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J. C. García Fajardo

Erradiquemos la pobreza

Aprovechemos la crisis para transformar el sistema

Cuando cerca de mil millones de seres humanos viven debajo del umbral de la pobreza, cuando cada día decenas de millares de personas mueren de hambre, cuando desaparecen etnias, modos de vida, culturas, poniendo el patrimonio de la humanidad en peligro, cuando el clima se deteriora no podemos resignarnos a hablar sólo de  cómo atajar la crisis financiera.

Nuestro mundo requiere alternativas, no basta con las regulaciones. No es lógico rehabilitar un sistema sino tratamos de transformarlo. Para comprender el alcance de este deber moral tenemos que ponernos en la perspectiva  de las víctimas. Esto nos permite constatar que las crisis, financiera, alimentaria, energética, hídrica, climática, social, tienen una causa común, el agotamiento de un modelo económico de desarrollo por sobre explotación y olvido de la condición humana. Puesto que estamos ante un caso de conductas desorbitadas e incontroladas podemos transformar el crecimiento y el progreso adoptando otra actitud más humana y solidaria en armonía con las exigencias de la naturaleza.

Esta crisis tiene consecuencias sociales que van más allá del ámbito en que se han desarrollado. El desempleo, el consumo desaforado, la implacable agresión a la naturaleza y la exclusión de los más pobres, la creciente vulnerabilidad de las clases medias y el incesante incremento de las víctimas. No se trata sólo de un accidente en el recorrido del sistema ni de un abuso cometido por poderes económicos. Se trata de los efectos de una lógica que atraviesa la historia económica de los últimos dos siglos.  Se ha confundido ser con tener, mientras se instalaba la falacia de que el motor del crecimiento pasaba por la acumulación del capital de la cual se beneficiaría, a la larga, el resto de la humanidad. No ha sido así y sus efectos perversos, por injustos e inhumanos, no sólo hemos de considerarlos ante la crisis económica y financiera. Estas no son más que las cimas emergentes de un océano de insolidaridad, de ciega explotación de la naturaleza y del trabajo de los seres humanos. Con todas las salvedades cabría decir: bienvenida sea la crisis si con ella acometemos la transformación del sistema.

En este sentido, gracias a la burbuja financiera exacerbada por el desarrollo de nuevas tecnologías de información y de las comunicaciones, han reventado los instrumentos que había idolatrado. La economía financiera se ha vuelto cada vez más virtual y los beneficios se han conseguido a costa de la explotación de riquezas naturales y de comunidades. La especulación se ha convertido en norma del sistema económico.

Un ejemplo lo podemos ver en la crisis alimentaria. Los precios no aumentaron sólo a causa de la explosión demográfica ni por un descenso en la producción, sino por haber sometido la vida de las personas a la consecución de beneficios desorbitados.

También la crisis energética va más allá de los desajustes de los precios del petróleo. Esta señala el fin del ciclo de la energía fósil barata, pues su mantenimiento llevó a una utilización desorbitada de la energía, en favor de un modo de crecimiento acelerado. La sobreexplotación de los recursos naturales y la liberalización de los intercambios, multiplicaron el transporte de las mercancías y fomentaron los medios de movilidad individual, sin considerar las consecuencias climáticas y sociales. La utilización de derivados del petróleo como fertilizantes y pesticidas se generalizó en el marco de una agricultura intensiva.
Ante esta crisis urge buscar soluciones que no se compadecen con mantener el nivel de beneficios, sin tomar en cuenta el medio ambiente ni las necesidades de la población. Pero eso no entra en el cálculo del modelo capitalista. Es el caso de los agrocarburantes y sus consecuencias ecológicas: destrucción por el monocultivo de la biodiversidad, de los suelos y de las aguas subterráneas, y sus consecuencias sociales: expulsión de millones de campesinos que van a poblar los cinturones de miseria de las ciudades y a empeorar la presión migratoria.
La crisis climática es resultado de una actividad humana en contra de las exigencias de la naturaleza y de la dignidad y necesidades de las personas.  En este contexto podemos considerar la crisis social. En la lógica del sistema neoliberal prevalecen los intereses de un 20% de la  población mundial, la que es capaz de consumir bienes y servicios muy rentables, en vez de responder a las necesidades de quienes tienen poca capacidad de consumo y son tratados como comparsas, mano de obra barata y excedentes indeseados.
Este conjunto de tropelías desemboca en una  crisis de la civilización, con el consiguiente agotamiento del planeta y la amenaza a millones de seres vivos.  Nunca antes en la historia de la humanidad había sido tan posible la destrucción física del planeta. De ahí la urgente necesidad de aportar propuestas alternativas  que permitan una transformación radical de nuestras formas de vida. La política que renuncia a la razón y abandona la ética siega las posibilidades de otro mundo posible, más justo y solidario.

José Carlos Gª Fajardo

 

Que circule el dinero en tiempos de crisis

Es agosto en una pequeña ciudad de la costa en plena temporada. Cae una lluvia torrencial hace varios días y la ciudad parece desierta.

Todos tienen deudas y viven a base de créditos. Por fortuna, llega un ruso millonario y entra en un pequeño hotel con encanto. Pide una habitación.

Pone un billete de 100€ en la mesa del recepcionista y se va a ver las habitaciones.

El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero.

Éste coge el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos.

A su turno éste se da prisa a pagar lo que le debe al proveedor de pienso para animales.

El del pienso coge el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con la prostituta a la que hace tiempo que no paga. En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito.

La prostituta coge el billete y sale para el pequeño hotel donde había traído a sus clientes las últimas veces y que todavía no había pagado. Entrega el billete de 100€ al dueño del hotel, y liquida sus deudas.

En este momento baja el ruso, que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, coge el billete que había dado antes, y se va de la ciudad.

¡Nadie ha ganado un duro, pero ahora toda la ciudad vive sin deudas y mira el futuro con confianza!

Mientras la ciudad duerme

 

 

Mientras la ciudad duerme

 

Se despliegan por calles paralelas a las grandes avenidas en grupos de tres personas con un termo de café o chocolate caliente y bocadillos. Se agachan en esquinas y en rincones inverosímiles para charlar un rato. Los voluntarios sociales acuden como la sangre a la herida y saben en dónde encontrarlos, bajo cartones o sobre una vieja manta y tiritando de frío.

Los llaman por sus nombres o por algún apodo familiar, como hacían sus madres o sus mejores amigos. Mientras se calientan las manos, apenas envueltas en descoloridos mitones, intercambian informaciones del día. No utilizan elaboradas frases, sino monosílabos con sofocantes elipsis y con gestos elocuentes como sus silencios camino del olvido. A cada uno se le administra su tiempo, el que desea o precisa. Se comenta algo pillado en el transistor u ojeado en una página de periódico traída por el viento. Puede ser política internacional, dislates del G8 o del escándalo inmobiliario. Los sin techo, van marcados por lo efímero. No retienen demasiado porque no hay mañana, y el ayer va incluido en el fardo de la vida.

El alcohol y el tabaco, las interminables caminatas por las venas abiertas de la ciudad, en amaneceres sin rumbo o en busca de comida, los mantienen en una nebulosa sin ruidos. Desaparecidos los centros de salud mental, muchos crónicos se han perdido. Cómo pájaros caídos de los nidos, heridos en sus alas o con patas encallecidas. Perdido el empleo, víctimas del alcohol o de las drogas, como excrecencias de un cuerpo social implacable con los improductivos. Víctimas de culpas por algo que no han sabido integrar hasta convertirse en ajenos a sí mismos.

Así, tratan de fundirse en las penumbras de una sociedad desarraigada, casi enloquecida, que deserta las calles de la ciudad a punto de dormirse.

“Ahora, a esperar a que la vecina de enfrente levante las persianas y deje entrar al día”, dice Pablo desde su nicho en el portal acristalado de un banco. Cada uno procura tener su ámbito de seguridad a resguardo de patadas, de insultos o de miradas que traspasan. Se pretenden invisibles.

Pero no se duermen hasta que no llegan los otros ángeles de la noche que salen vituallas que han preparado con esmero para calentar el cuerpo y facilitar un rato de expansión.

Esas personas sin hogar disponen de un manejable tríptico en el que figuran direcciones de interés: emergencias; baños públicos a 0’15 E; alimentos para refugiados o para inmigrantes sin recursos; horarios  de lugares donde reparten bocadillos; comedores en los barrios con estación del metro y la discreción debida; centros que gestionan el derecho a percibir una renta mínima (RMI); dispensarios de ropa; alojamientos para hombres o mujeres; centros de noche para drogodependientes con asistencia médica, alimentación y asesoría jurídica; o con lavandería, ducha y enfermería; centros de día con talleres de español para extranjeros; servicios donde reciben información y gestión de las prestaciones sociales a las que tienen derecho por ser personas, así como el servicio de Mediación Social Intercultural (SEMSI) para informar y asesorar a los inmigrantes. Miles de inmigrantes ya se sirven de ellos pero se trata de acercárselos a estas personas desvalidas.

