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J. C. García Fajardo

Cuentos

Acerca del Maestro en sus chozas y de Ting Chang y Sergei en la finca cercana a Shangai

A los lectores que me envían emails o MSM: No tengo olvidados a nuestros amigos, es que me pidieron  unos días de descanso para la reflexión ante los nuevos desafíos que les aguardan.

Nesemu, por la transcripción.

Retazos de Ting Chang 007: El Cielo no habla. Cuarto Libro de Confucio

Ya cercanos a Shangai, el Noble Ting Chang decidió acercarse a una finca que tenía su familia en los alrededores del delta para mostrar a Sergei el lugar que había habilitado para preparar sus exámenes de doctorado en medicina. A su padre le precocupab este gusto por el retiro y por el silencio que mostraba su hijo, pero prudente y sabio, permitió a la naturaleza que siguiera su curso. El Noble padre era reacio a consultar a los augures ya que tenía por supersticiosa y propia de gente simple esa costumbre ancestral de los pobres enganchados a sustancias más halucinógenas que el opio. Pero sí se confió a los mandatos del Cielo expresados en la naturaleza. Bueno, el Noble Señor Chang, aunque vinculado al régimen maoísta que, por el momento, unos sesenta años más o menos, imperaba en el Imperio del Centro. La ventaja del Noble Señor era que él sí sabía quién era y las tradiciones que había escuchado de boca de su abuela, que a su vez las había escuchado de la suya, era que toda la sabiduría de los antiguos aconsejaba adaptarse a las circunstancias. No oponerse ni enfrentarse a las súbitas crecidas del YangTsé, sino surcarlo y mantener la embarcación a flote, en espera de que amainase su furia. No quejarse ni lamentarse sino ocupar la mente en la contemplación del río y de las orillas, del cielo y de las aves que lo surcaban. Mientras tanto, seguir el consejo de sus antepasados, inclinarse ante el paso de la riada, como los juncos, que ceden a la impetuosa corriente pero, después se yerguen de nuevo. ¿Qué significaron los años de la República de Sut Yan Tsen? ¿Y las correrías y algaradas de las tropas de Chiang Kai Chech para terminar en Taiwán, desgajado del Imperio del Centro? Igual sucedería con esta era de Mao Tsé Tung que ni capaz había sido de fundar una dinastía. China, la Gran China, siempre había sobrevivido a sus Emperadores. Pues, las familias como la del Noble Ting Chang, tenían la convicción de que el Imperio del Centro reposaba sobre sus espaldas. Lloviese o tronase, al depertar de los cerezos en flor o al tiempo de la caída de las hojas en el sabio otoño. Nada nuevo bajo el sol. Cuando llegase el tiempo de los melocotones celestes,ellos, las nobles familias que mantenían las tradiciones y se aplicaban para aprender los nuevos conocimientos, estarían presentes atentas a la llamada del Hijo del Cielo. Nunca esperaban a nadie. El último Emperador se había extinguido sin aparente grandeza y su semilla se perdió en el viento. China parecería dormida a los ojos de los bárbaros ignorantes, pero ellos, los custodios de los ritos que facilitaban la manifestación de los saberes, reconocerían a la nueva mariposa cuando abandonase el capullo de seda en el que el Cielo la había protegido mientras se agrietaban los campos, se hundían las montañas, los sagrados Río Amarillo y Yang Tsé se acomodaban a las nuevas represas, y las gentes habían buscado refugio en el anodino traje azul con el que los ejecutores del designio del Cielo los había uniformado. Todo lo que sucede servirá para el nuevo amanecer del Imperio que nunca duerme, aunque parezca que tiene los ojos cerrados. Es para protegerlos del viento que arrastra los polvos de una era que tocó a su fin mientras los astrólogos de la Ciudad prohibida estaban borrachos.
Sergei no entendía nada de lo que contaba el Noble Ting Chang, pero se dió cuenta de que el conductor del coche no perdía palabra. Una vez más, Sergei se dijo que bajo la apariencia de un simple conductor podría ocultarse otro Barrendero de Esmeraldas. En ese preciso momento, mientras a Sergei se le ocurría semejante dislate, de la parte delantera se volvió el rostro de un anciano venerable que le sonrió complacido. Sergei se preguntó si no se habría quedado dormido, pero el Noble Curador de Enfermos, lo trajo a la realidad al iniciar la lectura. ¿Lectura o evocación mental de los textos que sostenía en sus manos?, porque ahora se daba cuenta de que el Noble Ting Chang ¡no pasaba las páginas del Cuarto LIbro de Confucio!
Por eso, escuchó abandonado a los dictados del Cielo mientras el Noble Ting Chang recitaba/hablaba:
* Si la ganancia o el provecho se anteponen a la justicia, los súbditos nunca estarán satisfechos y el príncipe se hallará en un peligro constante.

* Si los hombres con canas pueden cubrirse con vestidos de seda y comer carne y si los jóvenes de negros cabellos dejan de padecer hambre y frío, la vida del reino será próspera. No ha existido ni un solo príncipe que obrando así haya dejado de alcanzar autoridad sobre su pueblo.

* Si un rey no gobierna con rectitud, es decir, si no colma de beneficios a su pueblo, es porque no quiere y no porque no pueda.

* Si un príncipe se entristece por las desgracias de su pueblo, los súbditos también sentirán pesar por las tristezas de su príncipe. Si el príncipe se alegra con la felicidad de su pueblo, y hace suyas las penalidades de sus súbditos, no tendrá dificultad alguna en su gobierno.

* Si tú amas con locura las riquezas, no debes hacer otra cosa que compartirlas con el pueblo.

* Lo que hacen los gobernantes es luego imitado por el pueblo. No puedes, por consiguiente, acusar ahora al pueblo de su proceder ni condenarle por ello, pues ha imitado lo que había aprendido de su príncipe; ha devuelto lo que se le había dado.

* El noble que pretende fundar una dinastía no aspira a ser elevado a la dignidad Imperial, sino que se limita a preparar el camino para sus descendientes; si la voluntad del cielo le es propicia, será elevado el mismo a la suprema dignidad.

* La sabiduría y la prudencia de nada sirven si no se presenta una ocasión propicia; los buenos arados nada pueden por sí solos, si no se presenta una estación favorable.

* Es preciso obrar con rectitud sin pensar en las consecuencias. No debemos omitir el cumplimiento de nuestros deberes, ni realizarlos antes de tiempo.

* Quien pretenda someter a los hombres por la fuerza de las armas no alcanzará la sumisión de sus corazones; por esto, la violencia nunca es suficiente para dominar a los hombres. Quien conquista a los hombres por la virtud, consigue que todos se sometan a él sin reservas y con corazón alegre.

* Las desgracias, al igual que la fortuna, sólo llegan cuando las hemos propiciado con nuestros actos.

* Cuando el cielo nos envía calamidades, podemos superarlas; cuando las hemos buscado nosotros mismos, sucumbiremos ante ellas.

* Quien no haya sentido nunca compasión hacia los demás no es en verdad un hombre, tampoco puede ser considerado verdadero hombre quien jamás haya experimentado los sentimientos de vergüenza y aversión; el que no posea los sentimientos de abnegación y respeto no puede ser considerado verdadero hombre; quien no distinga lo verdadero de lo falso, lo justo y lo injusto, no es un hombre.

* Nada es más digno de admiración en un hombre noble que el saber aceptar e imitar las virtudes de los demás.

* Lo que hagáis, a vosotros os pertenece; yo sólo debo responder de mis propios actos.

* Para la defensa de un reino no son suficientes ni las fortificaciones que se construyan, ni los obstáculos naturales que representan las montañas y los ríos, ni la abundancia de armas. La mejor defensa de un reino consiste en la decidida voluntad de sus habitantes, la cual se conquista mediante un gobierno humanitario y justo.

* Quien ocupa un cargo público y no puede cumplir con sus obligaciones debe dimitir.

* Si un medicamento no altera el organismo del enfermo, tampoco producirá la curación.

* No puede ser bueno quien sólo piensa en acumular riquezas; no puede ser rico quien sólo piensa en practicar el bien.

* Si los maestros enseñan con claridad los deberes a todos los ciudadanos del reino, estos vivirán entre sí en concordia y armonía.

* La generosidad consiste en repartir las riquezas entre los necesitados; la rectitud consiste en buscar el camino del bien a los descarriados; la bondad es la virtud que debe poseer el emperador para ganarse el afecto de todos sus súbditos.

* En este mundo sólo se pueden seguir dos caminos: el del bien o el del mal; no existe otra posibilidad.

* Los reinos pequeños imitan a los poderosos, pero se avergüenzan de recibir órdenes de ellos y no quieren acatarlas.

* Los reinos perecen a causa de su interna descomposición antes de que los demás reinos los ataquen.

* Buscáis el camino recto a lo lejos y lo tenéis junto a vosotros. Creéis que el bien consiste en la realización de cosas difíciles, cuando no es más que realizar con rectitud las cosas fáciles.

* Cuando se emprenden guerras para conquistar nuevos territorios, los campos quedarán cubiertos por los cuerpos de las víctimas.

* No puede pensarse en ningún mal mayor que en la pérdida del mutuo afecto y cariño entre padres e hijos.

* Hay hombres que tienen fama de grandes creadores porque nunca nadie les ha refutado sus endebles argumentos. Uno de los principales defectos de los hombres consiste en pretender erigirse en modelo de los demás.

* Las normas de conducta son inmutables, todos los hombres sabios han obrado de conformidad con sus principios.

* Cuando el príncipe empieza a imponer castigos a sus funcionarios sin que hayan cometido delito alguno, los ministros prudentes se apresuran a abandonar el reino.

* Si el príncipe es justo, nadie será injusto; si el príncipe es bondadoso, nadie será cruel.

* Es preciso que los hombres conozcan el mal para poder evitarlo y entregarse a la práctica del bien.

* Quien divulga las acciones viciosas de sus semejantes construye su propia ruina.

* El hombre noble conserva durante toda vida la ingenuidad e inocencia propias de la infancia.

* El hombre sabio, en cuanto ha alcanzado una virtud, se aferra fuertemente a ella y ya no la pierde jamás; en cuanto ha perfeccionado al máximo la virtud adquirida, la guarda cuidadosamente en su interior como fuente inagotable de energía.

* Las palabras en sí mismas son inocuas, pero sus consecuencias pueden ser funestas si son despectivas.

* Quien ama a los hombres, es amado por ellos; quien los respeta es, a su vez, respetado. Supongamos que habiéndose portado con nosotros de una forma descortés o grosera; si somos prudentes, lo primero que debemos preguntarnos es si con anterioridad hemos cometido alguna descortesía con dicha persona o si hemos sido injustos con ella; su actitud hacia nosotros debe de tener algún fundamento. Caso de que lleguemos a la conclusión de que no hemos cometido ninguna injusticia contra tal persona, sino que nos hemos mostrado siempre con ella bondadosos y corteses, debemos seguir analizando las posibles causas de actitud descortés o grosera. Si somos prudentes, debemos reflexionar si hemos cometido la menor incorrección en nuestra conducta. En el supuesto de que tampoco hayamos cometido incorrección alguna, entonces la descortesía o grosería del ofendido carece totalmente de fundamento y el hombre prudente, ante tal situación, debe concluir: " este hombre no es más que un extravagante y un necio; en nada se diferencia de una bestia, en cuyo caso, ¿por qué debe preocuparme la actitud o actos de una bestia? ".

* Gozar de prestigio y de consideración es una de las cosas que los hombres ambicionan con más ardor.

* El deber más importante de la piedad filial consiste en honrar a nuestros padres como es debido. La mejor prueba de este amor a los padres consiste en procurarles el sustento necesario.

* No lo pudo hacer por medio de palabras, porque el Cielo no habla. El Cielo manifiesta su voluntad a través de los méritos y buenas acciones de los hombres. Esta es la única manera con que manifiesta su voluntad. El Cielo ve a través de los ojos del pueblo; el Cielo oye a través de los oídos del pueblo.

* El Cielo gobierna los acontecimientos del mundo sin ser visto; esta acción oculta del Cielo es lo que se llama " El destino ".

* Jamás he oído que un hombre que no actuara con rectitud lograse enderezar a los demás. Menos aún podría lograr que los demás fueran sinceros quien observara un comportamiento hipócrita.

* Los ministros se conocen por las personas a quienes acogen en su casa cuando están en la corte, y por las casas en que se alojan cuando están fuera de ella.

* Para que pueda trabarse una verdadera amistad, es preciso prescindir de la superioridad que puedan otorgar la edad, los honores, las riquezas o el poder. El único motivo que nos debe incitar a la amistad es la búsqueda de las virtudes y el mutuo perfeccionamiento.

* El superior debe honrar y respetar la sabiduría de sus súbditos, y el inferior debe mostrarse respetuoso y cortés con sus superiores, en atención a la dignidad que ostentan; respetar la dignidad y honrar a los sabios son dos manifestaciones de un mismo deber.

* Quien para permanecer fiel a sus principios rechaza ser elevado a una condición honrosa permanece feliz aún sin honores. Quien para no apartarse del recto camino rechaza unas rentas permanece gozoso en su pobreza.

