviera sentido, o no acertáramos a descubrirlo, tiene que tener sentido el vivir aquí y ahora, solos y en compañía.
Hemos caído en la trampa de que vale más lo que más cuesta. Así, hemos asumido con la mayor naturalidad que nos eduquen para ser “personas de provecho”, “útiles”, “para conseguir un buen trabajo”, “para tener títulos y capacitaciones que permitan entrar en el mercado de trabajo”. ¡Hasta hemos permitido que nos consideren recursos humanos, buenos para ser explotados!
Nadie dice a los jóvenes y a los niños que la educación tiene como objeto primordial ayudarles a ser felices, a ser ellos mismos para poder afrontar las circunstancias cambiantes de la existencia. Actuamos como si tuvieran que aprender a vivir para trabajar, en lugar de trabajar lo necesario para poder vivir con dignidad, felicidad y armonía. Conculcamos sin cesar que vivimos para tener, en lugar de vivir para ser nosotros mismos en compañía de los demás. Por eso procuramos doblegarlos desde la infancia, mediante la coacción y el temor, para que obedezcan, para que no pregunten, para que callen y se repriman en lugar de ayudarles a florecer su inmenso cauce de energía. Dentro de un orden, por supuesto, porque de lo contrario regiría la ley de la selva, la ley del más fuerte mientras que ahora esta se oculta en la mayor productividad posible. Pero un orden como resultado de la libertad compartida, de la búsqueda no de un deseo, porque el ser humano nace para realizarse en la vida al poder responderse a la pregunta fundamental “¿Quién soy yo?”
Tan pronto como consiguen su primer trabajo remunerado, ya no hay más tarea ni objetivo que trabajar y producir para tener cuanto más, mejor; en lugar de cuanto mejor, más. Así está estructurada la sociedad de consumo: tienes que tener para que te acepten, no para que te respeten y te acojan como persona valiosa y fundamental en la sociedad.
Con toda naturalidad, se ha asumido que, al dejar de producir, hay que aparcar a las personas mayores, para que no molesten, para que dejen su puesto a los más jóvenes, para que se ocupen de sus dolencias y de sus goteras. Por eso proliferan lo que yo llamo “aparcamientos de los improductivos”, sin reparar en que las personas mayores, en todas las culturas que han contribuido al auténtico progreso de la humanidad, han sido respetadas y veneradas bajo la ley no escrita pero sagrada de la comunidad. En China sería una falta de educación tremenda decirle a una persona mayor “¡Qué joven la encuentro!” En toda África y en India, así como en la América precolombina, a los ancianos se les ofrece el mejor asiento y los bocados más tiernos, se les consulta, se les escucha en silencio, se les facilitan las cosas para que sus vidas maduren en paz y con sosiego del que se beneficia toda la comunidad. Porque las personas mayores son el bien más preciado de la gran familia que compone una sociedad bien estructurada.
Hay que pedirles que no intenten ser otras personas distintas, así se convertirán en personas maduras. La madurez es aceptar la responsabilidad de ser uno mismo. Arriesgarlo todo con tal de ser uno mismo.

DESIDERATA

Alguno  me  ha pedido  el  texto  de este  hermoso anónimo encontrado en la vieja iglesia de Saint Paul. - Baltimore.1693

DESIDERATA

Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio. En cuanto te sea posible, vive en buenos términos con todas las personas, di claramente tu verdad; escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante; ellos también tienen su historia. Evita a las personas ruidosas y agresivas, pues son un fastidio para el alma, Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea; ella es un tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos, sé cauto en tus negocios; pues el mundo está lleno de egoísmos,  pero no te cierres a la virtud que hay en ella; mucha gente se esfuerza por alcanzar nobles ideales; y en todas partes la vida está llena de heroísmo. Sé tú mismo. En especial, no finjas el afectos. Tampoco seas cínico en el amor; porque en medio de todas las arideces y desengaños, el amor es perenne como la hierba. Acata dócilmente el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de juventud. Cultiva la fuerza del espíritu para que te proteja en la adversidad repentina. Pero no te angusties con fantasmas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Junto con una sana disciplina, sé benigno contigo mismo.Tú eres una criatura del universo, no menos que los plantas y las estrellas; y tienes derecho a existir. Aunque te resulte claro o no, el universo se desenvuelve como debiera. Por lo tanto, manténte en paz con Dios, cualquiera sea tu manera de concebirlo y cualesquiera  que sean tus trabajos y aspiraciones, mantén la paz con tu alma en la bulliciosa confusión del planeta. Con todas sus farsas y sueños rotos, el mundo sigue siendo hermoso. Ten cuidado. Esfuérzate por ser feliz.
 

 

Esplendor en la hierba

"Aunque nada pueda devolverte aquel tiempo del esplendor en la hierba y la gloria de las flores, no debes dolerte por ello; en la belleza que quedó atrás tienes que encontrar toda la fuerza".

William  Wordsworth

Carta a un hermano europeo

 (Seguimos con la fiesta de finde... ahora, vamos a América)

Aquí, pues, yo, Guaipuro Cuahutémoc, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se la encontraron hace ya quinientos años. Aquí, pues, nos encontramos todos: sabemos lo que somos y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé verdaderamente. El hermano usurero europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo.

También yo puedo reclamar pagos, también puedo reclamar intereses. Consta en Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y el 1660 llegaron a San Lúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata que provenían de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque es pensar que los hermanos cristianos faltan a su séptimo mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme el cielo de figurarme que los europeos, igual que Caín, matan y después niegan la sangre del hermano!

¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a calumniadores como Bartolomé de las Casas, que calificaron el encuentro de destrucción de las Indias, o a ultras como el doctor Arturo Uslar Pietri, quien afirma que el arranque del capitalismo y de la actual civilización europea se debió a la inundación de metales preciosos arrancados por ustedes, mis hermanos europeos, a mis también hermanos de América! ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de varios préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa. Lo contrario sería presuponer crímenes de guerra, lo que daría derecho, no solo a exigir devolución inmediata, sino indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaipuro Cuautémoc, prefiero creer en la menos ofensiva de las hipótesis para mis hermanos europeos. Tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un plan Marshall-tezuma para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la arquitectura, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, una vez pasado el Quinto Centenario del "Préstamo" podemos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o, por lo menos, productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, Armadas Invencibles, Terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo, para acabar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá (pero sin canal).

En lo financiero han sido incapaces después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar capital e intereses, como de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman, conforme a la cual una economía subsidiada jamás podrá funcionar. Y nos obliga a reclamarles - por su propio bien - el pago de capital e intereses que tan generosamente hemos demorado todos los siglos. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de un 20 por ciento y hasta un 30 por ciento que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10 por ciento anual acumulado durante los últimos 300 años.

Sobre esta base, aplicando la europea fórmula del interés compuesto, informamos a los descubridores que solo nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, ambas elevadas a la potencia de trescientos. Es decir, un número para cuya expresión total serías necesarias mas de trescientas cifras y que supera ampliamente el peso de la tierra.

¡Muy pesadas son estas moles de oro y de plata! ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre? Aducir que Europa en medio milenio no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar este módico interés sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la inmediata firma de una carta de intenciones que discipline a los pueblos deudores del viejo continente; y los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa que les permita entregárnosla entera como primer pago de una deuda histórica. Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales.

En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran con la bala con que mataron al poeta. Pero no podrán, porque esa bala es el corazón de Europa.