Hace ya bastantes años, una compañera se llevó de mi mesa un café caliente. Después me dijo que era para un hombre aterido en aquella helada noche madrileña. Ahí comenzó todo. Para mi alivio, en el atardecer de la vida, se ha superado la mera beneficencia y proliferan centros para la búsqueda de algún empleo para estas personas expoliadas y desarraigadas por los fallos del sistema socioeconómico, o por sus errores personales.

También están organizados en otras ciudades de España y de otros países europeos. No son parches ni tapabocas, alivio de malas conciencias ni remiendos ante las injusticias de un modelo de desarrollo implacable con los excluidos. Son gritos en el silencio que, mientras dan de comer y de beber, visten y consuelan, alivian y sostienen, se afanan en escribir y en llamar a las puertas de los poderes fácticos para denunciar y aportar propuestas alternativas, organizar redes de solidaridad para transformar la compasión en compromiso y en acción política. Ya no hay tiempo para lamentarnos sin alzarnos en rebeldía conscientes de que lo que se debe en justicia no se concede en ayuda o caridad. El servicio se transforma con el tacto y la delicadeza. Con la denuncia, con la acogida, con el compromiso y con la propagación del incendio en aulas y en medios de comunicación, en nuestros ambientes de trabajo y de ocio. Convencidos de que otro mundo más justo es posible, porque es necesario. No podemos especular con ayudas a países empobrecidos y en locas carreras de consumismo y despilfarro sin ocuparnos, al tiempo, de nuestro entorno más próximo.

Para que el mendigo Pablo no tenga que aguardar a que la vecina abra las contraventanas para dejar paso al nuevo día.

 

José Carlos Gª Fajardo

 

 

A Desalambrar

(Damos por hecho que la propiedad de la tierra es algo "natural"·.. aunque esté abandonada, o con aparceros esclavizados o que impida el desarrollo  de la comunidad... No creo que la propiedad de la tierra sea un bien absoluto que no tenga que ceder ante el bien común general. Y todo porque los latifundistas sostienen que "siempre se hizo así". También decían eso de la esclavitud, del apartheid, del racismo, del derecho de presa o de conquista o de pernada...Quizás sea bueno rumiar (en hebreo, reflexionar) lo smensajes de algunas canciones. jc)

A DESALAMBRAR
(Daniel Viglietti)
 Victor Jara (Chile)
 
Yo pregunto a los presentes
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga mas.
 
Yo pregunto si en la tierra
nunca habrá pensado usted
que si las manos son nuestras
es nuestro lo que nos den.
 
¡A desalambrar, a desalambrar!
que la tierra es nuestra,
tuya y de aquel,
de Pedro, Maria, de Juan y José.
 
Si molesto con mi canto
a alguien que no quiera oír
le aseguro que es un gringo
o un dueño de este país.
 
A desalambrar, a desalambrar!
que la tierra es nuestra,
tuya y de aquél,
de Pedro, Maria, de Juan y José.
 
Yo pregunto a los presentes
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga más.
 
Yo pregunto si en la tierra
nunca habra pensado usted
que si las manos son nuestras
es nuestro lo que nos den.

Cuaderno de Bitácora: Ante el hambre, no hay razones

 Si el mundo se ha convertido en una aldea global, es evidente que está muy mal gobernada. Falta un liderazgo  mundial y faltan auténticos líderes en los Estados más poderosos y con mayores posibilidades de influir en el resto de la humanidad. Quienes realmente mandan y deciden son los grandes grupos de presión, la banca mundial, los especuladores profesionales y los intereses financieros. Así como los movimientos fundamentalistas de toda laya. El imperio de la Razón y los tiempos de las Luces han dado paso al magma de lo insustancial, al horror a tomar la palabra y afirmar, yo sé quien soy y vivir con plenitud es mi faena.
Como en la novela moderna, al héroe-líder le ha reemplazado el antihéroe-frágil. No hay más que echar un vistazo al tendal de nuestros políticos. ¿Dónde hay un auténtico hombre de Estado? De esto se trataba, de debilitar el sistema, de ahondar en la brecha, de movernos en los etéreos campos de la virtualidad y de lo soft, de caminar deprisa dentro de nuestro laberinto cerrado.
La consigna era “no pensar”, dejarse conducir, no atreverse. Así, a los totalitarismos de uno y de otro signo le ha seguido el pensamiento único, guarecernos en la manada y el regreso a comportamientos gregarios.
La publicidad golpea y constriñe a brillar con oropeles, a llamar la atención exterior para que no se detecten el vacío y la soledad interiores. Se teme al buen gusto, a esa exaltación de la naturaleza que es la cultura, al equilibrio y a las buenas maneras, a sentirse en paz con uno mismo y abierto a los demás con actitud acogedora.  
Asistimos a la decadencia de los valores fundamentales representados por instituciones que construidas a fuerza de voluntad, de experiencia, de generosidad y de audacia. Me refiero a las instituciones que pertenecen a la Organización de las Naciones Unidas, a la UNESCO, al Banco Mundial para el Desarrollo o al Fondo Monetario Internacional, a la Organización Mundial del Comercio, y la Organización para la Agricultura y la Alimentación, la tristemente de actualidad FAO. Reunidos en “comité de crisis” 500 delegados de 183 países en Roma, no hicieron más que confirmar la voluntad de los más poderosos de que esa institución continúe vegetando sin aportar soluciones para combatir el hambre en el mundo.
La comunidad internacional cometió el error de desinteresarse por la agricultura mundial. Por eso hibernó a la FAO y mantiene a 3.600 funcionarios cuya mayoría reside en la sede de Roma, y que consumen su presupuesto.
Es bueno recordar lo que se dice en su carta de constitución “su misión es alcanzar la seguridad alimentaria para todos, vigilar para que todos los seres humanos tengan un acceso garantizado a una alimentación de buena calidad que les permita llevar una vida sana y activa, mejorar los niveles de nutrición, la productividad agrícola y la calidad de vida de las poblaciones rurales para contribuir al desarrollo de la economía”.
Es lícito preguntarse que si los norteamericanos, los europeos y los japoneses, principales contribuyentes del sistema de la ONU, que controlan, hubieran querido que la FAO prosperase y hubiera sido eficaz es difícil que permitieran que, durante treinta y seis años, la dejaran en manos de un director general libanés y de otro senegalés, 18 años cada uno.
Se necesitan medio millón de dólares diarios para mantener a los funcionarios de la ONU. La FAO gastará 784 millones en los dos próximos años, un millón de dólares al día, en un escandaloso despilfarro, ineficacia y responsabilidad criminal ante las muertes por hambre y enfermedades derivadas de más de 35 millones de personas al año, 24.000 al día y un muerto cada siete segundos. La FAO denuncia que la crisis es gravísima y que el número de víctimas se incrementa sin cesar. Esta sí que es la más terrible arma de destrucción masiva.
Su ineficacia es tanto más sorprendente porque hay otras agencias de la ONU que se ocupan de los mismos temas: el FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, 438 millones de $), el Programa Mundial de Alimentos (5.000 millones $), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (4.440 millones $). La ONU gasta un total de unos 10.000 millones $ para afrontar el hambre en el mundo. De ellos, 27 millones al día para mantener su paquidérmica estructura de funcionarios sin alma.  Porque es preciso no tener conciencia ni sentido de la realidad al contemplar los gastos en armas, en guerras, en narcotráfico, en especulaciones financieras, en desorbitados lujos y en arruinar el medio ambiente con la locura de un consumo irresponsable mientras centenares de millones de seres humanos mueren de hambre.
Los pueblos empobrecidos no necesitan la “ayuda” de los enriquecidos, sino la reparación debida por sus expolios, el reconocimiento de su derecho a cultivar, fabricar y exportar sus productos. Y a que se terminen las subvenciones a productos agrícolas en el norte rico y desalmado.
Así lo demuestran Paul Collier, en “El club de la miseria. Qué falla en los países empobrecidos del mundo” y Jeffrey Sachs, en “Economía para un planeta abarrotado”. Se conocen el problema y sus soluciones, pero faltan verdaderos líderes mundiales, hombres de Estado capaces de derrotar a la Gorgona de mil serpientes, que es el modelo de desarrollo que padecemos.

