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J. C. García Fajardo

Cambio Climático

La responsabilidad de los artistas e intelectuales en esta lucha por la supervivencia se manifiesta en este hermoso texto de Mario Vagas Llosa

El olor de la pobreza
Hace tres años, en un viaje por tierra de Lima a Ayacucho, paramos en medio de una pampa, en lo alto de la cordillera, en una aldea donde había un pequeño puesto de policía. Le pedí al oficial que me permitiera usar su baño. "Desde luego, doctor", me dijo, muy amable. "¿Quiere usted miccionar o defecar?". Le repuse que lo primero. Su curiosidad era académica porque el "baño" del puesto era un corralón a la intemperie donde micciones y defecaciones se confundían entre nubes de moscas y una pestilencia de vértigo.
Este recuerdo me ha acompañado sin tregua mientras, tapándome a ratos las narices, hojeaba las 422 páginas de un reciente informe publicado por las Naciones Unidas titulado "Más allá de la escasez: poder, pobreza y la crisis mundial del agua". El prudente título y la fría y neutral prosa burocrática en que está redactado no impide que este extraordinario estudio, inspirado sin duda en la sabia concepción de la economía y el progreso de Amartya Sen -un economista que no cree que el progreso consista en estadísticas-, estremezca al lector enfrentándolo con tanto rigor como crudeza con la realidad de la pobreza y sus horrores en el mundo en que vivimos. La investigación que han llevado a cabo Kevin Watkins y su equipo debería ser de consulta obligatoria para todos quienes quieren saber lo que son el subdesarrollo económico y la marginación social en términos prácticos y los abismos que separan a estas sociedades de las que han alcanzado ya medios y altos niveles de vida.
De esta lectura, la primera conclusión a la que llego es que el objeto emblemático de la civilización y el progreso no son el libro, el teléfono, el Internet ni la bomba atómica, sino el excusado. Dónde vacían su vejiga y sus intestinos los seres humanos es el factor determinante para saber si están todavía en la barbarie del subdesarrollo o han comenzado a progresar. Las consecuencias que tiene en la vida de las personas este hecho simple y trascendental son vertiginosas. La tercera parte de la población del planeta -unos dos mil seiscientos millones de personas-, cuando menos, no sabe lo que es un excusado, una letrina, un pozo séptico, y hace sus necesidades, como los animales, al pie de los árboles, junto a arroyos y manantiales, o en bolsas y latas que arroja en medio de la calle. Y unos mil millones utilizan para beber, cocinar, lavar la ropa y su higiene personal, aguas contaminadas por heces humanas y animales. A ello se debe que por lo menos dos millones de niños mueran cada año de diarrea y que enfermedades infecciosas, como cólera, tifoidea y parasitosis, causadas por lo que el informe llama eufemísticamente "carecer de acceso al saneamiento", devasten enormes sectores de África, Asia y América Latina y sean la segunda causa de la mortalidad infantil en el mundo.
En un importante barrio de Nairobi (Kenya) llamado Kibera está generalizado el sistema de los llamados "inodoros volantes", bolsas de plástico que la gente utiliza para hacer sus necesidades y que luego arroja por los aires a la calle (de ahí el apodo). Esta práctica motiva que el nivel de enfermedades infecciosas en el barrio sea altísimo. Aquellas golpean sobre todo a los niños y a las mujeres. ¿Por qué a éstas? Porque como son ellas las que se ocupan sobre todo de la limpieza hogareña y del acarreo del agua están más expuestas que los hombres al contagio.
En Dharavi, un sector populoso de la ciudad de Mumbai, en la India, hay un solo váter por cada 1.440 personas, y en la estación de las lluvias el agua que inunda las calles convierte a éstas en ríos de excrementos. La abundancia del líquido elemento es, en este caso como en el de muchas ciudades del tercer mundo, una tragedia, porque, dadas las condiciones de existencia, el agua, en lugar de ser la vida, es muchas veces el instrumento de la enfermedad y la muerte.
Y, sin embargo, paradójicamente, el problema del agua, inseparable del saneamiento, es acaso el principal que mantiene a los hombres y mujeres prisioneros del subdesarrollo. Los datos del informe son concluyentes. Cuando tienen agua, se trata por lo general de aguas servidas, que acarrean toda clase de bacterias y males que los enferman y matan, pero, en la mayoría de los casos, la pobreza condena a los pobres a una sequía que es todavía más catastrófica para su salud y sus posibilidades de mejorar sus condiciones de vida. Una de las demostra-ciones más chocantes de la investigación es que los pobres pagan mucho más cara el agua que los ricos, precisamente porque los pueblos y barrios donde viven carecen de instalaciones de agua y desagüe y tienen que comprarla a aguateros o servicios comerciales pagando precios exorbitantes. Así, por ejemplo, los habitantes de los barrios pobres de Yakarta (Indonesia), Manila (Filipinas) y Nairobi (Kenya) "pagan entre 5 y 10 veces más por unidad de agua que aquellos de las áreas de ingresos altos de sus propias ciudades y más de lo que pagan los consumidores de Londres o Nueva York". Ese precio desigual del agua hace que el 20% de los hogares más pobres de El Salvador, Jamaica y Nicaragua inviertan la quinta parte de sus ingresos en agua. En tanto que en el Reino Unido el gasto promedio por agua de los ciudadanos es apenas el 3% del ingreso.
No me resisto a citar esta estadística del informe: "Cuando un europeo utiliza la cisterna de un inodoro o un estadounidense se ducha, consumen más agua que la que tienen cientos de millones de personas que viven en los barrios urbanos pobres o las áreas urbanas de los países en desarrollo". Y otra es que con el agua que se ahorraría si los "civilizados" cerráramos los caños del lavador mientras nos cepillamos los dientes un continente entero de "bárbaros" podría bañarse.
A primera vista, se diría que no hay mucha relación posible entre la falta de agua y la educación de las niñas. Y, sin embargo, la hay y muy estrecha. El informe calcula que se pierden 443 millones de días escolares al año a causa de enfermedades relacionadas con el agua y que millones de niñas faltan a la escuela y reciben una educación deficiente o nula, y en todo caso inferior a la de los varones, porque diariamente deben ir a buscar agua a acequias, ríos y pozos que están a menudo a varias horas de camino de sus hogares.
En Los Miserables, Victor Hugo escribió que "Las cloacas son la conciencia de la ciudad", y, en una de esas interpolaciones del narrador que recorren la novela, mientras Jean Valjean pataleaba entre la mierda con el desmayado Marius a cuestas, intentó una curiosa interpretación de la historia a partir del excremento humano. Algo así hace este formidable estudio, sin la poesía y la elocuencia del gran romántico francés, pero con mucho mejor conocimiento científico. Proponiéndose nada más que describir las circunstancias y reverberaciones de un problema concreto que afecta a la tercera parte de la humanidad, este Informe radiografía con dramática precisión el extraordinario privilegio de que gozamos las dos terceras partes restantes, cada vez que, casi sin darnos cuenta de ello, abrimos la canilla de un lavador para lavarnos las manos o la regadera de la ducha para recibir esa lluvia de agua fresca que nos limpia y rejuvenece, o cuando, aguijoneados por un retortijón, nos encerramos en la intimidad de un excusado, aligeramos las entrañas y, solazados, limpiamos con un pedazo de papel higiénico todos los rastros de aquella ceremonia, jalamos una cadena y sentimos, en el torbellino del surtidor, que nuestras suciedades recónditas desaparecen en las entrañas de los desagües, lejos, lejos de nuestras vidas y olfatos, para bien de nuestra salud y buen gusto.
Qué infinitamente distinta a la nuestra es la experiencia de esos miles de millones de seres humanos que nacen, viven y mueren literalmente asfixiados por su propia inmundicia, a la que no consiguen arrancar de sus vidas, pues, visible o invisible, la mugre fecal que expulsan regresa a ellos como una maldición divina, en la comida que comen, el agua en que se lavan y hasta en el aire que respiran, enfermándolos y manteniéndolos en la mera subsistencia, sin posibilidades de salir del confinamiento en que malviven.
Uno de los aspectos más sombríos de este asunto es que, en gran parte debido al asco y la repelencia que todo lo relacionado con la mierda despierta en los seres humanos, los gobiernos y los organismos internacionales que promueven el desarrollo no suelen darle la prioridad que debería tener; lo frecuente es que lo subestimen y dediquen presupuestos insignificantes a planes de saneamiento. Y la verdad es que vivir en la suciedad no sólo enferma el cuerpo sino también el espíritu, la autoestima más elemental, el ánimo para rebelarse contra el infortunio y mantener viva la ilusión, motor de todo progreso. "Nacemos entre heces y orina", escribió San Agustín. Un estremecimiento como una viborilla de hielo en la espalda debería recorrernos al pensar que un tercio de nuestros contemporáneos nunca sale de la porquería en que vino a este valle de lágrimas.

