Retazos de la Luna Azul 064: Dientes de león
Una tarde en la que el Maestro Tenno había terminado su baño antes que los demás, se acercó a Sergei y le entregó un buen manojo de hojas de dientes de león para su conejo. Sergei se maravilló y le dijo agradecido:
- Y pensar, Maestro Tenno, que en el monasterio piensan que estoy algo loco por tener a un conejo como mascota. Me dicen que esto “son apegos”.
- Déjalos que hablen, - le respondió con una amplia sonrisa-. Cuando yo era joven padecía una fuerte neurosis y mis familiares, profesores y hasta educadores en mi monasterio no hacían más que decirme “¡Cambia! ¡Tienes que cambiar! ¡Eso no son más que manías y falta de voluntad!” Sufrí mucho hasta que un día encontré a nuestro Maestro que, cuando le expuse mi sufrimiento por ser neurótico, me dijo con esa sonrisa que todos conocemos “¡No cambies! Sigue siendo tal como eres. En realidad, importa poco el color de tus ojos o el tamaño de tus pies. Te queremos así como eres y no podemos dejar de quererte”. Aquellas palabras fueron como una música celestial en mi corazón. ¡Me quería así como era!
- ¿Y después, Maestro Tenno?
- Después de producirse el despertar, comprobé que ¡seguía siendo neurótico, pero ya no sufría! Así actúa el Cielo con sus hijos. No somos amados por lo que valemos o por lo que hacemos o por lo que tenemos, sino por lo que somos.
- Pues tengo yo un cierto problema con una viuda de Nanking que vive en el pueblo y que me recuerda a una historia de una tigresa que nos contó el Maestro.
- No sigas por ese camino, Sergei, que la voluntad influye en el juicio.
- Estábamos hablando de mascotas que se alimentan con dientes de león que, para quienes cultivan jardines, constituyen una plaga y para mí y para mi mascota, son una fuente inagotable.
- De eso, podemos hablar otro día.
- ¿Y de la viuda?
- Sergei, no hagas un problema de lo que no son más que fluidos.
- ¡Jobár, Maestro! Puestos así...
José Carlos Gª Fajardo
3 comentarios
Pernando -
Charles Michaelson -
Sergei -
Pero es difícil.