José Carlos Gª Fajardo

Los Derechos Humanos no son una opción

Los derechos humanos universales son una categoría antropológica de las personas. No pueden ser una opción porque no hay otra similar en valor, en dignidad y en excelencia. Puede una sociedad determinada no reconocerlos y actuar como si no existieran, o como si dependieran de la sanción del poder legislativo.  Esa actitud será legal, puesto que legislada, pero no justa. Como legales fueron los campos de concentración alemanes y soviéticos, el apartheid en Sudáfrica o la esclavitud durante siglos. Ninguna autoridad puede darlos o retirarlos legítimamente, lo único que puede hacer es reconocerlos en su ordenamiento jurídico o conculcarlos con una legislación injusta, segregadora y excluyente.
Estos derechos humanos -políticos y sociales- pertenecen a todos los seres humanos. No bastan éstos o aquéllos para dar apariencia de democracia, sino todos. Todo lo más que pueden hacer los poderes políticos es reconocerlos, como se hace en las Cartas Magnas. No en las Otorgadas. Pero, aunque no lo hicieran, como de hecho sucede cada día en tantos lugares del mundo, industrializados y empobrecidos, cuando los conculcan, no hay que esperar orden de mando alguna: es preciso arrebatarlos y ejercerlos.
Es unánime la doctrina jurídica de que, ante la tiranía, la opresión de las castas, de los militares o de las oligarquías financieras no sólo es lícito rebelarse y matar al tirano sino que la resistencia se convierte en un deber ético. Sobre todo cuando padecen los débiles.
Vivimos enajenados por la falacia de que las cosas no son hasta que las dictan los poderes dominantes. No hay que esperar ley ni permiso alguno para ejercer los derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de felicidad. Con todos los derechos sociales que de estas premisas se derivan: el trabajo, la salud, la cultura, la vivienda digna, la libertad de pensamiento y expresión, la libre asociación, la diversidad y, en definitiva, la participación en la cosa pública como suma de todos los derechos políticos.
Sostiene el premio Nobel José Saramago, que es preciso inventar gente mejor, que se sepa ciudadano, y no permitir que nadie nos engañe. El escritor denuncia la incompatibilidad entre la actual globalización económica y los derechos sociales. No duda en calificar a la primera como una nueva forma de totalitarismo contra la que es preciso rebelarse. Como en su día nos alzamos contra los campos de concentración, los Auschwitz y los Gulag, contra la esclavitud y la marginación, contra la exclusión y la explotación de los seres humanos por los poderes dominantes.
El problema central es el problema del poder. Antes era reconocible; ahora, no, porque el poder efectivo lo tienen las multinacionales y los poderes financieros que lo han arrebatado a los políticos. Y si antes los oprimidos podían alzarse contra los poderes tiránicos, fueran reyes o militares, castas sacerdotales u oligarquías, hoy se nos ha ido de las manos en el difuso pero omnipotente magma de las corporaciones económico financieras.
Silenciar los defectos no hace sino potenciar las causas. Pero no todo está perdido. Es posible rebelarse, porque las derrotas, como las victorias, nunca son definitivas. Y Saramago propone la revolución de la bondad activa que acelere la llegada del hombre y de la mujer nuevos. Porque hoy, como nunca anteriormente, es posible la destrucción de la humanidad y del medio que la sustenta.
El siglo XXI será el siglo de los derechos humanos porque se va a decidir el destino de la humanidad. Y a esta rebelión y conquista todos estamos convocados porque nos van en ellas la vida y la supervivencia. Pero sólo es admisible un vivir con dignidad como expresión de una sociedad en la que primen la libertad, la justicia y la ética por encima de los intereses y de la fuerza.
La historia demuestra que cuando los poderes opresores, esas minorías enriquecidas que dominan a inmensas mayorías empobrecidas, se plantan y les miran en los ojos, ellos enmudecen.
Ante nosotros se alzan todas las posibilidades de libertad, de justicia y de dignidad. Mirar hacia atrás, con ira o con nostalgia, sólo nos convertirá en estatuas de sal que se llevarían las lluvias. Y a éstas las necesitamos para abrevar ganados y para regar los surcos que esperan las nuevas semillas de un amanecer más justo y solidario para todos. No para ser reconocidos como personas, sino por el hecho de serlo por naturaleza.

 

Cambiar las raíces de la pobreza, no ocuparnos sólo de sus síntomas

Todos conocemos la historia de aquel joven pez, que después de nadar durante jornadas extenuantes, preguntó a un pez anciano: “¿Dónde está el océano? No hago más que oír hablar de él, pero no sé dónde está”. El anciano respondió: "Está aquí, es lo que nos rodea y en donde vivimos”. “Si es así, insistió el joven, ¿por qué no puedo verlo?” “Porque está en todas partes, le respondió amable. Te rodea. Está en ti y fuera de ti. Nacimos en el mar y moriremos en el mar. Más aún, tú eres la vida del océano. Cuando nadas, revelas su presencia. Es porque está tan cerca de ti por lo que te cuesta caer en la cuenta. Pero no te preocupes, está aquí”.
Este cuento vino a mi memoria ante la reflexión de un conocido maestro espiritual que sostiene que todas las religiones de la tierra han servido a los pobres durante miles de años; pero la pobreza sigue aumentando. Y se pregunta “¿qué clase de servicio es ése?”
Argumenta que, después de miles de años, la pobreza tendría que haber desaparecido pero lo que hacen las religiones es alimentarla. Afirma que el verdadero servicio sería decir a los pobres “Estáis siendo explotados y tenéis que rebelaros contra los intereses creados”.
Los poderosos donan dinero para que sigan predicando lasumisión y la esperanza en otra vida, mientras ellos continúan explotando a los pobres.
Denuncia que la pobreza es causada por el sistema social, disfrazado de la hermosa palabra “servicio”, que sirve para ocultar una estructura social explotadora.
El maestro espiritual denuncia “Si estuvieseis interesados en acabar con la pobreza, combatiríais sus raíces. Sólo tratáis los síntomas. ¿Cómo vas a ayudar a los pobres dándoles ropa o comida? Lo que harás será mantenerlos en la subsistencia para que los poderosos puedan seguir explotándolos.”
Recuerdo a un ateo había escrito en la pared “God is nowhere” (Dios no está en ninguna parte). Cuando su hijo comenzó a aprender a leer, tenía dificultad con la larga palabra “nowhere” así que leyó “God is now here” (Dios está aquí y ahora). El padre se dijo “Si no puedo comprobar que Dios no está en ninguna parte, lo prudente será respetar la voz de mi hijo”.
El ateo y el teísta son creyentes, pero el agnóstico sólo busca la verdad. La anuncie un pez anciano o un niño ante el escándalo de un maestro espiritual hindú.

La pobreza no la hacen los pobres

    

“Es preciso abandonar el punto de vista del ave y tratar de adquirir la perspectiva del gusano. Sólo a partir de la observación del mundo real desde su misma base se puede actuar para mejorarlo”, nos decía el Profesor Yunus, Premio Nobel de la Paz,  al explicar en nuestra universidad cómo se había gestado su proyecto de los microcréditos. Lo orientó para erradicar la pobreza desde su raíz y esa revolución no hace más que extenderse por cerca de 100 países.  El Banco Grammen tiene más de 7 millones de prestatarios, el 97% de ellos son mujeres, la mayor parte analfabetas. Es uno de los bancos con menor número de impagos y morosidad del mundo. El banco funciona en más de 100.000 pueblos de países con las economías más variadas, porque la pobreza no sólo pertenece a los países subdesarrollados o, mejor dicho, empobrecidos. Porque eso del “desarrollo” no deja de ser un modelo que puede cambiarse ya que ni es absoluto ni sus frutos han sido positivos para la gran mayoría de la humanidad sino que, una vez más, los ricos lo han sido en gran parte a costa de los pobres explotando sus riquezas naturales y su mano de obra, a los que califican de “recursos”. Porque la pobreza no la crean los pobres, la pobreza la crea un sistema inhumano por insolidario.

Los beneficios de los microcréditos se han manifestado en la educación de los niños hasta el punto de que, en Bangladesh, el 100% de los niños con familias que disfrutan de ese sistema de producir bienestar y riqueza, están escolarizados. También ha influido en la nutrición, en la salud y en una paternidad/maternidad responsables. Ya no rige el arcaico principio de que “cuántos más hijos, mejor”, para echar una mano en los campos y para asegurarse, con los que sobrevivan, una asistencia en la ancianidad. La situación de las mujeres ha cambiado completamente, antes se escondían en las casas, ahora son mujeres activas, mujeres que hablan y que toman decisiones. Las viviendas han mejorado gracias a los préstamos para su mejora.

