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J. C. García Fajardo

Europa desorientada

Hace un año, los ciudadanos franceses echaron a pique el Tratado por el que se creaba una Constitución europea, y pocos días más tarde les seguían los holandeses. Los Veinticinco se dieron unos meses de "pausa de reflexión", pero poco se ha reflexionado durante todo este tiempo. El Parlamento Europeo ha dado algunas puntadas y la Comisión de Durão Barroso otras, aunque para alejarse de todo federalismo y acercarse a la visión anglosajona.
La verdad es que nadie sabe muy bien qué hacer. La primera discusión debería tener lugar en el Consejo Europeo del mes que viene. Para prepararla, los ministros de Asuntos Exteriores se reunieron este fin de semana en Klosterneuburg, una abadía cercana a Viena, sin ideas novedosas, salvo darse un año más de reflexión y buenas palabras. La propia Angela Merkel, que al llegar a la Cancillería alemana se mostró ansiosa de recuperar el Tratado durante su presidencia comunitaria, en el primer semestre de 2007, ha desistido del empeño, pues antes tienen que celebrarse, esa primavera, las elecciones presidenciales y legislativas en Francia.
Puede que, en realidad, los franceses no quisiesen votar en contra de Europa, pero el caso es que lo hicieron. Y aunque más de la mitad de los Estados que representan una mayoría de la población de la UE hayan ratificado el Tratado (sólo España lo ha hecho por referéndum), las imposibles reglas del juego en una Unión de 25 son las que son y exigen la unanimidad. Tampoco hay que engañarse. Detrás del no francés se agazapan los Gobiernos británico, sueco, danés o polaco, que se han comprometido a celebrar referendos que tienen pocas posibilidades de triunfar.
Ahora bien, la UE no se puede quedar parada. Con las instituciones del Tratado de Niza en vigor, resultará crecientemente ingobernable a 25 o 27. Si entran Bulgaria y Rumania (en enero próximo o un año después), Niza prevé que la Comisión deje de contar con un miembro por país, pero la cifra tendrá que rebajarse "por unanimidad". La reforma institucional no puede esperar. Si no se puede salvar la Constitución, no hay porqué excluir la posibilidad de un nuevo Tratado que se limite a unas reformas institucionales que permitan la gobernabilidad de una Unión con 27 o más miembros y, a la vez, como propone la Comisión Europea, centre los esfuerzos de la UE en las preocupaciones concretas de los ciudadanos, desde la inmigración a la economía.
Es necesario un debate a fondo sobre futuras ampliaciones y los límites geográficos de Europa. La UE anda desorientada. Tiene que recobrar un rumbo para saber qué quiere ser, con quién y cómo
. La "Agenda de los Ciudadanos" que propone la Comisión empieza con una frase bien cierta: "En un mundo globalizado, la Unión Europea nunca ha sido tan necesaria y, sin embargo, tan cuestionada". Ésa es la paradoja europea.
(Edit. El País)

6 comentarios

Zola -

El problema de la Unión Europea es que se trata de un proceso en continua evolución. Nunca ha sido un proceso cerrado, se han ido incorporando diferentes valores y objetivos europeos. La CECA y el EURATOM nacieron, como reconciliación entre el eje franco-alemán, para asegurar las materias primas necesarias ante una posible III Guerra Mundial. De ahí pasamos a la unión económica que llegó a su punto más algido en Maastrich, con la unión monetaria de fondo. Una vez alcanzado esto, se trató de crear conciencia alrededor del concepto "ciudadanía europea" y en un primer momento, Amsterdam en el 97 y el posterior Tratado de Niza, pareció lograrse. Una ciudadanía europea para los 15 estados que conformaban entonces la UE era algo factible porque los miembros tenían un alto nivel económico, social, cultural y democrático.
El problema, para mí, vino con la precipitada ampliación de 2004. Los nuevos miembros no habían participado en la creación de una ciudadanía europea y la esencia de la UE cambió por completo. Cada vez más países y cada vez nos conocemos menos. Un número mayor de culturas y una integración cada vez más complicada en los valores de ciudadanía europea. La constitución elaborada para una europa de 15 ya no servía para los 25 que somos actualmente.
El otro problema es la falta de un organismo de comunicación e información para crear "conciencia europea". Hubiera sido muy útil a la hora de informar sobre los pros y los contras de la Constitución, así todos la hubiésemos conocido sin necesidad de leerla entera. La información es esencial para promover la integración entorno a la ciudadanía europea y posibilitar la integración en una unión real, en una Europa fuerte. Como dije anteriormente, no se puede permitir que seamos cada vez más y nos conozcamos cada vez menos. La información es esencial para la cohesión.

Bealma -

Estoy de acuerdo con Senovilla. Creo que hay muchas diferencias, pero sobre todo muchos intereses de por medio. Quizás el problema no sea unificar con la Constitucion Europea, sino pluralizar las mentes de los individuos políticos. En lugar de hacerlo de fuera hacia dentro, tendría que ser de dentro hacia fuera... no se si me explico... en lugar de que el civismo se convierta en un "no me conviene" que el "no me conviene" pase a convertirse en civismo, porque en el fondo la Constitución Europea debería de estar basada en el civismo de cooperación politica, social y economica, y ayuda al desarrollo (y no solo en Europa).

enovilla -

La situación en Europa es muy compleja partiendo de las diferencias de cada país, unos son monarquías otros no, unos tienen unas formas de vida y tradiciones determinadas y eso entre los países chocan, unido a la diferente forma de pensar de la gente, lo bueno en España no tiene porque serlo en Bélgica.
Creo que Europa aún está demasiado verde para plantearse retos tan complejos pues es evidente que el objetivo de la unión es meramente económico, dudosamente político y de manera nula administrativo.

