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J. C. García Fajardo

Retazos de Ting Chang 005: La doctrina del Justo Medio, Segundo Libro Clásico de Confucio

Ting Chang y Sergei, con los acompañantes que había enviado su padre para recogerlos y que se movían en silencio incapaces de contener tanta dicha al recuperar al más querido hijo de su señor, caminaban un atardecer a orillas de un río que encontraron en su camino hacia Shangai.
Sergei, astuto como liebre de las estepas que era,  había pedido permiso al Maestro para traerse con ellos el humilde servicio para preparar el té del que se servían en las chozas. El Maestro sonrió y le dijo:
- Sergei, escucha y no seas atolondrado lo que le sucedió a tu admirado Nasrudín, el Mulá que, con sus aparentes estupideces, pone de manifiesto las que atenazan las mentes humanas.
- Cuenta, Venerable Luz de Oriente, soy todo oídos.
- ¿Qué Oriente ni qué Occidente, Sergei? No hay tales, depende de dónde te encuentres, melón, más que melón. Oriente es el Occidente de sí mismo y éste el Oriente del Occidente. Pues bien, caminaba una tarde el Mulá acompañado del  tendero más zopenco que se pueda imaginar...
- ... pero que le iba a invitar a pasteles en la Casa del té que tanto gustaban al Mulá...
- ...entonces, y no me interrumpas o te quedas sin la tetera y sin los cuencos...
- ... ¿también me pudo llevar los cuencos?... si sólo se necesita uno para el Noble Doctor...
- Una taza de té, es buena para la reflexión; dos, son buenas para un negocio o pueden mantener una amistad, y tres animan un buen ambiente. En todas esas circunstancias has de estar atento a lo que precise Ting Chang, pero sin entrometerte, demasiado. Pues bien, déjame proseguir el cuento.  Entonces, se encontraron con un derviche que quiso poner a prueba la sabiduría del Mulá e hizo un gesto con su mano señalando al Cielo. Nasrudín comprendió que con esto quería decir “Sólo existe una Verdad que todo lo cubre”, pero el hombre común que acompañaba al Mulá pensó: “Este Sufí está loco. ¿Cómo reaccionará el Mulá?” Pero éste, sin inmutarse, buscó en su inseparable hatillo y sacó una cuerda enrollada. El acompañante se regocijó pensando: “Ajajá, el Mulá se dispone a maniatarlo”. Pero el derviche Sufí se inclinó, juntando su manos ante Nasrudín, porque había entendido lo que éste quería decir: “Las gentes vulgares intentan encontrar la verdad sirviéndose de medios tan inapropiados como quien intenta subir al cielo con ayuda de una cuerda”.
- ¡Qué bueno, Maestro! Qué bueno.
- Escucha, Sergei, y permanece atento no vaya a ser que tú pretendas servirte de un servicio de té para alcanzar lo que ya llevas dentro.
Sergei recordaba todo esto mientras preparaba el té especiado  para el Noble Ting Chang, que le dijo, “Acompáñame, liebre de las estepas, no es bueno que el hombre beba solo”.
- Gracias, Noble Señor, ayer noche casi no pude dormir leyendo tus notas. Estoy deseando leer las correspondientes al Segundo Libro Clásico pues pienso que tendrán más que ver con las tareas de gobierno que te aguardan.
- No, Sergei, el buen gobierno se parece a un ama de casa que administra su hacienda y el bienestar de su familia. Todo le sirve, desde un humilde hueso para el caldo a un brocado para adornar a una novia o para enjaezar una montura. Su arte consiste en saber qué es lo que más conviene para cada situación. Un Estado, como una empresa en la que trabajan miles de personas y que afecta a la vida de muchas más, es como un villorrio de setenta habitantes. La clave para gobernar a los demás es comenzar por saber gobernarse a uno mismo. No existe ciencia más sublime ni en el Cielo ni en la Tierra. Pero toma estas notas, que no son ni un resumen ni lo mejor del Chung- Yung, que trata de la doctrina del Justo Medio. Ni siquiera es lo más importante sino aquello que, mientras lo leía después de escuchar a los tres Maestros y de ejercitarme con ellos, al otro lado del río, llamó mi atención. Recuerda que el  Chung-Yung o Doctrina del Justo Medio, trata de las reglas de conducta humana, del ejemplo de los buenos monarcas y de la justicia de los gobiernos. La verdad es que en todos ellos se recogen sentencias que podrían aparecer en cualquiera de los otros ibros. Lo mismo ocurre en todas las recopilaciones de textos en los que han intervenido los discípulos para que no se perdiera el legado, pero influidos por la “memoria reflexionada de la comunidad” que muchas veces retuerce los textos de acuerdo con sus conveniencias. Escucha, pues te los voy a leer ya que todos estos escritos antes han sido contados de viva voz y así han de escucharse, con los oídos del corazón:
* La situación en que nos hallamos cuando todavía no se han desarrollado en nuestro ánimo la alegría, el placer, la cólera o la tristeza, se denomina "centro". (Esta es doctrina común que ha presidido la reflexión del pensamiento del Imperio del Centro.  No era un centro geográfico, como pensaron los occidentales para acusarlos de megalómanos al pretender, en su opinión, ocupar el centro de la tierra. Se quedaron cortos, ellos se referían al centro como al del universo. Y tenían razón, de acuerdo con la lógica del Tao, pues por cualquier punto pasa el eje del universo, pero esto son palabras mayores que nos alejarían de nuestro cometido). En cuanto empiezan a desarrollarse tales pasiones sin sobrepasar cierto límite, nos hallamos en un estado denominado "armónico" o "equilibrado". (Nada es posible sin la participación de las pasiones y de los instintos, tan demonizados por una decadente versión ascética del cristianismo. Todo depende del justo medio, de la proporción y de la armonía.) El camino recto del universo es el centro, la armonía es su ley universal y constante.