* La naturaleza humana no es ni buena ni mala. Según esto, la bondad o malicia de los hombres es algo posterior a la propia naturaleza humana en su origen. Si el hombre posee la capacidad de obrar, es necesario que poseía también una norma para dirigir sus actos.

* Si el supremo bien del hombre consistiera en conservar la vida, no haría otra cosa que dedicarse a descubrir y practicar todo aquello que pudiera prolongarla. Si el más temible mal del hombre fuera la muerte, investigaría y practicaría todo lo que pudiera alejar o evitarle este mal. Hay cosas que amamos más que la vida, así como hay otras más temibles que la muerte; éste es un sentimiento común a todos los hombres.

* El camino recto es como una ancha avenida; no es difícil encontrarlo cuando se busca, pero los hombres no se esfuerzan por descubrirlo.

* Cuando el sabio toma una determinación, es imposible que el pueblo penetre en los verdaderos motivos de la misma. Cuando un príncipe se ve rodeado por hombres perversos, aduladores y servirles, ¿Acaso puede gobernar con acierto y eficacia?

* Cuando el Cielo quiere conferir a alguien una difícil misión, antes pone a prueba la fortaleza de su ánimo y el equilibrio de su mente con las dificultades de una vida dura; fatiga sus músculos y todo su cuerpo con rudos trabajos, que ponen a prueba su resistencia; mortifica su carne y su piel con los rigores del hambre y del frío; les somete a las mayores privaciones de la miseria; determina que no tengan éxito en sus empresas para que se enfrenten con el fracaso. De este modo, el cielo estimula sus virtudes, fortalece su cuerpo y les hace aptos para afrontar las dificultades con que tropezarán en el cumplimiento de su alta misión. La dificultad es lo que más estimula al hombre a vencer sus deficiencias y superarlas. Sólo cuando se han padecido toda clase de privaciones y trabajos, sólo cuando se ha visto el rostro de la miseria, sólo entonces es posible conocer a fondo la naturaleza humana.

* El hombre cumple la voluntad del Cielo cuando se esfuerza en perfeccionarse a sí mismo.

* Si buscáis encontraréis, si sois negligentes lo perderéis todo. El que busca lo que está en su interior lo descubrirá y lo alcanzará; el éxito de esta búsqueda es seguro, una ley invariable garantiza la adquisición de lo que se busca. Si, por el contrario, buscamos lo que está fuera que nosotros, todos los esfuerzos resultarán infructuosos.

* El origen de todas las acciones se encuentra en el interior de nuestro ser. Si reflexionando sobre nuestros propios actos descubrimos que son conformes con nuestra naturaleza racional, experimentaremos la más intensa satisfacción.

* El hombre no puede dejar de arrepentirse de sus faltas. Si una sola vez se arrepiente de no haberse arrepentido de sus faltas, ya no volverá a tener motivos de arrepentimiento.

* El pueblo no valora el mérito de un buen gobernante. El buen gobernante encamina al pueblo hacia el bien con su sola presencia su acción es oculta e imperceptible como la de los espíritus. El influjo de su virtud se hace sentir por todas partes, como el de las sutiles fuerzas del cielo y de la tierra. La influencia de un buen gobernante no tiene límites.

* Los ejemplos de bondad penetran con mayor profundidad en el corazón de los hombres que las buenas palabras; es más fácil obtener el afecto del pueblo obrando con rectitud y aconsejándole rectamente, que mediante una administración eficaz y unas leyes justas. El pueblo desconfía de las leyes y de la administración; el pueblo ama los buenos ejemplos y los acertados consejos. Con unas leyes justas y una administración eficiente, se consigue aumentar las rentas del reino; con buenas enseñanzas y buenos ejemplos, se conquista el corazón de los súbditos.

* Las penas y privaciones agudizan la inteligencia y fortalecen la prudencia.

* Nadie debe comer sin habérselo ganado.

* Los caminos del sabio son elevados e inasequibles. Sus actos pueden ser admirados, pero no imitados.

* El carpintero hábil no se hace torpe para poder ser imitado por cualquiera de sus ayudantes.

* Quien se abstiene de lo que no debiera abstenerse es mejor que se abstenga de todo; el que trata con frialdad a quienes debiera tratar con ternura acabará tratando con frialdad a todo el mundo; quienes avanzan precipitadamente también retrocederán con la misma precipitación.

* Es preferible desconocer los libros históricos, que aceptar incondicionalmente cuanto en ellos se refiere.

* Dar muerte a un pariente próximo de otro hombre es el crimen que más funestas consecuencias provoca.

* Yo no hago el menor caso de las murmuraciones y críticas de los hombres.

* Para que nuestras palabras estén siempre conformes con la equidad, es preciso evitar la excesiva familiaridad con quienes nos rodean; el mutuo respeto es la mejor defensa contra las palabras descorteses y groseras. Si el hombre culto habla cuando debería callar, todos quedan perplejos ante sus palabras; si, por el contrario, el hombre culto calla cuando debería hablar, todos quedan desconcertados ante su silencio.

* Las mejores palabras son aquellas que encierran un profundo significado y, al mismo tiempo, resultan comprensibles para todo el mundo.

* El mayor defecto de los hombres consiste en preocuparse de arrancar la cizaña de los campos ajenos, descuidando el cultivo de sus propios campos.

* El mejor medio para alcanzar las virtudes de la justicia y la equidad consisten en dominar las pasiones. Quien se deja dominar por las pasiones es muy difícil que obre con justicia y equidad.

Guardaron silencio los tres mientras, ante ellos, se abría un enorme portal de nogal y hierro forjado.

Retazos de Ting Chang 006 Las Analectas, Tercer Libro Clásico de Confucio

Sergei observaba y se callaba, pero le llevaban los demonios al ver cómo se aprovechaban los comerciantes y hoteleros de tan importante comitiva. El Noble Ting Chang, se hizo el encontradizo con el rapaz mientras se encargaban de liquidar las cuentas y de cargar los equipajes.
 - Liebre de las estepas, no sufras por lo que crees que       es un abuso por parte de los que proveen de las cosas que necesitamos. A ti, que tanto te gustan los hazañas de Mulá Nasrudín, escucha ésta que me viene ahora a la mente.
- Cuenta, Noble señor, aunque me imagino que es tu manera de compartir tu buena fortuna. Un día me dijo nuestro Maestro que, ante la imposibilidad de atender a todos los que lo necesitan, debería bastarnos con favorecer del mejor modo posible a quienes nos encontramos en el camino, o a quienes están más próximos a nosotros.
- Cierto que esa es una sabia actitud para conducirnos en la vida, pero tampoco conviene tomarse las cosas con demasiada importancia. Escucha lo que le sucedió al Mulá: Resulta que un día en que le habían dejado al frente de la Casa del té, por ausencia de su dueño, llegó de improviso el Rey de aquel país que se encontraba de cacería en las cercanías. El soberano pidió una tortilla con crema y siropes. Cuando terminó, preguntó al Mulá que cuánto le debía y el Mulá respondió impávido: “ - A Su Majestad y a sus acompañantes las torillas y el servicio le costarán mil monedas de oro”. Al Rey se le iluminaron los ojos y también sin inmutarse le respondió: “ - Muy caros deben estar los huevos por aquí. ¿Tan escasos son?” Y el Mulá le respondió haciéndole un guiño de complicidad: “ - No, Poderoso Shahinshah, por quien reposa el Imperio, no son los huevos lo que escasean  por aquí, ¡son las visitas de los reyes para ocuparse del bienestar de sus súbditos”.
- ¡Caramba con el Mulá Nasrudín! Sí que hilaba fino. Pero, Noble Señor, para no desviarnos de nuestros asuntos, ¿me podrás pasar tus notas al Libro de las Analectas, o mejor, me las vas leyendo cuando continuemos el viaje?
- Sergei, lo haremos durante el viaje, pero no me has comentado nada de la enseñanza del cuento sufí.
- Noble Señor, ¿por qué se le llaman cuentos a los relatos sufís?
- Primero, porque se cuentan, son para ser escuchados más que para ser leídos. Parten de la enseñanza del sufismo, según el cual, cada persona percibe las cosas según el sistema en el que ha sido educado y en el que vive. Por eso, con los cuentos o historias imaginadas por los derviches, se pretende que lo insólito y a veces disparatado o sorprendente del relato conmueva los esquemas mentales de alguien del auditorio y acierte a ver las cosas desde otra perspectiva. Se trata de cuestionar la rigidez de los condicionamientos en los que nos han formado para convertirnos en artefactos sometidos al poder  establecido. Por eso se repiten los temas, las anécdotas y los disparates, una y otra vez, para que surja esa toma de conciencia que le lleve a reírse de sí mismo, a no tomarse demasiado en serio y a abrirse a la realidad real.
- Al final, como repetía nuestro Maestro, todos tenemos los culos redondos y partidos por la mitad, filosofó la, Liebre de las estepas.
- No está mal para abordar los temas que Confucio nos propone en las muy veneradas Analectas, comentarios filosóficos que han pasado de mano en mano durante más de dos milenios. Si lo que no es tradición es plagio, transmitir la sabiduría recibida es la obra más prudente para quién se sabe en el camino. No siempre hay que pretender ser originales. En lengua hebrea a la meditación se la llama “rumiar”. No está mal.
Ya en el coche, el Noble Médico le fue contando a Sergei y al conductor del coche que no perdía ripio, como más adelante habrían de comprobar:
· Si el hombre sabio observa una conducta displicente, no inspirará respeto; si se limita a estudiar, sus conocimientos no serán profundos. Debéis ser siempre sinceros, fieles y actuar con buena fe. No entabléis amistad con personas de virtud o conocimientos inferiores a los vuestros. (Parece duro y elitista pero es el fruto de la experiencia diaria. No dice que no te relaciones sino que no entables amistad, que no es lo mismo).

* La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se fundamenta principalmente en el respeto y comprensión hacia todos. (La falta de cortesía es una forma de injusticia social, aunque parezca duro a ciertos oídos de nuestros días. La cortesía como parte de la justicia, dar a cada uno lo suyo, es clave en el pensamiento de Confucio).

* Se puede calificar de " hombre superior" al que primero pone en práctica sus ideas, y después propone a los demás lo que él ya realiza.

* La verdadera ciencia consiste en conocer que se sabe lo que realmente se sabe, y que se ignora lo que en verdad se ignora. En esto consiste la verdadera sabiduría. (La admirada máxima atribuida a Sócrates, aunque pienso que el noble griego nunca dijo semejante tontería, de que “sólo sé que no sé nada”, aparte de ser contradictoria y casi paradójica, es una pretensión de suprema sabiduría impropia del hijo de la partera y del escultor que se servía de la mayéutica para alcanzar el conocimiento: desbrozaba de lo accesorio, iba arrancando el embalaje para que se mostrase la realidad real. Como al parecer, Miguel Ángel respondió a quienes le alababan por la perfección alcanzada en el Moisés: “yo sólo me limité a liberarlo del mármol innecesario en el que venía encerrado”).

* Aprende a escuchar sin descanso para disipar tus dudas; mide tus palabras, para que nada de lo que digas sea superfluo; sólo de este modo lograrás evitar todo error. Obsérvalo todo, para prevenir los daños que pudiera ocasionarte una insuficiente información. Controla tus acciones, y así no tendrás que arrepentirte con frecuencia de ellas. En cuanto hayas conseguido que tus palabras sean normalmente rectas, y no debas arrepentirte con frecuencia de tus acciones, serás digno del cargo que ocupas.

* Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía. (Más aún, es convertirte en cómplice de la injusticia).

* El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior. (Por eso en el deporte, como en el juego y en los lances de la caza, se distingue al caballero por su calidad ante el éxito, más que por su resignada actitud ante la derrota. Nunca se habla de victoria, porque esta engendra la revancha del vencido. Por eso la victoria nunca trae la paz. Ni casi de triunfo, porque este supone un derrotado. Se prefiere el éxito, de exire, sacar lo mejor de uno mismo, que no ofende a nadie ni lo rebaja ni lo humilla. Al contrario, todos se glorían y se reconocen, en cierta manera, en el éxito del ganador en cualquier torneo. De aquí la euforia  que nos invade cuando gana nuestro tu equipo. En el rugby es admirable el pasillo que abren los que ganan para acoger y aplaudir a los antagonistas, que no enemigos. El verdadero ganador es humilde, alegre y sencillo. La humildad no consiste en rebajarse, sino en aceptar la verdad del éxito de un esfuerzo porque sólo él conoce lo que le ha costado llegar a ese momento. De ahí, no pocas veces, las lágrimas, y la necesidad de abrazarse a su entrenador, a sus compañeros y hasta al utillero del equipo. Todas las personas verdaderamente grandes que he conocido en esta vida eran humildes, sencillas y conscientes de su fragilidad personal).

* Los hombres ambicionan las riquezas y los honores, pero si no es posible obtenerlos por medios honestos y rectos, deben renunciar a estos bienes. Los hombres huyen de la pobreza y de las injurias, pero, si no pueden evitarse por caminos honestos y rectos es preciso aceptar estos males.

* Los defectos y faltas de los hombres dan a conocer su verdadera valía. Si examinamos con atención las faltas de un hombre, llegaremos a conocer si su bondad es sincera o fingida.