El principio básico es que, si bien no es posible ayudar a la gente a salir de la miseria de la noche a la mañana, ni mediante una revolución, lo que sí se puede hacer es influir en la vida de una persona al menos en el transcurso de un día. Puede sonar a utópico, y lo es en el sentido de que utopía es “lo que no existe, todavía”. A diferencia de la quimera o de las fantasías oníricas o embaucadoras apoyadas en ideologías falaces o en supersticiones que sólo sirven para mantener a las gentes sometidas para que no piensen ni razones y así no puedan llegar a la verdad de que son personas con derechos sociales. Toda persona, por el mero hecho de serlo, tiene derecho a encontrar alimento, a encontrar trabajo, a encontrar vivienda y cuidados sanitarios, así como a disfrutar de una pensión vitalicia que asegure su vejez en dignidad y afecto en el seno de la comunidad que, de una manera u otra, ha contribuido a construir. Así es y no porque así nos parezca, es un principio connatural al hecho de ser persona. De ahí surge el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Es evidente que el ser humano no ha nacido para cuidar de sí mismo únicamente, sino para participar en la comunidad. Disponemos de esa capacidad, pero no queremos aplicarla porque no creemos en ella y seguimos moviéndonos por los fantasmas de nuestra imaginación que es terca y obstinada. Tenemos que creer que es posible un mundo sin pobreza y mucho menos sin miseria antes de crearlo, tenemos que ser capaces de imaginarlo porque nada grande se ha hecho realidad si antes alguien no lo soñó primero. En tiempos de la esclavitud, del sometimiento y discriminación de la mujer, de la pretendida superioridad de unas razas sobre otras, de unos sistemas sobre otros nadie, excepto los sabios y los visionarios valientes, se atrevían a pensar que era posible una sociedad estructurada sobre los principios de la justicia, de la libertad, de la igualdad y de la solidaridad. Hoy vemos esa realidad en más de treinta países con cerca de mil millones de habitantes. Pero restan cerca de cinco mil millones de seres humanos que forman parte de nuestra familia, de la única familia sobre el planeta. Ni hay pueblos escogidos, ni razas superiores, ni destino que no podamos agarrar por el cuello y transformarlo, como escribía Bethoven a una amiga.

No podemos, porque no queremos. Otro mundo es posible porque es necesario y lo que es necesario puede encontrar los instrumentos para llevarlo a cabo. Es un quehacer inaplazable, como la libertad y el derecho a la felicidad. Esto es, a ser uno mismo en un ámbito general de solidaridad y de justicia. Para que nuestros hijos y nietos no nos consideren culpables al visitar los “museos” de la pobreza y de las guerras, y se preguntarán por qué permitimos que esto sucediera.

"Los derechos de propiedad son derechos humanos", Mary Robinson

Interesante reflexión de la antigua presidenta de Irlanda y antigua alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Mary Robinson que hoy publica El País. No nos detenemos a considerar aspectos que condicionan la pobreza y la exclusión de miles de millones de seres humanos. Nesemu
Cuando hablamos de derechos humanos no tardan en venirnos a la mente las atrocidades que tienen lugar en Darfur, los señores de la guerra congoleños que reclutan a niños mediante el secuestro o las mujeres y niños emigrantes que son vendidos como esclavos sexuales. Los titulares de esas noticias nos recuerdan que millones de personas viven bajo la amenaza diaria de la persecución y la muerte, y en todo el mundo se lanzan campañas para enfrentarse activamente a esas tragedias:...
Sin embargo, aunque esas crisis llaman la atención del mundo sobre algunos de los ejemplos más visibles y dramáticos de injusticia humana, la ausencia de derechos humanos fundamentales que sufren millones de personas sumidas en la más absoluta pobreza surge de las estructuras profundas de muchas sociedades, que sistemáticamente dividen a ricos y pobres, poderosos e impotentes. De hecho, más de la mitad de la población mundial vive en entornos carentes de leyes reconocidas y aplicables, sin medios jurídicos eficaces para proteger a sus familias, viviendas u otras posesiones...
En muchos países en vías de desarrollo, la mayoría de la gente carece de derechos jurídicos reconocidos para ocupar sus casas, que van desde granjas de subsistencia en zonas rurales a chabolas en barriadas urbanas. Al carecer de domicilio legal y de la escritura de propiedad de sus chozas, las familias viven bajo la amenaza constante del desahucio por parte de funcionarios públicos o de la invasión de bandas violentas, que se aprovechan de su vulnerabilidad. Muchas carecen de identidad legal y de medios para documentar su existencia. En los países menos desarrollados del mundo, más del 70% de los niños no se registran al nacer, lo cual puede socavar su capacidad para acceder a servicios como asistencia sanitaria o educación.
Con frecuencia son las mujeres pobres las que sufren las peores formas de discriminación en las leyes de propiedad. Según Habitat, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, en torno a uno de cada cuatro países en vías de desarrollo tiene leyes que impiden a las mujeres poseer tierras y solicitar hipotecas con su nombre. En África y otros lugares las leyes les prohíben heredar tierras: en el contexto de la crisis producida en el continente africano por el sida, esto ha hecho que miles de viudas carezcan de tierras y de hogar.
Existen enormes fundamentos institucionales para exigir a los Gobiernos que proporcionen a todos los hombres y mujeres un acceso amplio y seguro a los derechos de propiedad: el artículo 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos declara que "toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente". Este derecho se vio reforzado en el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005 de la ONU, que cita la importancia de "hacer valer los contratos de propiedad, y el respeto a los derechos de propiedad y el imperio de la ley", y también la necesidad de "garantizar el derecho libre e igualitario de las mujeres a poseer y heredar bienes, así como el de contar con una tenencia segura de sus propiedades y de su vivienda"... Tal como estipula el artículo 16 del Convenio sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el derecho de ésta a poseer tierras es inherente a los derechos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares. El derecho a la identidad es un derecho humano fundamental y es clave para la protección de otros derechos fundamentales. El artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño declara que "el niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y desde ese momento tendrá derecho a un nombre".
No existen panaceas en la lucha contra la pobreza, y quienes trabajan con comunidades empobrecidas saben de los desafíos que conlleva hacer que los derechos de propiedad funcionen para los más pobres. En muchas comunidades tradicionales, la propiedad se ostenta y utiliza colectivamente. Junto a las oportunidades, la posesión presenta riesgos: las escrituras podrían utilizarse para vender los bienes a cambio de dinero, dejando a familias sin hogar...
La Comisión para el Empoderamiento Legal de los Pobres trabaja con organizaciones locales e internacionales que vigilan e informan sobre la vulneración de los derechos. Lo que se pretende es convertir las buenas intenciones reflejadas en la redacción de las leyes en auténticas salvaguardas y oportunidades para los pobres.

 

 

ESTAMOS LOCOS: comprar 24 misiles Tomahawk por 72 millones de Euros... !sin poderlos disparar!

Con esa monstruosidad de millones de euros - cada misil cuesta MEDIO MILLON DE EUROS - podríamos transformar España: educación, nuevas tecnologías, I+D... ¿No tenemos necesidad más acuciante que "el hacha de los indios" para supuestos enemigos a casi dos mil km de distancia y que necesitan fragatas y submarinos ¡aún sin diseñar ni aprobar! y que no podremos dispara sin permiso y con los satéites del Pentágono? ES INCREIBLE. De estas cosas quisiera oir hablar a los políticos. PORQUE TODA ESTA OPERACION NO SE HA DISCUTIDO EN EL PARLAMENTO... Leo: "La Armada inicia este verano la compra de sus 24 primeros misiles Tomahawk por 72 millones
España no podrá usar a medio plazo su arma más poderosa sin el visto bueno  y las infraestructuras de EE UU
España dará este verano el paso definitivo para convertirse en el tercer país (tras Estados Unidos y Reino Unido) que cuenta con el misil Tomahawk, máximo exponente del poder militar estadounidense en guerras como las del Golfo, Kosovo, Afganistán o Irak. El programa de adquisición de los primeros 24 misiles, con un coste de 72 millones de euros se iniciará en cuanto la US Navy acepte.
Una vez que el Ministerio de Defensa responda con un OK a la US Navy, se pondrá en marcha el programa, con un primer desembolso de cuatro millones de euros para este año y un coste total de 72 millones, a lo largo de ocho ejercicios.
Con este dinero no sólo se cubre el pago de los 24 primeros misiles (cada uno cuesta unos 500.000 euros), sino también la formación y adiestramiento de las tripulaciones.
¡¡¡Está previsto que entre los años 2008 y 2012!!! La fragata F-105, aún en proyecto, y la F-106, pendiente de aprobación, saldrán de los astilleros listas para el Tomahawk. Más compleja resulta la instalación del misil en los futuros cuatro submarinos S-80, que se abordará en una segunda fase, aprovechando sus tubos lanzatorpedos... y mientras tanto nosotros sin dejar de solar millones de Euros cada año.
Al primer pedido de 24 misiles seguirán nuevas partidas, ya que las necesidades se estiman en unos 12 misiles por fragata.
Pero lo más grave, subreal y kafkiano es que no podremos utilizarlo sin permiso de EEUU y utilizando sus satélites paracada disparo aprobadopor el Pentágono!
Fuentes militares reconocen que, en una primera fase, la capacidad de la Armada española no irá mucho más allá de "apretar el botón", mientras que la selección de blancos estará en manos de EE UU. El uso del Tomahawk se limitará a las ocasiones en que las Fuerzas Armadas españolas operen en coalición con EE UU.