El Jefe indio

Jefe Seattle Jefe Seattle
(1.786 - 1.866)
SUQUAMISH Líder de los Suquamish, tribu asentada en el actual estado de Washington (noroeste de los Estados Unidos y suroeste de Canadá), encargado de negociar, en 1.854, un tratado con el Gobierno, que implicaba el traslado definitivo de los tradicionales detentores de la tierra a una lejana reserva.
Su alegato, en forma de carta dirigida al Presidente en Washington -recogida además en la edición 29 de octubre de 1887 (más de treinta años después...) del dominical Sunday Star de Seattle- es considerado, en la actualiudad, como el primer "manifiesto ecológico" moderno.


  • Texto Completo de la Carta a Washington (1.855).

    No he sabido colgar su foto. La podéis ver entrando en Google, hay muchas


  • Soy Tierra que camina.

    Otro texto para rumiar durante el fin de semana, para mantener la fe en nostros mismos. Es posible la esperanza si no renunciamos a la felicidad, a la justicia, a la libertad y a la solidaridad. Nuestro único compromiso es con la felicidad, a ser nosotros mismos. Vale la pena.

    Nesemu

    Y el cacique indígena, poco antes de ser conducido a la hoguera, acusado de conspirar por buscar la libertad de su pueblo, dijo: "Soy Tierra que camina, la cáscara de la semilla está presa, pero el germen vital permanece libre y está dispuesto a seguir volando". Y mirando a lo lejos, exclamó: "Me voy a las estrellas, pero volveré pronto. Los indios siempre volvemos. Me voy pero me quedo en todo lo que hice, en todos los que amé y en la huella invisible del tiempo, por donde, en forma de tierra, caminamos rumbo a la eternidad".

    Así habla Chamalú, el indio que dirige “Janajpacha”, una comunidad ecochamánica en Bolivia:

    "Y si tuviera un instante más de vida haría lo mismo. Viviría como indígena lúcido enamorado de la plenitud, viajaría por todo el mundo compartiendo la felicidad descubierta, sorprendería, conmocionaría y, desde la cima de la rebeldía, gritaría: "¡Elegí vivir, hermanos!"

    "Soy indio. No sirvo para vivir de rodillas. Mis antepasados, cuando perdían su libertad, preferían morirse".

    "Mi alma indígena transita descalza por los senderos de un mundo moderno asfaltado de hipocresía y miedo, más aprendí a hacer de los problemas mis maestros. Lo que a la otra gente le hace sufrir para mí se convierte en luces para el camino".

    "El tiempo se enfada cuando lo malgasto, por ello elegí vivir un día cada día, dejo que la plenitud me seduzca. Permanezco atento al instante, en él un día descubrí la eternidad".

    "Y continúo navegando en la canoa del éxtasis por el turbulento río del tiempo, un río lleno de pirañas y caníbales. El secreto para mantenerme a flote es que yo no pido, yo doy".

    “El silencio es mi palabra, la Tierra es mi madre”.

    “Y desde que renuncié a la cordura, la libertad anidó en mi corazón y volamos juntos. Mi único compromiso es con la libertad, realizado en el templo de la conciencia, entre los abuelos y los niños de un futuro diferente. Viviré hasta el último día; mi última mirada en forma de suspiro le dirá a tu corazón: Vive”.
     

    Chamalú

    Textos clásicos y de la sabiduría universal seleccionados por el autor

     

    Carta del Jefe Seattle

    "El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad.
    Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe en Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blanco podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables, como las estrellas.
    ¿Cómo podéis comprar o vender el cielo? ¿El calor de la tierra? Esa idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podrías comprárnoslos a nosotros? Lo decidiremos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para este pueblo.
    Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta la memoria del hombre de piel roja.
    Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta bella tierra, porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra, y ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra, y ella es parte nuestra. Las fragantes flores son nuestras hermanas: el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, la savia de la pradera, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
    Por eso, cuando el Gran Jefe en Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. el será nuestro padre, y nosotros seremos sus hijos. Por eso, consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sangradas, y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son, y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos, habla de acontecimientos y recuerdos en la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
    Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que darías a cualquier hermano.
    Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro, porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano, sino su enemigo. Cuando la ha conquistado, la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él la sepultura de sus padres sin que le importe. Olvida la sepultura de sus padres y el derecho de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el Cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fueran corderos y cuentas de vidrios. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras de sí sólo un desierto.
    No lo comprendo. Nuestra manera de ser es distinta de la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler la vista del hombre de piel roja. Pero quizás sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el rozar de las alas de un insecto. Pero quizás sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar a los oídos. Y ¿qué clase de vida es cuando el hombre es incapaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de la rana alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cara del lago y el olor del mismo viento, purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.
    El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor.
    Más, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas como sagradas, un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.
    Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre la pradera, abandonados allí por el hombre blanco, que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí.
    Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.
    Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red, se lo hará así mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.
    Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con él de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Quizás seamos hermanos después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco quizás descubra algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueños de El, tal como deseáis ser dueños de nuestras tierras, pero no podréis serlo. El es el Dios de la Humanidad, y su compasión es igual para el hombre de piel roja que para el hombre blanco. Esta Tierra es preciosa para El, y causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche, sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Donde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Donde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza el sobrevivir...".

    Acoger, respetar y venerar a los mayores


    Por su interés, reproduzco la II parte del interesante trabajo sobre las personas mayores y las familias que los cuidan que publica El País. Es como para reflexionar y tratar de ser consecuentes.

    Nesemu

    Al  rescate  de  las  familias

     El proyecto de ley que ultiman el Gobierno y los agentes sociales permitirá la puesta en marcha de un sistema nacional de servicios básicos a las personas dependientes

    JUAN JESÚS AZNÁREZ

    Cientos de miles de españoles, mayoritariamente mujeres mayores de 40 años, ejercen su profesión con la vista puesta en el estado de salud de su padre o de su madre, débiles o inválidos, en casa o alejados geográficamente. Necesitan apoyo, puesto que los servicios sociales sólo atienden al 9,4%, según un informe del Imserso. La sobrecarga y presión soportada por las familias cuidadoras son intensísimas porque el enfermo suele consumir el tiempo de varios familiares o amigos. La responsabilidad sobre los mayores está profundamente arraigada en España, pero ese desvelo afecta al rendimiento laboral de los cuidadores, que deben desatender su trabajo, pedir permisos, endeudarse o vender patrimonio para sufragar gastos extraordinarios. Diariamente, a veces cada dos o tres horas, llaman por teléfono a sus mayores para poder reaccionar a tiempo si hay problemas. El 80% de los cuidados de salud a familiares de la tercera edad, principalmente a los 1.756.844 octogenarios, corre a cargo de mujeres y se desarrolla dentro del propio hogar.

    La mayoría de los hijos únicos, y numerosas nueras, dedican casi todos sus fines de semana a la compañía de los mayores débiles, y cuando hay hermanos se organizan en turnos. No pocas veces, sin embargo, las discusiones sobre el grado de participación en el cuidado causan riñas o rupturas entre matrimonios y hermanos, con el consiguiente castigo emocional sobre los padres, que se sienten responsables. "Las familias están haciendo un gran esfuerzo en la atención a las personas dependientes. Nuestra obligación ahora es ayudarlas y también acompasar desarrollo económico y bienestar. Esto es lo que tenemos que resolver los poderes públicos", destaca María Amparo Valcarce, secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familias y Discapacidad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, que dirige la negociación de una ley de atención de las personas dependientes, el cuarto pilar del Estado de bienestar. Los centros de día para ancianos, en primer lugar, los servicios a domicilios y la teleasistencia, el pulsador que conecta al anciano en apuros o solo con una central de ayuda, serán algunos de los ejes de la nueva ley.