* Observad a los sabios para comprobar si vosotros poseéis sus virtudes. Observad también a los perversos para meditar en vuestro interior si estáis libres de sus defectos. (No dice que juzguemos ni, mucho menos, que condenemos. Basta con observar y ser consecuentes).

* Los que controlan en todo momento sus actos, raras veces se desvían del camino recto. (Al menos, lo procuran y, cuando no lo consiguen, no se desmoronan ni se entristecen. Lo aceptan como parte del juego. Los auténticamente grandes se reconocen por su sentido del humor que les lleva a no darse demasiada importancia. Sin excepción, al menos hasta donde yo conozco, los sabios son alegres. Practican el consejo de Chuang Tsé, el más noble Maestro del Tao, después de Laotsé, cuando recomienda “no olvides cuando caigas que el suelo te ayudará a levantarte”).

* Una virtud nunca puede subsistir aislada; siempre ha de hallarse protegida por otras virtudes.

· * El hombre prudente es parco en el hablar pero activo en el obrar.

* Cuando empecé a tratar con los hombres, escuchaba sus palabras y confiaba en que sus acciones se ajustarían a las mismas. Ahora, al tratar con los hombres, escucho sus palabras y al mismo tiempo observo sus acciones.

* No he conocido a ningún hombre que obrara siempre de acuerdo con sus principios. (De ahí su grandeza). Yo procuro no hacer a los demás lo que no quisiera que ellos hicieran conmigo.

* El que sabe mantener un porte digno aun cuando se halla entre sus amigos, conseguirá que sus más íntimos amigos sientan un gran respeto hacia él. (También existe una cortesía para con uno mismo, un respeto, una exigencia, comprensión y nobleza).

* Un hombre digno debe ayudar a los necesitados, pero no aumentar los bienes de los ricos. (Cuánto deberían tener en cuenta esta máxima algunos voluntarios sociales, altruistas y benefactores que, pensando que practican la asistencia social, fomentan una dependencia de la que se aprovechan los ricos, y el injusto sistema que los sostiene).

* Es mejor amar la verdad que el frío conocimiento de la misma; es mejor complacerse en la práctica de la verdad, que el simple amor hacia ella.

* Estaría dispuesto a ejercer cualquier oficio si con él pudiera obtener riquezas por medios honrados; si por el contrario, para enriquecerme tuviera que emplear medios deshonestos, preferiría seguir en la pobreza dedicándome a mis actividades preferidas.
No he hallado todavía ningún hombre santo; como máximo sólo he logrado conocer a algún hombre sabio. No comprendo cómo puede haber hombres que actúen sin saber lo que hacen.

* Quienes son pródigos en exceso y se entregan al lujo, fácilmente se vuelven orgullosos.

* Cuando el hombre se halla cerca de la muerte, sus palabras son sinceras y veraces. (Pero no son de gran utilidad porque no las avala una conducta coherente).

* Es posible lograr que el pueblo siga al hombre bueno, pero nunca se le podrá forzar a que le comprenda. (Proverbio árabe, puedes conseguir que el camello llegue hasta el abrevadero pero nunca podrás obligarlo a que beba a la fuerza).

* Cuando uno no ha alcanzado todavía la perfección en el servicio de los hombres, ¿ cómo es posible que sea digno de servir al Cielo?

* ¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿cómo puede inquietarnos el conocer la esencia de la muerte?

* Tan malo es pasar de la medida como no alcanzarla. (Es la doctrina del justo medio, nada en demasía. No es cuánto más, mejor; sino cuánto mejor, más).

* En público, compórtate siempre como si estuvieras ante un personaje muy distinguido; cuando debas dar alguna orden al pueblo, muestra el mismo respeto y dignidad como si estuvieras ofreciendo un gran sacrificio.

* El hombre bondadoso es mesurado al hablar. El hombre noble es el que nunca siente pesar ni temor. Sólo el que cuando se examina en su interior no encuentra nada malo puede verse libre de todo pesar y de todo temor.

* Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes.

* Buscar ante todo la rectitud de nuestras palabras, y ajustar luego nuestra conducta a ellas. Obrar siempre de acuerdo con la justicia, para perfeccionarnos cada día en su realización. Las inquietudes interiores provienen de desear la vida de quienes se ama, mientras que se desea la muerte de aquellos a quienes se odia, ya que ello es como desear al mismo tiempo la vida y la muerte de alguien. El hombre prudente no pone su máxima aspiración en las riquezas.

* Reflexionar con calma antes de adoptar ninguna determinación, no cansarse nunca de obrar el bien, y tratar cada asunto según convenga.

* Lo primero que debe mirar el jefe es que su conducta sea sencilla, recta y justa en todo momento; tener siempre en cuenta los consejos de los demás hombres, ha de controlar en todo momento sus propios actos, y nunca debe mandar despóticamente.

* El medio más eficaz para combatir nuestros vicios y malas inclinaciones consiste en no combatir los vicios y malas inclinaciones de los demás antes de haber eliminado los propios.

* ¿En qué consiste la bondad? En amar a todos los hombres. ¿En qué consiste la ciencia? En conocer a los hombres. El noble no expresa nunca su parecer sobre las cosas que no comprende. Busca la máxima precisión en sus palabras; esto es lo más importante.

* Si quien gobierna no es justo, aunque ordene que se practique la justicia no será obedecido.

* Cuando el pueblo es tan numeroso, ¿qué puede hacerse en su bien? Hacerlo rico y feliz. Y cuando sea rico ¿qué más puede hacerse por él? Educarlo.

* Quien se controla a sí mismo y se rige por la justicia, no tendrá dificultad alguna para gobernar con eficacia. Al que no sabe gobernarse a sí mismo, le resultará imposible ordenar la conducta de los demás hombres.

* ¿Cuál es la esencia de un buen gobierno? No resolver los asuntos con precipitación y no buscar el propio provecho.

* El hombre vulgar es vano y orgulloso, aun cuando su posición no sea elevada. Se halla muy cerca de la perfección el hombre que es constante, paciente, humilde y mesurado en el hablar.

* Deben imponerse castigos cuando convenga. La fidelidad y la lealtad no son contrarias a una justa corrección.

· El que habla en exceso y sin cordura raras veces pone en práctica lo que dice. El hombre noble nunca teme que sus palabras superen a sus obras.

* No debe afligirnos que los hombres no nos reconozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser conocidos por los hombres.

* La prudencia aconseja no indignarse cuando los hombres nos engañan, no entristecerse cuando son infieles. El hombre prudente prevé siempre estas eventualidades.

* El que de niño no ha respetado a sus hermanos ni a sus padres, en la edad madura no ha hecho nada provechoso, y al llegar la vejez es un hombre fracasado. (En el texto dice “despreciable”, pero me parece una traducción incorrecta pues nadie puede ser nunca despreciado).

* ¿Qué es lo más importante para alcanzar una conducta correcta? Ser sincero en todo momento y mantener siempre la palabra dada. Procurar que aún el menor gesto refleje la dignidad interior, y no cometer ninguna acción para asombrar a los demás. Si obras así, tu conducta será admirada en todos los lugares, aún entre los pueblos bárbaros. Por el contrario, si no eres sincero, si faltas a tus promesas, si tus gestos no son dignos o tus acciones son deshonrosas, tu conducta será despreciada tanto en una ciudad de 10.000 familias como en un villorrio de 35 vecinos.

* El hombre que no medita y obra con precipitación, no podrá evitar grandes fracasos.

* Sed exigentes con vosotros mismos, pero condescendientes con los demás. De este modo os veréis libres de toda envidia y resentimiento.

* El hombre que no examina cada día en su interior lo que debe hacer, lo que debe imitar, lo que debe aconsejar, y lo que debe reprochar, no hará nada bueno en su vida.

* Cuando permanecen muchas personas reunidas durante todo un día, no todo lo que se comenta es justo y equitativo. Es muy frecuente que se hable de cosas vulgares y que abunden las conversaciones necias.

* El noble no da crédito a las palabras por la sola autoridad de quien las pronuncia; tampoco rechaza la verdad aunque provenga de una persona ignorante.

* La inconstancia y la impaciencia destruyen los más elevados propósitos.

* Cuando la muchedumbre desprecia a alguien, debéis examinar con objetividad su conducta antes de emitir vuestra opinión. También cuando la multitud aclama a alguien, es preciso contemplar con imparcialidad sus obras antes de aprobarlas.

* El hombre puede ensalzar las excelencias de la virtud, pero la virtud (por sí sola) no puede proporcionar prosperidad y fama al hombre. (Hay muchas personas aparentemente virtuosas pero que viven en una torre de marfil sin darse cuenta de que lo que no se comparte, se pierde. Toda virtud ha de hacer referencia a los demás, aunque vivas en el fondo de una celda).

* Sólo puede ser calificado como " vicioso " al que comete un acto deshonroso, se vanagloria de él y no se corrige.

* El noble sólo busca la verdad y no se aferra con ciega obstinación a su criterio.

* Transmitid la cultura a todo el mundo, sin distinción de razas ni de categorías. (Quien dice cultura dice sabiduría, educación, ciencia, conocimiento, técnicas. Por eso, al encontrarnos, nos “salud-damos”).

* Las palabras han de expresar con fidelidad nuestro pensamiento.

* Los ministros de un príncipe virtuoso deben evitar tres faltas: la petulancia, consistente en hablar cuando nadie les ha pedido su opinión; la timidez, que consiste en no atreverse a expresar su opinión cuando se les invita a ello; y la imprudencia, que consiste en hablar sin haber observado antes el estado de ánimo del príncipe. ( El que habla cuando no debe o lo que no debe se arriesga a escuchar lo que no quiere).

* Sólo los hombres de profunda inteligencia y los necios de mente más obtusa permanecen invariables. (No hay que vacilar en dar un cambio a nuestras vidas, por miedo a lo que puedan decir los demás).

* Si se mata una gallina, ¿para qué utilizar un cuchillo que sirve para matar bueyes? (De nuevo, la proporción, la mesura,  el equilibrio y la armonía).

* Si respetáis vuestra propia persona y a todos vuestros semejantes, nadie podrá despreciaros; si sois generosos, os ganaréis el afecto del pueblo; si sois sinceros, nadie desconfiará de vosotros; si todos vuestros actos os aproximan al bien, vuestro mérito será grande; el amor a los demás es la mejor arma para gobernar con eficacia.

* Aún las profesiones más humildes son dignas de respeto.

* Puede calificarse como " amante del estudio ” quien cada día adquiere un conocimiento nuevo, y cada mes retiene lo que ha aprendido. (Un orientalismo, “cada día” “cada mes”, no una proposición matemática).

* No os avergoncéis de preguntar para resolver vuestro dudas, y meditad las respuestas que os hayan sido dadas.

* Basta una sola palabra acertada del noble para que se le considere entendido sobre una cosa, pero también basta que cometa un solo error para que se diga que no sabe nada. Por consiguiente, el noble debe vigilar mucho sus palabras. (Cuando en estos textos se habla de “noble”, se puede aplicar a toda persona con un cargo de “responsabilidad”, y que es consecuente en su conducta)

* El buen gobernante debe ser generoso sin caer en la prodigalidad; debe cobrar los impuestos suficientes para llevar una vida digna, sin caer en la codicia; su porte debe ser digno y grave, sin dejarse llevar por una vana ostentación; debe tener autoridad, sin que su mando sea despótico; debe exigir con cautela la colaboración del pueblo en los trabajos públicos, para no suscitar su resentimiento.

* Realizar cuanto sea para el bien común, ¿no es ésta la mejor forma de generosidad? Desear únicamente las riquezas necesarias para la práctica de las virtudes propias de su dignidad, ¿puede a esto llamarse "codicia?" Si sus propiedades particulares no son demasiado grandes ni demasiado pequeñas, si se ocupa de los asuntos que no son ni muy importantes ni muy insignificantes, si se mantiene a cierta distancia de los hombres sin despreciar a nadie, ¿no es esto la dignidad exenta de orgullo? Si cuida su aspecto exterior, si es equilibrado y ecuánime en todos sus actos, el pueblo entero lo respetará sin experimentar temor, ¿no consiste en esto la autoridad libre de despotismo? Si sólo utiliza el trabajo de los súbditos para realizar lo que es razonablemente necesario, ¿quién podrá experimentar resentimiento?

* Los cuatro vicios relativos al gobierno son los siguientes: no instruir al pueblo y ocultarle la verdad, lo cual recibe el nombre de " tiranía "; exigir una conducta perfecta a todos los ciudadanos sin informarles previamente de sus obligaciones, lo que recibe el nombre de " opresión "; no tener prisa en dar las órdenes y pretender luego que se cumplan en el acto, lo que representa una grave injusticia; buscar siempre el propio provecho, lo que recibe el nombre " egoísmo ". (Son traducciones aproximadas).