 

Sabia reflexión sobre el cambio climático del Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz

El Gobierno británico ha publicado recientemente el estudio más exhaustivo hasta la fecha sobre los costes y riesgos económicos del calentamiento global y las medidas que podrían reducir las emisiones de gases invernadero, con la esperanza de prevenir en parte las peores consecuencias. El informe, redactado bajo la dirección de sir Nicholas Stern, de la London School of Economics -que fue mi sucesor como economista jefe del Banco Mundial-, expone con claridad que ya no se trata de si podemos permitirnos el lujo de hacer algo para remediar el calentamiento global, sino de si podemos permitirnos el lujo de no hacer nada.
El documento propone un orden de prioridades cuyo coste equivaldría al 1% del consumo anual y ahorraría al mundo unos costes de riesgo equivalentes a cinco veces más. Los costes que se atribuyen al calentamiento global son superiores a los de estudios anteriores porque el informe tiene en cuenta las pruebas, cada vez mayores, de que el proceso de calentamiento global es muy complejo y no lineal, y de que es verdaderamente posible que avance a mucha más velocidad y se extienda mucho más de lo que antes se pensaba.
En realidad, es muy posible que el cálculo de los costes que hace el estudio se quede muy corto: por ejemplo, el cambio climático puede provocar una mayor variabilidad del tiempo, la posible desaparición o transformación de la corriente del Golfo -que interesa especialmente a Europa- y el florecimiento de diversas enfermedades.
Cuando trabajé en el Equipo Intergubernamental sobre Cambio Climático, el grupo científico que evalúa de forma periódica las bases científicas del calentamiento global, existían pruebas aplastantes, ya en 1995, de que la concentración de gases invernadero en la atmósfera había aumentado notablemente desde los comienzos de la revolución industrial, de que la actividad humana había contribuido de forma significativa a dicho aumento y de que eso iba a tener profundas repercusiones en el clima y el nivel del mar. Pero pocos sabían, por ejemplo, que el casquete ártico iba a derretirse con tanta rapidez como se ve hoy.
Aun así, algunos sugieren que, dado que no sabemos hasta qué punto va a ser nocivo el calentamiento global, lo mejor sería que no hiciéramos nada o prácticamente nada. En mi opinión, la incertidumbre debería empujarnos a lo contrario, a actuar ya, no con menos decisión sino con más. Como dice un amigo mío científico: si estás conduciendo por una carretera de montaña, cerca de un precipicio, en un coche cuyos frenos pueden estar mal, y aparecen bancos de niebla, ¿conduces con más o con menos cuidado? El calentamiento global es uno de esos casos infrecuentes en los que la comunidad científica tiene más miedo que la población general de lo que puede ocurrir. Los científicos han vislumbrado lo que puede depararnos el futuro.
El informe Stern destaca que, como de costumbre, los pobres son los más vulnerables. La tercera parte de Bangladesh estará sumergida bajo el agua a finales de este siglo. Las Maldivas y un montón de Estados situados en islas del Pacífico desaparecerán: una Atlántida del siglo XXI.
Para un economista, el problema es evidente: los que contaminan no están pagando plenamente los daños que causan. La contaminación es un efecto externo de alcance mundial y de proporciones inmensas. Los países avanzados no querrán hacer daño a Bangladesh ni a las islas que van a desaparecer, pero ninguna guerra podría tener efectos más destructores.
La mejor manera de hacer frente a un efecto mundial es un impuesto acordado por todo el mundo. Esto no quiere decir aumentar la fiscalidad total, sino sustituir en cada país alguno de los impuestos actuales por un impuesto de contaminación (carbono). Es mucho más razonable gravar cosas que son nocivas, como la contaminación, que cosas que son positivas, como el ahorro y el trabajo.
Aunque el presidente George W. Bush dice que cree en los mercados, en este caso ha hecho un llamamiento a la acción voluntaria. Sin embargo, tiene mucho más sentido usar la fuerza de los mercados -el poder de los incentivos- que depender de la buena voluntad, sobre todo en el caso de las compañías petrolíferas, cuyo único objetivo es obtener los máximos beneficios, independientemente del coste para otros.
Al parecer, Exxon ha financiado supuestos grupos de estudios para minar la confianza en la ciencia que se ocupa del calentamiento global, del mismo modo que la industria del tabaco financió "investigaciones" para poner en duda los datos estadísticos que mostraban la relación entre tabaco y cáncer. Algunas empresas incluso parecen celebrar que el casquete polar se derrita, porque disminuirá los costes de extraer el petróleo existente bajo el océano Ártico.
Por fortuna, existen muchas maneras de que unos incentivos mejorados ayuden a reducir las emisiones. Eso puede conseguirse, en parte, eliminando todos los subsidios destinados a usos ineficaces.En el sistema impositivo de Estados Unidos se encuentran, ocultos, miles de millones de dólares en subsidios a las industrias del gas y el petróleo. Y en cambio, ese país impone aranceles al etanol obtenido del azúcar.
Lo más importante es que unos precios que muestren los auténticos costes sociales de la energía derivada de los combustibles fósiles fomentarán la innovación y la conservación. Alterar mínimamente las costumbres, cuando lo hacen cientos de millones de personas, puede suponer una tremenda diferencia. Por ejemplo, cambiar el color de los tejados en los climas cálidos para que reflejen la luz solar y plantar árboles alrededor de las casas son medidas que pueden permitir un gran ahorro de la energía que se dedica al aire acondicionado.
Tenemos un solo planeta, y debemos valorarlo como merece. El calentamiento global es un riesgo que ya no podemos permitirnos el lujo de ignorar.

Joseph E. Stiglitz es premio Nobel de Economía.

Nuestra contribución a la lucha por la protección del medio ambiente está en la actitud personal y en la denuncia y divulgación de las propuestas alternativas

 La cumbre del clima celebrada en Nairobi se ha visto marcada por tres elementos clave. Uno es el reconocimiento ya casi general de la enorme gravedad del calentamiento global acelerado del planeta. Otro es la envergadura del precio del riesgo que conlleva, tal como ha sido cuantificado en el reciente informe Stern, muy superior al de las medidas imprescindibles para evitar las peores consecuencias. Y el tercero, la constatación, en contra de todo escepticismo, de que el Protocolo de Kioto está funcionando.
Los países desarrollados vienen intentando cumplir los compromisos de reducción de emisiones, aunque con resultados muy modestos. Nairobi tenía que alcanzar el objetivo esencial, aunque nada espectacular, de garantizar la continuidad del proceso de Kioto -con su conjunto de compromisos y mecanismos con impacto real sobre Gobiernos y sectores económicos- e inducir a la toma de medidas más agresivas y ambiciosas de recorte de las emisiones que recalientan el planeta
por parte de todos, pobres y ricos. Los acuerdos adoptados ahora, por los que los países desarrollados aceptan un marco de referencia ambicioso (reducción de las emisiones de un 50%), acompañado de un programa para ir detallando todas las condiciones, plazos y cantidades, eran esenciales para mantener y reforzar el impulso de un proceso que sigue avanzando, pese a los juicios escépticos o incluso cínicos que suscita.
Los países en vías de desarrollo juegan un doble protagonismo en este esfuerzo de coordinación internacional para hacer frente al cambio climático: recibirán probablemente la peor parte de los impactos del calentamiento y necesitan ayuda para afrontarlos. El peso de China ha sido decisivo para impedir cláusulas más estrictas para estos países que necesitan ayuda, y para afrontar en ellos un desarrollo que eluda las catástrofes ecológicas que la industrialización trajo consigo en los países desarrollados en los dos siglos pasados. La repetición de tales modelos en las actuales dimensiones planetarias tendrían consecuencias desastrosas e irreversibles.
Aunque se acepte la obligación moral de ayudar a los países en desarrollo y la responsabilidad histórica de los países desarrollados por el CO2 excesivo que ya está en la atmósfera, todos los datos indican que el clima de la Tierra no admite el actual crecimiento desenfrenado de las emisiones de países con economías en rápido crecimiento. Por eso, hay que lograr que los países en desarrollo puedan sumarse al esfuerzo de contención de emisiones lo antes posible. Esto se intenta poner en marcha en Nairobi con la formalización del proceso de evolución del Protocolo, en cuyo ámbito podrían explorarse incentivos o mecanismos que animen a China, India, Brasil y otros a tomar medidas en este sentido.
EE UU sigue rechazando el Protocolo de Kioto, pero la victoria demócrata en las últimas elecciones y el creciente movimiento en ese país han renovado las esperanzas de que algún día se sume a los 166 que ya han firmado el compromiso de reducción de emisiones.