     

    Demencias y dolencias crónicas
    La situación apremia porque la sociedad española debe dar respuesta a nuevas necesidades y demandas. Aumentó el número de personas con discapacidades de diverso grado, algunas leves: 3.528.221 en el año 1999, último censo disponible; el 80% padece enfermedades crónicas o demencias. Son atendidos fundamentalmente por familiares, con la carga de sacrificio personal y de renuncia que esto implica. El Estado pretende complementar su labor y permitir que las nuevas generaciones dispongan de un mayor margen de acción en su vida. No cabe otra solución, ya que el proceso de envejecimiento de la sociedad española es muy alto: más de siete millones mayores de 65 años actualmente, el 17% de la población total, y 16.394.839 en el año 2050, el 30,8% del total, según proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE). "Aunque estamos envejeciendo mejor", señala Pilar Serrano, jefa del Departamento de Evaluación y Programación de la Dirección de Mayores del Ayuntamiento de Madrid.

     

    El anteproyecto sobre dependencia, cuyas bases vienen contenidas en el Libro Blanco presentado en diciembre del pasado año, y que convertido en ley regulará un Sistema Nacional de Atención a las Personas Dependientes, puede quedar listo para su traslado al Congreso a finales de año, según el compromiso del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Era impostergable. Las nuevas exigencias de la evolución española hacia un modelo familiar modernizado determinó la convergencia del Gobierno, poderes públicos, agentes sociales y expertos en la preparación de un sistema que garantice la equitativa prestación de servicios básicos en todas las comunidades autónomas. En esencia, se trata de arrimar el hombro con las familias, acorde con el rumbo de la Europa desarrollada.

     

    Pero las diferencias entre autonomías, ayuntamientos, medio urbano o rural, son abismales. El País Vasco y Navarra tienen muchos más recursos que Extremadura. "Una persona puede tener prácticamente cubiertas todas sus necesidades en determinadas comunidades y no tener acceso a prestaciones muy elementales en otras", señala Amparo Valcarce. "Existe la lógica preocupación por la financiación del sistema, pero hay un consenso básico sobre lo que hay que hacer. Es un reto compartido". El reto es garantizar la protección social y asemejarse al modelo europeo. Lo previsible, según las fuentes consultadas, es que se apruebe una ley de mínimos, general, y que a partir de ahí cada autonomía añada otros servicios en función de sus posibilidades.

     

    La financiación de ese sistema nacional básico demanda una inversión de más de 8.000 millones de euros anuales, según el cálculo de expertos, y es el gran escollo que hay que salvar. Queda por decidirse si la financiación se efectuará por cuotas al sistema de Seguridad Social, mediante el incremento de las cuotas de empresarios y trabajadores, o a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. También está pendiente de concreción el papel que vayan a jugar los posibles seguros privados complementarios, la fijación de métodos de evaluación por todos aceptados, y precisar legalmente los ámbitos de competencia porque los servicios sociales ya fueron transferidos a las comunidades autónomas. ..

     

     

    El tema es gordo porque las carencias son muchas. Los mayores quieren mantenerse en su entorno familiar, en su casa, con sus cosas mientras puedan. Ese anhelo pasa por más ayudas: desde la teleasistencia y los centros de día o la adaptación técnica de casas particulares. Una de las metas de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales es llegar a las 170.000 teleasistencias el próximo año. El Ayuntamiento de Madrid pasó de 15.000 en el año 2003 a 67.000 este año, según Martín. "De 2003 a 2006 hemos multiplicado los recursos económicos de atención a personas mayores en el 111%". Una encuesta encargada al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) por el Ministerio de Trabajo es concluyente y en esa dirección: el 78% de los españoles cree que la prioridad es atender a las personas dependientes.

     

    Los flancos del problema son tantos como la necesidad de fondos para sufragar soluciones en las comunidades menos ricas. No queda mucho tiempo. El envejecimiento podrá afectar a la solidaridad intergeneracional e incidir sobre el crecimiento económico, el ahorro, el consumo y las pensiones, o incluso la viabilidad financiera del Estado de bienestar, según los especialistas que estudian el fenómeno. "España sigue estando a la cola de Europa en muchos temas de políticas familiares", señala el sociólogo Lluís Flaquer, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona. "En política familiar, es el país de Europa que gasta menos, y lo que gastamos en temas de prestaciones nuchas veces lo gastamos mal". El académico sostiene que no ha habido voluntad política durante muchos años y que la modernización de las políticas familiares sigue siendo en España una asignatura pendiente.

     

    Esa asignatura deberá pasar a examen y ser aprobada porque más pronto que tarde entrarán en crisis los denominados "apoyos informales" a los mayores, integrados fundamentalmente por una generación de mujeres con una edad promedio de 53 años. Un 20% de la población cuidadora tiene más de 65 años, según el Libro Blanco de la Dependencia. "La mujer está educada para que tenga que cuidar", según Camino Oslé, directora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), coautora del libro De profesión, cuidadora. La generación entre los 25 y 35 años, no tanto, porque tiene sus propios proyectos personales y parece dispuesta a llevarlos a cabo. Confía en la profesionalización del cuidado.

     

    Las fórmulas son muchas, y algunas, relativamente recientes. El voluntariado constituye un complemento valiosísimo. Su función principal es aportar el plus de humanidad. Abundan familias, sin embargo, que les endosan sus tareas con el mayor: desde el control del frigorífico y la medicación, a la cesta de la compra. Los voluntarios tienen, entonces, que marcar los límites. Pero no todos los mayores necesitan ese tipo de asistencia. La autonomía, y las necesidades y disposición hacia la vida y hacia la relación con los hijos, son heterogéneas entre los más de siete millones de mayores de 65 años.

     

    Buena parte de los más jóvenes ha viajado, tiene mayor poder adquisitivo, está más escolarizado o cursó estudios universitarios. Permanecen operativos. A partir de los 70 años se acentúan los problemas. Algunos son económicos: un 75% de los ancianos, con una pensión media de 584 euros, llega muy justo a final de mes, según la Fundación Universidad Empresa. Clara Rabanillos, voluntaria y veinteañera, observa el choque de dos mentalidades en esa constelación de españoles. "Mi madre estaría dispuesta a ir a una residencia, pero mi abuela, no. De todas formas, hay claramente un déficit de servicios sociales".

     

    El número de ancianos aumenta y la mayoría de los hospitales españoles no dispone de unidades especiales de Geriatría, según un estudio de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Datos recopilados por el Ministerio de Trabajo indican que la tasa de cobertura del servicio de ayuda a domicilio (SAD) es sólo del 3,1%; la teleasistencia, del 2%, y hay una plaza de centro de día por cada 200 mayores. El déficit, en todos los órdenes, es cubierto por el esfuerzo de los parientes, amigos o allegados. La relación es incómoda cuando el anciano se siente indefenso al percibir que, si no da mucha guerra, conseguirá seguir con sus hijos. Un objetivo fundamental de la ley, según sus promotores, es que el Estado corra con parte de esa guerra a través de las ayudas domiciliarias o de otro tipo. El propósito es también atenuar el temor de los mayores a la pérdida de la pareja y a la soledad, y a no poder valerse por sí mismo.

