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J. C. García Fajardo

Viaje a los Ryad de Marruecos

Desde Asilah: El sereno de Asilah

(Escribo en teclado para àrabe y francés y todavia no domino acentos, egnes y otras cosas... paciencia, encima no es qwerty>

"No somos sino un espejo en busca de su ojo
y los ojos a la busqueda de un espejo", del poeta marroqui Buland el Haydari.

Y esto del gran poeta Thicaya U Tam'si que venia cada agno a Asilah hasta su muerte:
" Asilah, nunca dejaré de volver para saborear el gusto de la serenidad. Y de la paciencia."

Vivo en el Palacio de Raissouni, restaurado y espléndido. Avanza sobre la muralla contruida por los portugueses en el siglo XV. Sobre la muralla. Altos techos con impresionantes trabajos en madera, inmensos salones e inacabables pasillos que recorrerlos puede llevarte horas, pues no tienen fin.
Me levanto al amanecer, como algo de fruta y me lanzo a las callejuelas de colores azules y blancos de esta medina màgica. Los que la conocéis ya sabéis de qué hablo. Quienes no hayan venido todavia, que entren en www.assilah.com o www.zaila.com para hacerse una idea.
Cada verano la pintan de nuevo y artistas de todo el mundo vienen a pintar las encaladas paredes de sus casas. Increible. !Y hay paredes reservadas para los nignos! que antes hacen sus disegnos en un attelier dirigidos por maestros...
Camino y camino por las calles vacias mientras se van abriendo las flores que hay por todas partes en macetas, cubos, cacharros, perterres... Nos saludamos pero no me detengo. Los suelos estàn frescos y los gatos se retiran. Nunca vi ciudad màs limpia. Flotando en mi amplia chilaba blanca subo al borj que se adentra en el mar y siento toda la brisa en el rostro. Todavia huele al rico aroma mariano pues es uno de los lugares màs idoneos para fumar, mecidos por las olas, con las fragancias mezcladas sin confundirse de la rica planta de varias puntas y los aromas marinos... Otro sitio de ensuegno es, siguiendo la muralla almenada, segun vas, a la izquierda, el Café del Mar (asi, en espagnol( Magnana os contarè, !què musica! amigos, !què musica! y que aromas rifegnos... Llego hasta el mercado en donde las gentes van abriendo sus petates, medio dormidos. Saboreo un tè cerca de un caravan sèrail que me pregunto por qué no lo restauran. Se lo sugerirè hoy durante la cena al Alcalde y Ministro de AAEE de Marruecos el imaginativo mecenas M. Benaissa.
La luz se va adentrando por las esquinas, por los recovecos, a través de los arcos encalados y cubiertos de buganvillias malvas y fucsia, blancas y azules...
Se va abriendo alguna puerta por donde sale, medio dormido, algun chaval en busca del pan.
Yo prosigo mi marcha de cada magnana hasta que he recorrido las cinco puertas de la medina.
No lo comentéis por ahi, pero el Alcalde, durante mi estancia en la ciudad me ha encomendado que apague las sombras de la noche y le vaya dando paso al dia. Por eso camino de prisa, sereno de mi busqueda.

