Una lengua universal antes de veinte años
El inglés será la lengua más utilizada en la próxima década, de acuerdo con el Estudio English Next encargado por el British Council al reputado lingüista David Graddol.
En la actualidad, el inglés es utilizado por 500 millones de personas. Entre ellas, como lengua oficial y materna de Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda, pero que ya la utilizan más de mil millones de personas como segunda lengua y como lenguaje de comunicación.
La lengua materna más hablada del mundo es el chino mandarín, después viene el inglés, luego el español hablado por más de 400 millones, le siguen el hindi, el árabe, el bengalí y el ruso hablados por unos 300 millones cada una. Finalmente, el japonés y el alemán hablados por unos 100 millones.
Lo asombroso del Estudio English Next es que la globalización triplicará en la próxima década el uso del inglés hasta alcanzar los tres mil millones de personas, o sea, algo menos de la mitad de la población mundial. El Informe sostiene que antes de 2020 una de cada tres personas se servirá de la lengua de Shakespeare para comunicarse entre sí. Por supuesto, que ese inglés de oficinas y de negocios no será el del dramaturgo de Stratford-upon-Avon, ni el de los clásicos ni tan siquiera el de Churchill o el de Walt Whitman. Los profesores y estudiantes de Harward, Oxford, Cambridge o Yale tendrán tanta dificultad para reconocerlo como tendrían Esquilo, Sófocles o Eurípides, Sócrates, Platón o Aristóteles para entender el lakoiné dialectos que se hablaba en el Mediterráneo cuando fueron escritos los Evangelios. No digamos, el griego que hablan hoy en Atenas.
Será una evolución del inglés que ya se utiliza cotidianamente en la ONU, en los organismos internacionales, en la Bolsa, y en las grandes transacciones económicas y financieras, o entre los científicos del mundo entero. Quiénes lo enseñarán serán profesores que no lo han tenido como lengua materna y que, a su vez, lo habrán aprendido de manera semejante.
El Estudio encargado por el British Council, que verá la luz en los próximos días, no emite ningún juicio de valor, se limita a extrapolar los hechos. No se va a tratar de una forma de spanglish o de portugnol. Será una lengua correcta con sus reglas, su gramática, su sintaxis más o menos laxa y, por supuesto, con una fonética adaptable al ambiente en el que se utilice: político, científico, económico o artístico.
En la actualidad los seis mil millones y medio de personas que pueblan el planeta hablan unas seis mil lenguas diferentes. Pero excepto unas doscientas, el resto van desapareciendo al ritmo de una cada quince días. Se prevé que, antes de final de siglo, sólo quedarán unas dos mil lenguas habladas por más de un 5% de personas cada una. Es evidente que en los países en los que el inglés es la lengua materna y oficial éste se mantendrá gracias a los medios de comunicación, a los centros de estudio y a la literatura. Continuará siendo la lengua clásica de referencia, pero sus ciudadanos, cuando viajen o cuando desde sus domicilios y despachos se relacionen con colegas por medio de Internet, tendrán que conocer las nuevas claves para poder hacerse entender, y para comprender a sus interlocutores. Salvadas todas las distancias, en el mundo árabe parlante ya se da un fenómeno similar: las lenguas que hablan las poblaciones de Egipto, Marruecos, Sudán, Siria, Iraq o Libia no son la misma que se utiliza en los telediarios o en los congresos. En China han tenido que imponer el mandarín para que pudieran comprenderse los ciudadanos. En India, a pesar de que el hindi lo hablan unos 350 millones de personas, hasta los mil trescientos millones de habitantes de ese colosal país, muchísimos ciudadanos se sirven del inglés para entenderse entre ellos. ¿Qué sucede sino entre las poblaciones indígenas de Latinoamérica? Utilizan la lengua de Castilla para poder comprenderse entre las diferentes etnias de Guatemala, o de Ecuador, de Bolivia o de Perú, aún dentro de un mismo país.
En la inmensa África, el inglés y el francés continúan siendo las lenguas oficiales en Congresos y en las reuniones de la Unión Africana. De ahí que, en menos de una generación, asistamos al sorprendente fenómeno de una lingua franca universal.
José Carlos Gª Fajardo para el CCS
15 comentarios
daniela janeth -
Mariola -
Karla -
Las lenguas no luchan si el hombre no quiere, pero parece que los hombres no sabemos lo que queremos.
Marcos -
Lo que me parece más grave en este estudio es el hecho de que puede levantarse una nueva barrera entre ricos y pobres: la barrera lingüística, la barrera idiomática, consecuencia directa de la barrera tecnológica.
Nesemu -
felicitas -
Por ello resultan tan ridículos los conflictos y, sin ir más lejos, las constantes disputas que se llevan a cabo en defensa de unas u otras lenguas, frente a un proceso de inminente recesión. No se trata de dividirnos y apartarnos, sino de crear un espacio de común de entendimiento.
El carácter simbólico que han adquirido las lenguas, como herencia de una cultura y una tradición, juega un papel algo peligroso en la actualidad. A menudo es considerada como base cultural y principal seña de identidad de un pueblo, sin tener en cuenta que los atributos esenciales del lenguaje no son políticos ni culturales, sino naturales, como mencionaba Irene Lozano en su libro Lenguas en Guerra.
Jose Mendoza -
enovilla -
Laura García -
DavidCG -
Estrada -
Pero por otra parte, también creo que aunque exista una lengua dominante pueden permanecer otras no tan abundantes. Esa tarea está en manos de la sociedad, si se la enseña a sus hijos y a la vez los educa para que la hable con sus vecinos o hablantes de esa misma lengua (sin que le de verguenza) nunca desaparecerá.
ginesa -
laura suárez -
la globalización siempre dejará huellas en el camino, difíciles de borrar y que provocarán un retroceso en algo tan rico como es la diversidad de culturas.
si bien es cierto que con el inglés nos llegamos a entender todos, ¿por qué borrar el resto de lenguas?¿acaso no son compatibles?
Javier Ibáñez -
beatriz -