     

    "Pero habría que precisar que hay una gran diferencia entre vivir solos y ser abandonados. La primera es la opción de la mayoría. Asumo el riesgo de ser feliz en soledad o de morir en soledad. Hay mucha gente a la que le gusta vivir sola", indica Pilar Serrano. Quien quiera permanecer con sus hijos podrá verse obligado a afrontar nuevas rutinas, con la ayuda de la Administración, para corresponder al esfuerzo de sus parientes. Y al igual que el padre y la madre salen por las mañanas a trabajar, y los niños, al colegio, el mayor podrá ir al centro de día, donde desayunará, comerá y recibirá sesiones de rehabilitación o atención médica de carácter general, no especializada. Sus necesidades fundamentales serán cubiertas en esos centros, cuando lo haya para todos, que son una fórmula intermedia entre el domicilio y la residencia.

     

    María José Atienzar, directora de coordinación del Centro de Colaboraciones Solidarias, subraya que los mayores suelen entender las dificultades de sus hijos, que trabajan marido y mujer en la mayoría de los casos porque tienen que hacerlo para pagar las hipotecas, el colegio de los hijos, la asistenta, etcétera. "Con los dos trabajando tienes un ritmo de vida que impide que puedas hacer una visita tranquilamente al abuelote. Ellos tampoco quieren ser una carga", subraya. Numerosos ancianos habitan casas antiguas de Madrid, con 137.413 personas mayores de 65 años que viven solas, mientras el domicilio de los hijos está lejos del casco urbano. Hay distancias y hay horarios laborales. "No es que sea falta de afecto, que puede haber un porcentaje. Lo vas dejando porque se te complica muchísimo la vida", agrega Atienzar. "Y la prioridad ahora mismo de la familia no es el venerable anciano, sino mi ritmo de vida, mis hijos, mis pagos".

     

    El problema es serio, pero las familias, insustituibles. España y otros países de la Unión Europea acusan un descenso del número de camas hospitalarias por habitante, una relación que implicará saturación y listas de espera. España contaba con 3,7 por cada 1.000 habitantes, un indicador más bajo que la media europea, similar al del Reino Unido y algo más alto que en Suecia, según el detallado informe Las personas mayores en España, de 2004, elaborado por el Observatorio de Personas Mayores. Mayte Sancho, vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, coordinadora del equipo de 11 personas que preparó las conclusiones de ese documento, sostiene que cualquier modelo de protección a la dependencia mantendrá y preservará el apoyo familiar.

     

    "La protección social en este momento no sustituye el papel de las familias, sobre todo en eso que toca la parte de cuidados afectivos", señala Sancho. "Eso no lo sustituye nadie, ni la mejor residencia, ni la mejor ayuda a domicilio, pero, desde luego, pondría unas condiciones de dignidad a cientos de miles de familias que en estos momentos soportan una presión muy complicada". El tránsito hacia nuevas fórmulas incluye un amplio abanico de opciones para los mayores dependientes: desde residencias para quienes no tienen problemas pero prefieren vivir solos, hasta apartamentos tutelados con servicios centralizados de limpieza y catering.

     

    Pero sin fuertes desembolsos, la progresión será lenta. El retraso de la protección social en España con respecto a la Europa de los Quince era evidente en los últimos datos publicados por Eurostat, que datan del año 2002: España ocupó el penúltimo lugar, por delante de Irlanda, en cuanto al gasto social en relación con el PIB: apenas el 20%, 3.253 euros anuales por persona, contra el 36% de Suecia, en primer lugar. Comparativamente, equivale al 60% de la media de los Quince. Las familias recibieron en el año 2001 cerca de 8.000 euros anuales por persona mayor de 65 años en España, en torno a la mitad de la media de los Quince, contra los más de 20.000 de Dinamarca y Luxemburgo. Austria, Alemania, Reino Unido, Países Bajos y Suecia dedicaron a las familias entre 18.000 y 20.000 euros.

     

    José Carlos Fajardo, profesor de Historia Política del Pensamiento Político, y fundador de la ONG Solidarios, piensa que socialmente se ha asumido el desplazamiento de los mayores, para que no molesten o dejen su puesto a los más jóvenes. "No se repara en que, en todas las culturas que han contribuido al auténtico progreso de la humanidad, son respetados y venerados", señala. "En China sería una falta de educación tremenda decirle a una persona mayor: 'Qué joven le encuentro".

     





    Banda de hermanos

    “Necesito que me quieran para no morirme”, dice García Márquez, por eso escribe. Para llenar esa necesidad fundamental de ser él mismo.
    A veces, nos angustiamos porque creemos que no llegamos, que estamos en falta, que no cumplimos con nuestro deber. Que vamos un paso por detrás de las exigencias de la vida.
    No es cierto. Nadie puede imponernos ningún tipo de exigencia.
    Nada ni nadie puede afectar a lo más íntimo de nuestra vida, que es en donde radican las claves de un vivir que tenga sentido y nos haga sabernos felices.
    Pueden dictar leyes, imponer normas y criterios, hasta dogmas en nombre de una moral o de lo que algunos tienen por natural. Podemos inclinarnos ante ellas mientras pasan, como hace el junco, pero para erguirnos de nuevo en nuestra más íntima realidad. “Yo sé quién soy”, exclama Don Quijote. Con eso, basta.
    De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un Estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan más sagradas que los confines políticos de cualquier país. Es esa divina libertad la que me hace responsable. Porque sé que todo es lícito, aunque no todo convenga. Aquí entra el componente cultural que facilita la convivencia, la solidaridad y la armonía. Con gusto renuncio a lo que quiero y me inclino ante los vientos. Desde lo más profundo de mi ser, renuncio a lo inevitable y acepto lo impuesto, pero porque yo lo quiero así.
    La auténtica libertad no consiste en hacer lo que uno quiera, sino en querer lo que uno hace. De ahí la importancia de conocer las necesidades básicas del ser humano, para actuar en consecuencia. Si las consideramos y somos coherentes comprenderemos por dónde van los senderos de la felicidad a la que estamos llamados.
    Según Abraham Maslow, son: Necesidades fisiológicas y existenciales; necesidades de seguridad; necesidades de pertenencia y amor; necesidades de respeto y necesidades de autorrealización.
    Lo primero es el derecho a vivir con dignidad en una existencia que tenga sentido para nosotros. Con una seguridad emocional que va más allá de la tranquilidad impuesta por el poder político. No es cuestión de la policía, sino de orden y de equilibrio en la armonía. Necesitamos afirmar el propio valor, puesto que somos únicos e irrepetibles. Yo tengo derecho a estar aquí y mi propio yo necesita satisfacerse.
    Precisamos escapes creadores, que tienen su propio valor aunque no se encuentren en los mercados ni puedan contabilizarse. Necesitamos amar y ser amados. Aceptados tal como somos, no tal y como otros desearían que fuésemos.
    “¡Mi yo, que me arrebatan mi yo!”, exclamaba el Caballero.
    Es natural la sensación de arraigo, pues no somos arena que se lleva el viento. Mi patria es allí en donde me encuentro bien y puedo afirmar mis anhelos y mi necesidad de desarrollar ese poder que brota de la voluntad.
    Necesitamos la inmortalidad, de cualquier manera que la concibamos. Porque uno nunca muere del todo. Desde el punto de vista de la ciencia está demostrado que nuestra energía nunca desaparecerá y, con ella, nuestros afectos, sueños y realizaciones.
    Uno no muere porque se entraña en el corazón de aquellos a quienes ha conocido, amado, enseñado y con los que ha compartido la búsqueda de la sabiduría. De quienes nos llevan tatuados en sus pieles y que nos han fecundado al compartir su aliento, haciendo de nosotros banda de hermanos. Que no es sino la conciencia de la libertad, de la unidad de sabernos uno con el todo, de la bondad inmanente a todo lo creado y de la belleza que en cada época expresa la serenidad y afirma la vida como el único valor absoluto.