Nesemu en Asilah
MI

Nesemu: Nuestros jardines secretos

Preparamos espacios para los encuentros, para el descanso, para que vengan a sentarse y leer, a pensar o a charlar. Para estar y sentirse a gusto. Esta fue la razón para construirlo y cuidarlo. Somos capaces de emocionarnos con la lectura de libros sobre jardines, como el de Los Jardines secretos de Mogador y hasta viajamos hacia Essaouira en busca de lo que ya allí no encontraremos, porque son secretos y sólo se abren a quienes van preparados para el reencuentro, y muy ligeros de equipaje. Este jardín fue nuestro regalo a una amiga en sus bodas de oro con la vida.
¡Venid y gozadlo! Conservad el silencio salvo en los días en que celebremos fiestas. No tenéis que pedir permiso, buscáis un lugar y os sentáis. Os cuento lo que sucedió el sábado por la mañana, repitiendo una escena casi idéntica del año pasado. Yo estaba con botas, pantalón corto y un sombrero de paja segando la hierba. Llegaron dos capitanes de rugby, cuadrados como armarios,y me pedían la llave para los vestuarios, pues ya estaban allí los dos equipos. Respondí que no la tenía. /¿Y qué hace, entonces, aquí?//Pues, cuido un jardín./ ¿No es, entonces, usted empleado de aquí? (no eran sutiles con el lenguaje)// Sólo soy un profesor de esta universidad que preparo un jardín para los amigos/ /No es posible. ¿Es que no hay cosas mejores que hacer?/,me preguntó. /¿Por ejemplo?/ respondí a la gallega. /Pues curar a alguien/ dijo lleno de su razón. /¿Y no es curar lo mismo que cuidar? Se curan los efectos de un desorden, y se cuidan las causas para que no se produzcan esos efectos/ Entonces, llegó el empleado de los vestuarios con la llave y se marcharon sin volver la vista atrás.
El año pasado, era en lo más duro del verano. No llevaba camisa y caía el sol a plomo. El sombrero de paja me ocultaba el rostro y dos guardias de la universidad entablaron conversación con el jardinero /En espera de que llegue alguno de los jefes de esto/ (tampoco dominaban el lenguaje) /Pues si tienen mucha prisa... a lo mejor llega el presidente/, les dije. /¿Con esta caló? Ni lo sueñe, nos basta con hablar con alguien de aquí/ (el jardinero no era alguien) /Pues si se esperan un momento, ¡va a ser que sí!, digo, que llegará alguien/ Y llegó, claro.
El viernes por la tarde, llegué con mi mujer para descargar casi un centenar de plantas, no pudimos con los sacos de tierra pero los dejamos en el coche para el sábado /Total, le dije, vendrán a ayudarme y será fácil/ /¿Tú crées que vendrán?/ (También es gallega, pero ya son 40 años juntos, /mi costumbre/ como añoraba Unamuno a su esposa/ /Pues, claro, repuse, ya tengo repartidas las tareas, con que cada uno haga algunos alcorques, otros limpien el canal, otros planten los macizos de geranios, y otros las petunias y la hortensia... con que uno remueva la tierra de los lauros, de los romeros y de las adelfas, yo me encargo de segar.../ Valle, a la que todos conocéis del viaje a Marruecos, no dijo nada (ni al llegar a casa a almorzar tuvo necesidad de preguntar nada). A la mañana siguiente, yo estaba segando desde muy temprano y el Khan me dijo: /Si no miraras tanto para la puerta.../ Me mosqueó el Khan pero asumí la realidad y comprendí que era un regalo poder trabajar en silencio. En la mañana del domingo ya me acompañó Dani Pepino al que llamé porque mi espalda no puede hacer los milagros que le atribuyen a Isidro Labrador... y si quería tener el jardín listo para que el lunes lo disfrutaran los taliban de la madrassa de lengua árabe... Además, trabajar con Kim, l'ami de tout le monde es un privilegio y un regalo porque él sí que se fue a Mogador en busca de los jardines secretos... y comprendió que estos suelen florecer en un corazón agradecido. Y es que algunos parecen pensar que los jardines surgen aquí y allá comola selva en los trópicos. Pocas cosas me desazonan más que ver cada mañana cómo dejan los céspedes de la universidad la tarde anterior al celebrar (?) sus fiestas. ¿Será tan difícil recoger los desperdicios? Pero si han escogido esos espacios, que con todo derecho les pertenecen, porque están arreglados y limpios gracias al trabajo de empleados cuyos nombres ignoran. Nosotros autorizamos desde ya y con entusiasmo (en-theos:habitados por un dios)a que nuestros amigos arranquen las hierbas innecesarias de los alcorques ... para que puedan crecer mejor. /A alcorque por barba.../ Valle me llama para desayunar. No diré nada.
Nesemu

Nesemu: Hablemos de CheChauén

Para que no decaiga: Sigamos con retazos de nuestras experiencias como auténticos ryads ocultos. ¿Recordáis cuando leíamos algunos párrafos en nuestra medersa rodante de Los jardines secretos de Mogador? Nadie que entre en este blog posee esa clave para entrar en nuestros ryads que sólo tenemos quienes vamos a paladear el buen té en la residencia del Embajador del país que nos ha acogido. Sigamos jugando... mientras prosigue nuestra transformación.
El Ryad del Amin José

Nesemu: La madrasa de los Ryad

Madrassa o medersa, da igual la transcripción. Pongo sobre el blog este tema: ¿cómo hemos vivido los Ryad la experiencia de vuestra primera clase de árabe? Para mi ha sido alucianante. Ya llevo años trabajanmdo este tema y el viernes casi aluciné: ¡érais capaces de leer palabras con cuatro letras diferentes el primer día de clase! Igual sucederá el lunes y el viernes. ¿Qué estaba ocurriendo allí? Me lenvaté a por galletas y comprendí: No érais taliban corrientes, ¡sois Ryad y mostrábais una capacidad que estaba allí esperando!
Eché de menos a otros Ryad que hubieran paladeado igual esta experiencia única.
El Ryad del Amin José

Nesemu: Los ryads ante la Gran Mezquita

Lanzo al ruedo del debate compartido la emoción que nos produjo La Gran Mezquita de Hassán II. Con independencia del disparate que nos parece el gasto de semejantes sumas en un edificio para el culto sugiero que nos detengamos en los aspectos artísticos, y en el ambiente.
No olvidemos, by the way, que cuando se construyeron la fabulosas catedrales que hoy todos admiramos las condiciones sociales del pueblo cristiano eran todavía más miserables que las actuales en Marruecos. Ahí interviene un factor de ideología (fé, creencia, superstición) contra el que no caben sencillos y lógicos argumentos racionales. Es otra dimensión que no se puede abordar con ligereza.
El Ryad del Amin José

Blog Khan: Asilah

El Ryad del Emir Jose propone un nuevo desafío para los Ryas de Marruecos: El descubrimiento de Asilah.
A ver quién se atreve a enfrentarse al nuevo desafío.