 

Una central térmica gallega emite más CO2 que 2,4 millones de coches

La central térmica de As POntes de García Rodríguez emite más que 2,4 millones de coches 
Los orígenes y la vida entera de este pueblo de 12.000 habitantes, en el noreste de A Coruña, están ligados a la térmica. Aunque ahora sólo trabajan en la planta de energía y en la mina adyacente unos 300 de los 3.000 obreros que empleaba hace una década, la central es As Pontes y As Pontes es la central. Una instalación que emitió en 2004 10,7 millones de toneladas de CO2
Con sus casi 1.500 megavatios de potencia instalada, capaz de cubrir el 5% de la demanda nacional, As Pontes es también el mayor foco de contaminación por CO2 de España. La estrecha relación de este gas con el cambio climático es algo que hoy no se cuestiona. El calentamiento global es el nuevo fantasma que recorre el mundo, y el éxito del documental realizado por el ex vicepresidente estadounidense Al Gore, no deja dudas al respecto. España, que ratificó con entusiasmo el Protocolo de Kioto, se ve ahora incapaz de cumplirlo. Y As Pontes es sólo una de las razones de este fracaso.
Pero no se trata sólo de CO2. Ramón Varela, miembro del principal grupo ecologista local, Adega, ha calculado, que las térmicas gallegas (sobre todo As Pontes, de Endesa y Meirama, de Unión Fenosa), "emiten el 30% de todo el dióxido de azufre del estado español". Y el SO2, que se convierte en la atmósfera en ácido sulfúrico, se deposita después en forma de lluvia ácida. Por eso, As Pontes figura en las listas negras de los ecologistas desde hace años, junto a las grandes centrales de carbón europeas.
Hoy consume cinco millones de toneladas de lignito al año y tres de carbón subbituminoso importado de Wyoming y de Indonesia, mucho más ecológico.
"Lo traen en barco hasta la ría de Ferrol, y desde allí se transporta en camiones hasta la central. ¿Eso no contamina?", se queja Humberto Fidalgo, médico de la zona y miembro de Adega, que ve con horror cómo las instalaciones de Endesa se expanden, "destruyendo el territorio". Primero fue la mina a cielo abierto, prácticamente agotada, que ha dejado en el paisaje una herida espectacular. Y ahora los camiones cargados con carbón importado. Fidalgo es muy activo en la oposición a la nueva terminal portuaria para el gas, prevista en la ría de Ferrol. Para almacenar este combustible se han construido ya dos gigantescos depósitos, a un paso de las casas, en Mugardos.
Los prejubilados de Endesa, que se reúnen esta mañana soleada de otoño ante el local de la asociación, culpan al tráfico de todo. "Lo que yo digo es que aquí somos todos muy hipócritas. No quieren las centrales de carbón porque contaminan, ni las nucleares, tampoco les gustan las hidroeléctricas... pero luego bien que queremos la nevera, y el televisor", dice el más locuaz, y los demás le aplauden.

Que Las Cortes españolas comprometan al Gobierno a tomar decisiones concretas ante el cambio climático y dejarse de enfrentamientos estériles

Tres senadores piden a Bush su compromiso en esta nueva etapa 
El Protocolo de Kioto 2 para luchar contra el cambio climático ya está en marcha y empezó a dibujarse ayer en Nairobi. La Conferencia del Clima, que se clausuró en la capital de Kenia, acordó ampliar el compromiso de los países ricos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero más allá de 2012, la fecha en que concluyen las exigencias pactadas en Kioto. Los nuevos criterios serán previsiblemente más ambiciosos -los países ricos aceptan que deberán reducir en un 50% sus emisiones de CO
Las cosas podrían estar cambiando en EE UU en cuanto a las medidas para frenar el cambio climático, tras la reciente victoria del Partido Demócrata en las elecciones legislativas, según la coordinadora estadounidense de grupos de defensa del medio ambiente. La primera muestra tangible es la carta enviada al presidente, George W. Bush, el miércoles pasado por tres senadores que lideran tres importantes comités en dicho órgano legislativo, relacionados con el medio ambiente y la energía.
"Le pedimos a Bush", afirman Barbara Boxer, Jeff Bingaman y Joseph Lieberman, "su compromiso para trabajar con el nuevo Congreso para aprobar en 2007 una legislación significativa sobre cambio climático. Estados Unidos debe movilizarse rápidamente para adoptar reducciones de amplio efecto económico sobre las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero y entonces trabajar en la comunidad internacional para forjar un acuerdo global efectivo y equitativo".
Los tres senadores se presentan en la misiva como "presidentes entrantes de tres importantes comités del Senado implicados en el calentamiento global" y declaran su disconformidad con la política de la Administración Bush en este ámbito: "Lamentablemente, no estamos satisfechos con el actual nivel de participación de EE UU en las negociaciones internacionales ni con la cuestión de la reducción de nuestras emisiones nacionales".

 

Formamos parte del medio ambiente

Si la ecología es el estudio del medio ambiente, el Prof. Raimon Panikkar prefiere el término ecosofía pues comprende la realidad de que todos nosotros nos sabemos medio ambiente porque formamos parte del mismo. Y no es lo mismo estudiarlo como objeto que integrarlo como sujeto responsable. Una vez más, “la tierra no pertenece al hombre sino que el hombre pertenece a la Tierra”, como afirmó el Jefe Seattle en su Carta al Jefe Blanco de Washington en 1854.
El cambio climático no es sólo un tema medioambiental, como muchos creen: destrozará cosechas, pondrá en peligro a las poblaciones costeras, destruirá ecosistemas, extenderá enfermedades como la malaria y la fiebre amarilla y aumentará los conflictos por lograr recursos, afirmó Kofi Anan en la Cumbre de Nairobi.
Por eso es necesario activar posibles escenarios basados en modelos científicos porque, si los escépticos continúan negando el cambio climático actúan contra la evidencia científica  que es hoy más completa y más alarmante, pues sugiere que nos estamos acercando a un punto de no retorno.
El impacto del cambio climático caerá de forma desproporcionada sobre los más pobres, especialmente en África. Pero todavía hay muchas cosas que podemos hacer.
Kofi Annan mencionó el uso más eficiente de combustibles y de energías renovables, y destacó que el reto de luchar contra el cambio climático ofrece oportunidades para la economía pues está demostrado que emisiones bajas no significan menos crecimiento económico.
De seguir el aumento del consumo de petróleo al ritmo actual, especialmente por parte de países como China e India, habrá un crecimiento insostenible de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
El Protocolo de Kioto es un paso, pero demasiado pequeño. Los países industrializados no pueden seguir aumentando sus emisiones de forma descontrolada. Es una falacia sostener que “el que contamine que pague”, como se ha enido sosteniendo en los últimos años. A muchas empresas les resulta más barato pagar una sanción administrativa que introducir los elementos necesarios para corregir y evitar los elementos contaminadores que proceden de sus fábricas. No es suficiente con pagar, es preciso que existan leyes que prevengan las contaminaciones y emplear todos los medios coercitivos para que se cumplan, llegando a poder clausurar las empresas que contaminen.
"Que nadie diga que no podíamos actuar”, afirmó el Secretario de Naciones Unidas. Sabemos que es más barato reducir emisiones ahora que afrontar las consecuencias más tarde. Sabemos que una economía basada en altas emisiones es un experimento incontrolado sobre el clima global.
Porque la cuestión no es si el cambio climático está ocurriendo, sino saber si nosotros somos capaces de poder cambiar lo suficientemente rápido antes de que los daños sean irreparables en la atmósfera, en los océanos, en las riberas de los ríos, en los bosques y en la cadena trófica que transporta, transforma y transmite efectos indeseables y hasta mortales a especies vegetales, animales y humanas  aún antes de nacer.
Por eso es imprescindible una estrategia para prolongar los acuerdos de Kioto más allá de 2012 con objetivos más ambiciosos y con la participación de los países que todavía no se sienten obligados por dicho acuerdo. Así se deduce de los datos aportados por el informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que sostiene que sólo con una decidida intervención de los poderes públicos en los países más consumidores de energía podrá conseguirse una alternativa energética de futuro que sea "limpia, inteligente y competitiva" frente a la simple prolongación de las tendencias actuales, que nos conducen a un escenario "sucio, inseguro y caro".
En este sentido, la primera línea de actuación consiste en impulsar políticas de eficiencia y ahorro energético que permitan invertir a partir de 2015 la tendencia al aumento de la contaminación. Los cálculos del informe demuestran la rentabilidad de dichas políticas, ya que por cada dólar invertido en aumentar la eficiencia energética se ahorran dos dólares en generación, transformación y distribución de energía. Pero el ahorro energético sólo puede ser significativo en los países más ricos mientras que el consumo seguirá creciendo en los de economías emergentes, lo que implica que hay que complementar las políticas de ahorro con las de generación limpia de energía.
De ahí que el impulso a las energías renovables sea una necesidad inaplazable, tanto en la generación de electricidad como en los combustibles líquidos para el transporte. El informe también plantea considerar la energía nuclear como una alternativa viable para contribuir a ese escenario más seguro y menos contaminante. Las cifras que avanza son de hasta un incremento del 40% en la potencia nuclear instalada en 2030. La energía nuclear seguirá teniendo un papel que jugar, pero para que sea aceptable será necesario avanzar todavía bastante en su punto débil: la gestión, tratamiento y eliminación de residuos.