Nacho M. -

Creo que no me has entendido porque yo sí que estoy de acuerdo contigo, Jarkoe. Pues claro que la democracia tiene que ser lo más directa posible, claro que el Parlamento ha de ser una representación de la ciudadanía. Pero existe un límite, al que yo me refiero, que es lo que me impide a mí, y a casi todo el mundo que no se dedique a ello, tomar una decisión, por ejemplo, sobre la subida o la bajada del Impuesto de Sociedades, sobre reformas en el código penal, diseñar un plan África, o sobre la destinación de un porcentaje determinado de fondos públicos a fomentar el cultivo del limón, porque no hemos estudiado para ello, y no es tarea fácil.
Es obvio que cada uno puede tener sus opiniones sobre las cosas, de hecho somos muy dados a tomar decisiones sobre asuntos que desconocemos, pero realmente son los profesionales que ejecutan las acciones. Claro que el pueblo tiene la batuta, son los ciudadanos los que realmente tiene el poder, ya que elijen que corrientes políticas prefieren, seleccionan a los que creen más capaces y pueden manifestarse, tanto en la calle como en los medios, sobre asuntos desatendidos, recordando a los representantes profesonales en qué se están desviando, consiguiendo así que, en mayor o menor medida, no exista corrupción política por medio de oligarquías, aunque sea dificil. Esa es la democracia, y es por eso que los referendums que, aunque necesarios, muchas veces caen en la injusticia. ¿Acaso se leyó todo el mundo el tratado para una Constitución Europea? No creo que ni el 5% lo hiciera, y mucho menos enterarse del trasfondo y las pequeñeces que, muchas veces son lo más importante.
Espero esta vez haberme explicado mejor porque uno no es escritor, pero creo que estamos de acuerdo en esto.
Un saludo!

Jarkoe -

No creo, Nacho, que sea realmente democracia eso de lo que tú hablas, o si lo fuese sería tan indirecta que la esencia se perdería, sería sólo atrezzo. De hecho, si el referéndum no hubiera sido vinculante, ¿cuál sería la mejor decisión? ¿ignorar el resultado? Es un absurdo, y no sería más que una forma de abuso de poder, como la que tanto abrazó el PP durante la anterior legislatura (por ejemplo). Los gobiernos representan a una mayoría de la población, pero no a toda, y el apoyo suele ser general, pero no contínuo (no es una masa de militantes idiotas, y pueden desmarcarse respecto a determinados temas). Por eso lo mejor es, en mi opinión, una democracia cuanto más directa, mejor, porque es mucho más representativa, más democracia, independientemente de la posibilidad de orientación y manipulación, que también está en torno a las elecciones, es inevitable. En cuanto al asunto territorial en este país, si bien creo que es una pérdida de tiempo, insignificante, y desvía la atención de los verdaderos problemas (vivienda, trabajo... lo de siempre), lo cierto es que, por eso mismo, debe ser aclarado ya, porque es importante cierta estabilidad. Pero, sin duda, me preocupa más este destino de la Europa de los pueblos, que puede no ser más que la Europa de los desacuerdos, y mucho menos la Europa de la regresión impuesta, si tomamos como referente atropellos como el que, aunque a parte, pretende la directiva Bolkestein de la CEE. Por eso estoy de acuerdo con la necesidad de un profundo debate, que resulte efectivo, claro, en torno a esa paradoja europea que tanto daño puede hacer.

Nacho M. -

En primer lugar, decir que para mi los referendums resultan excelentes encuestas si se proponen y se ejecutan bien, pero suelo poner en duda sus resultados cuando son vinculantes. La democracia no consiste en que el pueblo decida las cuestiones, sino que elija al que cree más idóneo para discernirlas. Y aun así, tiene muchos fallos, como por ejemplo el uso de la demagogia y el partidismo, o las prácticas populistas, pero de lo que por ahora conocemos es, con diferencia, lo menos malo. Por esto pongo en duda los resultados de los referendums, porque si el día 12 de Marzo de 2004 se vota en un referendum si a los terroristas se les aplica la pena de muerte o no, podría salir una falsa mayoría, aprovechándose de los sentimientos de la gente.
Pese a que no me valgan los resultados que negaron la proposición de la Constitución Europea, entre otras cosas porque casi nadie se había leído su contenido, creo que hay que poner algunas cosas en orden en la Unión Europea antes de abordar este gran proyecto en el que ya estamos embarcados. Algunas cosas como que no se pueda dar un proceso de integración a la vez que se quieren derivar territorios, como Montenegro, ya independiente, o en el caso español País Vasco, Cataluña, y quien sabe si Galicia o Andalucía. La cuestión es que, creo, hay que decidir que queremos ser: Estado centralista, Estado autonómico, Estado Federal Simétrico, o Confederal Asimétrico, y, después, abordar la gran integración con Europa, aplicándo este ejemplo a todos los lugares de la Unión. Una Europa unida, fuerte y equilibrada puede ser un proyecto esperanzador para hacer de este un lugar de mayor justicia y bienestar, y luchar por ella fuera de nuestras fronteras. Muy buena editorial.
Un saludo!