* Cuando el centro y la armonía han alcanzado su máximo grado de perfección, la paz y el orden reinan en el cielo y en la tierra, y todos los seres alcanzan su total desarrollo. (Síntesis y clave de todo el pensamiento de Confucio).
* El hombre noble, cualesquiera que sean las circunstancias en que se encuentre, se adapta a ellas con tal de mantenerse siempre en el centro. En cuanto conseguía una nueva virtud, se apegaba a ella, la perfeccionaba en su interior y ya no la abandonaba en toda la vida.
* Mucho más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien, aunque el país se encuentre carente de leyes y sufra una deficiente administración.
* El camino recto, o norma de conducta moral, debemos buscarla en nuestro interior. No es verdadera norma de conducta la que se descubre fuera del hombre, es decir, la que no deriva directamente de la propia naturaleza humana. (Ni, por lo tanto, la pretendidamente revelada por supuestos dioses, producto de nuestra mente).
* Quien desea para los demás lo mismo que desearía para sí, y no hace a sus semejantes lo que no quisiera que le hicieran a él, éste posee la rectitud de corazón y cumple la norma de conducta moral que la propia naturaleza racional impone al hombre.
* La perseverancia en el camino recto y la práctica constante de las buenas obras, cuando han alcanzado su grado máximo de perfección, producen óptimos resultados; del mismo modo, el fiel cumplimiento del deber dará lugar a beneficios sin límite, siendo su causa unas fuerzas de naturaleza sutil e imperceptible.
* Existen cinco deberes fundamentales, comunes a todos, y tres facultades para practicarlos. Estos deberes se refieren a las cinco relaciones siguientes:
las relaciones que debe existir entre el príncipe y los súbditos,
entre el padre y sus hijos,
entre el marido y la esposa,
entre los hermanos mayores y los menores, y
entre los amigos.
El recto comportamiento en estas cinco relaciones constituye el principal deber común a todos los hombres. (La piedad familiar, clave del pensamiento chino. Hoy sonará a algunos como extravagante, y no lo es tanto. O lo es menos que algunas parodias de la relación familiar).
* Para el buen gobierno de los reinos es necesaria la observancia de nueve reglas universales: el dominio y perfeccionamiento de uno mismo, el respeto a los sabios, el amor a los familiares, la consideración hacia los ministros por ser los principales funcionarios del reino, la perfecta armonía con todos los funcionarios subalternos y con los magistrados, unas cordiales relaciones con todos los súbditos, la aceptación de los consejos y orientaciones de sabios y artistas de los que siempre debe rodearse el gobernante, la cortesía con los transeúntes y extranjeros, y el trato honroso y benigno para con los vasallos. (¿Acaso no es todo esto aplicable al gobierno de una universidad, de un Imperio, o de una empresa?)
* Si antes de ponernos a hablar determinamos y escogemos previamente las palabras, nuestra conversación no será vacilante ni ambigua. Si en todos nuestros negocios y empresas determinamos y planeamos previamente las etapas de su desarrolo, conseguiremos con facilidad el éxito. Si determinamos con la suficiente antelación nuestra norma de conducta en esta vida, en ningún momento se verá nuestro espíritu asaltado por la inquietud. Si conocemos previamente nuestros deberes, nos resultará fácil su cumplimiento. (Muchas veces, el problema para los jóvenes actuales es que no saben a qué atenerse, viven en una anomia que les desconcierta. A pesar de la sinceridad de su empeño).
* El que no es fiel y sincero con sus amigos, jamás gozará de la confianza de sus superiores.
* Cuando el hombre prudente es elevado a la dignidad de un gobierno, no se enorgullece ni envanece por ello; si su posición es humilde, no se rebela contra los ricos y poderosos. Cuando el reino es administrado con justicia y equidad, bastará su palabra para que le sea conferida la dignidad que merece; cuando el Reino sea mal gobernado, y se produzcan disturbios y sediciones, bastará su silencio para salvar su persona.
* Todos los seres participan en la vida universal, y no se perjudican unos a otros. Todas las leyes de los cuerpos celestes y las que regulan las estaciones se cumplen simultáneamente sin interferirse entre sí. Las fuerzas de la naturaleza se manifiestan tanto haciendo deslizar un débil arroyo como desplegando descomunales energías capaces de transformar a todos los seres, y en esto consiste precisamente la grandeza del cielo y de la tierra.
* El sabio pretende que sus acciones virtuosas pasen desapercibidas a los hombres, pero día por día se revelan con mayor resplandor con su conducta; por el contrario, el hombre inferior realiza con ostentación las acciones virtuosas, pero se desvanecen rápidamente. La conducta del sabio es como el agua: carece de sabor, pero a todos complace; carece de color, pero es bella y cautivadora; carece de forma, pero se adapta con sencillez y orden a las más variadas figuras.(Pensamiento taoísta básico).
* Contrólate a ti mismo hasta en tu casa; no hagas, ni aún en el lugar más secreto, nada de lo que puedas avergonzarte. (Norma certera y saludable).
* Sin ofrecer bienes materiales el sabio se gana el amor de todos; sin mostrarse cruel ni encabezado, es temido por el pueblo más que las hachas y las lanzas.
* La pompa y la ostentación sirven de muy poco para la conversión de los pueblos.
 Hasta aquí algunas briznas del pensamiento de Confucio. Mañana, más.

José Carlos Gª Fajardo, por la transcripción

2 comentarios

Santiago -

Hola, quisiera saber cómo o dónde conseguir un texto en el que se desarrollen a fondo los cinco deberes fundamentales y las tres facultades.

Gracias!

Anónimo -

chinga tu madre