Blogia
J. C. García Fajardo

Nesemu: El templo y la Corte

El Maestro Chan Huang Nieh, al entrar en el templo de un monasterio, se arrodilló con respeto ante la estatua del Buda y quemó incienso. En ese momento, el joven Emperador de la dinastía Tang, llamado Hsuan Tsung, que residía allí temporalmente como novicio, se escandalizó por la conducta del Maestro Chan y le dijo, no sin cierta altivez:
- Para alguien que busca la Verdad no es necesario adorar a Buda, hacerse monje ni adherirse a ninguna enseñanza. Dime, Maestro, ¿por qué veneras una estatua?
- Puesto que no necesito ni adorar a Buda, ni hacerme monje, ni adherirme a ninguna enseñanza, lo hago porque quiero. Podría hacer cualquier otra cosa y también así me libraría a mí mismo.
Tras reflexionar un buen rato, el joven novicio y Emperador preguntó:
- Maestro, ¿para qué sirve practicar las formas de culto?
Huang Nieh le dio un soberano bofetón, como respuesta.
- ¡Pero qué brutalidad! ¿Cómo te atreves a golpearme? – gritó encolerizado el joven Emperador - ¿No sabes quién soy? ¿Qué grosería?
- ¿Cómo? ¿Todavía te atreves a discutir, en este templo, quién es grosero y quién no lo es? – replicó el Maestro, ante toda la comunidad atónita que comprendió la confusión de Hsuan Tsung.
El Maestro se volvió a inclinar ante la estatua del Buda, ante el joven Emperador y ante el resto de la comunidad, comenzando por el hermano cocinero a quién besó los pies, para vergüenza del Emperador y novicio.
Todos habían comprendido, de repente, la tradición del budismo taoísta expresado en el chan, que advierte “Quienes pronuncian el nombre de Buda tiene que enjuagarse la boca durante tres días”. Porque no es posible comprender la Verdad dependiendo de los demás, ni siquiera del Buda. Por eso celebraban en cada monasterio la ceremonia ritual de “quemar al Buda”, para abrasar el error de ignorar que el Buda y cada ser son una misma cosa, pero no para profanar el nombre del Buda.
Por medio de la bofetada al joven novicio, el Maestro destruyó su concepto de “emperador” y “súbdito”, mostrando que el templo era el templo y no la corte imperial.
Hsuan Tsung es recordado en los Anales del Imperio como un gran Emperador, justo y misericordioso.

José Carlos Gª Fajardo

2 comentarios

Elena Martín -

"No podemos comprender la Verdad dependiendo de los demás..." Supongo que cada persona, como ser individual, posee una percepción diferente de lo que es la Verdad, por lo que aún no logro entender por qué el individuo no puede o no quiere comprender las creencias o ideas del contrario. Lo frustrante es que esto es un hecho pasado, presente... y futuro.

Rôvënty -

Este cuento me recuerda a mi último post acerca de la idolatría del Papa que quizá se malinterpretó. Lejos de mí estaba la idea de adoctrinar a nadie, pues no soy capaz ni de guiar mi propia vida muchas veces.
Pero sí creo que este lugar de encuentro nos puede ayudar a destruir concpetos como el de "emperador" y "súdito", pues de alguna manera son una misma cosa.