    José Carlos Gª Fajardo

    ¿Qué mueve a los voluntarios sociales?

    Cuando me preguntan cómo nació Solidarios para el Desarrollo respondo: “¡Como una respuesta ante la desigualdad injusta!”. Luego, voy contando los hechos concretos que nos fueron interpelando y a los que acudimos como la sangre acude a los bordes de una herida. Después de 20 años, la gente no se imagina que todo haya sido tan sencillo y natural, no fácil ni mucho menos. Hoy me pregunto si hubiera podido no ser así. No tengo respuesta. Una vez, se llevaron a la cárcel a un alumno mío de la facultad y me telefoneó para pedirme que no le fallara. Así nacieron las que luego serían las Aulas de Cultura en los Centros Penitenciarios. Otro día vi a un alumno en silla de ruedas esperando a que alguien le ayudase a superar una barrera, y nació el Programa de Ayuda a Estudiantes Discapacitados. En un viaje a países latinoamericanos para dar conferencias, comprobé que muchas personas sabían leer pero no tenían libros, así surgió el Libro Solidario que ya ha enviado más de medio millón de libros seleccionados a las Escuelas Normales de 20 países en bibliotecas de 5.000 volúmenes. En Cuba, hace casi 15 años, comprobé la buena preparación del personal médico y sanitario, pero que carecían de medicamentos a causa del embargo. Desde El Puente Solidario, durante 15 años, enviamos por avión más de 62 toneladas de medicamentos seleccionados y de gran calidad, en paquetes de menos de cien kilos, no sólo a Cuba sino a más de treinta países en América y en África. Lo mismo podría contar de cómo nació, hace casi dos décadas, nuestro servicio de voluntariado con los enfermos del Sida, casi parece increíble recordarlo. Y el voluntariado con las personas mayores que viven solas, y el programa de Vivienda Compartida que ha merecido un reconocimiento europeo, y el voluntariado con inmigrantes en necesidad y, uno de lo más antiguos, nuestra presencia en los hospitales para acompañar a enfermos crónicos que no reciben visitas, a los niños con enfermedades graves. ¿Qué sé yo? Durante años hemos estado bañando, vistiendo, arreglando y dando de comer a discapacitados profundos los sábados y domingos, desde las 7 de la mañana hasta las 12, hasta que se formó un buen equipo que aseguró el relevo. Todavía siguen en ese servicio algunos de los primeros de la ONG. ¡Han sido tantas las experiencias de asistencia como voluntarios sociales en veinte países de América y de África durante los veranos, que no podría ni evocarlas! Hasta que, un día, comprendimos que ese servicio lo podrían hacer mejor los naturales de esos países mientras nosotros nos concentrábamos en Proyectos de Cooperación al Desarrollo, porque comprendí que algunos “voluntarios” corrían el peligro de equivocarse y pretendían hacer “turismo solidario”. Nunca más pasó a esos países nadie que no hubiera acreditado su experiencia como voluntario social aquí en España pues “nadie puede ir a hacer allí lo que no sabe o no quiere hacer aquí”. En una palabra, nunca nos sentimos enviados por nadie sino que acudíamos a la llamada de alguien que nos parecía responsable, y una vez calculadas nuestras posibilidades reales.
    Cuando un servicio social nos pareció que crecía desmesuradamente o que corría peligro de invadir áreas que correspondían a la Administración o a los profesionales, no tuvimos el menor reparo en suspenderlo o transferirlo a otras organizaciones mejor preparados. De hecho, y sin pretenderlo, Solidarios continúa siendo una de las ONG de acción social que más voluntarios envía a otras organizaciones que nos parecen serias para ayudarles en programas concretos. Nunca hemos hecho proselitismo alguno, no cabría en nuestras cabezas. Siempre hemos actuado desde la experiencia de que “lo que no se comparte, se pierde”. Así ha sido durante estos 20 años al servicio de los más pobres, de los más humildes y vulnerables, de los marginados y de los excluidos. Nunca se me hubiera ocurrido fundar con nadie algo de semejante envergadura, debido a mis responsabilidades académicas y a mi circunstancia familiar como padre de seis hijos. Las cosas fueron saliendo así, acudiendo a dónde nos llamaban o en dónde creíamos que podríamos ser útiles. No siempre fue fácil, pero nadie nos había garantizado que iba a serlo.
    En mi libro “Encenderé un fuego para ti. Viaje al corazón de los pueblos de África”, durante mi año sabático en 20 países subsaharianos, algunas personas, sobre todo religiosas, no podían comprender que a los voluntarios no les moviese un sentimiento religioso “porque nosotros los misioneros, lo hacemos por Jesús y por el mandato que nos dio”, como se recoge en el capítulo de Ghana. Aquella conversación, casi del método Ollendorff, concluyó con la afirmación de aquella misionera: “¡Es que sus voluntarios son cristianos sin saberlo!”. Se imaginan cómo tuve que improvisar para recomendarle que jugase a la lotería porque, con ese sistema de números marcados, seguro que ganaría siempre.
    Han pasado los años y han llegado unos y se han marchado otros, se han renovado los responsables y ahora trabajamos para que la organización pueda ser autónoma y coherente con sus señas de identidad. De no ser así, mejor es que desaparezca y orienten a sus voluntarios a trabajar en otras organizaciones humanitarias que las hay muy buenas y muy necesarias. Lo que no puede suceder es que nos enrosquemos en nosotros mismos y que nadie, yo el primero, se considere indispensable.
    Pero todavía continúan preguntándome qué es lo que mueve a los voluntarios sociales que, con una responsabilidad y entrega, con una fidelidad y gracia, sirven a los más pobres sin esperar nada a cambio, por el placer de compartir. No me refiero a aquellos, muy capaces y responsables, que desde hace siglos militan en las filas de organizaciones religiosas o en formaciones políticas progresistas y que han sido ejemplo constante de caridad o de altruismo, de filantropía y de servicio a los demás. Yo hablo ahora de la gente corriente, de esos centenares de miles en España, y de millones en el mundo industrializado, que han asumido un compromiso social en una organización de la sociedad civil, seria y responsable. De esas personas que han sentido la interpelación del otro, la provocación de quienes parecen invisibles para el resto de la sociedad pero que a ellos los han conmovido para asumir ese compromiso social con la formación adecuada. Esto no es una cuestión de boy scouts, con todo el respeto que nos merecen, ni una aventura de unos días. En las diversas ediciones del Manual del voluntario llevo años perfilando y afinando cada vez más las exigencias y las señas de identidad de este servicio social libremente asumido. ¿Peligros? Muchos. Sobre todo del lado de quienes pensaban que tenían el monopolio de las aradas en los campos de labor, o de las empresas e instituciones que, de repente, han descubierto lo bien que podría convenirles a su imagen de empresa poner una ONG en sus proyectos. Pero cada vez se va descubriendo más su juego y las auténticas ONG no se prestan a estos chalaneos.
    ¿Cuál es mi experiencia personal como ciudadano laico y no perteneciente a ninguna confesión religiosa ni a ningún partido político? Pues esto que he ido descubriendo en millares de jóvenes y de no tan jóvenes en estas últimas décadas. Casi no sabemos la respuesta pero sí conocemos la repregunta “¿Cómo no hacerlo?” “¿Cómo permanecer impasibles ante tanta injusticia, ante tanta ceguera suicida, ante tanta insolidaridad y desigualdades culpables?”
    Me han ayudado a comprender esta actitud las palabras del
    Dalai Lama cuando dice que nos aseguremos de hacer que nuestra vida esté tan cargada de sentido como sea posible, preocupándonos por ser felices. Pero la felicidad es indisociable de la paz como fruto de la justicia social. Una pretendida felicidad ignorando nuestra responsabilidad con los demás, es una quimera; ni siquiera una utopía y mucho menos un sueño, porque entra en el mundo de las fantasías, y estas tienen muy mal despertar. Peor aún, a veces, no es posible regresar y se queda uno en la enajenación que se va tornando en amargura hasta perderse en el auto reproche que puede conducir a la peor de las exclusiones sociales, la que nos infligimos a nosotros mismos.