 

Nuevo rostro de la pobreza

Cuando casi nos habíamos acostumbrado, no sin dolor ni sin ira, a convivir con los pobres, surgió en las últimas décadas el concepto de los excluidos. Aquellos que no sabían que eran pobres, ni tan siquiera que eran seres humanos. En menos de una década ha surgido una nueva figura, la del perdedor radical.En un lúcido ensayo, Hans Magnus Erzensberger ha querido ver en el terrorista suicida una muestra de este ser desarraigado y letal que ya puebla nuestro imaginario.Al analizar las causas del terrorismo, sobresalen la tremenda injusticia social, nuestra dependencia energética y la fábrica de perdedores en que hemos convertido nuestras sociedades.El perdedor radical es un hombre al borde del precipicio, su vida no vale nada porque se siente desposeído de una pretendida superioridad ancestral cuya razón no comprende. Es una bomba humana que puede estallar en un acceso de locura destructiva como el amok malayo. De repente, leemos en los periódicos que un joven se lanza a matar con una escopeta a sus compañeros de colegio, o un padre de familia a su esposa e hijos y hasta a su propia madre anciana para finalmente darse muerte a sí mismo. Otras veces, toman como rehenes a seres inocentes sin pedir nada a cambio sino para inmolarse con ellos. A diferencia del fracasado, al que sólo le queda resignarse y claudicar; o de la víctima que reclama satisfacción, el perdedor radical se aparta de los demás, se vuelve invisible, alimenta su quimera, concentra sus frágiles energías y aguarda su hora. Sufre, pierde el sentido de la realidad y se siente incomprendido y amenazado. Mientras está sólo es un durmiente.No se trata de casos aislados, su número crece en la medida en que nuestra sociedad se ha hecho opulenta y excluyente. Derechos humanos para todos, bienestar, reivindicaciones, expectativas de igualdad, consumismo y la lucha despiadada por convertirse en ganadores, pues son los únicos que la sociedad respeta. Al mismo tiempo, los medios de comunicación han exhibido la tremenda desigualdad entre los habitantes del planeta. La decepción de muchos acompaña al progreso de los elegidos. Al no poder identificar a los responsables de su situación y de la de sus deudos, llega a fundir la destrucción con su autodestrucción matando. También sucede que los medios, por una vez, tomarán cuenta de su existencia. Pero algunos de estos perdedores radicales se hacen gregarios, inventan una patria, un más allá delirante y desembocan en un sentimiento de omnipotencia calamitoso. Es el mundo del terrorismo fanático que no busca reivindicaciones porque de su enemigo sólo quiere el cadáver. Aquí, Enzensberger, en una apropiación indebida del concepto, focaliza esta nueva realidad en el islamismo fanático. Pero a nosotros nos interesa el ambiente social capaz de producir esos desarraigados y perdedores radicales que, en palabras de Butros Galli, constituyen una bomba social de incalculables consecuencias. Por culpa de un modelo de desarrollo injusto e inhumano. Frente a este malestar creciente se alzan otras propuestas por un mundo mejor. Otro mundo posible en el que no quepa la pobreza como estado natural de la mayor parte de la humanidad.

Porque estamos con los pobres contra la pobreza, la lucha contra el hambre y la injusticia es el mandato más urgente e inaplazable de la vida. Hay una forma de respuesta desde nuestro puesto, la del voluntariado social al servicio de los más débiles y marginados. Con palabras de Frei Betto, ser voluntario es sumar esfuerzos, entrar por la puerta de la compasión y repartir lo que ningún mercado ofrece: cariño, apoyo, talento, complicidad, a fin de dar la vez a quien enmudeció la opresión y la voz a quien la injusticia marginó. El voluntario rescata mi propia autoestima, rediseña mi rostro humano, despliega las fibras anquilosadas de mi pereza, me inserta en la dinámica social, me hace cercano a las multitudes empobrecidas. Ser voluntario es saberse solidario, alzarse con pasión frente a la injusticia y aportar propuestas alternativas. La solidaridad es hacer propias las miserias ajenas. Saberse tú y actuar como nosotros.  Alejo de mí el asistencialismo que crea dependencias. “Voluntario, soy multitud. Solidario, soy trabajo compartido. Sumando con todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia”. Me niego a acatar cualquier fractura que niegue a la familia humana el derecho a la fraternidad, lo que Frei Betto denomina fraternura para dar las manos a quienes asumen que la felicidad es el artículo único de la declaración de los Derechos Humanos.

José Carlos Gª Fajardo

El desafío de medicamentos para todos ya tiene respuesta

Cada treinta segundos muere un niño de paludismo en África. Sólo 15.000 niños seropositivos tienen acceso a un tratamiento en los países menos avanzados, mientras que la vida de 600.000 depende de él. La conclusión es siempre la misma: los medicamentos están en el Norte y los enfermos, en el Sur. Ésta es una realidad escandalosa. Pero ¿nos hacemos cargo de la verdadera dimensión de una fractura que no es sólo sanitaria, sino sobre todo política?, se pregunta Philippe Douste-Blazy, presidente de UNITAID, la organización fundada para hacer accesibles los medicamentos necesarios a cualquier lugar del mundo por pobre que sea.
Hasta ahora, 34 países se han afiliado a UNITAID o se han comprometido a hacerlo. La facilidad internacional para la compra de medicamentos ha congregado en particular a Brasil, Chile, Noruega y Reino Unido, Francia, España y a dieciocho países africanos, Chipre y Corea del Sur. La mayoría de ellos han aprobado una contribución solidaria que repercutirá sobre los pasajes de avión. Unos cincuenta países, entre ellos China, forman parte del grupo piloto. El actual Ministro de Asuntos Exteriores de Francia se pregunta por qué unos cuantos países de África y América Latina se han decidido a comprometerse junto a varios países europeos como donantes en la lucha contra el sida, el paludismo y la tuberculosis.
Esos países han tomado una valiente decisión política: apoyar la mundialización equitativa. Porque UNITAID es una empresa común que une a los Estados en una corriente de solidaridad de Norte a Sur, pero también de Sur a Sur. Es el comienzo de una estrategia ciudadana mundial: un francés que ayuda a un congoleño; un brasileño que ayuda a un senegalés; un camerunés que ayuda a un chileno... Es un hombre, una mujer, un niño que, al tomar el avión, ayuda a otro hombre, otra mujer, otro niño, cualesquiera que sean sus nacionalidades y de manera completamente anónima. Es también una nueva forma de pensar el orden mundial: más allá de los Estados, UNITAID cuenta con el concurso de organismos internacionales -OMS, UNICEF, Fondo Mundial contra el sida, el paludismo y la tuberculosis-, ONG como Solidarios para el Desarrollo, asociaciones de enfermos y fundaciones como la Fundación Clinton.
Ya se han aportado más de 200 millones de dólares en acciones, que beneficiarán a 65 países a partir de este año. En eso consiste la equidad: en proporcionar medicamentos eficaces a todo el mundo -no olvidemos que entre el 25 y el 50% de los disponibles en el Sur son medicamentos falsificados-. A partir de 2007, 100.000 niños seropositivos dispondrán de antirretrovirales en 34 países de África y Asia, en vez de esos 15.000 de años pasados. A fecha de hoy, ya han sido tratados 45.000 niños. Además, otros tratamientos están llegando sobre el terreno: antirretrovirales de segunda línea, medicamentos contra la tuberculosis para 150.000 niños, nuevos antipalúdicos para 12 millones de personas.
Las espeluznantes imágenes del abismo que separa a los países ricos y a los pobres circulan por el mundo entero en tiempo real. Es preciso hacernos  conscientes de que el desafío sanitario y el desafío migratorio están estrechamente relacionados. Así como las crecientes desigualdades mundiales, con su cohorte de humillaciones y resentimiento que son un terreno abonado para el terrorismo internacional. El desarrollo, la estabilidad, la lucha contra los fundamentalismos o, simplemente, la paz, deben ser considerados en conjunto. Reducir la salud a su dimensión humanitaria es un error: la fractura sanitaria es uno de los mayores desafíos políticos de nuestro tiempo y ante toda empresa nueva y sugerente que precisa de recursos "innovadores" se alzan las dudas y el escepticismo. Pero UNITAID ha aceptado ese formidable reto y nos convoca a este quehacer inaplazable.
Aunque el mundo se enriquece más cada día, seguimos muy lejos de los Objetivos del Milenio. Los frutos de la globalización son reales: tenemos que destinar una parte de esa riqueza a las situaciones de urgencia sanitaria del mundo. Hoy, los intereses del que está lejos y no tiene nada son los intereses de todos. Éste es el sentido del combate al que nos convocan los firmantes de ese proyecto ilusionante y asequible, en interés de todos. Sobre todo de los más débiles.