José Carlos Gª Fajardo

El cambio climático es una realidad espantosa ante la que debemos movilizarnos

El cambio climático "no es un asunto de ciencia-ficción", afirmó el secretario general de la ONU, Kofi Annan ene la Conferencia sobre Cambio Climático de Nairobi.
"El cambio climático no es sólo un tema medioambiental, como muchos creen: destrozará cosechas, pondrá en peligro a las poblaciones costeras, destruirá ecosistemas, extenderá enfermedades como la malaria y la fiebre amarilla y aumentará los conflictos por lograr recursos".
Son posibles escenarios basados en modelos científicos", insistió Annan.
"Si los escépticos continúan negando el cambio climático se debería juzgarlos por lo que son: fuera de contexto, fuera de su tiempo, y carentes de argumentos".
La evidencia científica es hoy "más completa y más alarmante, pues sugiere que nos estamos acercando a un punto de no retorno".
El impacto del cambio climático "caerá de forma desproporcionada sobre los más pobres, especialmente en Africa". Pero todavía hay mucho que se puede hacer".
Mencionó el uso más eficiente de combustibles y de energías renovables, y destacó que el reto de luchar contra el cambio climático "ofrece oportunidades para la economía y está demostrado que emisiones bajas no significan menos crecimiento económico".
El Protocolo de Kioto, agregó, "es un paso, pero demasiado pequeño. Los países industrializados no pueden seguir aumentando sus emisiones de forma descontrolada".
"Que nadie diga que no podíamos actuar. Sabemos que es más barato reducir emisiones ahora que afrontar las consecuencias más tarde. Sabemos que una economía basada en altas emisiones es un experimento incontrolado sobre el clima global".
"La cuestión no es si el cambio climático está ocurriendo, sino (saber) si nosotros somos capaces de poder cambiar lo suficientemente rápido", concluyó Annan.

Ante la crisis mundial del agua

Hace apenas 100 años, las tasas de mortalidad infantil de Washington, DC eran el doble que las tasas de mortalidad infantil actuales del África subsahariana. A finales del XIX, las enfermedades
transmitidas por el agua (como la diarrea, la disentería y
la fiebre tifoidea) eran responsables de 1 de cada 10 de las
muertes infantiles que se producían en Estados Unidos.
En Gran Bretaña, la gente se fue enriqueciendo mediante la revolución industrial, pero su salud no mejoró. Mientras la población pobre iniciaba el éxodo del campo a las ciudades éstas  se convertían en cloacas al aire libre, y las epidemias de fiebre tifoidea y cólera
azotaban regularmente ciudades como Nueva Orleáns y
Nueva York.
En el caluroso verano de 1858, el Parlamento del Reino Unido
se vio obligado a cerrar sus puertas debido al “Gran Hedor”, causado por el drenaje de las cloacas en el Támesis. Para la población rica, suponía una molestia. Para la población pobre, que obtenía el agua para beber del río, suponía la muerte.
A finales del XIX, los gobiernos reconocieron que las enfermedades asociadas al agua y al saneamiento no se podían confinar a los más pobres  y que había que adoptar medidas por el interés público. En el Reino Unido, Estados Unidos y otros lugares, se realizaron grandes inversiones en alcantarillado y en la purificación de las fuentes de
suministro de agua con un enorme éxito. Ningún otro período en la historia de Estados Unidos presenció una reducción tan rápida en la tasa de mortalidad.
Estos datos los aporta el Informe sobre Desarrollo Humano 2006  sobre “Poder, pobreza y la crisis mundial del agua”.
Esta crisis de agua y saneamiento requiere con urgencia un Plan de
Acción Mundial para que se reconozca el acceso a 20 litros de agua limpia al día como un derecho humano cuya carencia provoca cerca de dos millones de muertes infantiles por diarrea cada año.
Recordemos que 1.100 millones de personas carecen de acceso al agua, y 2.600 millones no disponen de letrinas.
En muchos de los países empobrecidos del Sur, el agua sucia es una amenaza mayor para la seguridad humana que los conflictos violentos. Más de 443 millones de días escolares se pierden a causa de enfermedades relacionadas con el agua; y casi un 50 por ciento de la población total de esos países padece algún problema de salud debido a la falta de agua y saneamiento.
A este costo humano de la crisis del agua y el saneamiento se debe sumar un retraso en el crecimiento económico del África subsahariana, que sufre una pérdida anual de un cinco por ciento en su PIB, cifra muy superior a todas las ayudas que reciben.
El Informe indica que, a diferencia de las guerras y los desastres naturales que mueven a acciones solidarias internacionales, en este caso sucede como con el hambre, que es una emergencia silenciosa que experimenta la población pobre y que toleran aquéllos que disponen de los recursos, la tecnología y el poder político necesarios para resolverla.
Los gobiernos nacionales deben definir estrategias y planes creíbles para abordar la crisis del agua y el saneamiento. Pero también es necesario desarrollar un Plan de Acción Mundial –en el que participen activamente los países del Grupo de los Ocho– para dirigir los esfuerzos internacionales mediante la colocación del problema de agua y saneamiento como una prioridad absoluta.
Podemos adoptar medidas coordinadas para proporcionar agua limpia y saneamiento a la población pobre del mundo o condenar a millones de personas a vivir en una situación evitable de insalubridad, pobreza y disminución de oportunidades y perpetuar profundas desigualdades en el interior de los países y entre unos países y otros.
El Informe sobre Desarrollo Humano de 2006 recomienda la adopción de tres medidas básicas:
1. Hacer del agua un derecho humano con medidas concretas. Mientras que un habitante de EE UU o de Gran Bretaña gasta 50 litros diarios de agua tan sólo tirando de la cisterna, muchos pobres sobreviven con menos de cinco litros de agua contaminada al día.
2. Elaborar estrategias nacionales para el agua y el saneamiento. Los gobiernos deberían invertir un mínimo del uno por ciento del PIB en agua y saneamiento. El gasto público representa normalmente menos del 0,5 por ciento del PIB. Los estudios realizados muestran que esta cifra queda eclipsada por los gastos militares: en Etiopía, el presupuesto militar es 10 veces superior al presupuesto para agua y saneamiento: en Pakistán, 47 veces superior.
3. Aumento de la asistencia internacional: El Informe propugna una inversión  de unos 4.000 millones de dólares que representa menos de los gastos militares realizados en 5 días y menos de la mitad de lo que gastan los países desarrollados al año en agua mineral”.
Esta inversión hasta sería rentable, pues se traduciría en un ahorro de tiempo, un aumento de la productividad y una reducción de los costos sanitarios, que descenderían a 8 dólares por cada dólar invertido en el logro de la meta de agua y saneamiento. Sin olvidar que los próximos conflictos armados que amenazan la existencia del planeta tendrán lugar por el control del agua más que por el del gas y el del petróleo que encontrarán sustitutos alternativos. En esta lucha nos va la supervivencia.