    En ese caso, dejamos de sabernos seres para los demás, que es el colmo de la maduración de la persona cuya única razón de vida es ser ella misma, alcanzar la plenitud que no pueden dar ni el tener ni el poder ni el triunfo ni la gloria, efímeros por naturaleza. Tan sólo el éxito, el crecer desde dentro, ex ire, madurar y abrirnos asumiendo y celebrando todo cuanto nos sucede, aún los episodios más dolorosos, pueden conducir a un vivir que tenga sentido, esto es, a un vivir con dignidad que no espera recompensas. La recompensa es el propio vivir consciente de que cada momento es único, de que el mañana no es sino una hipótesis de futuro nunca una realidad cierta, hasta que no se ha vivido. Hay que vivir en infinitivo, y con todas sus consecuencias. Aquí y ahora, en calma o con alarido, compartiendo y abriéndonos a todo cuanto es y existe. Sólo así, podremos vivir plenamente nuestra condición de seres humanos como personas, y no como meros vivientes.
    Después de tantos años de servicio y de compromiso, comparto su declaración: “Esta es mi religión verdadera, mi sencilla fe. No es necesario un templo o una iglesia, una mezquita o una sinagoga; no hay necesidad de una filosofía complicada, de la doctrina o el dogma. El templo ha de ser nuestro propio corazón, nuestro espíritu y nuestra inteligencia. El amor por los demás y el respeto por sus derechos y su dignidad, al margen de quiénes sean y de qué puedan ser. Esto es lo que todos necesitamos”.
    Esta es la respuesta de millones de jóvenes a quienes han estado durante siglos administrando trascendencias y que tanto se escandalizan por la falta de prácticas religiosas de los jóvenes, por las amenazas que acechan a la concepción tradicional de la familia, a su imposición de un orden social que se ha revelado como injusto, radicalmente inhumano e insolidario, a la ruptura de los jóvenes y de los voluntarios mayores con un sistema de mercado que margina a millones de seres humanos mientras continúan fundamentando su desarrollo económico en la explotación de las riquezas materiales de esos mismos pueblos y en la más dura explotación de sus personas como fuerza de trabajo. Esta es la sociedad que nos han legado nuestros mayores y contra la que, con toda justicia y mejor derecho, se alzan en todas partes personas que han osado dudar, que han querido saber y que se han negado a seguir uncidos a arados de dogmas y de fundamentalismos de toda índole. Han elegido el imperio de la Ética y, por lo tanto, de la justicia social, mientras relegan las diversas morales impuestas a sus ambientes propios con los que cada vez se sienten menos implicados. No los entienden cuando hablan, condenan y anatematizan con tintes apocalípticos. Es como si hablaran en lengua de mandarines y escribieran en tinta china. A diferencia de otras revoluciones, en esta del conocimiento y de la libertad responsable, ni siquiera les merecen el desprecio. Sencillamente, pasan de ellos y creen que otro mundo es posible porque es necesario. Y están convencidos de que con la summa de todas las voluntades el mañana es nuestro, porque la alternativa es el caos en una vida carente de sentido.
    Porque tan sólo podemos emplear bien el presente, debemos comportarnos de forma responsable y con compasión por los demás. La compasión como la justicia, la solidaridad, el ejercicio de la libertad y todas las virtudes exigen relación con los demás. Ese comportamiento obedece a nuestros intereses porque es la fuente de toda felicidad y alegría, y el fundamento para tener buen corazón. Nuestra felicidad está unida a la felicidad de los demás. Es imposible ser feliz a solas.
    ¿Y el placer de crear, de participar, de saberse responsable solidario? El placer infinito de saborear los silencios y de salir al encuentro de quienes tienden sus manos hacia nosotros para escucharlos con atención, porque los encuentros sólo se producen una vez en la vida? Por eso, todas las despedidas son eternas, porque la repetición es imposible. La gota de agua que se sabe océano, la persona que se sabe humanidad y, por lo tanto, necesaria, tiene una actitud radicalmente distinta a la de las gentes manipuladas por el consumismo, las prisas y el miedo. Es preocupante el constatar cómo la historia de los pueblos del Sur, sus tradiciones culturales y religiosas enriquecedoras por lo diversas, su realidad vivida y sufrida, no tenga cabida en la actualidad de los medios de comunicación. Por medio de la amabilidad, del afecto, la honestidad, la verdad y la justicia hacia todos los demás aseguramos nuestro propio beneficio. Es de sentido común. Podremos rechazar la religión, la ideología y la sabiduría recibidas de nuestros mayores, pero no podemos rehuir la necesidad de amor y compasión.
    De ahí la importancia de mantener viva la memoria, sometida a reflexión, para ver nuestro comportamiento como personas. En eso consiste la cultura, del mismo modo que la educación no es la transmisión de conocimientos sino sacar lo mejor de cada ser humano para su realización en un ambiente general de libertad y de participación regidos por la justicia.
    Hoy sabemos que nuestra sumisión y el control de nuestros espíritus no serán conquistados por la fuerza, sino a través de la seducción. Nos hacen creer que por nuestro propio bien debemos insertarnos en el sistema sin pedir explicaciones.
    Pero en el conflicto entre el poderoso y el desposeído, no intervenir no significa ser neutral, sino ponerse del lado del poderoso.
    La legalidad se hace justicia por la voz del pueblo. No confundamos el legítimo acceso de esa nueva generación de activistas culturales que se manifiestan ante los grupos de presión con una minoría de reventadores de un orden que produce tanta injusticia social. No podemos aceptar democracia a escala nacional con plutocracia a escala mundial. La disconformidad es una exigencia ética. No la ahoguemos.
    En la medida en que practiquemos estas verdades en nuestra vida cotidiana, poco importa que seamos cultos o incultos, que creamos en Jesús o en el Buda, que seamos fieles de una religión u otra, o de ninguna en absoluto. Que nos declaremos seguidores de Marx o de Adam Smith, de John Mill o de Darwin, de Freud o de Whitman. En la medida en que tengamos compasión por los demás y nos conduzcamos con la debida contención, a partir de nuestro sentido de la responsabilidad, seremos felices.
    "Con amabilidad y con valentía, acoge a los demás con una sonrisa. Sé claro y directo. Y procura ser imparcial. Trata a todo el mundo como si fueran tus amigos. Todo esto no lo digo en calidad de Dalai Lama. Hablo solamente como un ser humano; como alguien que, igual que tú, desea ser feliz y no sufrir".
    Ante el malestar de un mundo en crisis, es preciso agarrarse a la memoria y hacer espacio a la palabra. Dentro del laberinto de espejos en que se ha convertido nuestra historia hay que tallarlos y convertirlos en cristales para ver lo que podemos ser. “Los espejos son para ver de este lado, los cristales son para atravesarlos y pasar al otro lado”. Y empezar a ser felices queriendo lo que hacemos para superar esta soledad colectiva que hará crisis si nos lo proponemos. Hagamos verdad nuestra memoria para que no haya olvido.
    Cuando algunos se asoman a las máscaras de espejos de los voluntarios sociales, pueden encontrar respuesta en esta convocatoria global a una revolución espiritual que supone una revolución ética. Y ante una conciencia bien formada, coherente y responsable, no existen ley ni dogma ni imposiciones que valgan. Podremos inclinarnos, como el junco para que pase la riada, pero para mantenernos firmes y alzarnos para decir y compartir nuestra palabra.