 

Retazos de Ting Chang 005: La doctrina del Justo Medio, Segundo Libro Clásico de Confucio

Ting Chang y Sergei, con los acompañantes que había enviado su padre para recogerlos y que se movían en silencio incapaces de contener tanta dicha al recuperar al más querido hijo de su señor, caminaban un atardecer a orillas de un río que encontraron en su camino hacia Shangai.
Sergei, astuto como liebre de las estepas que era,  había pedido permiso al Maestro para traerse con ellos el humilde servicio para preparar el té del que se servían en las chozas. El Maestro sonrió y le dijo:
- Sergei, escucha y no seas atolondrado lo que le sucedió a tu admirado Nasrudín, el Mulá que, con sus aparentes estupideces, pone de manifiesto las que atenazan las mentes humanas.
- Cuenta, Venerable Luz de Oriente, soy todo oídos.
- ¿Qué Oriente ni qué Occidente, Sergei? No hay tales, depende de dónde te encuentres, melón, más que melón. Oriente es el Occidente de sí mismo y éste el Oriente del Occidente. Pues bien, caminaba una tarde el Mulá acompañado del  tendero más zopenco que se pueda imaginar...
- ... pero que le iba a invitar a pasteles en la Casa del té que tanto gustaban al Mulá...
- ...entonces, y no me interrumpas o te quedas sin la tetera y sin los cuencos...
- ... ¿también me pudo llevar los cuencos?... si sólo se necesita uno para el Noble Doctor...
- Una taza de té, es buena para la reflexión; dos, son buenas para un negocio o pueden mantener una amistad, y tres animan un buen ambiente. En todas esas circunstancias has de estar atento a lo que precise Ting Chang, pero sin entrometerte, demasiado. Pues bien, déjame proseguir el cuento.  Entonces, se encontraron con un derviche que quiso poner a prueba la sabiduría del Mulá e hizo un gesto con su mano señalando al Cielo. Nasrudín comprendió que con esto quería decir “Sólo existe una Verdad que todo lo cubre”, pero el hombre común que acompañaba al Mulá pensó: “Este Sufí está loco. ¿Cómo reaccionará el Mulá?” Pero éste, sin inmutarse, buscó en su inseparable hatillo y sacó una cuerda enrollada. El acompañante se regocijó pensando: “Ajajá, el Mulá se dispone a maniatarlo”. Pero el derviche Sufí se inclinó, juntando su manos ante Nasrudín, porque había entendido lo que éste quería decir: “Las gentes vulgares intentan encontrar la verdad sirviéndose de medios tan inapropiados como quien intenta subir al cielo con ayuda de una cuerda”.
- ¡Qué bueno, Maestro! Qué bueno.
- Escucha, Sergei, y permanece atento no vaya a ser que tú pretendas servirte de un servicio de té para alcanzar lo que ya llevas dentro.
Sergei recordaba todo esto mientras preparaba el té especiado  para el Noble Ting Chang, que le dijo, “Acompáñame, liebre de las estepas, no es bueno que el hombre beba solo”.
- Gracias, Noble Señor, ayer noche casi no pude dormir leyendo tus notas. Estoy deseando leer las correspondientes al Segundo Libro Clásico pues pienso que tendrán más que ver con las tareas de gobierno que te aguardan.
- No, Sergei, el buen gobierno se parece a un ama de casa que administra su hacienda y el bienestar de su familia. Todo le sirve, desde un humilde hueso para el caldo a un brocado para adornar a una novia o para enjaezar una montura. Su arte consiste en saber qué es lo que más conviene para cada situación. Un Estado, como una empresa en la que trabajan miles de personas y que afecta a la vida de muchas más, es como un villorrio de setenta habitantes. La clave para gobernar a los demás es comenzar por saber gobernarse a uno mismo. No existe ciencia más sublime ni en el Cielo ni en la Tierra. Pero toma estas notas, que no son ni un resumen ni lo mejor del Chung- Yung, que trata de la doctrina del Justo Medio. Ni siquiera es lo más importante sino aquello que, mientras lo leía después de escuchar a los tres Maestros y de ejercitarme con ellos, al otro lado del río, llamó mi atención. Recuerda que el  Chung-Yung o Doctrina del Justo Medio, trata de las reglas de conducta humana, del ejemplo de los buenos monarcas y de la justicia de los gobiernos. La verdad es que en todos ellos se recogen sentencias que podrían aparecer en cualquiera de los otros ibros. Lo mismo ocurre en todas las recopilaciones de textos en los que han intervenido los discípulos para que no se perdiera el legado, pero influidos por la “memoria reflexionada de la comunidad” que muchas veces retuerce los textos de acuerdo con sus conveniencias. Escucha, pues te los voy a leer ya que todos estos escritos antes han sido contados de viva voz y así han de escucharse, con los oídos del corazón:
* La situación en que nos hallamos cuando todavía no se han desarrollado en nuestro ánimo la alegría, el placer, la cólera o la tristeza, se denomina "centro". (Esta es doctrina común que ha presidido la reflexión del pensamiento del Imperio del Centro.  No era un centro geográfico, como pensaron los occidentales para acusarlos de megalómanos al pretender, en su opinión, ocupar el centro de la tierra. Se quedaron cortos, ellos se referían al centro como al del universo. Y tenían razón, de acuerdo con la lógica del Tao, pues por cualquier punto pasa el eje del universo, pero esto son palabras mayores que nos alejarían de nuestro cometido). En cuanto empiezan a desarrollarse tales pasiones sin sobrepasar cierto límite, nos hallamos en un estado denominado "armónico" o "equilibrado". (Nada es posible sin la participación de las pasiones y de los instintos, tan demonizados por una decadente versión ascética del cristianismo. Todo depende del justo medio, de la proporción y de la armonía.) El camino recto del universo es el centro, la armonía es su ley universal y constante.
* Cuando el centro y la armonía han alcanzado su máximo grado de perfección, la paz y el orden reinan en el cielo y en la tierra, y todos los seres alcanzan su total desarrollo. (Síntesis y clave de todo el pensamiento de Confucio).
* El hombre noble, cualesquiera que sean las circunstancias en que se encuentre, se adapta a ellas con tal de mantenerse siempre en el centro. En cuanto conseguía una nueva virtud, se apegaba a ella, la perfeccionaba en su interior y ya no la abandonaba en toda la vida.
* Mucho más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien, aunque el país se encuentre carente de leyes y sufra una deficiente administración.
* El camino recto, o norma de conducta moral, debemos buscarla en nuestro interior. No es verdadera norma de conducta la que se descubre fuera del hombre, es decir, la que no deriva directamente de la propia naturaleza humana. (Ni, por lo tanto, la pretendidamente revelada por supuestos dioses, producto de nuestra mente).
* Quien desea para los demás lo mismo que desearía para sí, y no hace a sus semejantes lo que no quisiera que le hicieran a él, éste posee la rectitud de corazón y cumple la norma de conducta moral que la propia naturaleza racional impone al hombre.
* La perseverancia en el camino recto y la práctica constante de las buenas obras, cuando han alcanzado su grado máximo de perfección, producen óptimos resultados; del mismo modo, el fiel cumplimiento del deber dará lugar a beneficios sin límite, siendo su causa unas fuerzas de naturaleza sutil e imperceptible.
* Existen cinco deberes fundamentales, comunes a todos, y tres facultades para practicarlos. Estos deberes se refieren a las cinco relaciones siguientes:
las relaciones que debe existir entre el príncipe y los súbditos,
entre el padre y sus hijos,
entre el marido y la esposa,
entre los hermanos mayores y los menores, y
entre los amigos.
El recto comportamiento en estas cinco relaciones constituye el principal deber común a todos los hombres. (La piedad familiar, clave del pensamiento chino. Hoy sonará a algunos como extravagante, y no lo es tanto. O lo es menos que algunas parodias de la relación familiar).
* Para el buen gobierno de los reinos es necesaria la observancia de nueve reglas universales: el dominio y perfeccionamiento de uno mismo, el respeto a los sabios, el amor a los familiares, la consideración hacia los ministros por ser los principales funcionarios del reino, la perfecta armonía con todos los funcionarios subalternos y con los magistrados, unas cordiales relaciones con todos los súbditos, la aceptación de los consejos y orientaciones de sabios y artistas de los que siempre debe rodearse el gobernante, la cortesía con los transeúntes y extranjeros, y el trato honroso y benigno para con los vasallos. (¿Acaso no es todo esto aplicable al gobierno de una universidad, de un Imperio, o de una empresa?)
* Si antes de ponernos a hablar determinamos y escogemos previamente las palabras, nuestra conversación no será vacilante ni ambigua. Si en todos nuestros negocios y empresas determinamos y planeamos previamente las etapas de su desarrolo, conseguiremos con facilidad el éxito. Si determinamos con la suficiente antelación nuestra norma de conducta en esta vida, en ningún momento se verá nuestro espíritu asaltado por la inquietud. Si conocemos previamente nuestros deberes, nos resultará fácil su cumplimiento. (Muchas veces, el problema para los jóvenes actuales es que no saben a qué atenerse, viven en una anomia que les desconcierta. A pesar de la sinceridad de su empeño).
* El que no es fiel y sincero con sus amigos, jamás gozará de la confianza de sus superiores.
* Cuando el hombre prudente es elevado a la dignidad de un gobierno, no se enorgullece ni envanece por ello; si su posición es humilde, no se rebela contra los ricos y poderosos. Cuando el reino es administrado con justicia y equidad, bastará su palabra para que le sea conferida la dignidad que merece; cuando el Reino sea mal gobernado, y se produzcan disturbios y sediciones, bastará su silencio para salvar su persona.
* Todos los seres participan en la vida universal, y no se perjudican unos a otros. Todas las leyes de los cuerpos celestes y las que regulan las estaciones se cumplen simultáneamente sin interferirse entre sí. Las fuerzas de la naturaleza se manifiestan tanto haciendo deslizar un débil arroyo como desplegando descomunales energías capaces de transformar a todos los seres, y en esto consiste precisamente la grandeza del cielo y de la tierra.
* El sabio pretende que sus acciones virtuosas pasen desapercibidas a los hombres, pero día por día se revelan con mayor resplandor con su conducta; por el contrario, el hombre inferior realiza con ostentación las acciones virtuosas, pero se desvanecen rápidamente. La conducta del sabio es como el agua: carece de sabor, pero a todos complace; carece de color, pero es bella y cautivadora; carece de forma, pero se adapta con sencillez y orden a las más variadas figuras.(Pensamiento taoísta básico).
* Contrólate a ti mismo hasta en tu casa; no hagas, ni aún en el lugar más secreto, nada de lo que puedas avergonzarte. (Norma certera y saludable).
* Sin ofrecer bienes materiales el sabio se gana el amor de todos; sin mostrarse cruel ni encabezado, es temido por el pueblo más que las hachas y las lanzas.
* La pompa y la ostentación sirven de muy poco para la conversión de los pueblos.
 Hasta aquí algunas briznas del pensamiento de Confucio. Mañana, más.

