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J. C. García Fajardo

Blog Khan: Asilah

El Ryad del Emir Jose propone un nuevo desafío para los Ryas de Marruecos: El descubrimiento de Asilah.
A ver quién se atreve a enfrentarse al nuevo desafío.

18 comentarios

Javier Muñoz Ortega -

Asilah, tal vez el mejor lugar que haya visitado de este gran país. Calles con niños jugando a la pelota al salir de la escuela, encuentros cerca del mar, mujeres que descansan en terrazas, paisaje, pintadas, trazos...tranquilidad. Respiramos relajo, vamos o volvemos de gala, combinamos sol, luz, sombras y colores. Se nos ve en la cara. Somos demasiados y no podemos ni debemos pasar desapercibidos. Cambiaría mis otoños por un lugar como Asilah. Primer plano general.

Kim -

Asilah es un hombre escribiendo en el balcón. Es una playa de confidencias entre cuatro. Es donde aquel escritor, tumbado en la arena de la playa, charlaba con sus tres alumnos con el tono de la amistad.

Leo -

¿Cómo no acordarse de los pasajes de "Marrakech, una huída", cuando escuché el nombre de Asilah de boca del profesor? Lamentaba de veras no llevar puesto el bañador debajo de la ropa...
Sin duda una grata sorpresa ésta ciudad, un deleite para los ojos. La mirada se perdía entre aquellas callejuelas bañadas de azul y blanco. El tiempo se detenía contemplando el mar de Asilah. Cuando aquella mañana subimos de nuevo al autobús, me prometí que no sería la última vez que lo vería. Hasta luego Asilah, hasta luego...

Fernando -

Todos íbamos arreglados asistir a las invitaciones en Rabat. Pero antes paramos algunos minutos en la paqueña Asilah.
El blanco resplandecía como en ciertas aldeas andaluzas. Los azules indicaban que el mar estaba cerca. Tras una puerta, el paraiso. Cerca de allí un mirador para contemplar la maravilla de Asilah.
Aunque fuese solo un ratito, la segunda ciudad que visitamos nos iba poniendo los dientes largos

AlBa -

Recorriendo sus calles encuentras el misticismo y la magia que buscas dentro de ti. Encuentras la pureza y la vida en sus aguas azules, que chocan contra los gigantes de piedra, como chocan las razones contra los sentimientos. Su paisaje virgen, toma experiencia en cada una de sus formas. El blanco pierde la inocencia sabiamente, con los colores y tramas artísticas en sus paredes, puertas y ventanas. Asilah te llama, te embarga, te absorbe...Hasta que la belleza que tus sentidos recibe, se fija en ti. Se fija en cada paso, en cada brisa, en cada rayo de luz, en cada pintura, incluso en la nada. Asilah te hace volar en los paisajes escondidos, que se confunden con las pinturas de sus pequeños edificios.

DaviD ÁlvareZ -

No pudo ser mejor la definición de Alberto.
No obstante, he encontrado algunas palabras para definirla un poco más.
Lo primero, Asilah no puede, ni debe, volver a marcarse como una ciudad de transito, pues es la esencia de Marruecos lo que se respira allí: las gentes, los colores, la arquitectura...; los sentidos permanecen expectantes y se pelean entre ellos por captar nuevas sensaciones. El mar se precipitaba sobre las paredes de la ciudad, que se inundaba de azules; parecía que el cielo abrazaba a la tierra, para así fundirse y dar lugar a lo que todo conocemos como Asilah.
No quiero exprimir más los detalles, pues lo bonito es que cada uno tengamos una visión distinta de ella, pero un recuerdo común e inédito.
Yo no estuve de paso en Asilah.

Noelia García -

Más que todos los colores azules y blancos que comentamos todos y todas era la tranquilidad de los transeuntes, de todos nosotros al cruzar esos arcos...
Asilah era la ciudad donde podemos encontrarnos a todos nosotros, buscar dentro de si mismo para descubrir a la persona que aún no conocemos ni conoceremos en mucho tiempo.
Dar la vuelta en esa carretera fue el remedio hacia nuestra búsqueda interior...

Casielles -

La muralla era demasiado alta como para que yo pudiera ver qué había al otro lado, mientras caminaba. Así que iba viendo sólo azul y blanco, pinturas y zócalos, caminando a la vera de aquella suerte de sombrero almenado de la ciudad.
Por eso, cuando llegué al mirador, el mar que encontré a mis pies no me lo había imaginado así, tan lleno de gente que buscaba no sé muy bien si moluscos o sueños cuando caminaban recogiéndose las chilabas entre las rocas.
Fue curioso.