José Carlos Gª Fajardo

Destrozamos la vida en los mares: El pescado en peligro de extinción

En menos de 50 años, las principales especies de pescado para consumo humano habrán desaparecido, o casi. Esto sucederá si no se pone remedio con urgencia a la sobrepesca, contaminación de las aguas y ruptura de equilibrios entre especies que viene produciéndose desde hace tiempo, según un estudio de la revista Science. Desde que Malthus pronosticó el colapso de la especie humana si proseguía la desproporción entre el crecimiento de la población y el de los recursos, las predicciones catastróficas han ido perdiendo credibilidad. Pero no porque carecieran de fundamento, sino porque se han buscado remedios.
El futuro no está escrito, pero los datos sobre el pasado inmediato aportados por el estudio son terribles: desde 1950, el 38% de las especies vivas de los ecosistemas costeros y el 29% de las pescadas en mar abierto han experimentado reducciones superiores al 90%, que es el umbral a partir del cual se considera que una especie está en fase irrecuperable de extinción. Para la generación siguiente a la que ahora va a la guardería, pescados como el bacalao, la merluza o el mero serán tan escasos y caros que deberían venderse en las joyerías. Todo esto afecta especialmente a España, uno de los países (tras Japón, China, Noruega y Portugal) con mayor consumo de pescado por habitante y año. Hace 40 años, la flota del Cantábrico capturaba 80.000 toneladas de anchoa por campaña. En la última no llegaron a 800 toneladas.
El estudio de Science alerta de los efectos de la pérdida de la biodiversidad marina, pero sostiene que todavía es tiempo de evitar el colapso. El aspecto más optimista es que la regeneración de los ecosistemas marítimos puede ser muy rápida si se actúa con diligencia, estableciendo moratorias en la pesca y áreas protegidas. Inversamente, el coste de no actuar a tiempo no sólo se mide en relación con la desaparición de uno de los principales alimentos de la humanidad desde el paleolítico, sino en deterioro del ecosistema, con efectos como la reducción del oxígeno, invasiones de medusas en las playas (con riesgo para el turismo) o inundaciones costeras.
Los autores del informe intentan demostrar que la defensa de la biodiversidad marina no sólo es deseable por motivos ecológicos, sino también económicos.
Lo mismo que viene sosteniendo el ex presidente norteamericano Al Gore, cuyo documental sobre los efectos del cambio climático, estrenado estos días en España, demuestra que la falta de reacción ante riesgos controlables provoca años después cambios tan incontrolables que combatirlos es imposible o demasiado costoso.

Por favor, leed este Informe y reflexionemos sobre su contenido. No hay tema más importante en el Programa del curso

La economía mundial caerá un 20% si no se frena el calentamiento del planeta 
Un estudio británico vaticina una subida de cinco grados si crecen las emisiones contaminantes
Tony Blair ha lanzado la alarma. El primer ministro británico ha advertido de que el cambio climático puede tener consecuencias "desastrosas" y ha hecho un llamamiento para que se tomen medidas de inmediato. Las medidas que hay que tomar para evitar graves consecuencias -como la pérdida de parte de la agricultura, la sequía, el calor, la subida del nivel del mar o el aumento de las enfermedades- debido al calentamiento del planeta costaría el equivalente a un punto del PIB mundial. Si no se invierte, advierte el informe, las pérdidas multiplicarán por 20 esa cifra.
WALTER OPPENHEIMER  -  Londres

Aunque el autor del trabajo, el economista sir Nicholas Stern, aseguró ayer que se trata de una visión "optimista", porque pone énfasis en que aún se puede dar la vuelta al cambio climático, anunció conclusiones dramáticas si no se toman medidas de forma inmediata. El estudio aborda por un lado las consecuencias económicas del calentamiento de la tierra y por otro propone una serie de políticas para combatirlo.
Stern considera que son ya "abrumadoras las pruebas de que el cambio climático presenta serios riesgos globales y eso exige una urgente respuesta global". "Nadie puede predecir las consecuencias del cambio climático con absoluta certeza", admite, "pero sabemos lo suficiente como para entender los riesgos que supone".
Mientras los niveles de gases de efecto invernadero se situaban en 280 ppm (partes por millón) de CO2 antes de la revolución industrial, ahora se elevan a 430 ppm. Si las emisiones anuales se mantuvieran al ritmo actual, se elevarían a 550 ppm en el año 2050. Pero si el incremento se acelerara con la misma intensidad con que está creciendo ahora, se podría alcanzar esa cifra en el año 2035.
"A ese nivel hay al menos un 77% de posibilidades -y quizás hasta un 99%, según el modelo climático que se utilice- de que la temperatura global aumentara en 2 grados centígrados", afirma el investigador.
Si no se tomara ninguna medida para frenar las emisiones, el volumen de gases de efecto invernadero se triplicaría al final del siglo XXI, provocando un aumento de la temperatura de 5 grados. Si así fuera, se perdería un tercio de los cultivos en África y caería la fertilidad de la tierra en grandes extensiones agrícolas de otras zonas del planeta, el nivel del mar amentaría de tal forma que anegaría países como Bangladesh, Vietnam y la costa andina de América del Sur e inundaría grandes ciudades como Londres, Shanghai, Nueva York, Tokio y Hong Kong.
Las hambrunas se extenderían por la tierra, más de 1.000 millones de personas se quedarían sin agua dulce, la selva del Amazonas podría desaparecer, al igual que numerosas especies de flora y fauna, los fenómenos meteorológicos extremos se intensificarían: tormentas, huracanes, sequías, olas de calor. Stern da un ejemplo para ilustrar sobre la magnitud de un aumento de la temperatura de ese calibre: 5 grados es la diferencia que hay entre la temperatura actual y la de la edad de hielo.
Aunque el calentamiento de la tierra puede beneficiar a las poblaciones de las regiones más frías del planeta, esos beneficios serían efímeros en comparación con los perjuicios que conllevaría, incluso en esas zonas.
En términos estrictamente económicos, si no se toman medidas para frenar el cambio climático puede mermar hasta en un 20% la economía mundial. Si se toman las cifras del año 2004, la riqueza generada anualmente en la tierra se mermaría en más de 10 billones de dólares (7,8 billones de euros al cambio de ayer), o incluso más.
Stern llega a esa conclusión tras aplicar el modelo PAGE2002 a los datos de predicciones climáticas de 2001. Todo eso se puede evitar con medidas que costarían una vigésima parte. Stern se fija el objetivo de estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero en una horquilla de 450 ppm a 550 ppm. Para eso, las emisiones en 2050 tendrían que equivaler a la cuarta parte de las actuales.

Nos pueden prohibir miles de cosas pero no son capaces de obligar a los Gobiernos a que respeten los mares