José Carlos Gª Fajardo, por la transcripción

Retazos de Ting Chang 004 Para el buen gobierno: Sobre la Gran Enseñanza

Durante una de las paradas para descansar que hicieron en el largo camino hacia Shangai, pues el Noble Ting Chang, había renunciado a tomar un avión para hacer más llevadera la adaptación a las nuevas circunstancias, Sergei se atrevió con una de las suyas.
- Noble Ting Chang, para mí esta experiencia a tu lado es un don caído del Cielo.
- No, Sergei, del cielo no cae más que lluvia, nieve o pedrisco. A ti te llamaba el Maestro “robador de momentos”,  en recuerdo de un inolvidable discípulo que le había acompañado durante un trecho de su camino, porque los ladrones se apoderan de lo que no es suyo y los robadores toman lo que les pertenece desde largo tiempo aún sin saberlo.
- Yo me refería al Cielo, y tú me buscas las vueltas como hacía el Maestro.
- Gracias a ese “buscarte las vueltas”, que no era si no la enseñanza paradójica para desconcertarte, en una primera etapa, y para que despertases cuando llegue tu tiempo hoy vas camino de Shangai y no echas de menos tus estepas de Mongolia. Sé que a lo que te refieres pero convendría que te olvidaras del Cielo porque ese no es camino seguro con sus pretendidos “dones”. El Cielo no da nada que ya no nos hubiera dado al nacer.
- ¿Estamos predestinados, entonces?
- No sigas por ese camino, Sergei, y pídeme por derechas lo que deseabas.
- Noble Ting Chang, si el Maestro me asignó a tu servicio para facilitar vuestra comunicación por medio de Internet, de lo que todavía no sé nada, excepto lo que tú nos has contado y que pronto aprenderé en Shangai, ¿por qué no me vas contando lo que fuiste anotando en tu cuaderno cuando regresabas del otro lado del río?
- No es mala la idea, pero no sé si entenderás bien mi escritura. Comencemos por las notas que fui tomando de los Cuatro Libros Clásicos de Confucio, y así sabremos de qué hablamos cuando nos refiramos a ellos. Después vendrán otros libros, pasajes y cuentos con los que nos espabilaba el Maestro y que, quizás un día, tú puedas compartir por Internet cuando montemos ese Blog que tanto te intriga.
- A eso me refería, Noble señor.
Pero cuida de ponderar en tu corazón cuanto escribas y jamás lo utilices para deslumbrar a nadie, como hacen los sofistas y los charlatanes que tanto abundan y que tanto confunden a personas de buena voluntad. Esto es lo que anoté de la lectura reflexiva del Primer Libro Clásico La Gran enseñanza (Ta hio). No hagas comentarios por tu cuenta, sé un honesto amanuense. Aquí van mis notas que algún día podrán servirnos para lo que hayamos de hacer y que todavía desconocemos, pero bien te vendrá asimilarlas para rumiarlas, como dicen los hebreos, hasta que formen parte de tu naturaleza:
* Es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones. (La teleología que preside el razonar de muchos pensadores sensatos, como Aristóteles.)
* En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto. (O sea, ser uno mismo, que es la auténtica perfección o acabado).
* Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser. (Es decir, su conducta adaptándola a los principios que rijan su vida).
* ¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios? (El Rabí Jesús afirma “¡No juzguéis, y  seréis juzgados!”)                                                                              * ¿No resultaría más provechoso dirigir nuestros esfuerzos a la eliminación de las inclinaciones perversas de los hombres? (Aquí se plantea un punto crucial ¿qué se entiende por perverso, malo, pecado, reino del mal etc? Quizás debamos calificar como perversión a todo cuanto se opone a la naturaleza, a la vida propia y a la de los demás... y aquí entra la influencia determinante de las culturas, que no pocas veces han inventado la “perversión” como todo lo que se oponía a los intereses de los que detentaban el poder).
* Para conseguir que nuestras intenciones sean rectas y sinceras debemos actuar de acuerdo con nuestras inclinaciones naturales. (Esta norma debería estar escrita en oro y presidir nuestras reflexiones)
* Cuando el alma se halla agitada por la cólera, carece de esta fortaleza; cuando el alma se halla cohibida por el temor, carece de esta fortaleza; cuando el alma se halla embriagada por el placer, no puede mantenerse fuerte; cuando el alma se halla abrumada por el dolor, tampoco puede alcanzar esta fortaleza. Cuando nuestro espíritu se halla turbado por cualquier motivo, miramos y no vemos, escuchamos y no oímos, comemos y no saboreamos.
* Raras veces los hombres reconocen los defectos de aquellos a quienes aman, y no acostumbran tampoco a valorar las virtudes de aquellos a quienes odian.
* Lo que desapruebes de tus superiores, no lo practiques con tus subordinados, ni lo que desapruebes de tus subordinados lo hagas con tus superiores.
* No dar importancia a lo principal, es decir, al cultivo de la inteligencia y del carácter, y buscar sólo lo accesorio, es decir, las riquezas, sólo puede dar lugar a la perversión de los sentimientos del pueblo, el cual también valorara únicamente las riquezas y se entregará sin freno al robo y al saqueo.
* Si el príncipe utiliza las rentas públicas para aumentar su riqueza personal, el pueblo imitará este ejemplo y dará rienda suelta a sus más perversas inclinaciones; si, por el contrario, el príncipe utiliza las rentas públicas para el bien del pueblo, éste se le mostrará sumiso y se mantendrá en orden. (No dice Confucio que el pueblo será feliz, sino que se mantendrá sumiso. Es un aspecto de su pensamiento).
* Si el príncipe o los magistrados promulgan leyes o decretos injustos, el pueblo no los cumplirá y se opondrá a su ejecución por medios violentos y también injustos. (Distingue bien Confucio porque no es lo mismo violento que injusto. La violencia puede ser justa cuando es necesaria: la legítima defensa, la lucha a favor de los más débiles.) Quienes adquieran riquezas por medios violentos e injustos del mismo modo las perderán por medios violentos e injustos.
* Sólo hay un medio de acrecentar las rentas públicas de un reino: que sean muchos los que produzcan y pocos los que disipen, que se trabaje mucho y que se gaste con moderación. Si todo el pueblo obra así, las ganancias serán siempre suficientes.
 
José Carlos Gª Fajardo

Retazos de Ting Chang 003: Modo de vida

Su programa abarcaba las veinticuatro horas del día. A intervalos regulares descansaban profundamente, tan sólo unos minutos pero suficientes, se bañaban y reparaban fuerzas con una dieta adecuada. Era la que seguían en el templo de Saolín los monjes guerreros cuando entraban en el gran período de las pruebas de otoño. Parecida a la de los lamas en el Potala de Lasa, aunque estos añadían la manteca rancia conservada en pellejos de yak y la tsampa a causa del intenso frío de los Himalayas. Similar a la de otros grupos de monjes Zen en las seshin de otoño que preparaban el Despertar del Buda que tuvo lugar en un 8 de diciembre. Los chamanes del Ártico hacía siglos que habían transmitido los fundamentos de estas dietas, que así pasaron como códigos secretos entre las diferentes comunidades de las gentes del Camino.
Se regían por el curso de los astros y se desenvolvían, durante el día, en las dependencias del Maestro para estudiar el I Ching (Libro de las mutaciones), el Libro de los ritos, el Libro de las Odas y los Anales de Primaveras y Otoños. A mano tenían las Analectas (Lun yu), el Justo medio (Zhong yong) y la Gran enseñanza (Ta hio).
En el Tibet, a los monjes responsables de hacer sonar las caracolas, los gongs y las maderas les llaman “los hacedores del tiempo”, porque son conscientes de que éste no existe, lo vamos haciendo. Como tampoco existe el espacio en sí sino que éste se define por sus contenidos. De los sanyasin (santos renunciantes en India) se dice que van vestidos de viento. Y de los lamas, chamanes, derviches, marabúes, curadores y abuelos indígenas en América, se dice que practican los vuelos astrales. En todas las tradiciones esotéricas es constante la experiencia del éxtasis chamánico y de la sutileza que suspende las propiedades naturales de los cuerpos sólidos. A diferencia de lo exotérico, a lo que tiene acceso el común de los mortales, lo esotérico se dice de lo que es impenetrable o de difícil acceso para la mente. Era la enseñanza que los Maestros de la Antigüedad sólo comunicaban a corto número de sus discípulos. No pertenece a la quimera, al ensueño o a la fantasía sino que se trata de la realidad más profunda, real y auténtica de los los seres humanos. Lo que ocurre es que la han olvidado y por eso existen, en todas las épocas, Maestros y comunidades capaces de ayudar a recuperar el sentido originario, el rostro perdido, la identidad primigenia.  Se trata de un quehacer que puede ser aprendido por algunas personas singularmente dotadas, y despertado en el contexto adecuado.
Como quiera que sea, el Tao te King presidía todo el aprendizaje, mientras que el maravillosos libro de Chuang Tzú, que el Maestro le había entregado como único compañero de viaje mientras acudió a la llamada de su padre en Shangai, seguía siendo la almohada sobre la que apoyaba su cabeza en los momentos de descanso. Todo era acción y todo era, a la vez, descanso. Movimiento en el ritmo. Vivían plenamente en ese lugar de encuentro entre el tiempo y la eternidad que es el ritmo que informa nuestras vidas y el aliento de todo cuanto existe. Es la frecuencia del Cosmos que, una vez captada, nos traslada a otra dimensión sin perder más que la gravedad, que se suspende en esas circunstancias. (Aunque esto no lo sabía Newton). De ahí, que sea imposible narrar cronológicamente lo sucedido durante ese período de entrenamiento del Noble Ting Chang que se inició una vez que ambos hubieron ido al encuentro del Maestro Barrendero de esmeraldas.
Pero, después del baño y antes de entregarse al profundo descanso de unos instantes inmensos en la otra dimensión, el Noble Ting Chang seguía el consejo del Maestro y tomaba unas notas que le servirían, en el futuro, para refrescar su memoria una vez inmerso en las tareas que le aguardaban. Ese era para ellos el único sentido de los Libros sagrados, de los cantos y de los cuentos. Así como de las representaciones del teatro No, del Kabuki o de los Caminos de té (chado), de la espada (kendo), del arco (kyudo), de la mano vacía (taekwondo), es decir, del Bushido, y de la fuente originaria de todos ellos, del taichí chuan. Como para los indígenas de América son los ritos ancestrales de la pipa de la paz, el baile en círculo, la cabaña que “echa humo” - por el vapor del agua sobre las piedras ardientes - o de las ceremonias iniciáticas tan similares en los cuatro puntos cardinales. Donde se experimenta la soledad, el miedo, el hambre y la sed, los demonios de los sueños y los terrores de la naturaleza dentro de un círculo trazado en el suelo.
Por la noche, tan pronto como asomaba la luna, se bañaban, reparaban sus fuerzas, y se vestían de viento con sus kimonos blancos. Entonces, cruzaban el río por la vereda de los patos y se dirigían al claro en el bosque de robles que habían hecho los monjes, pensando en un helipuerto pero actuando según lo mandado por el Cielo. Allí les esperaba el Barredor de esmeraldas, con su kimono blanco y su mirada llena de luz y de misterio pero que infundía paz y terminaba de trasladarlos a la otra dimensión.
Se saludaban en el centro del claro del bosque, iluminados tan sólo por la luna y comenzaban por las 84 formas del Taichí chuán para abrirse a las fuerzas del Cosmos. El Maestro iba explicando el significado de cada una (cola de gorrión, peinar las crines del caballo, aguja en el fondo del mar, cigüeña que despliega sus alas, pico de ánade etc.) que Ting Chang, al anochecer, recogía brevemente en su cuaderno de viaje. Pues de eso se trataba de un viaje al interior de uno mismo.

José Carlos Gª Fajardo

Retazos de Ting Chang 002: Morada del Cielo

Acomodado en la parte posterior del coche, Ting Chang recordaba su segunda llegada al monasterio y cómo se decidió que habitase en las chozas, junto al Maestro: Estaban los tres sentados en torno a la mesa de roble que les servía para las comidas en común. Habían dado cuenta de una buena cena preparada por Sergei y regada con un rico vino que había traído el Noble Ting Chang. Descansaban sentados en el suelo sobre sus cojines cuadrados y bebían el té especiado a la manera india que tanto le gustaba al Maestro cuando hizo su entrada el Abad, acompañado por los tres priores. Se postraron ante el Maestro para saludarlo pero con el rabillo del ojo los priores no perdían de vista a Ting Chang. Éste enderezó un poco más su espalda, tiró desde la coronilla de su cabeza de las siete vértebras cervicales y bajó sus rodillas para firmarlas con suave firmeza sobre la alfombra. No se levantó porque el Maestro permanecía sentado y con una mirada le había transmitido el mensaje de que los jerarcas del monasterio no venían en visita monacal. De hecho, cuando se levantaron, se volvieron hacia Ting Chang y se inclinaron con respeto:
- Maestro, - dijo el Abad con el protocolo reservado en el  ceremonial del Libro de los ritos tan venerado por Confucio -, sabemos que el Noble Ting Chang no se encuentra entre nosotros para compartir la vida del monasterio ni tampoco para buscar su lugar en el Camino, puesto que ya ha tomado una decisión y desea permanecer un tiempo a tu lado.
- Así es, Abad, - dijo el Maestro en un tono quizás demasiado bajo que obligó a los tres priores a  concentrar la atención en sus palabras y no en la imponente figura de Ting Chang que se agrandaba por momentos -.
- Por eso, desearíamos insistir en que podría habitar  en una tranquila zona del monasterio y acudir aquí para recibir tus enseñanzas. Esta comunidad jamás podrá agradecer bastante el honor que nos hace su presencia y la desbordada generosidad de su Ilustre padre.
Ting Chang inclinó su cabeza hacia el Maestro pidiéndole venia y en un tono cortés, con profundo respeto pero lleno de dignidad, se dirigió al Abad cuando éste y sus acompañantes hubieron tomado asiento sobre los cojines que les había colocado Sergei.
- Venerable Abad y estimados priores, ya conocéis cómo llegué aquí en busca del sosiego y de la paz junto al Maestro fundador de este monasterio. Buscaba la luz y esta surgió de las cenizas. Mi Venerado e Ilustre Padre me ha hecho conocer los designios del Cielo sobre mi hermano mayor y sobre mí. No puedo excusar esa voz buscándola en otro lado que en su sendero natural. Mi hermano mayor seguirá viviendo en EEUU con su esposa norteamericana y cumplirá allí la misión que le ha sido encomendada. Yo debo reconducir todo lo aprendido hasta ahora para prepararme a asumir las funciones que me esperan. Por eso, he regresado junto al Maestro para que me instruya en el arte del gobierno de acuerdo con las milenarias tradiciones de nuestros antepasados. Está pasando la noche que durante casi un siglo se cernió sobre nuestro pueblo pero éste se prepara a resurgir con toda la sabiduría que le exige asumir las responsabilidades que le aguardan, de nuevo, como Imperio del Centro. Cada uno ocupará el puesto que le pertenece desde largo tiempo, aunque todavía no lo sepa. A algunas personas les está reservada la ingente tarea de dirigir y de gobernar, de organizar y de prever. Para eso es necesario comenzar por el gobierno de uno mismo. Por eso he venido aquí. Viviremos como lo hemos hecho durante estos meses pero el Maestro ha dispuesto un programa que para nada afectará a la vida regular del monasterio. Cuando llegue el momento, partiré sabiendo en dónde encontraré siempre un lugar de retiro, de reposo y de refugio ante las tormentas que nos esperan.
- Así es, Noble Señor, y queremos testimoniaros el reconocimiento por el honor que nos hacéis y agradecer la generosidad de Vuestro Padre.
- Sí, Abad, la conozco bien. Pero le he pedido que, para compensar un poco el privilegio del que disfruta su hijo y heredero, multiplique por diez mil lo que hubiera pensado entregar a esta comunidad y que lo coloque en una cuenta especial, al más alto interés, que ya me cuidaré yo de darle un destino coherente.
El Maestro asintió con un gesto y dirigiéndose al Abad y a sus acompañantes les dijo sonriendo:
- Ya conocéis las costumbres que tenemos en estas chozas. Toda enseñanza puede contenerse en un cuento, si se sabe contar y se escucha con un corazón limpio. “Érase una vez un sacerdote que pasó frente a una casa  muy humilde en la que una madre daba de comer a sus hijitos entre canciones y bromas. Les daba la comida y también depositaba unas migas ante la imagen del Buda entre el alborozo de los cinco niños. El sacerdote se encrespó y le dijo: “¡Mujer, no seas blasfema! ¿Cómo tratas la imagen del Theratava con semejante falta de respeto? ¡No mereces tenerla aquí!” Y agarrándola con ira, se la guardó entre los pliegues de su túnica y la colocó sobre un altar en el templo que regentaba. Los niños quedaron profundamente tristes y su madre muy avergonzada. Pero esa misma noche, el Cielo se apareció en sueños al sacerdote y le increpó diciendo “!Insensato! ¡Más que insensato! ¿Por qué te metes en dónde no te llaman? Todas las tardes, antes de retirarme, me gustaba sentarme en aquella humilde casa para disfrutar enormemente con la alegría de aquellos niños y la excelsa santidad de aquella mujer a la que has humillado. Allí me sentía a gusto y no en este templo lóbrego y triste. Mañana por la mañana, encarga al monje más joven que devuelva esta imagen a aquella morada de paz.”
Todos se pusieron de pie, se inclinaron ante el Anciano y se retiraron en silencio. Así comenzó la preparación de Ting Chang en el noble arte de gobernar.