    José Carlos Gª Fajardo

    Nesemu: Territorio

    En India se dice que 'lo que no se comparte, se pierde'
    Cuando uno encuentra un texto tan hermoso y tan cierto como el que Manuel Vicent publicó este domingo en El País, no puede menos que compartirlo con sus amigos. Está en línea con la respuesta que el poeta inglés John Milton le dió a un discípulo de Galileo Galilei en la casa de éste en Florencia cuando le preguntó que cuántos años tenía. ''A mucho tirar, respondió el maestro, unos seis u ocho... porque no creerá usted, joven, que tengo los que ya he vivido'.

    Territorio

    El tiempo tambien es un territorio. A cierta edad el tiempo que te quede por vivir será tu único patrimonio. Mientras seas joven no pasa nada si parte de ese patrimonio lo cedes de buen grado a otra persona, si lo malgastas o, incluso, si permites que cualquier idiota te lo arrebate. La vida te dará todavía algunas oportunidades para recuperarlo. Pero cuando el caudal empiece a agotarse no deberás permitir que nadie interfiera, fiscalice o coarte ese tiempo de tu exclusiva propiedad. Cualquiera puede ser rey de ese territorio invisible, solo que para llegar a dominarlo hay que dar un golpe de estado: si pierdes esa batalla ya no serás nadie. Un día, tal vez a causa de una depresión o porque el dedo de un ángel te haya tocado la frente, tendrás la evidencia del valor del tiempo que te queda antes de disolverte en el espacio. Será lo más parecido a una revelación. De pronto, descubrirás un hecho tan simple como éste: que la vida te pertenece a ti y a nadie más. Debes saber que nadie te va a agradecer el haber cedido la soberanía si no fue por tu gusto y placer. Habrás sido un esposo fiel, un padre ejemplar, una hormiga de oro para la empresa y un ciudadano honorable, pero no serás el tipo que un día decidió ser libre, ya que el tiempo también es la libertad. A partir de una edad no intentes volar en un ala delta ni correr los cien metros lisos a menos que te pongan un féretro en la meta. Hay retos más difíciles que uno debe afrontar cuando ya se divisa un gato negro en la línea del horizonte. Dios creó el tiempo, pero dejó que nosotros hiciéramos las horas. Ese pequeño territorio de cada día será imposible de gobernar si el tiempo no es tuyo y no eres tú quien marca las horas para regalarlas y compartirlas con esa clase de personas que te hacen crecer por dentro. Esa dádiva también será tu salvación.
    Estas cosas le decía el Maestro al discípulo mientras paseaban una noche muy oscura por una ciudad abandonada. Al llegar a una plaza el discípulo creyó que había salido la luna llena sobre los tejados, pero sólo era la esfera iluminada del reloj de una torre, donde también había una veleta oxidada en forma de gallo. En ese momento sonaron doce campanadas y el maestro le hizo obervar al discípulo que aquel reloj no tenía agujas ni números. Su esfera parecía la córnea de un ojo que les miraba en la oscuridad. El tiempo también es el silencio, de modo que a una edad lo más sabio a veces es callar, pero nunca obedecer, dijo el Maestro. El gallo oxidado de la veleta cantó anunciando la madrugada.//

    Rebelión de las personas mayores

    Cuenta el filósofo oriental Osho que lo bueno de ser anciano es que ya eres demasiado viejo para dar mal ejemplo y puedes empezar a dar buenos consejos. Lo cierto es que dentro de cualquier anciano hay un joven preguntándose qué ha sucedido.

    Hablamos de jóvenes enfadados y no de los ancianos amargados porque sienten que sus vidas no son lo que podrían haber sido. Se sienten estafados. Se irritan ante la alegría de los jóvenes y no se aceptan a sí mismos porque viven obsesionados por la muerte. Nadie les enseñó a amar la vida, a amarse a sí mismos, a asumir el único sentido de la existencia: ser felices. Y ser feliz es ser uno mismo, poder hacer las cosas porque nos da la gana, no porque lo manden o para alcanzar méritos para una vida de ultratumba. Esto es un chantaje de las religiones y de los grupos de poder: posponer la felicidad para mantenernos sumisos. Se encarnizaron con el sexo y con la alimentación pero, sobre todo, con la libertad de pensar, de actuar, de decir sí o no sin rendir cuentas.

    Son buenos el niño, el alumno, el trabajador, el ciudadano que obedece sin preguntar por las causas de la injusticia. Han hecho de la obediencia una virtud. Un buen pueblo, para el que manda, es un rebaño que pasta sin hacer ruido. No hemos nacido para trabajar ni para obedecer.

    Es urgente la rebelión de las personas mayores que padecen su soledad como antesala de la muerte. Nunca es tarde para madurar sin confundir el envejecimiento, que es cosa del cuerpo, con la madurez que es crecer hacia dentro y saborear la vida. Una cosa es el Cielo de la conciencia, con sus posibilidades de crecimiento interior, y otra el paso de las nubes de la mente. Descubrirnos gotas en un océano de silencio es trasformar la existencia en una celebración. Es descubrir el universo en el rocío.

    No hay mayor provocación que ser uno mismo. Atreverse a ser, a discrepar, a gozar y a realizarse en armonía con el universo. El sabio acepta la realidad imponiéndole su sello: para hacer lo que queramos tenemos que querer lo que hacemos. Porque nada puede morir, tan sólo cambiar de forma. La existencia nada sabe de la vejez, sabe de fructificar. Ya tenemos lo que buscamos. Hay que despertar.

    Madurez significa que hemos llegado a casa. La madurez es conciencia, el envejecimiento sólo desgaste. Todavía queda tiempo para cambiarse de tren.