Paula -

Asilah.Cuando el profesor dijo que dábamos la vuelta, no comprendí. Y sin embargo...fue cruzar aquel arco y entrar en otro mundo, lleno del blanco de las paredes y del azul del mar, que vimos desde la muralla.El silencio de sus calles se nos metió en los huesos, las paredes pintadas listas para ser lacadas de nuevo en blanco, esperando los impulsos de color de alguna otra persona...

sairanna -

Asilah es una ciudad del desafío. Se muestra tan bella, tan pura... Las olas te llaman hasta donde quiera que estés. Las paredes te absorben y no tiens otro remedio que pensar en ella miles de veces. Sus colores y su pureza me recordó a un colegio de preescolar. Los colores de esa inocencia y de esa pureza que según vamos creciendo vamos perdiendo.
Ryad de Isabel

Cristina -

Me acuerdo perfectamente del momento en el que al autocar dio la vuelta y llegamos a Assilah. El profesor nos dijo que ese lugar tenía magia, que era una visita obligada. Es ahora cuando entiendo esas palabras. Mis ojos eran incapaces de abarcar todos los colores. El mar tan azul en contraste con las casas encaladas...
En cada calle algo te sorprendía y encontré esa magia que nos había anticipado el profesor. Una sensación que no desapareció en todo el viaje.

arantxa -

Sin pensarlo llegamos a Asilah. Nunca un plan tan repentino me sorprendió y me maravilló tanto. Cada paso en este pueblecito nos llevaba a un rincón mágico. Dónde parecía que no encontraríamos más que prolongación de estrechas calles blancas, nos sorprendían auténticas obras de arte. Una simple puerta rota se convertía en una bella pintura, una pared blanca como la mente misma, se completaba de vivo color y esperanzas. Abstraídos por la belleza, las inconfundibles arterias de este lugar nos condujeron hasta el mar. Sabía que existían playas vírgenes pero jamás imaginé el ansia de libertad y de pureza que revelan. La visita fue corta pero su grado, máximo.

Carlos Miguélez -

El azul marino del mar se veía en el horizonte desde el mirador.
Abajo, los hombres pescaban desde las rocas porque había marea baja. Me dijeron que, cuando sube mucho, el agua llega casi hasta donde nos asomamos.
Asilah es el lugar perfecto donde armoniza la belleza de su arquitectura con el entorno natural y con el olor a sal que viene del mar. Las fachadas de sus casas se parecen a las de Chaouen tanto por el color como por el material. El azul de algunas fachadas le da un color muy especial al blanco de las casas en la sombra.
Lamenté haber pasado tan poco tiempo en ese paraíso.

Merche -

Calles estrechas, donde la mirada se pierde; paredes blancas de cal; colores vivos que sorprenden a tus ojos y te detienen en el lugar; el oceáno a tus pies y un mirador donde soñar...
Asilah... Asilah...

Noelia -

Asilah, esa pequeña ciudad que no pillaba dentro de nuestro itinerario y nos dimos la vuelta porque era imposible ir a Marruecos sin pasar por ella. Con esos impresionantes murales, esas calles blancas y llenas de colores. Un lugar tranquilo en donde te puedes dejar llevar por las olas del mar. La arena tocaba nuestros pies descalzos y el agua los acariciaba con su tacto. El día era radiante, qué más podíamos pedir. Esta pequeña ciudadela rodeada de murallas nos cautivó a todos.
Ryad de Noelia

Rôvënty -

Cuando el mar rompe con furia contra una playa de rocas; cuando un pueblo conjura la belleza de lo rural, de lo antiguo, con nosotros, occidentales frutos de nuestro tiempo; cuando el blanco se mezcla con el azul del cielo y del mar, para crear el mosaico perfecto. Así comienza a describirse Ashyla, pero no se termina. Porque intentar definir la bellaza a veces es agotarla, sería acabar con su lado mágico. Pero el recuerdo sin palabras de este lugar yace en el corazón de todos nosotros.

Imán -

Asilah. Verano 2003. Una visita inesperada, pero a la vez prevista, nos conduce hacia ella. Sus paredes blancas te dan la bienvenida. El oleaje del mar celebra la llegada. Sus calles invitan a perderse por ellas para descubrirla. Cielo y mar se conjuran para acoger al visitante. Enamorada de la noche y del alba, el secreto de Asilah se desvanece con el paso del día. El tiempo no existe para sus confidentes. Tampoco para las historias que rememoran sus murallas y que se prolongan con tu paseo, con tu mirada, con tu recuerdo…
Ryad del Imán

Imán -

Asilah. Verano 2003. Una visita inesperada, pero a la vez prevista, nos conduce hacia ella. Sus paredes blancas te dan la bienvenida. El oleaje del mar celebra la llegada. Sus calles invitan a perderse por ellas para descubrirla. Cielo y mar se conjuran para acoger al visitante. Enamorada de la noche y del alba, el secreto de Asilah se desvanece con el paso del día. El tiempo no existe para sus confidentes. Tampoco para las historias que rememoran sus murallas y que se prolongan con tu paseo, con tu mirada, con tu recuerdo