José Carlos Gª Fajardo

Retazos de Ting Chang 001: La partida hacia Shangai

Pasado el tiempo oportuno para que el Noble Ting Chang se iniciase en el camino del recto gobierno, partió para Shangai sin volver la mirada atrás. Tampoco permanecieron en la puerta del monasterio ni el Maestro, ni el Venerable Tenno ni, por supuesto, Sergei... puesto que éste ya estaba sentado junto al conductor del coche que había de llevar al doctor amigo a la nueva etapa de su destino. Sí lo hicieron el Abad y los Priores que no cesaban de agradecer las prodigalidades del patriarca Chang que se había retirado a Pekin para no influir con su presencia en la administración del imperio financiero de Oriente, que había confiado a su hijo Ting, ya que el primogénito, Shao, dirigía el de Occidente radicado en Nueva York.
A quien sí agradeció Ting Chang la sonrisa y su mirada cómplice fue al Barrendero de esmeraldas que parecía sostenido por la escoba de brezo con la que peinaba el césped para liberarlo de las hojas caídas durante la noche. Al igual que Sistino, el inolvidable jardinero de Taroudant y que Ahmed, que practicaba ese camino en Asilah, el Venerable Barrendero nunca volvía atrás para recoger las hojas que se posaban sobre el sendero ya barrido. Puesto que no apreciaba más las esmeraldas que los demás guijarros del camino, aprovechó cuando el coche pasó por su lado y alargó su mano con la esmeralda que le había confiado el viejo prior. Ambos sonrieron y se inclinaron con un leve gesto de cabeza que expresaba el Namosté de la antigua India.
Sergei permanecía con los ojos como platos atento a cuanto pasaba pues era consciente de la responsabilidad que el Maestro había echado sobre sus hombros, a petición del Noble médico.
Nuestro Maestro y Tenno se sentaron junto al río para disfrutar de las carpas doradas que lo remontaban para cumplir su cometido. Esta noche ninguno de los cuatro había dormido para velar las armas junto al nuevo guerrero. Sergei tampoco, porque no cabía en sí de gozo ante el mundo que se abría ante los ojos de la pobre Liebre de las estepas que había llegado hacía unos años desde Mongolia y se había quedado con el Maestro. Ahora se sentía investido de una misión tan importante que ni se había acordado de ir a despedirse de la viuda de Nanking. “El mundo está lleno de viudas y de sus hijas, sobre todo en Shangai”, se decía el muy necio... cuando, antes del amanecer, el Maestro ya estaba en la puerta de su choza animándolo a acompañarles en la serena meditación de la mañana.
Así fue como comenzó el camino del Noble Ting Chang para asumir sus responsabilidades de gobierno, a pesar de que lo alejaban de semejante manera de su sueño de atender a los más necesitados enfermos en el hospital que había construido su padre. Ya no se lamentaba, no valía la pena. Los caminos del Cielo existen para adaptarnos a ellos y tratar de ser consecuentes.
Para Sergei se iniciaba una etapa que ni en sus más fantásticos sueños hubiera podido nunca imaginar. Se acordó de sus padres y de sus hermanos, allá en la gurka mongola y dejó que una lágrima resbalase por su mejilla mientras preparaba el último té especiado que el Noble Ting Chang y él tomarían junto al Maestro.
Éste, antes de saborear el té servido por el Maestro Tenno, le contó a Sergei una historia para el camino.
José Carlos Gª Fajardo

Retazos de la Luna Azul 070: Una piedra en el camino

Mientras el Noble doctor se había acercado con el Maestro Tenno a reparar algo en el otro lado del río, en donde practicaban durante la noche, llegó el Barrendero de Esmeraldas para traerle unas setas al Maestro. Sergei lo atendió con esmero y lo acomodó mientras preparaba el té ya que el Maestro estaba terminando de transcribir las enseñanzas de Confucio que cada día explicaba a Ting Chang.
- ¡No te molestes, joven Sergei! No quisiera molestar al Maestro pero sé que le gustan mucho este tipo de setas.
-  Te ruega que lo esperes, Luz Escondida, pues no quisiera dejar sin concluir el capítulo de hoy. Pero ya viene a tomar el té contgo, Venerable Señor.
- No me llames así, yo no soy más que el barrendero de los monjes. Si me descubrieran, adiós tranquilidad y sosiego.
- Si no es mucha la descortesía me gustaría preguntarte por qué te llama nuestro Maestro "Barrendero de Esmeraldas".
- Son bromas suyas que no tienen mayor importancia, - respondió sonriendo -.
En ese momento, llegó el Maestro que saludó con gran respeto y contento a su huésped y ambos se sentaron para saborear el rico té especiado.
- Sergei, no se trata de una broma. Yo te voy a contar la historia. Hace ya muchos años, nuestro huésped era instructor de artes marciales en el Ejército Rojo de Mao hasta que, un amanecer, vio el universo en una gota de lluvia que se posó en el filo de su espada. Se retiró al templo de Saolín y buscó completar su despertar compartiendo con los monjes el dominio de sus técnicas. Pero, un día, salió a barrer en la entrada del templo y con la escoba apartó una piedra verde de inmensa belleza. El prior del monasterio le increpó diciendo “¿No te das cuenta de que se trata de una piedra preciosa de valor inmenso?” El barrendero alzó los hombros, no respondió nada y siguió barriendo. Pero el prior le metió la piedra en el bolsillo para que no olvidase que la contemplación no está reñida con el conocimiento del valor de las cosas.
- Maestro, perdona mi ignorancia, - apuntó Sergei apoyando las palmas de sus manos en el suelo en señal de respeto ante los dos Maestros que bebían su té -, pero en el plano en el que se movía el Barrendero, ¿qué signifcaba valor y que importaba si lo confundían con precio?
- Así es, pero los priores y aún los Abades, a veces, son algo extravagantes. El caso es que, cuando nuestro amigo caminaba hacia un retiro en la montaña, llegó un aldeano corriendo hasta él y le dijo muy excitado “¡La joya! Dame la joya que llevas” “¿Pero qué joya me estás pidiendo, buen hombre?” “Es que durante la noche he tenido un sueño y un espíritu bueno me dijo: Vete al camino y encontrarás a un monje caminando que te entregará una piedra preciosa” “¡Ah! Le respondió el barrendero del monasterio. ¿Te refieres a esta piedra verde? Pues tómala si te apetece” Y sin más, continuó su camino.
- ¿Entonces?, - abrió los ojos la Liebre de las estepas.
- Entonces, el aldeano se la llevó a su casa y se pasó la noche sin poder dormir, contemplando aquella esmeralda y planeando todo lo que podría hacer con el dinero que le darían por ella.
- La codicia.
- No, la ignorancia, Sergei. El caso es que pasó así una semana sin poder dormir y decidió liberarse de esa losa corriendo a caballo detrás del monje para devolvérsela.
- Mal negocio hizo.
- No te adelantes, Sergei. No te adelantes. Cuando alcanzó a nuestro amigo le devolvió la esmeralda y se postró a sus pies diciendo: “¡Dame la sabiduría que te permite desprenderte con tanta sencillez de semejante riqueza!”
- ¡Guau! ¿Y qué fue del aldeano?
- Eso, otro día, Sergei, otro día te lo contará el Barrendero si tiene ganas. Ahora vamos a saborear el té y déjanos un rato en paz.

José Carlos Gª Fajardo

Nota.- Aquí termina la serie publicables de los Retazos de la Luna azul. Hay otros más que se refieren a la enseñanza que reibió el Noble Ting Chang, al otro lado del río... pera esta sólo le intdresaba a él.

 

Retazos de la Luna Azul 069: Saber escuchar

- Maestro, - le preguntó Sergei mientras paseaban hasta el estanque de las carpas -, ¿por qué el Cielo no habrá dispuesto que todos los seres hablásemos la misma lengua?
- ¿A qué viene eso ahora, liebre demoledora?
- Pues a que gran parte de los problemas del mundo surgen del hecho de que no nos entendemos. Muchas veces queremos decir lo mismo, pero con otras palabras. Si se uniformasen, todo sería mejor.
- ¿Estás seguro, Sergei? ¿No conoces lo que ocurrió cuando un mono sacó un pez del agua y lo colocó sobre un árbol?
- Me imagino que se asfixiaría con tanto aire.
- Así es, "asfixiarse por exceso de aire", vas bien. Pero cuando preguntaron al mono que por qué lo hacía, éste respondió “¡Pues para salvarlo de morir ahogado!”
- ¡Mira qué listo!
- Eso es lo que sucedería si a todos nos "uniformasen",como tú sugieres, olvidando que la misma luz que permite ver al águila desde las alturas ciega al búho y le obliga a ocultarse hasta la noche.
- ¿Entonces, Maestro?
- Que cada uno trate de ser consciente de lo que dice cuando dice lo que dice. Y que, de lo que no se sabe hablar, lo mejor es callar.
-¡Ludwig von Wittgenstein!
- ¡El TAO!, liebre entrometida, el tao.
 
José Carlos Gª Fajardo

Nota.- Con el número 70 concluirá la serie de cuentos orientales Retazos de La Luna Azul. Me pregunto si convendría aprovechar mi estancia aquí, en Asilah, para comenzar una tercera serie. ¿Alguien tiene alguna sugerencia?... ¿Hay alguien ahí? Yo puedo comenzarla, pero me pregunto si valdrá la pena colgarla como post en este Blog. Como sabéis los 101 Retazos de Sergei y los 70 Retazos de la Luna azul se encuentran en mi web www.garciafajardo.org. Los escrbía cada mañana porque un tal Sergei me pedía que lo hiciese, él los leía y los comentaba. Uno, en definitiva, siempre escribe para alguien, lo demás es autismo.

Retazos de la Luna Azul 068: Una sonora carcajada

(Bloggers: He estado unos días deconectado, ojalá hubiera sido con la mente y no sólo por culpa de mi impericia con el blustooth. Desde esta casa junto al mar, continuaremos. He leido todos los post. Los respeto. Como administrador de este blog, dueño en nuestro argot, nunca he borrado ninguno a no ser que ofendiera a otra persona. Sólo ocurrió una vez y lo seguiré haciendo con quine no respete las reglas de este juego. Saludos. Nesemu)

La vida transcurría plácida pero intensamente para todos. Durante el día, el Barrendero de Esmeraldas hacía su labor en el monasterio, cuidaba la limpieza del claustro y atendía a las necesidades del jardín que en esa época del año no eran muchas, más allá de recoger las hojas caídas de los árboles y amontonarlas para preparar el mantillo. Vivía envuelto en una sinfonía de colores amarillos y tostados, de apagados verdes y de oros viejos. Por donde él pasaba permanecía un suave rumor de regreso al origen.
El Maestro Tenno dedicaba gran parte de su tiempo a pintar sobre sedas, como si tuviera la responsabilidad de inmortalizar las fases de un tiempo que no existía más que en la mente de los hombres.
El Noble Ting Chan pasaba muchas horas con el Maestro ejercitándose en el arte de conocerse a sí mismo para poder dirigir a los hombres. Todo en las cabañas estaba impregnado por el orden sutil y profundo de la sabiduría de Confucio. Pero durante las noches, la vida más intensa y armoniosa se desplegaba al otro lado del río.
Sergei andaba muy ocupado pero algo triste porque intuía que no participaba de algo grandioso que se le escapaba, a pesar de las continuas atenciones que todos le prodigaban.
- Maestro – le dijo un día mientras le preparaba el té como a él le gustaba -, ¿qué será de nosotros mañana?
- El mañana no existe, Sergei. Es sólo una hipótesis. Igual que el ayer sólo es memoria. Lo que cuenta es el instante presente.
- Sí, Maestro, pero vosotros cuatro parece que vivís mil vidas a la vez. Todo está lleno de energía y es como si hasta las plantas participaran de vuestra danza.
- Tú lo has dicho. Esa es la imagen de la que se sirven los sabios hindúes para describir la relación del Creador con su Creación: Él es el bailarín y la Creación es su danza. No se confunden pero no se puede concebir el uno sin la otra.
- ¿Qué hacer?
- Se trata de pensar menos, de reflexionar menos y de hablar menos para poder contemplar el pájaro, una piedra, la hoja marchita. Mirar, escuchar, oler, tocar y saborear la experiencia sin darle más vueltas.
- Siento como si me ocultarais algo.
- Un discípulo se quejaba a su Maestro de lo mismo que tú. “Me ocultas el último secreto del Zen”, le decía. Un día, el Maestro se lo llevó con él de paseo por el monte. El discípulo iba feliz. De repente, oyeron cantar a un pájaro. “¿Has oído el canto de ese pájaro?”, le preguntó el Maestro. “Sí”, respondió el discípulo. “Ya ves que no te he estado ocultando nada”.
- Pero yo he oído cantar a miles de pájaros, Maestro, y nunca me ha pasado nada.
- Porque siempre esperas algo. Cuando mires un árbol o el fluir del agua o una hoja seca sobre el suelo, y veas un milagro, entonces habrás visto un árbol, el agua y un milagro de la naturaleza.
- Sí, como tú dices, Maestro, “e pois, mais nada”.
Y el Maestro se rió con una sonora carcajada que se extendió por el valle, ascendió a los montes y se hizo cielo.