    NESEMU: Pongámonos en pie de paz

    No puedo callar, no debo callar. He visto muchas cosas, en muchos lugares del mundo. Por eso, escribe Federico Mayor Zaragoza, ha llegado el momento de reaccionar, de que cada ser humano ocupe el lugar protagonista que le corresponde. De aparecer en el escenario y, todos en pie de paz, ocupar por fin el espacio que durante siglos han ocupado quienes detentaban el poder. ¡Hasta los principios universales que guiaban el comportamiento de la gente han sido arrumbados y sustituidos por los avatares del mercado. Así andamos sin brújula y sin caminos, explota en “La Fuerza de la Palabra”, el libro que recoge lo mejor de su pensamiento y que acaba de aparecer editado por ADHARA.
    He llegado a la conclusión, dice en su Introducción, de que sólo tenemos una fuerza: la de la palabra. La que transmite el poder inmenso, creador, inventor, de cada ser humano único. Si nos liberamos, por la educación, si somos, por fin, ciudadanos y no súbditos, si construimos la democracia que representa de verdad la voz del pueblo, entonces transitaremos desde una cultura de imposición, de violencia, de la ley del más fuerte, a una cultura de concordia, de diálogo, de entendimiento, de justicia y de paz.
    El hilo conductor de la selección de escritos que a lo largo de los años han reflejado sus estados de ánimo, conjeturas, previsiones, reflexiones, temores y sueños, es la esperanza porque afirma su creencia en la infinita capacidad de la especie humana.
    Este sabio de reconocido prestigio universal, doctor en Farmacia y catedrático de Bioquímica por la universidad de Granada de la que fue Rector. Diputado del Parlamento español y Ministro de Educación y Ciencia, Diputado al Parlamento Europeo y desde 1987 hasta 1999, Director General de la UNESCO, es Presidente de la Fundación Cultura de Paz y desde esa atalaya comparte con todas las personas que se alzan contra la injusticia, contra la guerra, contra el hambre y contra la exclusión de cualquier ser humano sus experiencias para que nos sirvan de acicate en la lucha por globalizar la libertad, la democracia, la justicia y la solidaridad.
    No podemos callar para que nuestros hijos no se avergüencen de nosotros y nos desprecien porque habiendo podido tanto, nos atrevimos a tan poco. Para que nuestros descendientes, al volver la vista atrás no puedan reprocharnos: ¡Esperamos su voz... y no llegó!
    Arranca del 15 de febrero de 2003 porque para él constituyó el principio de la voz del pueblo, multitudinariamente, pacíficamente, expresada contra la guerra. Mayor Zaragoza, desde sus 70 años llenos de vitalidad, de sabiduría nacida de la experiencia y de la reflexión, dice a los gobernantes y a los poderosos de la tierra que aquella movilización tendrá continuidad, -no sólo presencial sino virtual utilizando todos los recursos tecnológicos, incluidos Internet y el SMS-, y que no sólo será voz alta de protesta sino de propuesta, no sólo en contra, sino a favor de los grandes objetivos de la humanidad, tan reiteradamente marginados y conculcados. Las cuestiones económicas y sociales, medioambientales, culturales y éticas serán abordadas por los ciudadanos del mundo que ya no se resignarán conscientes de que la era de la sumisión ha terminado.
    Ha terminado, escribe, la era de la indiferencia y del silencio. Ha llegado el día de la rebelión del espíritu, de tener el futuro presente, de situar a los jóvenes en el centro de toda iniciativa y acción. Porque, con palabras de Gabriela Mistral, los jóvenes se llaman “Hoy” y nuestro compromiso es inaplazable, impostergable. Ahora es el momento de utilizar todos los recursos de la “aldea global” para que ocupe la gente el escenario, por fin, el siglo de la gente. Para que otro mundo sea posible es preciso que las manos que se han alzado, en lugar de tenderse, se unan en un esfuerzo común, en una proyección de futuro porque en ello nos va la vida, y la del planeta tierra de la que formamos parte. Hemos guardado silencio, se lamenta. A partir de ahora, hablaremos convocando a todos los seres humanos. ¡La fuerza de la palabra! Para que nadie calle. Para que todos se sepan necesarios y se sientan convocados. ¡Que nadie que sepa hablar siga callado, que todos los que puedan se unan a este grito! Para llevar a cabo la revolución de la fraternidad, la única, escribe, que no se ha tenido la clarividencia y el coraje de acometer, hasta que la “aldea global” la ha hecho posible.
    En este Centro de Colaboraciones Solidarias, acogemos estas palabras de vida porque nos sabíamos en marcha, como escribió Unamuno, en el Prólogo a La Vida de Don Quijote y Sancho, conscientes de que en otros mil lugares del mundo caminaban personas hambrientas de paz, nostálgicas de eternidad y ardientes en la más noble de las tareas, la de hacer a las personas felices, esto es, soberanas de sí mismas.

    Ryad de Nesemu, saludos

    He sabido entrar en un cyber... cercano a estas playas gallegas paradisíacas. Os envío un saludo con mi morriña por el Khan Blog. No lo puedo remediar, cuando encuentro algo hermoso, natural, lleno de luz y de paz... quisiera compartirlo con los amigos. Estoy cerca de unas playas increíbles, incontaminadas, llenas de silencio, con las aguas cristalinas y bosques de algas estremecidos.. Temporáns y As Algas... aquí al lado, no hay más que moverse un poco y querer encontrarlas. Cada tres días me escapo en el barco de línea a las Islas Cíes, a vagar, a leer, a escuchar, a sorprenderme de que este mundo pueda ser destruído.
    Un fuerte abrazo, antes de marcharme para pasar 10 días en Asilah (del 5 al 15 de agosto) a preparar el Libro de los Ryads... vuestros.
    Ryad de Nesemu

    Nesemu: Singapur contra el G-8 en Escocia

    ¿Os imagináis lo que supondría dedicar ese impresionante esfuerzo mediático al que hemos asistido hoy en Singapur a denunciar las injusticias que padecen casi 4.000 millones de seres humanos y exigir a los capos del G-8 que se reunen hoy en Escocia que actuen con justicia, humanidad y responsabilidad?

    Miles de horas de retransmisión con espléndidas imágenes difundidas por el mundo entero.
    Muy buenos reportajes que han logrado detener la marcha del mundo.
    Líderes, estrellas mediáticas, atletas, gobernantes, príncipes y los mejores realizadores de televisión al servicio de un sueño en el que, de todas formas, se llevarán las medallas los mejores de siempre. Por eso, Nueva York no necesitaba organizar los Juegos en una ciudad que sería todavía más diana para el terrorismo criminal. Y Bush movilizó a los poderosos lobbies de EEUU en favor de Blair, el futuro hombre de Estado que tan valioso servicios presta al modelo de desarrollo hegemónico actual. Lo mismo hacían los Césares, los Emperadores y los Reyes de todos los tiempos con quienes les prestaban acatamiento incondicional. Eso es lo que le concedió durante su visita a Washington, en lugar de la pretendida ayuda para África.
    También, de paso, le asestaban un mamporro al impresentable Chirac cuya cara me gustaría poder ver hoy al sentarse en el Castillo de Balmoral a cenar con la Reina Isabel. ¿Le habrán servido unas costilletas de vacas locas? No ha sido de recibo el esperpento de Schroeder, Putin y este pobre gabacho llevado a cabo en la antigua Prusia Oriental, hoy Kaliningrado. Ha sido un espectáculo bochornoso.
    Pero me remito a la reflexión del comienzo: podemos acabar con el hambre, las guerras, el narcotráfico, los paraísos fiscales y tantas otras calamidades que padecen miles de millones de seres, y el medio ambiente hasta límites de no retorno, si esos dirigentes del G-8 lo decidieran. En menos de 10 años.
    ¿Por qué no lo hacen?
    Por las mismas irracionales conductas que provocaron guerras y holocaustos, armas nucleares y exterminios, desertización y crímenes genocidas: por la ceguera y el egoísmo suicida que gobiernan un mundo en decadencia. Sí. A pesar de los fastos que vimos en televisión y de ese Madrid que, desde mañana, tendría que ir a descubrir, como un paleto, pues han afirmado que en un 84% ya está terminado. (Menos mal que mañana me iré a mi Galicia natal)
    Y conste que siempre he seguido los Juegos Olímpicos con enorme satisfacción... por su belleza, su esfuerzo y la nobleza que, en general, los han presidido desde la Antigüedad. Al menos, eran tiempos de paz olímpica impuesta cada cuatro años a las poleis griegas.