Nesemu: Para los Ryad de Marruecos

De acuerdo con el Ryad del pequeño Alberto propongo que acometamos la experiencia de Tánger. Recién desembarcados... Yo ya lo he contado en mi libro. Esto es para hacer boca. ¿Qué tal van los trabajos de cinco a siete mil palabras?
El Ryad del Amin José

Nesemu: El zoco, lugar de encuentro

Es imposible describir un zoco. Hay que atravesarlo a pie, o sobre un borrico cargado de menta y gritar ¡balek, balek! entre ese baño de humanidad. Las gentes se dan salud: “salud darse”. Se tienen agarrados por las manos, bendicen a Dios, se preguntan por la familia, por los ganados, por los campos, por el tiempo.
Las gentes no sólo vienen a comprar o a vender, sino a encontrarse, a compartir la vida. El día de mercado no es para descansar a solas ni con el grupo familiar, sino para sentirse miembros de la gran comunidad, de la tierra de los hombres, de las personas, de los seres vivos, así como de los parientes que “ya han pasado” pero que, de alguna manera, siguen presentes. Como las cosas, los animales, las plantas, las nubes y los vientos. Huele a especias y a perfumes, a frituras y a ganado. No hay relojes, el tiempo tiene otra dimensión en los mercados. No hacen falta periódicos ni radios: todos saben todo de todos, quién está enfermo, quién se casa, quién ha vendido qué o comprado algo a alguien, cómo van creciendo los cereales por su zona, la altura de las aguas en los arrozales. Hay ritmo, hay un orden mágico, percibes una vibración que te embarga. La gente no corre ni casi anda, sino que se desplaza. Es como un azogue, como un cuerpo vivo lleno de células que se saludan y se enriquecen mutuamente. Uno se siente parte de esta comunidad que vive en infinitivo. De hecho, algunas lenguas no tienen formas para el futuro ni para el pasado. Los cuerpos son hermosos, las curvas y la tensión de sus caderas, la sonrisa permanente o la mirada profunda, el color de sus pieles cubre toda la gama del negro azulado al ámbar más bello.
Un zoco es el lugar semanal para los encuentros con las ofrendas de la tierra y del trabajo de las personas. La obra de los sudores y de la alegría, del rumor y del silencio. Uno quisiera acariciar las frutas, sopesar las telas, seguir con la yema del anular la filigrana del repujado o del grabado geométrico. Aquí se puede hacer. Nadie te apresura y compras melocotones de terciopelo escarlata, doradas uvas del Rif y unos higos nazarenos. Compras menta y hierbabuena. Escoges el pan crujiente. Le das vuelta a aquel cordero colgado cabeza abajo.
Caminar con los brazos cargados de frutos de la madre tierra. Oculta la sonrisa entre unas ramas de albahaca. No vale con andar, uno se desplaza en un mar de humanidad, y ya nada pesa. Naranjas llenas de luz, higos que rezuman miel y chumbos de Berbería, flores escandalosas, cocos abiertos y estremecidos de nieve, especias aromáticas. ¡Los olores de estos países! No se puede pasar de largo sin impregnarse de ellos: menta y canela, azahar y mandarina, cueros e incienso, carnes asadas y almizcle, muguet, lirio de los valles y cominos, jengibre y pimienta, nuez moscada y esa extravagancia de la cocina marroquí que es el ras el hanout: mezcla sutil de veinticinco productos diferentes entre los que se encuentran el curry, las bayas de belladona, el clavo, la canela, la afrodisíaca cantárida, los botones de rosa... para aromatizar las comidas de fiesta. Para su desgracia, las gentes de la gran ciudad han perdido el uso del olfato y de las sensaciones y vivencias que puede proporcionar.
Hay esteras de paja, útiles de arcilla cocida, cacharros de cobre o de hierro forjados con aquilatada experiencia. Las gentes se pasean, miran, tocan, sopesan, embutidos en sus chilabas claras o en tchamires beiges, albornoces marrones, cubiertos con casquete o con esa especie de fez color granate que impuso la moda turca a través de Egipto. Chilabas, babuchas, caftanes, muselinas bordadas de filigrana dorada. Mercaderes que venden alhajas de oro y plata, bolas de kif, cueros repujados, aves y peces.
Algunos hombres caminan con un palo atravesado sobre los hombros y del que cuelgan sus brazos. Parecen cristos vagabundos. Hay que dejarse ir y abandonarse, como un bambú seco y vacío, para que la vida pueda arrancarnos inefables melodías.

Ryad del Amin José