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J. C. García Fajardo

Coltan, dinero sucio de sangre

Lecturas  interesantes

 

“Coltan”, de Alberto Vázquez Figueroa, Ediciones B, 2008.

Tema ardiente es el del coltan, mineral estratégico e imprescindible en la industria aeroespacial, armas inteligentes, telefonía móvil y digital. La “desgracia” del Congo es poseer el 80% de las reservas mundiales. Por eso, y por sus reservas de diamantes, de oro, de petróleo y de maderas nunca ha podido estar en paz porque no les conviene a los grandes intereses financieros. Ellos han animado las guerras desde sus estados vecinos. Antes, padeció la terrible colonización de Bélgica después de que el aventurero Stanley la hubiera conquistado a sangre y fuego. Levantaron a los katangueños para mantener a la provincia más rica en reservas minerales fuera del Estado del Congo recién creado. Asesinaron, con ayuda de la CIA, a Patricio Lumumba porque se oponía a que los antiguos colonizadores continuasen esquilmando el país por medio de testaferros. Millones de muertos, desaparecidos, violaciones, secuestros y hambrunas cuesta ese mineral estratégico. Y Vázquez Figueroa coge el toro por los cuernos desde la primera página de esta novela trepidante. Con las nuevas técnicas novelísticas, capítulos de dos o tres páginas, acción y relatos yuxtapuestos arranca con esta carta impresionante dirigida al Consejo de Administración de una Compañía, que no es otra que la siniestra Halliburton comandada por el vicepresidente de EEUU Cheney y la familia Bush:

“A la vista de que el Gobierno de EE.UU. piensa retirarse de Irak dejando tras de sí un rastro de muerte y destrucción que ha arrasado el país, hemos decidido que la empresa culpable de tan cruel y nefasto desastre –de la que ustedes son los principales dirigentes y accionistas- reintegre los beneficios que ha obtenido de una bárbara e injustificada agresión.

Nos consta que no es posible resucitar a los muertos, pero sí lo es reparar los daños causados, y por ello exigimos que devuelvan dichos beneficios, que hemos calculado en  cien mil millones de dólares.

De no aceptar nuestra justa demanda, cada dos semanas uno de ustedes será ejecutado; no importa lo que aleguen en su defensa, dónde se oculten o cómo intenten protegerse.

La mejor prueba de que hablamos en serio reside en el hecho de que el cadáver del único miembro del Consejo de Administración que falta a la cita, Richard Marzan, se encuentra en el interior de una de las tinajas del jardín de su casa, a orillas del río.

Si deciden colaborar les enviaremos una lista de los hospitales, escuelas, edificios, puentes y carreteras que deberán construir inmediatamente.

De nos ser así, antes de que finalice el verano tan sólo dos de ustedes habrán sobrevivido, pero por muy poco tiempo. El dinero sucio de la sangre, con sangre se limpia”.


Y lo firman como “Harum Al Rashid”, el más célebre, poderoso y culto Califa de Bagdad que en el año 800 deslumbraba a Carlomagno.

José Carlos Gª Fajardo

 

1 comentario

pau -

La historia del Congo es terrible, pero no menos que la mayoría de las antiguas colonias europeas de África.
Francia y Bélgica fueron sus "propietarios", y el antiguo Congo belga era en exclusiva del rey Leopoldo, un carnicero medio nazi como buena parte de la población de su país.
Curiosamente la actual guerra se desarrolla alrededor de las minas de coltán, no obstante esas siguen trabajando a pleno rendimiento y los poblados que las rodean no son molestados.
La minas son explotadas por empresas ruandesas y los rebeldes son, precisamente ruandeses y congoleños de una étnia muy despreciada y antigua aliada de los mismos.
Para nosotros la guerra parece como un intento de apropiárselas y no es así.
La guerra es el final de la lucha entre Bélgica y Francia por un lado, y los EEUU por otro, para apropiarse su comercialización, que no propiedad.
Así mismo la guerra sería imposible si franceses y belgas no hubiesen entrenado y encendido a los interahamwe para librarse de los tutsis, gobernantes cuidadosos de su independencia con respecto a sus antiguos colonialistas.
Fue Mitterrand quien, personalmente, como casi todo lo que hacía, diseñó dicha política y matanza.
Los rebeldes -tanto tutsis como hutus- invaden el territorio congoleño a la caza y eliminación de los restos del interahamwe, que merodea en la selva y ataca las aldeas ruandesas sanguinariamente.
Los antiguos componentes hutus del ejército ruandés, mal que bien, vuelven a estar integrados en su sociedad, gracias a un admirable y difícil equilibrio; algo de lo que nosotros, excelsos miembros de la cultura occidental, seríamos incapaces de hacer en tan poco tiempo y con tanta sangre por medio.
Un saludo.