Con el título de "Pobres resultados", El País editorializa sobre uno de los temas claves ennuestro mundo. la biodiversidad. Si sólo se ha acordado "proteger un 10% de los espacios del planeta con valor biológico" o estamos ciego o locos, o algunos dirigentes los anima un aliento suicida. Con razón Esquilo escribió que cuando los dioses quieren perder a los hombres comienzan por volverlos locos. Quizás ya se ha cansado el Cielo de la humanidad. Nesemu                                                                                                                          La cumbre de la ONU sobre Biodiversidad, celebrada en Curitiba (Brasil), se ha cerrado con pobres resultados si se tienen en cuenta las expectativas creadas y la gravedad del problema al que se enfrentaba. El único aspecto en el que ha habido una recomendación firme ha sido la protección del 10% de todos los espacios del planeta con valor ecológico, una cifra modesta que, sin embargo, será difícil de llevar a la práctica en lo que se refiere a los espacios marítimos, porque la gran mayoría de éstos son de jurisdicción internacional y no está claro cuál es la autoridad que puede impedir el acceso ni imponer sanciones. (¡Increíble!)
Se enfrentaba esta cumbre a la acelerada disminución de la biodiversidad sobre la Tierra, es decir, la desaparición de especies animales y vegetales a causa de la actividad humana, sea ésta la ocupación de espacios naturales para la agricultura, la extensión de los asentamientos urbanos, la presión sobre los recursos naturales de una creciente población humana, las actividades industriales o la incidencia de fenómenos como el calentamiento global.
Mantener esa biodiversidad es crucial, pues en ella radica la estabilidad de los ecosistemas, al tiempo que atesora una enorme riqueza en forma de productos biológicos útiles
, en especial para la producción de fármacos, pero también en varios otros sectores industriales, muchos de ellos todavía por descubrir.
Llegar a acuerdos de protección efectiva de esta biodiversidad supone conciliar intereses en general contrapuestos. Por ejemplo, proteger vastos espacios naturales impide a los países ricos explorarlos en busca de recursos naturales, y a los propios pueblos indígenas utilizar sus riquezas potenciales para impulsar su desarrollo económico.
Sería injusto prohibirles ahora prácticas que han sido habituales en los países hoy más desarrollados y, por esta razón, deben ser compensados económicamente y en forma de cooperación. Como deben ser también compensados por la utilización mercantil que la industria hace de productos provenientes de especies que se dan en estas zonas deprimidas. Sobre todo en este tipo de cuestiones apenas ha habido progresos y lo único positivo es que se haya producido la discusión misma, al tiempo que se ha acordado proseguir los trabajos y avanzar en la preparación de acuerdos para 2010. (¡Tade nos lo fían!)

En el País Dakar de 2000, que pasaba por Níger, Malí y otros países

Es criminal

 Es una aventura perversa: altera la tranquilidad de los pueblos, profana lugares de culto, daña el medio ambiente y las precarias infraestructuras. Seiscientos camiones, coches y motos destrozarán pistas de arena concebidas para sus medios de tracción animal.
La horda no respeta nada: desvían crestas de dunas, arrasan plantas y matorrales que suponen años de lucha. Dejarán deshechos de combustibles y detergentes. Cambian el aceite y dejan neumáticos en la maleza. Los tubos de escape incendian pastos vitales.

¿A qué pueblos pidieron permiso para violarlos así? ¿Saben los organizadores lo que significa el tiempo, las relaciones y el entorno en esas culturas? ¿Respetarán los espacios sagrados? ¡En pleno Ramadán! ¿Se imaginan una carrera de camellos en las avenidas europeas? ¿Qué les parecería a nuestros sensibles gobernantes 600 elefantes al galope por los Campos Elíseos o por Hyde Park o por la Casa de Campo? ¡Lástima que los pueblos nómadas no hayan sembrado las pistas de espinos y cavado zanjas! En esa lucha desigual es lícito prender fuego al campamento enemigo.  (En Diario 16 y otros periódicos de provincias)

 

Recordemos los problemas creados por la Ley Seca en EEUU

Fueron catatróficos: aumento del alcoholismo, cirrosis hepáticas, envenamientos por adulteraciones, implosión de las mafias y del crimen organizado, enriquecimientos de escándalo. Ahora, con el talante que preside la Ley del Tabaco uno se pregunta qué angustias y fobias padece el legislador y el gobierno con esa especie de saña persecutoria y esa retahíla de multas enloquecidas. ¿Quién se ha beneficiado durante más de un siglo con el monopolio de tabacos? ¿Quiénes promovieron la cultura del tabaco como un paradigma del machismo y de la modernidad para las mujeres? Queda reconocido el derecho de los que no fuman a que nadie les moleste, por supuesto. Pero ¿era necesaria esta paranoia que culpabiliza al honesto ciudadano que se quiere meter en su cuerpo soberano un peta o una caja de puros con envoltura y todo? ¿De qué van estos conversos? Están enloquecidos. ¿Para cuando la persecución de los estragos del alcoholismo, del envenenamiento del medio ambiente que afecta a todos, hasta a los más inocentes? Ah, pero el negocio del alcohol en nuestro país así como la compulsión obsesiva para que todos compremos coches, así como ¡¡¡la infamia por la que se permite a Fórmula 1 la publicidad de los tabacos duranet tres años!!!  eso parece harina de otro costal. Dan ganas de mandar parar el planeta y bajarse. Lean esta nota sobre la contaminación en nuestra querida ciudad y la disposición de los gobernantes. Fue muy ilsutradora la entrevista del otro día a la Ministra del Medio Ambiente. Que luego no digan que no lo sabían, como siempre. Nesemu                                                                                                           La contaminación en Madrid tiene su principal origen en la combustión de carburantes fósiles generada por el tráfico rodado. Según la Comisión Europea, cada año se producen 370.000 muertes prematuras en los países de la UE, así como 114.000 ingresos hospitalarios.
En Madrid, según los estudios de IU, una reducción de cinco microgramos por metro cúbico en los valores medios de partículas en suspensión podría prevenir 526 muertes anuales.
El Ayuntamiento ha apostado sólo por cierres parciales al tráfico en la Casa de Campo y en la Dehesa de la Villa, por peatonalizar algunas calles e incrementar las zonas de aparcamiento restringido. Gallardón sólo habló de limitaciones cuando la candidatura olímpica se comprometió a fomentar el uso del transporte público y reducir el tráfico el 10% antes de 2012.

Permítanme que añada el ultimo párafo del editorial de El País sobre el tema:

Los motivos son, pues, loables y las medidas previstas son sensatas, aunque no de forma general. La ley, por ejemplo, va más allá de lo exigible cuando prohíbe taxativamente la existencia de locales para fumadores en los centros de trabajo, prohibición que no se explica por las razones antes apuntadas, sino que quizá tenga que ver con algunos de los argumentos avanzados durante la tramitación parlamentaria. En efecto, se llegó a afirmar por sus defensores en el curso de los debates, que dicha prohibición estaba dictada no sólo por la necesidad de proteger a los no fumadores de los fumadores, sino también a éstos de sí mismos. Puntos de vista de este cariz no parecen compatibles con la autonomía personal inherente a las personas adultas en una sociedad regida por principios liberales, y no debería nunca aducirse ni servir de motivación para regular los asuntos públicos. Sobre la conveniencia general de una normativa como la que nos ocupa, parece necesario proceder con sentido común y respeto a las libres decisiones de los individuos, siempre que no perjudiquen a los demás.

 

Malditos especuladores de terrenos

Costa de cemento. Más de medio millón de viviendas están previstas en los proyectos aprobados o anunciados en la Comunidad Valenciana. La presión de la demanda europea (hay 800.000 familias interesadas en instalarse en esa parte de la costa) está provocando una dinámica urbanística incontrolada, al precio de convertir una zona privilegiada en un territorio cada vez menos habitable..
El descalabro se ha evidenciado tras conocerse la decisión del Parlamento Europeo de reclamar una moratoria para frenar planes de recalificación de suelo en la región. La Comisión Europea, por su parte, ha amenazado con denunciar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE si el Gobierno valenciano no modifica, para adecuarlo a la normativa comunitaria, el proyecto de nueva ley urbanística, actualmente en tramitación. La ministra de Medio Ambiente, Narbona, apoya esa moratoria y recuerda que el Plan Hidrológico exige que cualquier proyecto urbanístico debe incorporar un informe favorable de sostenibilidad desde el punto de vista del suministro de agua.
La experiencia de los años sesenta y setenta del pasado siglo, en que se arrasó gran parte de la costa por falta de normas de ordenación, parecía irrepetible. Se pensaba que las administraciones y el sector inmobiliario se concertarían para evitar matar a la gallina de los huevos de oro. Pero de nuevo los intereses a corto plazo están prevaleciendo sobre los criterios de sostenibilidad. El valenciano es el único segmento de nuestra costa mediterránea que sigue sin un plan global de ordenación. Los socialistas protestan por ello, pero en 10 años no han reclamado al PP el reglamento de la ley urbanística, y en cambio han aplicado en los ayuntamientos en que gobiernan los llamados Programas de Actuación Integrada (PAI), que han permitido operaciones inmobiliarias gigantescas que en ocasiones supondrán multiplicar por 30 el número de residentes.
Los ayuntamientos ven en la recalificación de suelo una fuente adicional de ingresos, o de compensaciones de las inmobiliarias (construcción gratuita de campos de fútbol, por ejemplo), que esgrimen como coartada para hacer la vista gorda. Por eso ha resultado tan oportuna la intervención de Bruselas. No siempre la instancia más próxima es la más indicada para decidir en estas cuestiones. Y es de esperar que no entremos ahora en una esgrima entre la Administración central y la autónoma sobre quién es más culpable de los males que la UE denuncia (con el efecto de atrasar las decisiones necesarias para remediarlos).