José Carlos Gª Fajardo

Retazos de la Luna azul 067: Un santo mendigo

Mientras Ting Chang ayudaba a Sergei a calentar el agua que llevaban en un termo para preparar el té al otro lado del río, se acercó el Maestro acompañado de Tenno que salía del baño y Sergei les dijo:
- Venerables y Nobles señores, ¿por qué no aprovechamos, mientras se deshacen el cardamomo, la canela, el clavo, algo de pimienta y un toque de jengibre, para que el Maestro nos cuente lo que le aconteció al Maestro indio Narada?
- "Aconteció", qué sentencioso estás, Sergei, pero mientras añades una pizca de miel, porque esta noche se anuncia fría, te lo contaré. ¡Aquí viene el Barredor de Esmeraldas! Ya estamos todos.
- ¡Animo, Maestro!
- Resulta que el sabio indio Narada se dirigía al templo de Vishnú en la montaña y se le hizo de noche en el camino. Lo acogieron con gran respeto un matrimonio muy humilde, pero sin hijos. Al despedirse por la mañana y recibir las bendiciones del sabio Narada, le dijeron con ilusión "Señor, no tenemos hijos, pídele al gran Vishnú que nos conceda alguno para consuelo de nuestra vejez". "Así lo haré", les respondió Narada. En efecto, fue lo primero que le pidió a Vishnú para premiar a aquel matrimonio tan amable con él. Vishnú le respondió con ese aire taciturno que solía tener por plenilunio "!No está en los designios del Cielo que esa pareja tenga descendencia! Está en su karma, es su destino". Y, sin más, se envolvió en su túnica y se subió al pedestal.
- Maestro, no te cae muy bien Vishnú, claro que si fuera Shiva...
- Déjame terminar, melón. Pasados unos años, Narada acertó a pasar de nuevo por aquel camino y vio a unos hermosos niños jugando en un jardín que habían construido delante de la casa. El matrimonio salió a saludarlo y Narada les preguntó "¿De quién son esos niños?" "Son nuestros, Señor. Hace cinco años, después de que pasaras tú, llegó un santo mendigo y lo acogimos lo mejor que pudimos. Antes de partir nos bendijo y sin atrevernos a pedirle nada, al cabo de su tiempo, el Señor nos bendijo con estos hijos".
- Vaya con el mendigo, exclamó Sergei.
- Sergei, no seas bruto, se trataba de un santo de los que en India vagan por los caminos. El caso es que cuando Narada estuvo en la presencia de Vishnú le espetó casi antes de postrarse ante él "¿No me habías dicho que el destino de aquel matrimonio era no tener hijos, de acuerdo con su karma? ¡Ahora resulta que tienen dos!" "Mira, Narada, toma asiento y sosiégate. Esto debe haber sido cosa de un santo que pasó por allí. A diferencia de los sabios, los santos pueden cambiar el destino de las gentes.

José Carlos Gª Fajardo

Retazos de la Luna Azul 066: El Camino del arco

(Es más fácil denostar, cuando  no se comprende que colgar un post interesante.  Nadie está obligado, abstenerse  indocumentados)

La vida proseguía su ritmo en las chozas durante el día. El Maestro había suspendido las charlas a la comunidad de monjes en el monasterio y se entregaba de lleno a preparar al Noble Ting Chang en el Arte de la Estrategia. Nadie les interrumpía durante las charlas y sólo el Maestro Tenno les acompañaba, pues también él las necesitaba para el buen gobierno de su monasterio. Esta fue la causa por la que nuestro Maestro le hizo llegar el aviso de lo que iba a llevar a cabo en las chozas con el Noble Ting Chang.
El Barrendero de Esmeraldas se ocupaba de todo lo relativo a las armas y al buen estado en el claro del bosque del que habían hecho un auténtico dojo bajo la luna. El Maestro Tenno se encargaba del kyudo y del kendo, o caminos del arco y de la espada, artes en las que había sobresalido pues pudo recibir las enseñanzas del mismísimo Herrigel.
- Maestro, - le dijo un día Sergei, así, como de pasada –¿Quién fue Herrigel?
- Eugen Herrigel fue un Maestro alemán que, junto con su esposa, habían ido a Japón para perfeccionarse. Él, en el camino del arco, y ella, en el de la ibetana, o arreglo floral. Ambos habían alcanzado la iluminación y regresaron a su vida universitaria en la universidad de Erlangen,  de la que Herrigel llegaría a ser Rector.
- ¿Había ido para perfeccionar el tiro con arco?
- No. Había ido para dar clases en la universidad Imperial pero lo que le movía era el íntimo deseo de profundizar en el budismo Zen. El descubrimiento del Arte de la arquería fue una auténtica casualidad que le ayudó en su camino hacia la iluminación pues, en ese arte, no precisaba conocer la lengua japonesa sino poseer el estado de ánimo que los maestros exigían a cualquier discípulo aventajado.
- ¿Por qué no se quedaron en Japón?
- Porque comprendieron que su testimonio en Occidente sería crucial para el mutuo enriquecimiento de Oriente y Occidente. Hasta entonces, el Zen había sido enseñado en Europa y en América por el Maestro Suzuki, pero éste era japonés mientras que Herrigel fue uno de los primeros occidentales en ser reconocido como Maestro Zen. Alcanzado el despertar Zen, fue muy famoso su libro "El Zen en el arte del tiro con arco". La traducción al chino la había realizado el Maestro Tenno del original alemán.
- ¡Y parecía tan humilde y discreto!
- Lo es, pero tú sólo te quedas en las apariencias, como algunos bloggers errrnates y erráticos, no discretos. Además, tiene un profundo sentido del humor. Ya lo irás conociendo si eres discreto y no metes las narices en donde no te llamen. Lo que sucede al otro lado del río no te concierne.
- ¡Oído y copiado, Maestro!
- Cuenta Herrigel que, ya siendo estudiante, había sentido atracción por el misticismo pero que no encontró apoyo en el ambiente universitario alemán de la época. Cuando, poco después de haber comenzado su actividad como profesor de la Universidad de Heidelberg, recibió la invitación para enseñar historia de la filosofía en la Universidad Imperial de Tohoku Sendaï, en el Japón, aceptó con entusiasmo y durante seis años se empleó en el estudio del Zen por medio de la práctica del tiro con arco y de la meditación profunda.
- ¿Por eso os aplicáis tan profundamente al tiro con arco y al arte de la espada?
- Sobre todo, al Taichí que es la madre de todas las artes. El Taichí nos da la forma en el vacío, nos revela el poder del espacio en movimiento, nos hace sentirnos otros con todo cuanto existe.
- ¿Hasta con el enemigo?
- No existen enemigos, sino adversarios que hay que reconducir a su verdadera naturaleza. Así, si en el Taichí descubrimos que somos instrumentos de una fuerza inmensa, podremos aplicarla a la espada, al arco, al bastón o al despliegue de la mano desnuda en el judo o en el taekwondo.
- ¿Por qué no les gusta que les llamen artes marciales?
- Porque no lo son aunque los caballeros samuráis las hayan aplicado al arte de la guerra. Mientras que en Occidente han hecho muchos destrozos al convertirlas en disciplinas deportivas con el nefasto objetivo de vencer y derrotar al contrario.
- Entonces, ¿no se trata de vencer?
- Nunca, Sergei. El Bushido es el arte de detener la flecha en el aire, para no tener que responder al contrario. Para detener su ira, su cólera y su agresión. Al final, todo se resuelve en una danza.
- Hoy nos hemos quedado sin cuento, Maestro.
- ¿Tú crees? Recuérdame mañana que te cuente lo que le sucedió al Maestro indio Narada, porque no debemos hacer esperar a nuestros huéspedes.

 José Carlos Gª Fajardo

Retazos de la Luna Azul 065: Por delante de los caballos

El Maestro entró a tiempo de oír las últimas palabras de Sergei al Maestro Tenno y el discípulo se puso colorado por la ligereza de sus expresiones.
- No te preocupes, Sergei. Mientras llegan los demás para tomar la polenta, escucha lo que el admirado Maestro árabe Jalal Ud Din Rumí contaba cuando alguno de sus ayudantes se mostraba demasiado exigente con los recién llegados.
- Cuenta, Maestro, porque tengo proyectado ir a Persia para visitar los lugares en donde vivieron esos santos hombres que predicaron un Islam abierto y humano.
- Y con mucho humor y ternura. Pero, escucha. Dicen que un día estaba el profeta Mahoma predicando en la mezquita de Medina a jóvenes nuevos en la fe y de los que se ocupaba en la oración de la mañana. Resulta que, cuando llegó al pasaje de Libro Sagrado de los Judíos, - porque en el Islam todavía no estaba escrito el Corán -, en el que el Faraón, lleno de soberbia exclama: " !Escucha, yo soy tu verdadero y único Dios¡", un joven que se encontraba sentado al fondo de la mezquita de palmeras exclamó lleno de ira: "¿Será fantasma el muy hijo de puta ese?"
- ¡Qué bueno! Ese los tenía bien puestos, Maestro.
- ¡Sergei!
- Maestro, las cosas por su nombre. Mira, Luz de todos los otoños, con ese joven árabe me entendería yo bien.
- ¡No lo dudo! ¡Y con el lucero del alba! Pero escucha lo que sigue, que todavía es mejor. Resulta que el Profeta no dijo nada y continuó con su prédica. Al terminar las oraciones, los ayudantes del Profeta abroncaron al joven árabe por haber usado un lenguaje tan procaz. Mahoma, ¡cuyo Nombre Alá bendiga!, se acercó al muchacho que estaba colorado como un pimiento y le dijo: "El arcángel Gabriel acaba de traerme los saludos de Alá y me pide, de parte del Altísimo, que te haga saber que tu sincera expresión Le ha conmovido más que las piadosas plegarias de otros muchos. Que continúes así y transformaremos el mundo, pues tú has echado el corazón por delante de los caballos".
- Sería a "los pies de los caballos", - metió la pata, una vez más, Sergei.
- No te pases de listo, Sergei. Cuándo mis hijos comenzaron a montar a caballo tenían un profesor que les decía "Al llegar al obstáculo, ¡echad los huevos por encima y seguís vosotros detrás!"
- ¡Caramba con el educador! Y cuando tenían que saltar tus hijas, Maestro, ¿qué les decía?
- Mira que eres brujo, Sergei. Pues les decía lo que el Profeta Mahoma "Echad vuestro corazón por delante de vuestros caballos." ¿Lo has cogido ahora o necesitas más detalles, liebre calenturienta?
- Maestro, nunca me habías dicho que hayas tenido hijos. ¡Esta sí que es buena!
- ¡Tú sí que estás bueno! Mira cómo te has librado de preparar la polenta. ¡Vas a fregar cacharros durante tres lunas!