 José Carlos García Fajardo

 

En el Mestizaje está la esperanza de la concordia entre los pueblos

No a la multicultaralidad que produce exclusión y guetos. Sí a la acogida, a la integración con el mutuo respeto y un mismo proyecto de futuro. España se hace mestiza. Los niños nacidos con al menos un progenitor extranjero son ya el 17,6% a nivel nacional (y más del 20% en seis comunidades: Baleares, Cataluña, La Rioja, Madrid, Murcia y Valencia). Entre los países de la OCDE, España ha pasado en cinco años del puesto 21 al 11 en porcentaje de extranjeros respecto a la población total (8,5%). Han aportado savia nueva al viejo tronco: aquí viven y trabajan, consumen, pagan cotizaciones e impuestos, dinamizan la sociedad. Un cálculo reciente atribuía a la inmigración el 50% del aumento del PIB en el último lustro. Además, se casan y tienen hijos. La natalidad española remonta sobre todo gracias a este grupo. Hace una década los demógrafos auguraron que a mediados del siglo XXI España tendría unos 30 millones de habitantes; ahora calculan que serán 53 millones.
Las mujeres que han llegado de fuera tienen más hijos (1,73 de promedio) que las españolas (1,28), pero quizá no por mucho tiempo: su tasa de fecundidad baja en cuanto se someten a nuestro modelo económico: trabajo, alojamiento, créditos. Las dificultades para conciliar trabajo y familia y la escasez de servicios de atención infantil asequibles pasan factura. Y en conjunto el promedio de hijos por mujer es de 1,34, muy lejos todavía del nivel mínimo de reemplazon generacional: 2,1.
La nueva situación obliga a reforzar los mecanismos de integración de estos nuevos españoles. La escuela y los servicios públicos tienen un papel central para ello, pero para que lo alcancen se requieren medios adecuados y un aumento de los recursos proporcional al menos al de la población. Discutamos también sobre esto y no sólo sobre los efectos de la inmigración ilegal, una pequeña parte de la que llega a nuestro suelo. En esto sí que todos somos corresponsables solidarios y podemos ayudar a una integración en libertad, en demoracia y en el disfrute y garantía de los derechos humanos y sociales.

El caballero que muere en la batalla ya iba herido antes de librarla

"¿Cuando amanecerá, Tovaricht?, se preguntaban ante la revolución bolchevique; pero no resplandeció la Aurora, con la luz de la verdad, de la libertad y de la justicia porque utilizaron a las personas como individuos, como instrumentos para alcanzar un fin utópico. Ya se sabe que la Utopía sirve para ponernos en camino y mantenernos en la búsqueda, ya que la Verdad no la tiene nadie sino que es aquello que todos buscamos. Cuando la locura del totalitarismo soviético sepultó los anhelos de humanidad y de justicia, cegó a sus líderes con la locura del poder. El vacío que se produjo no fue llenado con alternativas solidarias, endógenas, sostenibles, equilibradas y de valor universal. No. Fueron invadidas por el rencor, la venganza, la codicia de los mercaderes occidentales y la descalificación para sustituir unos ídolos por otros. Como en las luchas entre elefantes en las que quien padece es la hierba,  así padecieron las personas, el pueblo en cuyo nombre se tritura y se destroza.

Al totalitarismo soviético, que ahogó sueños de libertad y de justicia para los oprimidos, le reemplazó el materialismo del capitalismo salvaje, inhumano y despótico. Esta es la tragedia: los seres humanos no han sido respetados como sujetos responsables sino como objetos productores y consumidores, que "nunca saben lo que les conviene" y cuyo destino es obedecer para seguir dando vueltas a la rueda del molino. Pero esas gentes se alzan porque tienen hambre, porque ven morir a sus hijos, padecer a sus mayores, contaminarse sus ríos y agrietarse sus secas tierras; porque se ven empujados de un lado para otro de acuerdo con los intereses de los poderosos. Es el drama de los pobres de la tierra, de los desposeídos, de "los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida; que no son, aunque sean; que no hablan idiomas, sino dialectos; que no profesan religiones, sino supersticiones; que no hacen arte, sino artesanía; que no practican cultura, sino folclore; que no son seres humanos, sino recursos humanos; que no tienen cara, sino brazos; que no tienen nombre, sino número; los nadies que cuestan menos que la bala que los mata" , en palabras de Galeano.

Esos millones de seres humanos que vagan por los caminos o están sentados mientras el tiempo pasa en las aldeas de África, de América y de Asia y que tanto impresionaban a Kapuscinski, un hombre que vivió y trabajó en el "paraíso comunista". Habiendo podido escapar de él, jamás lo abandonó ni lo denunció en su tiempo. Sólo después de la caída del régimen polaco de Jaruzelsky, escribió páginas de denuncia y de tristeza. Pero, en muchas páginas de Ébola y de otros libros, se pregunta por la suerte de estos cientos de millones de personas que parecen vegetar sin sentido: "Se vuelve cada vez más importante para el mundo la pregunta no de cómo alimentar a la humanidad -hay comida suficiente; sólo se trata de organización y transporte-, sino de qué hacer con la gente. Qué hacer con la presencia en la Tierra de millones y millones de personas. Con su energía sin emplear. Con el potencial que llevan dentro y que nadie parece necesitar"... Son los que los desalmados "traficantes" de uno y otro lado consideran "prescindibles". ¡Pero ahora vivimos en plena revolución de las comunicaciones! Tan importante como la agrícola o la industrial pero que corre el mismo peligro: prescindir de las personas más que como objetos de trabajo o de consumo. Lo que ellos denominan en su mortífero argot "cantidades despreciables", porque ni "producen" ni acrecientan sensiblemente el consumo, es decir, no producen beneficios. Y de eso parece tratarse, pues es el objeto social de la "empresa", en que han convertido a la sociedad entera. Pero hoy, no sólo podemos sino que tenemos que alzarnos en rebelión por todos los medios a nuestro alcance pues, utilizando la filosofía que ha animado a todos los déspotas absolutistas, y estos lo son, "la fuerza es justa, cuando es necesaria" (Maquiavelo dixit).

¿No está plenamente admitido en Derecho que es lícito resistir ante el tirano? Pues hoy, el Derecho de resistencia se convierte en Deber de Resistencia cuando padecen los más débiles. Gracias a la globalización y a los medios que nos acercan y nos hacen sentirnos vecinos responsables y solidarios unos de otros. Este es el caso del que estamos hablando similar a la injusticia  contra la que se alzaron en su tiempo, los profetas (puestos al lado de los pobres de Jahwé), o el Jesús de las Bienaventuranzas, o el Buda de la compasión y tantos hombres y mujeres que se pusieron al frente de movimientos para defender a los marginados, a los ninguneados, a los “damnés de la Tèrre”. Cada  uno a su modo y sin que quepan anacronismos reduccionistas. Hoy, la humanidad está en peligro porque padecen millones de seres humanos, y de animales, y de plantas y de ríos y de mares y de cielos y de la misma atmósfera que como pleroma envuelve la vida. Porque lo sabemos nunca podremos alegar que no iba con nosotros. Con palabras de Garcilaso "el caballero que muere en la batalla ya iba herido antes de librarla".