Canibales depredadores en el litoral valenciano

El espectáculo es pavoroso: 500.000 viviendas, 80 campos de golf, no hay agua, las desaladoras y convertirán el Mediterráneo en nuevos Mar de Aral y Mar Muerto. Sin insaciables y se echan a por tierras vírgenes, pequeñas propiedades, huertas y zonas vitales para el equilibrio del ecosistema. Censuramos a Brasil y a muchos estados de Africa porque talan sus bosques sin pensar que son los pulmones insustituibles para la humanidad. Ni la Amzonía pertenece al Brasil, en exclusiva sino que es patrimonio constitutivo de la humanidad ni las costas  y tierras de Valencia, Murica y Almería pertenecen a sus dirigentes políticos encelados por las mafias del ladrillo, de las inmobiliarias, de los bancos y un largo etcétera. ¿Cuantas personas están en la cárcel por una miserables papelinas o el robo de un bolso o de una moto o por falsificar un cheque de 300 euros? Decenas de millares y ahí es adonde había que enviar a esos millares de mafiosos sin escrúpulos, o reinventar los trabajos forzados para tenerlos una enorme temporada  restarando el medio ambiente junto con los miserables pirómanos que destruyen nuestros bosques. Menos mal que no gobienro, pero mientras tanto, sugiero leer a mi gran paisano Manuel Rivas: 

La propiedad era lo sagrado. Y viceversa. A la derecha española nunca le conmovió la causa de la libertad. La de la propiedad, sí. No lo digo por molestar. Creo que es una verdad histórica. Si la derecha no está de acuerdo con esta conclusión, le ruego que se ponga en contacto conmigo lo antes posible o llame urgentemente a la Generalitat valenciana. Porque en el Levante español está ocurriendo algo muy extraño, paradójico y previsible, fantasmagórico pero encarnizadamente real. Se ha desarrollado un capitalismo caníbal que está comiéndose la propiedad privada.
El acento, un acento enorme, estilo circunflejo como un tejado de dos aguas, se ponía en la propiedad. Ni tocarla. La redención de los foros, el urbanismo ilustrado, la reforma agraria, la utopía de las ciudades jardín, todos esos intentos democráticos de compartir y racionalizar el uso del suelo fueron siempre recibidos con desconfianza y hostilidad. La libertad era enemiga de la propiedad. Podrían haberse casado, como en otras partes, en matrimonio civil. Se intentó en 1812, con la querida Pepa. Pero ya entonces los propietarios vitalicios de España decidieron que aquella pareja, libertad retozando con propiedad, iba contra natura. Había que joder a libertad, que era la viciosa. La patria era una posesión. Una emanación espiritual del catastro. Una metrópoli tratada como colonia por sus dueños.
Ahora, el urbanismo bestial que asola la Comunidad Valenciana, y que amenaza gran parte de la costa española, consentido también por municipios de presunta izquierda, es un ultraje a la libertad y a la propiedad. No se trata de un conflicto entre lo público y lo privado. Ni es un problema de pequeños propietarios. ¿Quién decide aquí lo que es pequeño y grande? ¿Quién tiene las varas de medir el valor de un paisaje? Se trata de puro decisionismo: urbanizaciones impuestas a golpe de maquinaria pesada, valiéndose de una especie de leyes de excepción. Sólo los ecologistas están actuando como patriotas. ¿Dónde están los valedores de la soberanía y la propiedad frente a esta violencia catastral? Espero que el próximo gran discurso en defensa de la integridad territorial se pronuncie en Terra Mítica, ante una magna concentración de excavadoras con estandartes inmobiliarios.

El poder de la presión de los ciudadanos

El poder de las presiones ciduadanas a través de los medios, de manifestaciones y de pintaads, de concentraciones y sobre todo a través de los bloggers en Internet ha sido decisivo. Estados Unidos ha sufrido un importante revés en la cumbre del cambio climático que ayer concluyó en Montreal: cada vez está más aislado del consenso mundial para hacer frente a los efectos del calentamiento del planeta. Las últimas horas de la negociación resultan paradigmáticas. Tras mantener un rechazo empecinado, la delegación estadounidense acabó aceptando el acuerdo mayoritario, que pretende impulsar acciones concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Fracasan así los planes del presidente Bush de dar por liquidado el Protocolo de Kioto, defendido por 157 naciones.
Australia, el otro gran país desarrollado que se mantiene al margen de los compromisos del Protocolo, ha marcado en Montreal distancias con Washington. Japón dejó de estar de su parte hace tiempo. China y otros países en desarrollo también le han dado ahora la espalda, aproximándose a las posturas de la Unión Europea y de las demás naciones desarrolladas.
La cumbre ha logrado así un acuerdo histórico. Las medidas iniciales de reducción de emisiones nacidas en Kioto en 1997 (y los mecanismos para lograrlo) podrán ahora evolucionar hacia nuevos compromisos de más alcance y ambición. Todo ello resulta necesario si realmente se quiere atenuar el efecto invernadero. Un objetivo que hubiese corrido serio peligro de haber fracasado la reunión de Montreal.
Los países desarrollados saben que en el futuro les aguarda una tarea más ardua que la realizada hasta ahora. La Unión Europea pretende que la reducción en la emisión de gases se sitúe entre un 15% y un 30% en 2020; y entre el 60% y el 80% hacia 2050. Otro reto importante consiste en conseguir que los países en vías de desarrollo asuman también compromisos para controlar las emisiones. Naturalmente, las obligaciones no pueden ser ni iguales ni uniformes para todos, y de momento tendrán carácter voluntario. A cambio, los países afectados piden ayuda, sobre todo en forma de transferencia tecnológica y financiación.
España deberá hacer un enorme esfuerzo por haber tardado tanto en aplicar medidas correctoras. Las emisiones españolas aumentaron un 45% en 2004 respecto a 1990, y pueden rondar el 50% a final de este año. Los gobernantes anteriores se resistieron a presionar a los empresarios e industriales, y a los bancos que sostienen muchas de sus actividades. Eran contribuyentes netos a las arcas de esos partidos (PP, PNV, CVyU).Resulta preocupante la falta de un programa integral de lucha contra el cambio climático que involucre a los diferentes ministerios implicados y a las comunidades autónomas. La Ministra Cristina Narbona parece moverse en esta línea pero confiesa que tiene que luchar contra una inercia de paquidermos escorados. Nosotros, no podemos bajar la guardia y debemos mantenernos alerta para denunciar los abusos y sostener las mejores iniciativas. Hasta lospoderes hegemónicos, en algún momento, tienen que doblegarse ante las presiones de los ciudadanos.

No olvidemos las cuentas del CO2

La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado un 30% desde el inicio de la revolución industrial hasta ahora, un cambio sin precedentes en la historia. De esas emisiones extra de CO2 han sido responsables los países que más se han industrializado. Pero el panorama a principios del siglo XXI ha cambiado, y ya no son los países desarrollados los únicos que están inyectando al aire los compuestos que refuerzan el efecto invernadero natural provocando el cambio climático.
Los países desarrollados que han ratificado el Protocolo de Kioto (esencialmente los de la UE, Canadá, Japón, Rusia y Nueva Zelanda) emitían a la atmósfera en conjunto 8.131 millones de toneladas de carbono anuales en 2003. Los países desarrollados que no aceptan el Protocolo, es decir, EE UU y Australia, sumaban 7.409 millones toneladas en la misma fecha. Los grandes países en desarrollo (China, Brasil, India, México y Suráfrica) estaban ya en 6.594 millones de toneladas en 1994, último año para el que hay datos oficiales uniformes. Son las cifras barajadas por Josep Garriga, miembro de la delegación española en la cumbre de Montreal y técnico de la Generalitat de Cataluña.
Estas cuentas del CO2 ponen de manifiesto, explican los expertos, por qué el compromiso de los países desarrollados dispuestos a cumplir Kioto (reduciendo sus emisiones en una media del 5,2% en el periodo 2008-2012 respecto al nivel de 1990), no es suficiente. Tendrían que subir a bordo del esfuerzo los que ahora rechazan el Protocolo, sobre todo EE UU, para que el efecto fuera significativo. Y mejor aún si el tercer grupo de países considerados en estas cuentas asumen que algo van a tener que hacer en el futuro para ralentizar un problema, el cambio climático, que a ellos les afectará especialmente.
Lo ideal, por supuesto, sería que los tres grupos de países aunasen esfuerzos, pero al menos en Montreal las naciones en desarrollo no ha rechazado el considerar su colaboración, en alguna medida, en algún momento. Los científicos han advertido que para frenar el problema habría que reducir las emisiones globales un 50% hacia 2050.