José Carlos Gª Fajardo

Retazos de la Luna Azul 064: Dientes de león

Una tarde en la que el Maestro Tenno había terminado su baño antes que los demás, se acercó a Sergei y le entregó un buen manojo de hojas de dientes de león para su conejo. Sergei se maravilló y le dijo agradecido:
- Y pensar, Maestro Tenno, que en el monasterio piensan que estoy algo loco por tener a un conejo como mascota. Me dicen que esto “son apegos”.
- Déjalos que hablen, - le respondió con una amplia sonrisa-. Cuando yo era joven padecía una fuerte neurosis y mis familiares, profesores y hasta educadores en mi monasterio no hacían más que decirme “¡Cambia! ¡Tienes que cambiar! ¡Eso no son más que manías y falta de voluntad!” Sufrí mucho hasta que un día encontré a nuestro Maestro que, cuando le expuse mi sufrimiento por ser neurótico, me dijo con esa sonrisa que todos conocemos “¡No cambies! Sigue siendo tal como eres. En realidad, importa poco el color de tus ojos o el tamaño de tus pies. Te queremos así como eres y no podemos dejar de quererte”. Aquellas palabras fueron como una música celestial en mi corazón. ¡Me quería así como era!
- ¿Y después, Maestro Tenno?
- Después de producirse el despertar, comprobé que ¡seguía siendo neurótico, pero ya no sufría! Así actúa el Cielo con sus hijos. No somos amados por lo que valemos o por lo que hacemos o por lo que tenemos, sino por lo que somos.
- Pues tengo yo un cierto problema con una viuda de Nanking que vive en el pueblo y que me recuerda a una historia de una tigresa que nos contó el Maestro.
- No sigas por ese camino, Sergei, que la voluntad influye en el juicio.
- Estábamos hablando de mascotas que se alimentan con dientes de león que, para quienes cultivan jardines, constituyen una plaga y para mí y para mi mascota, son una fuente inagotable.
- De eso, podemos hablar otro día.
- ¿Y de la viuda?
- Sergei, no hagas un problema de lo que no son más que fluidos.
- ¡Jobár, Maestro! Puestos así...

 José Carlos Gª Fajardo

 

Retazos de la Luna Azul 063: Cátedra del gato

Aquellos momentos, al final del día, en que el Maestro se sentaba en la baranda mientras Ting Chang, Tenno y el Barrendero de Esmeraldas tomaban un baño, antes de la cena, eran deliciosos para Sergei. Le gustaba ayudar al Maestro colocándole un barreño con agua caliente y sal para después darle un poco de masaje en los brazos y en la espalda. El Maestro seguía atravesando a nado el río cada tarde y se envolvía en la túnica negra que Sergei le tendía después de ayudarlo a secarse. Los demás ya sólo utilizaban las blancas para las prácticas que tenían lugar al otro lado del río durante la larga noche.
- Maestro, ¿por qué es tan necesario seguir los Ritos y conservar las costumbres de los antepasados? Al parecer, estás trabajando mucho en ese Tratado de Confucio para preparar al Noble Ting Chang.
- ¿Y tú cómo lo sabes?
- Bueno, he visto al Noble médico que coloca ese Tratado bajo su cabeza, como almohada.
- ¡Menos mal que los otros tres libros sagrados los lleva en el corazón! Pero, escucha, liebre curiosa, lo que sucedió en un ashram de India con un gurú que le tenía manía a los gatos porque distraían a los discípulos durante el culto.
- Si hubieran tenido otra mascota como nosotros no les habría sucedido eso.
- Pues bien, el gurú ordenó que ataran al gato durante los oficios religiosos de la tarde. Así se hizo y cuando el gurú ya había muerto, seguían atando al gato precisamente para la oración de la tarde. Y cuando el gato murió, compraron otro gato para poder atarlo en el templo del ashram durante las plegarias vespertinas.
- ¡No me lo puedo creer!
- ¿Ah, no? Pues has de saber, liebre de las estepas, que muchos siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron sesudos tratados sobre la importancia trascendental del gato para llevar a cabo un culto como es debido. Vuelve a por otra, Sergei. Así sucede en la mayoría de las religiones establecidas, por no decir en todas.

 

José Carlos Gª Fajardo

 

Retazos de la Luna Azul 062: Celebraciones

Estaban preparando la cena para los cuatro y el Maestro le dijo a Sergei que esa noche les acompañaría el Maestro Barredor de Esmeraldas. El discípulo, lleno de entusiasmo por poder ver al Barredor de cerca, le dijo: - ¿Me voy zumbando a pedir unos platos nuevos al Ecónomo del Monasterio!" - ¿Por qué?, - le respondió con suavidad el Maestro. - Es que hoy es día de fiesta. Desde que ese santo barrendero llegó al Monasterio es como si todo se hubiera transformado. - Recuerda, Sergei, que era analfabeto y que no querían admitirlo porque no podría estudiar las Escrituras. Por su insistencia, le dieron una escoba para barrer los claustros. - ¡Pero es que se trataba de un auténtico Maestro y ahora ya todos los sabemos! - ¿Cambia algo esto? - Bueno, Luz de Otoño, tú mismo me dices que hay que saber celebrar los acontecimientos como si fueran únicos en nuestras vidas. - Exacto, liebre de las estepas. Pero lo que tú consideras acontecimientos me recuerda que, en octubre de 1917, cuando estaba en su apogeo la Revolución Rusa y el mundo entero iba a sufrir una enorme convulsión, el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa estuvo varios días reunido para discutir si el sobrepelliz que se utilizaba en las funciones litúrgicas debería de seguir siendo blanco o convendría que fuera de otro color. Unos decían que negro para los funerales, otros que rojo para conmemorar a un mártir, otros que azul para las festividades de la Virgen y aún algunos sostenían que convendría cambiar el color blanco tradicional por el morado para las festividades de la Semana Santa. - ¿No tenían otra cosa mejor que hacer en esos momentos que cambiaron la historia? - Al parecer, no. Anda y coloca nuestros cuencos de barro para la polenta.
 

José Carlos Gª Fajardo
 

Retazos de la Luna Azul 061: Libro blanco

- Maestro, - le dijo un día Sergei mientras preparaban la polenta que solían cenar-, ¿por qué en todos los monasterios hay grandes y cuidadas bibliotecas y en estas chozas en donde vivimos no hay más que tres o cuatro libros?
- Porque la sabiduría hay que imprimirla en el corazón de los discípulos y no en las páginas de un libro. El Maestro Zen Mun-nan, llegada la hora, ya sabía quién había de ser sucesor. Por eso, llamó a su discípulo Shoju y le mostró un libro bellamente encuadernado diciéndole: "Aquí tienes el libro que ha pasado de Maestro en Maestro durante siete generaciones. Cada uno hemos ido añadiendo algunas observaciones que te pueden ser de utilidad. Además de recibir el cuenco, el manto y el bastón, conserva este libro como señal de que has recibido la auténtica transmisión". A lo que Shoju respondió, "Maestro tú me transmitiste el Zen "de corazón a corazón" I shin den shin, de acuerdo con la tradición, ¿para qué necesitaría yo un libro por mucha sabiduría que encierre?" "Ya lo sé", le respondió Mu-nan, pero este libro ha servido a siete generaciones y tú, cuando llegue el momento, has de transmitirlo a tu sucesor. Por lo tanto, cójelo y consérvalo". Los dos estaban charlando junto al fuego, entonces, Shoju agarró el libro y lo arrojó a las llamas que lo devoraron por completo. El anciano Mu-nan le dijo "¿Qué tontería estás haciendo Shoju?" "¿Qué tontería estás diciendo, Mu-nan?" Y ambos se echaron a reír cuando comprobaron que las llamas mostraban unas hojas en blanco ardiendo.
 

José Carlos Gª Fajardo

 

Retazos de la Luna Azul 060: Mapas para el Camino

El Maestro Tenno había alcanzado la plenitud en el tiro con arco, el noble kyudo, mientras que el Barredor de Esmeraldas había alcanzado la iluminación como Maestro indiscutible de Taichí, en plena Revolución cultural china. Había servido en el Ejército y sobresalió en todas las artes del Bushido, o Camino de detener la flecha en el aire, que encierra todos los caminos que en Occidente llaman impropiamente artes marciales.
- ¿Por qué sucedió así, Maestro?
- Por el afán reduccionista de las gentes. Cuando el Budismo llegó aquí a China se encontró con la sabiduría del Tao muy extendida mientras que el pensamiento de Confucio servía para formar a las personas para convivir en sociedad, y a los funcionarios para desempeñar sus cometidos mientras que los dirigentes deberían educar su espíritu y sus formas en el noble arte de dirigir, o Arte de la Estrategia.
- ¡Qué bueno!
- Pero Confucio no fue escuchado y hasta fue calumniado y, durante trece años, tuvo que vagar por diferentes cortes de reyes para intentar que sus príncipes aceptaran educarse en la sabiduría que reflejaban los Libros Sagrados de la antigüedad y que el mismo Confucio había recopilado con sus discípulos. No logró nada y tuvieron que pasar siglos hasta que la Corte de Pekín aceptara sus enseñanzas pero ¡convirtiéndolas en religión de Estado!
- ¡Siempre igual! ¡Qué manía!
- Así es, por eso el Maestro Barrendero de Esmeraldas abandonó su puesto de instructor en el Ejército y se retiró al monasterio de los monjes Saolín, en donde había tenido lugar, hace dos mil años, la feliz integración del Taoísmo y del Budismo dando lugar al Chang.
- Que tanto había de asombrar a los monjes japoneses que vinieron a practicar con los maestros chinos, desde el patriarca Bodidarma, dando lugar a las dos más célebres escuelas del Zen – comentó Ting Chang.
- Maestro, ¿por qué no se unifican todos los conocimientos y experiencias para que así podamos seguir el verdadero camino? – preguntó Sergei.
- El verdadero camino es el de cada uno. No existen dos iguales. Escucha lo que le sucedió a un explorador que se fue a recorrer la Amazonía. Cuando regresó a su pueblo y contó lo que había visto, le pidieron que se lo pusiera por escrito. Él arguyó que eso era imposible pues así no tendrían la experiencia personal. De nada valieron sus objeciones de que era imposible conocer la sensación de contemplar las flores al amanecer y de las puestas de sol y el canto de los pájaros de hermosos colores. Las gentes insistieron tanto que el explorador les dibujó un mapa muy completo para que no se extraviasen en el camino.
- ¿Le hicieron caso?
- Nada de eso. Hicieron una copia para cada vecino. Se aprendieron de memoria los meandros y las veredas, los saltos de agua y dónde estaban las más hermosas colinas. Pero nadie se puso en camino. Al contrario, enmarcaron el mapa original y lo colocaron en una urna de plata en el más espléndido salón del a
Ayuntamiento. Lo contemplaban con veneración.
- ¿Y el explorador?
- Toda su vida lamentó haberles dibujado ese mapa. Las gentes se contentaron, como tantos hombres religiosos, leyendo sus Escrituras.
- ¿Qué hubiera hecho el Buda?
- Ni escribió nada ni hizo mapa alguno. Se cuidó mucho de no hablar jamás de Dios en sus charlas.
 

José Carlos Gª Fajardo

 

 

Retazos de la Luna Azul 059: Un buen vino

Como durante la hora de la cena, el Maestro y Ting Chang desaparecían, prepararon una comida con las viandas que el Abad se había apresurado a enviarles advertido de la llegada de tan Noble Maestro. El Noble Ting Chang pidió permiso al Maestro para abrir una de las botellas de vino que había traído y que lucía una ilustrada etiqueta.
- Sergei, -  dijo el Maestro -, ¿qué te parece si, en lugar de descorcharla, nos contentásemos con leer esa etiqueta en la que nos cuenta las excelencias de este vino?
- ¡Ni locos! Mejor saboreemos ese rico vino. ¿Quién puede contentarse con leer el Menú de un restaurante para sentirse satisfecho, como me dijiste un día?
- Pues eso, liebre mongola, pues eso. No se trata de subir a la montaña ni de descender de ella, de entrar en el mar o de regresar a la orilla sino de saber actuar con arreglo a la naturaleza de las cosas.
- Es lo que yo digo, Maestro.
- Ya, pero darías un brazo por ser sonámbulo.
Los demás se rieron mientras Sergei insistía.
- Aunque sólo fuera para mirar, Nobles Señores. Ya me parecía a mí que el Maestro Tenno no había llegado aquí por casualidad ni para aprender a colocar los chanclos y el paraguas.
- No se trata de que él lo aprenda sino de que tú despiertes, dijeron entre risas que confundían al rapaz.
- Eso quisiera yo, Maestro, pero me parece que el té que me ofreces en la noche está algo bautizado; de lo contrario, no me explico como se me caen los párpados a pesar de mis esfuerzos.
- Escucha, liebre de las estepas, lo que sucedió al Buda al final de sus días del Buda. Tiene que ver con las etiquetas.
- Cuenta, Luz de la noche.
- Ya estaba el Buda dispuesto para su viaje final y quería transmitir el manto, el cuenco y el bastón a quien hubiera de sucederle al frente de la shanga, o comunidad. Entonces, les mostró una flor a sus discípulos y permaneció en silencio. Después de un rato, comprendiendo los más avispados que se trataba de una prueba, formularon, uno después de otro, las más diversas interpretaciones filosóficas, otros crearon poemas, alguno ideó una parábola. Pero el Bienaventurado Theratava, el Buda Sakyamuni, Sidharta en su plenitud, se dio cuenta de que no hacían más que fabricar etiquetas y se perdían la esencia. Hasta que su querido Mahakashyap miró la flor y sonrió, sin decir nada. Sólo él la había visto.
- La moraleja, Maestro, es que es preferible embriagarse, - soltó Sergei mientras vertía el oloroso vino.
- ¡Tampoco es eso, Sergei, tampoco es eso! Pero es mejor que quedarse descifrando etiquetas.
 

José Carlos Gª Fajardo