Nesemu 

Ya no llega con la "caza de cerebros" ni con el "secuestro de talentos" mediante becas. Luego les enviamos "ayudas"

África 'exporta' 23.000 profesionales sanitarios cada año a los países ricos
La pérdida de médicos y enfermeros agudiza la crisis de los sistemas nacionales de salud
África necesita médicos y los pocos que tiene se van. Hasta 23.000 profesionales sanitarios abandonan anualmente el continente para nutrir hospitales de Reino Unido, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Australia. Una sangría que agudiza la crisis de los sistemas sanitarios del continente que, si ya eran frágiles hace una década, ahora se enfrentan además a la pandemia del sida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en el continente faltan un millón de médicos. Esta situación amenaza además con dar al traste con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
"Si África continúa desangrándose de personal, no sólo no conseguiremos los Objetivos del Milenio, sino que nuestros sistemas de salud se paralizarán", explica Eric Buch, consejero para asuntos de Salud del NEPAD (siglas en inglés de Nueva Asociación para el Desarrollo en África, una iniciativa de los Estados en su lucha contra la pobreza). La evolución ha sido meteórica: en la década de los setenta, los médicos emigraban a razón de 2.000 por año. En los ochenta, ya eran 8.000 por año y ahora son unos 23.000, según la OMS. Hay más doctores etíopes en Chicago que en Etiopía. Más profesionales de Ghana trabajando en el extranjero que en su país. El 70% de los médicos graduados en Zimbabue en los noventa se ha marchado. Sólo entre 2000 y 2004, 4.000 médicos surafricanos emigraron, según la Organización de Médicos Surafricanos.
La escasa remuneración no es la única razón que explica el éxodo. La falta de recursos en los hospitales, las escasas posibilidades de promoción o especialización y la sobrecarga de trabajo causada por el sida se suman a unas muy activas políticas de contratación por parte de los países desarrollados. Ya en 1997, el entonces presidente surafricano, Nelson Mandela, reprochaba tal conducta a Reino Unido. Tras sus palabras, los británicos adoptaron un código ético para evitar la contratación en países africanos. "No es efectivo. Los hospitales privados siguen contratando. Y continuarán. Reino Unido necesitará en los próximos años 200.000 profesionales y EE UU, un millón", explica Regina Keith, consultora de salud para la ONG Save The Children UK.
El envejecimiento de la población occidental y de los propios profesionales de la salud, más una política inadecuada para la formación de personal propio, ha generado una demanda en los países ricos que encuentra oferta en los países pobres. Los países de la Commonwealth se han sumado a la redacción de un código ético y el comisionado europeo para el Desarrollo, Louis Michel, presentó a finales de 2005 una estrategia para la ayuda a los países afectados. Pero no es suficiente, según Keith: "África necesita un plan Marshall", dice.

Voces contra la pobreza. El exceso de protestas sin protestas viables alternativas y concretas puede degradar el Foro Social Mundial

El Foro Social Mundial debate en Nairobi propuestas para mejorar el mundo
"El FSM crece en todo, pero no sabemos qué hacer con tanta energía", dice una activista
La séptima edición del FSM, que se clausura hoy en Nairobi, ha vuelto a reunir a miles de activistas de todo el mundo para discutir un amplio abanico de asuntos: pobreza, sida, deuda, violencia sexual, acuerdos comerciales o alimentos transgénicos. "El foro da una oportunidad para que gente que está luchando en su rincón salga de su aislamiento, encuentre alianzas, amplíe perspectivas", dice el brasileño Chico Whitaker, uno de los fundadores del FSM y que en 2006 fue galardonado con el Right Livelihood Award, el Premio Nobel alternativo.
El FSM no es un encuentro fácil de encapsular. Sostienen algunos de sus dirigentes que"Hay cientos de actos, pero de los debates nunca sale una declaración final, por lo que se le echa en cara que fundamentalmente denuncia, pero sigue sin proponer alternativas. Es cierto que hay multiplicidad de propuestas y no un solo documento. Hacerlo de otro modo sería empobrecer el encuentro. La llave de su éxito es no tener una declaración única, eso garantiza el respeto a la diversidad inherente al foro".
Otro impulsor del FSM es Bernard Cassen, presidente honorario de ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras para la Ayuda a los Ciudadanos) y director general de Le Monde Diplomatique.
Cassen considera que del FSM "deben salir más propuestas, no en nombre del foro, sino de organizaciones concretas". "Ahora mismo hay cientos de actos, no es posible sacar un mensaje. Y eso es malo. En 2005, 19 personas firmamos un Manifiesto de Porto Alegre, como un miniprograma mundial de acción, pero recibió muchas críticas. Hay un rechazo a todo lo que se pueda asemejarse a un programa político", añade.
"La tesis dominante en el movimiento altermundialista es que es el contrapoder. Yo creo que no hay que tener miedo de dialogar con el poder, con los foros de parlamentarios y de autoridades locales", sostiene Cassen.
La cita de Nairobi ha contribuido a dar énfasis a los acuciantes problemas que afronta África, ha permitido participar a miles de africanos que normalmente no pueden desplazarse hasta Brasil y ha posibilitado el intercambio entre las propias organizaciones sociales del continente. "El foro nos ayuda a construir, a conocernos unos a otros", señala Taoufik Ben Abdallah. "Debemos tener la ambición de retar aquellas políticas que nos están matando, de retar a nuestros gobiernos. En África viven unos 850 millones de personas, pero ¿cuántas tienen voz? Quizá haya 50 millones de ciudadanos reales con voz.
Otros muestran más dudas. "Creo que hay que cambiar de mentalidad y moverse desde el ONGismo hacia la construcción de verdaderos movimientos. Pero construir es un proceso", opina Fatma Alloo, de la Red de Comunicación y Desarrollo de Mujeres Africanas. "El FSM está creciendo en todo, en números y en energía, pero no sabemos cómo capturarla, qué hacer con ella".
El director de Cooperación Internacional de Intermon Oxfam, Fran Equiza, que trabaja con ONG africanas, coincide en apuntar que la sociedad civil africana está en desarrollo. Pero Equiza no cuestiona en absoluto la necesidad del foro. "Hay que seguir apostando por él. Si el poder económico está globalizado, pero el político no, ¿quién hace contrapeso al poder económico para que pueda haber un equilibrio?". Este especialista opina que hay otra manera de interpretar las críticas que reciben espacios como el FSM: "Cuando el poder te critica y te intenta desprestigiar, es que algo estás logrando. Si consigues que la gente tenga autoconciencia de su valía y reclame sus derechos, si minas el poder, éste se pone nervioso, porque se basa en que no es cuestionado. Como decía El Quijote: 'Sancho: ladran, luego cabalgamos".

¡Al menos estamos hablando de este tema en todos los medios del mundo! Aunque sea para asombrarse, enfatizar las dificultades o llamarlo utópico o demagógico. Pero hablamos, antes era un sueño. No nos callamos.


El movimiento de personas sin techo, que bajo el nombre de Hijos de Don Quijote, ha acampado en París al borde del Sena y en otras ciudades francesas, ha logrado forzar la mano al Gobierno ante la gran cita electoral. Tras un llamamiento sobre este tema, incluido en el discurso de fin de año del presidente Jacques Chirac, el primer ministro Dominique de Villepin ha prometido que el 17 de enero presentará un proyecto de ley para hacer reclamable ante la justicia la obligación del Estado, en todos sus niveles, de proporcionar una vivienda digna a todos los ciudadanos. El derecho a la vivienda, que como nominal está en muchas constituciones, incluida la española, se equipara así con el de la sanidad o la educación, como una prestación y no una mera titularidad, en la línea abierta en 2002 por el Gobierno regional en Escocia con un programa que va hasta 2012 y pretende dar cobijo a los que carecen de una vivienda mínima.
No es un derecho fácil de aplicar. La actual mayoría conservadora en Francia eliminó en buena parte la obligación de reservar un 20% de las nuevas construcciones a los menos favorecidos. Ahora, el Gobierno francés prevé introducir este derecho en una primera etapa (2008-2012) para los más desfavorecidos (los que viven en la calle, los más pobres, o las mujeres solas con niños), a la que después se irán incorporando otros sectores de la población, con un plan para disponer de unas 600.000 viviendas sociales que faltan en la actualidad. En 2006 se han construido en Francia 140.000 viviendas sociales, pero el número de los sin techo ha seguido creciendo.
Este derecho a la vivienda existe en Francia desde al menos 1946, pero no se precisaba contra quién debía pleitear un ciudadano para que se le aplicara. Ahora será el Estado el responsable, aunque podrá delegar esta función en las regiones, departamentos y municipios, según la reclamen estos. La propuesta ha provocado revuelo en medios jurídicos. Muchos de ellos no consideran factible la judicialización de este derecho.
El paso dado por De Villepin tiene bastante carga demagógica, como casi todas las conquistas sociales a las que han tenido que acceder los Gobiernos en la Historia.. Pero entre la presión de los movimientos de ñ
la sociedad civil y de las inminentes elecciones, la falta de vivienda digna para casi un millón de personas se ha convertido en tema central del debate público. Las elecciones presidenciales y el discurso social de la candidata socialista, Ségolène Royal, hacen que todos los aspirantes al Elíseo, incluido el muy liberal Nicolas Sarkozy desde la derecha, hayan entrado en la carrera por impulsar programas sociales en Francia.