 

EE UU parece ceder a las presiones en la Cumbre del Clima. Reconciliar a la humanidad con su planeta

 Todos los países del mundo, incluido EE UU, se comprometen a iniciar el diálogo sobre el cambio climático aunque sin calendario alguno.
La XI Cumbre del Clima ha concluido en Montreal (Canadá) con un acuerdo que obliga a los firmantes del Protocolo de Kioto -entre los que no está EE UU- a mantener nuevas reuniones que fijen las acciones futuras para afrontar el cambio climático más allá de 2012, cuando expira ese Protocolo. Además, se ha aprobado un segundo acuerdo para el inicio del diálogo entre todos los países del mundo, incluido EE UU, sobre la forma de luchar a largo plazo contra el calentamiento global.
La Cumbre del Clima, en la que han participado más de 150 países, también ha aprobado un segundo acuerdo para iniciar un diálogo entre todos los países del mundo sobre las formas de cooperación a largo plazo en la lucha contra el calentamiento global del planeta. El presidente de la conferencia, el ministro de Medio Ambiente canadiense, Stéphane Dión, ha anunciado -entre los aplausos de los delegados que, en algunos casos, llevaban 24 horas de negociaciones sin dormir- que los acuerdos son una gran victoria para la comunidad mundial. Dión ha dicho que el mundo se ha unido y juntos paso a paso vamos a ganar esta batalla, para añadir a continuación que vamos a reconciliar a la humanidad con su planeta. Hemos logrado una hoja de ruta para el futuro.
Este segundo acuerdo había sido rechazado por Estados Unidos por considerar que le obligaría al inicio de conversaciones formales para establecer reducciones obligatorias de gases contaminantes similares a las que tienen que cumplir los países que han ratificado el Protocolo de Kioto.
La Unión Europea, Canadá, Japón y los países en desarrollo han ejercido una intensa presión en los últimos días sobre Estados Unidos para que modificara su postura y aceptara un acuerdo sobre la base del diálogo. Poco antes de la hora prevista para la conclusión de la conferencia de Montreal, Washington presenta una contrapropuesta, pero finalmente ha aceptado el último texto presentado por la Unión Europea.

 

El cambio climático es un hecho

El calentamiento del planeta y la degradación del medio ambiente me parecen de una importancia esencial. A todos nos va la vida en ello. Es una locura que en este problema no colaboren todos los países y todas las instituciones, porque nadie se va a librar de sus consecuencias. En mi opinión, si tuviéramos unas Naciones Unidas auténticas y eficaces al Consejo de Seguridad le debería corresponder la coordianción de todos los esfuerzos. Sobre este tema me parece muy claro y sensato este editorial de El País. Nesemu

Kioto  no  puede  esperar

Los científicos ya no tienen dudas: el cambio climático es un hecho. Europa sufre la mayor alteración de los últimos 5.000 años; los glaciares alpinos empiezan a fundirse y el desierto avanza en el sur. Es el resultado de la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero generados básicamente por la quema de combustibles fósiles para obtener energía. Lo que alguna vez pudo verse como una amenaza lejana y nebulosa se ha convertido ya en un problema real y creciente. Nadie puede permanecer indiferente a lo que estos días se discute en la Cumbre del Clima en Montreal. La reunión, con 190 países y más de 8.000 expertos, representa una oportunidad única para atraer hacia posiciones más sensatas a los gobiernos que se niegan a ratificar el Protocolo de Kioto -principalmente Estados Unidos, el mayor productor mundial de emisiones contaminantes-. Y la mejor forma de hacerlo es socavar las bases de sus temores y demostrar por la vía de los hechos que el crecimiento económico es compatible con la reducción de gases. Algo que implica asumir sus costes actuales como una forma de evitar desastres futuros mucho más onerosos. El caso español es poco ejemplarizante. España, pese a sus promesas de cumplimiento, es el país desarrollado que más se aleja de los objetivos del acuerdo. Ya emite un 45% más que en 1990, el triple del tope fijado para 2012. Y lo que es peor, la Comisión Europea, ante estos pésimos resultados, ha advertido que España no podrá cumplir su objetivo aunque implante nuevas medidas. El reto es grande. Hay que arrinconar numerosos prejuicios e insertar el objetivo medioambiental en la política energética e industrial. Porque si alguien piensa que cumplir Kioto es demasiado caro, que recuerde la sequía que atraviesa España. Da igual que se deba o no al cambio climático, lo importante es que nos ha enseñado hasta qué punto somos vulnerables a una alteración del clima.Montreal representa una ocasión única para superar el mayor desafío ambiental del planeta. Y dos son los caminos para conseguirlo: por un lado, aclarar qué medidas hay que tomar para adaptarse al cambio climático; por otro, ser capaces de atraer con flexibilidad a EE UU y a gigantes como China, India o Brasil. Para lograrlo, nada mejor que dar ejemplo.

¿Qué importa regar con agua trasvsada lechugas o ocho campos de golf para extranjeros?

Hace unos días tratamos en este blog la absurda pretensión del Alcalde del pueblo murciano de Alhama, con 17.000 habitantes, de recalificar 20 millones de metros cuadrados de terreno rúsrico para convertirlo en urbanizable. Pretenden crear 60.000 viviendas y hacer ocho campos de golf. Ante tamañan monstruosidad, una zona que exige trasvases de agua desde otras regiones españolas, en este editorial se llama la atención sobre semejante disparate. Si todo vale, porque lo digan los intereses economicos de un partido en un ayuntamiento... entonces la lucha por el medio ambiente estará perdida. Y nosotros con ella.

Nesemu

Una concejal del PP de Alhama de Murcia, localidad de 17.000 habitantes de esa provincia, ha sido amenazada de expulsión por su partido por impedir con su voto que prosperase una propuesta de recalificación de terrenos del municipio para construir 60.000 viviendas y ocho campos de golf. Con independencia de otras consideraciones, la intención del Ayuntamiento incide en la polémica sobre los usos alternativos del agua, especialmente escasa en esa región, receptora de trasvases procedentes de otras comunidades.
La actitud de la concejal ha servido de momento para dar la voz de alarma y evitar que se consumen decisiones que una vez tomadas tienen difícil marcha atrás, como estos mismos días puede comprobarse en diferentes lugares de nuestro litoral. Si se realiza el proyecto que está detrás de la recalificación de estas 2.000 hectáreas, las viviendas de Alhama se multiplicarían por 12. ¿No sería preciso garantizar antes los servicios y comunicaciones para hacer frente a semejante bomba demográfica? Al margen de consideraciones ecológicas, que también hay que tener en cuenta, ¿no es una contradicción que el Gobierno de Murcia tache de "decretazo contra nuestra región" la limitación del trasvase del Tajo al Segura decidida por el Gobierno a finales de septiembre y avale ahora esta operación urbanística?
El presidente de la comunidad, Ramón Luis Valcárcel, exige que nadie diga a los murcianos el destino que tienen que dar al agua. "¿Por qué tiene que ser para regar lechugas y no para campos de golf?", ha preguntado. La cuestión no es tan evidente como parece. La Ley de Aguas establece una lógica jerarquía: no es lo mismo solicitar trasvases para cubrir necesidades de abastecimiento de la población que para otros usos. La Declaración Europea de la Nueva Cultura del Agua, firmada en febrero pasado en Madrid, estableció una escala de prioridades en la que los "usos recreativos" aparecen en sexto lugar.
Puede ser conveniente rentabilizar de manera más eficiente el agua disponible, pero ello no puede hacerse a la brava, mediante una recalificación de terrenos decidida por un Ayuntamiento con la convicción de que, una vez que el proyecto esté en marcha, la Administración garantizará el suministro. La actitud de la concejal obligará a que tal cosa no ocurra sin un debate público que considere todos los factores implicados.