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J. C. García Fajardo

El pescado acabará como los indios... en reservas, o en enormes centros de engorde tratados con hormonas y antibióticos

Desde hace varias semanas, los pescadores de la cofradía gallega de Lira (A Coruña) tienen en sus manos el borrador del decreto destinado a establecer una reserva de pesca de unas 1.700 hectáreas en aguas cercanas a su pueblo, junto al cabo Finisterre. La excepcionalidad reside en que los propios pescadores promueven esa reserva, en unas aguas explotadas desde tiempo inmemorial.
En Galicia, al igual que en el resto del mundo, la presión pesquera es enorme, imparable. Y los mares ya no dan más de sí. El bacalao de Terranova se agotó hace 20 años y todavía no se ha recuperado. La anchoa del golfo de Vizcaya ha entrado en peligro de extinción. Y otro tanto está pasando con el atún rojo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha lanzado una alerta contundente. El 25% de las 600 especies marinas más consumidas sufre sobrepesca o sencillamente se ha agotado. Otro 52% soporta una captura al límite de lo sostenible.
Mientras algunos pescadores optan por la pesca sostenible, otros arrasan al máximo. Es un secreto a voces, por ejemplo, que no se respeta el límite de 500 caballos de potencia para los motores de los barcos en el Mediterráneo. Los expertos advierten de que algunos pesqueros, convertidos en armas mortíferas, navegan con potencias de hasta 2.000 caballos. Todos lo saben, pero los motores siguen ahí y nadie hace nada.
La organización ecologista WWF/Adena, muy activa en el sector, exige reglas más estrictas, más controles y un cambio de política, en la pesca y también en la acuicultura, que ya representa el 43% del consumo mundial de pescado. "Hay que defender más el recurso", dice Raúl García, de WWF, "y no siempre la flota, sobre todo la industrial, que es la que recibe gran parte de los subsidios y tiene menos que perder de la depresión de los caladeros". Porque un buque industrial puede fácilmente buscar caladeros lejanos hasta arrasarlos.

 

7 comentarios

Lucia -

Mientras tengamos algo que llevarnos a la boca y la calidad no se resienta demasiado, quien va a hablar?E Galicia, y lo digo porque yo soy gallega y lo se de buena mano, hace ya años que la cantidad de pescado se ha aminorado alarmantemente.
El mar un día cualquiera nos vengara por nuestros excesos

sairanna (isabel) -

el problema es muy sencillo. Se llama EGOÍSMO. Es muy fácil pensar que a mí qué me importa la cantidad de pescado que haya en Argentina o en Galicia, si total puedo tomar otro.
Este egoísmo irresponsable conseguirá que las futuras generaciones se avergüencen de lo que sus padres hicieron...

Marta -

Llevamos años escuchando las campañas del FROM abogando por un consumo responsable pare evitar, precisamente, la situación en la que hoy nos hallamos.
Sin embargo las costas sufren los azotes del desarrollo... pros y contras de la era de las tecnologías, dirían algunos.
Lo que me causa estupor es, que aun siendo conscientes de la gravísima situación, sea la propia Unión Europea la que concede licencias de explotación en océanos que ni siquiera bañan su territorio (el Pacífico, por ejemplo) a barcos de bandera portuguesa, británica, francesa, y, oh sorpresa, española.
Parece que los problemas cuando están lejos, y el atun cuando es de Taiwan importa menos...

http://www.greenpeace.org/espana/news/greenpeace-alerta-de-la-llegad

Carmen Águeda -

Fingimos no darnos cuenta del problema. Es más fácil girar la cara y hacer como que nada pasa en lugar de tomar las medidas necesarias para que la pesca (en el Cantábrico y en cualquier otro lugar donde se practique esta actividad)se lleve a cabo de manera sostenible. Si tomamos de una vez por todas cartas en el asunto, todos saldremos beneficiados: consumidores, pescadores, industrias de conservas y, por su puesto, el mar.

Estefania Blasco -

El ejemplo de la sobreexplotación pesquera de los mares gallegos es solo un pálido reflejo, aunque dotado de toda la importancia que merece, de las prácticas económicas imperantes en la sociedad actual. Los objetivos de rentabilidad impuestos por las empresas bajo la presión del mercado hacen que, a pesar de la legislación en materia de explotación de recursos naturales, se cometan un gran número de actos carentes, sobretodo, de sentido común. Y digo sentido común, y digo también responsabilidad y madurez, porque vivimos en una sociedad infantilizada, cegada por el hoy, por la recompensa inmediata, por la impaciencia, por el deseo de enriquecerse a cualquier precio... Eso puede resultar efectivo hoy, mañana quizá... pero solo para unos pocos. Aunque los que hoy miran para otro lado ante la miseria humana, los que hoy no quieren saber de los miles de millones de PERSONAS que sufren penalidades, mañana puede que esten en su misma situación, porque el mundo que estamos creando te alza un día para olvidarse de ti al siguiente. Sin embargo, lo verdaderamente triste vendrá cuando los recursos naturales empiecen a escasear, los mares estén contaminados, las especies marinas en peligro de extinción, o la mayor parte de la sociedad enferma de cáncer debido a las emanaciones y vertidos ilegales de productos tóxicos que algunas prácticas industriales llevan a cabo; porque los responsables de ello no estarán aquí para ver su legado.

Marta Gálvez Z. -

Nací en Santoña, una pequeña villa marinera de la costa cántabra. Su anchoa es muy afamada y el pueblo ostenta el récord de capturas del bocarte, pescado del que procede la anchoa; sin embargo, hoy día ya no queda apenas de este pescado en el cantábrico. Ni gota, algo que es un grave problema si tenemos en cuenta que es la base del sustento de un gran número de familias santoñesas. Precisamente este puente, una amiga, cuyos padres poseen allí una fábrica de conservas en la que ella misma trabaja, me comentaba que antiguamente se pescaba tanto que tenían que tirarlo al mar, pues sobraban kilos de pescado. ¿El resultado? Exactamente lo que Ud. ha comentado en este post: nuestros mares están destrozados, apenas queda una sombra de la vida que en ellos hubo antaño. Ella misma me comenta que la anchoa que venden la traen de Argentina, pero ¿qué ocurrirá cuando ésta también quede agotada?

¿La solución? Precariedad..., y uso del intelecto ante la sobrepesca.

Jorge P. -

Origen orgánico, pescado en el mar... Nos intentan convencer de que la naturaleza tiene un precio en dinero, cuando en realidad estamos pagando las consecuencias de prácticas irresponsables.