Los derechos humanos y la pobreza

La pobreza es causa y consecuencia de la violación de los derechos humanos. Para llamar la atención sobre esta correlación crucial el Día de los Derechos Humanos de este año se dedica a la lucha contra la pobreza.
Esto no sólo debería representar una oportunidad para la reflexión, sino también un llamamiento a que los gobiernos, así como las comunidades de derechos humanos y de desarrollo, actúen para garantizar una vida digna para todos.
Todos los derechos humanos -el derecho a expresarse, a votar, pero también el derecho a los alimentos, a trabajar, a la atención sanitaria y a la vivienda- son importantes para los pobres, porque la pobreza extrema y la exclusión se entremezclan con la discriminación, el acceso desigual a los recursos y a las oportunidades, y la estigmatización social y cultural. La negación de los derechos dificulta la participación de los pobres en el mercado de trabajo y su acceso a los servicios y a los recursos básicos. En muchas sociedades, les impide disfrutar de su derecho a la educación, a la sanidad y a la vivienda, sencillamente porque no se pueden permitir pagarlas. Esto, a su vez, dificulta su participación en la vida pública y limita su capacidad para influir en las políticas que les afectan y para buscar un resarcimiento contra la injusticia.
La pobreza no sólo significa insuficiencia de renta y de bienes materiales, sino también una falta de recursos, oportunidades y seguridad que menoscaba la dignidad y exacerba la vulnerabilidad de los pobres.
Sin embargo, la pobreza se percibe a menudo como una situación lamentable pero accidental o como consecuencia inevitable de decisiones y acontecimientos que ocurren en otras partes, o incluso como responsabilidad exclusiva de quienes la sufren. Un enfoque integral de los derechos humanos no sólo enmendará las concepciones erróneas y los mitos que rodean a los pobres, sino que también ayudará a encontrar vías sostenibles y equitativas para salir de la pobreza. Al reconocer las obligaciones explícitas que los Estados tienen de proteger a sus poblaciones contra la pobreza y la exclusión, este enfoque subraya la responsabilidad de los gobiernos en la creación de un entorno que conduzca al bienestar público.
La comunidad mundial ha suscrito los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que establecen metas concretas para los esfuerzos internacionales de erradicación de la pobreza y la marginación. La Cumbre Mundial de 2005 reiteró dichos compromisos.
Los Estados pueden tomar medidas inmediatas para luchar contra la pobreza. Poner fin a la discriminación, por ejemplo, eliminará en muchos casos los obstáculos para participar en el mercado laboral y dará a las mujeres y a las minorías acceso al empleo. La mortalidad infantil puede reducirse mediante intervenciones eficaces, de bajo coste y que no requieren una alta tecnología. Por su parte, los Estados en condiciones de dar asistencia deberían apresurarse a proporcionarla. El año pasado, el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, señaló que "no es moralmente justificable que los países ricos gasten 280.000 millones de dólares -casi el total del producto interior bruto de África y el cuádruple de la cantidad total de ayuda exterior- en subvencionar a los productores agrícolas".
En uno de sus últimos discursos como secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, declaró que considera la atención mundial a la lucha contra la pobreza como uno de los mayores logros de su mandato. Había resaltado la vulnerabilidad extrema y los atentados contra la dignidad humana que acompañan a la pobreza. El secretario general identificó perentoriamente los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo como elementos indispensables de un mundo en el que las personas puedan vivir en mayor libertad. Dado que una de cada siete personas en el mundo pasa hambre, esa libertad depende de que se acometa la pobreza como uno de los retos más espinosos para los derechos humanos de nuestra época.

Luise Arbour, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos

Se me hiela la sangre

Estoy viendo en TV2 el 4º cap. de "Voces contra la globalización" Otro mundo es posible.
Continuo impresionado ante los datos y los hechos que presentan.
Pon aquí tu opinión sobre este problema. No podremos decir que no sabíamos nada. Unas 40.000 personas mueren cada día de hambre y  si contamos las enfermedades relacionadas con la misma, llegamos a los 50.000.
Si 50.000 personas  muriesen cada día en una de las grandes ciudades del mundo desarrollado (Nueva York, Paris, Roma, Moscú, Madrid, Tokio, Londres, Berlin...) los miembros del G 8, el FMI, el BM y el resto de las organizaciones mundiales encontrarían la solución a esta locura inhumana, criminal e indigna.
3.000 murieron durante el ataque a las Torres Gemelas... y el mundo desarrollado se alzó en guerra.
No es el terrorismoel principal problema de la humanidad sino el hambre. Pásalo, pásalo y pásalo. Nesemu

Hoy es un gran día en España: ¡Consolidado el Cuarto Pilar del Estado de Bienestar!

Hoy es un día grande para la democracia en España: ¡aprobado el Cuarto pilar del Estado de Bienestar! En pocos países existen. el primero fue Eduación para todos, el segundo, Acceso a la sanidad poara todos y el tercero: Pensiones para todos. Aunque muchas de estas sean todavía miserables, al menos, podrmos luchar para que se incrementen las más bajas hast aniveles de dignidad. Toda persona mayor tiene derecho a vivir con dignidad haya o no cont a la SS o aunque no tenga un plan d epensiones. Las personas más vulnerables y que necesitan toda nuestra estima y apoyo son las personas mayores que viven solas y con necesidades.Nada hay más triste que la pobreza ne soledad y con edad avanzada.En las soceidades rurales y en las tradicionales jamás se abandonaba ni se abandona a una persona mayor: son el orgullo de las familias y de la comunidad. Em esto, el llamado desarrollo ha sido perverso y tenemos que transformarlo entre todos. Porque otro mundo es posible por eso tenemos que hacerlo necesario. En esto deberían ocuparse los políticos, para eso les pagamos. Y no en mezquinas y miserables rencillas de partido. Han degradado la grandeza de la representación política. Pero almenos, hoy, se han unido los partidos  más importantes aunque los nacionalistas se empeñen en una visión miope de la realidad. Ya les harán cambiar quienes los eligieron. Pero cuanto de justo, de noble, de solidario, de libre y de auténtico se lleve a cabo NOS PERTENECE. Lo haga quien lo haga y sea donde sea que se realice. Ese es la auténtica dimensión humana y social de la globalización: ¡Queremos que globalicen en bienestar para todos!... Nesemu
   “Un hito histórico”. Así ha calificado el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la aprobación definitiva en el Pleno del Congreso de la Ley de Dependencia, que ha obtenido hoy una amplia mayoría. Sólo CiU, PNV y EA han votado en contra de una ley que prevé dar un sueldo a los que se ocupan de personas dependientes, cerca de 1,2 millones de españoles.
La ley reconoce el derecho de los ciudadanos a recibir una atención por parte del Estado cuando no puedan valerse por sí mismos, bien por sufrir una enfermedad o accidente invalidante o al llegar a la vejez. Los ciudadanos deberán realizar una aportación, en función de su renta, pero nadie quedará desatendido por falta de recursos. La ley entrará en vigor de manera gradual a partir del 1 de enero de 2007.
Zapatero, ha destacado el "amplio acuerdo" y la colaboración de "todos" para aprobar la ley, que permitirá que se convierta en el "gran proyecto social de los próximos años" en España. El presidente ha calificado de “hito histórico” la aprobación definitiva del texto, "un proyecto grande en esfuerzo y en impacto" porque de él se beneficiarán más de un millón de personas que "verán reforzada su autonomía personal". Ha especificado que, además de las personas dependientes, también ser verán beneficiadas sus familias y "las personas que dedican su vida a cuidar a quienes lo necesitan". "La voluntad de esta ley es superar ese esfuerzo". El presidente también se ha detenido en las consecuencias laborales de la nueva Ley, ya que permitirá la creación de más de 300.000 empleos en el sector durante los próximos 10 años, y en el "esfuerzo financiero de la administración pública", que prevé gastar 26.000 millones de euros en la "implantación gradual del sistema". El Estado aportará la mitad de ese dinero y las comunidades la otra mitad.
El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, ha sido el encargado de defender ante los diputados el proyecto de Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a Personas en Situación de Dependencia. Ha defendido que hoy es "un gran día para la sociedad" porque "ningún español estará solo" tras la aprobación de la Ley de la Dependencia, "probablemente la norma social más importante de principios de este siglo".
El presidente del PP, Mariano Rajoy, por su parte, se ha mostrado "muy satisfecho" con la aprobación de la Ley de Dependencia y ha pedido al Gobierno que dote a esta nueva norma de recursos presupuestarios suficientes para que "cumpla su objetivo de ayudar a las personas en situación de dependencia".