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J. C. García Fajardo

Otra voz muy autorizada en el debate sobre Hamas

- Cuaderno de Bitácora

 Por su claridad y finura adjunto el artículo de mi gran amigo, el General Alberto Piris, El terrorismo novelado, que irá en el CCs del viernes. Os lo adelanto, antes de editarlo, para mantener el coloquio con el más amplio número de voces. Nesemu

El triunfo electoral de Hamas en las elecciones palestinas ha levantado una gran polvareda mediática que tardará en disiparse. No es fácil para muchos aceptar que llegue al poder, mediante un genuino proceso democrático, un partido político que viene apoyando y ejerciendo la violencia terrorista. Numerosos análisis han visto la luz estos días, tratando de explicar lo ocurrido y desentrañar sus causas, para prever los efectos de ese resultado electoral sobre el futuro del pueblo palestino.
Muchos comentarios pecan de parcialidad, si no de hipocresía, al igual que algunas declaraciones oficiales de destacados líderes políticos del mundo occidental. Piden que Hamas renuncie a la violencia, sin mencionar la violencia continua que ejerce Israel sobre el pueblo ocupado. Que Hamas detenga los atentados terroristas, sin demandar a Israel que paralice para siempre los asesinatos selectivos. Los mismos que exigen a Hamas que cumpla con las exigencias del decoro internacional y reconozca oficialmente al Estado de Israel, olvidan que éste incumple sistemáticamente muchas resoluciones de la ONU, sin que nadie le amenace por ello con represalias, como las que ya se anuncian contra el previsible Gobierno palestino en el que participe Hamas.
Por todo esto, y para que el lector pueda reflexionar de una manera distinta sobre cuestión de tanta relevancia internacional, me permitiré comentar —y recomendar— un libro que a ella se refiere directamente. No es un riguroso ensayo hecho por especialistas ni un tratado de política internacional. Se trata de una novela del conocido escritor argelino Yasmina Khadra, que previsiblemente se titulará El atentado cuando se publique en versión española (L’attentat, Juillard, 2005). Está en la línea de tantas y tantas obras de ficción que, centradas sobre un tema de gran actualidad política, aportan elementos de reflexión que ayudan a entenderlo mejor.
No descubro ningún secreto —pues esto ya se desvela en la tapa posterior del libro— al decir que el protagonista de la narración es un prestigioso cirujano israelí de origen árabe, que trabaja en un hospital de Tel-Aviv. Tras un salvaje atentado terrorista que pone a prueba la capacidad del centro sanitario y su propia pericia médica, descubre que el suicida es su propia esposa, con la que compartía una plácida e ilusionada prosperidad burguesa, alejados ambos del conflicto que sufren sus compatriotas palestinos. Hasta el final de la obra, el doctor tratará de averiguar las causas por las que su mujer ha actuado de modo tan insólito y, para él, incomprensible. En ese peregrinar anhelante y angustiado irá recogiendo ideas que a la vez que responden a su inquietante congoja permiten al lector pensar por su cuenta sobre la misma cuestión.
Cuando encuentra al terrorista inductor de su esposa, éste le habla así: “La vida me ha enseñado que se puede vivir muy pobremente, de migajas y promesas, pero que nunca se sobrevive a las afrentas. Y yo sólo he conocido esto desde que nací. Cada mañana, cada tarde. No he visto otra cosa en toda mi vida”. Le explica que se aprende a odiar en el momento en que se cobra conciencia de la impotencia propia. Y prosigue: “Quiero que entiendas por qué recurrimos a las armas, por qué los chavales se lanzan sobre los tanques como si fueran bombones, por qué nuestros cementerios están repletos, por qué yo quiero morir empuñando mis armas... por qué tu esposa se ha hecho volar en un restaurante. No hay peor catástrofe que la humillación. Es una desgracia inconmensurable. Le quita a uno el gusto por la vida. Mientras se espera a morir, sólo se tiene una idea: cómo acabar dignamente tras haber vivido en la miseria, ciego y desnudo”. (Éstas y las restantes citas son adaptación libre de A.P. del original en francés).
El protagonista está obsesionado por una idea: “¿Desde cuándo mi mujer es islamista? No acabo de entenderlo. Era una mujer moderna, le gustaba viajar y nadar, saborear su limonada en la terraza del bar y apreciaba demasiado su pelo como para cubrirlo con un velo. ¿Qué le habéis dicho para convertirla en un monstruo, en una suicida integrista, ella que no soportaba ver llorar a un cachorrito?”.
La respuesta del jefe palestino es una breve lección de política práctica. “Un islamista es un militante político cuya única ambición es establecer en su país un estado teocrático, libre e independiente. Un integrista es un yihadista radical; no cree en los estados musulmanes, porque éstos deberán fundirse en un único califato que convertirá al islam a los países occidentales, los someterá o los destruirá. Pero nosotros no somos ni islamistas ni integristas. Somos los hijos de un pueblo expoliado y escarnecido, que luchan con las armas que tienen a su alcance para recuperar su patria y su dignidad”. “¿En qué planeta vives? —dice en otro momento— Nuestra patria es violada sin compasión, nuestros niños no recuerdan lo que es una escuela, nuestras hijas ya no sueñan con sus príncipes azules porque éstos prefieren la intifada, nuestros pueblos son aplastados bajo las cadenas de los tanques...”.
El autor de Las golondrinas de Kabul (el ex militar argelino cuyo seudónimo femenino tanto revuelo causó al ser descubierto) pone ahora en manos de sus lectores una narración que llega al fondo del corazón y que puede ayudar a entender por qué un pueblo, el palestino, da a Hamas una amplia mayoría parlamentaria: porque lleva demasiado tiempo humillado y aplastado bajo la bota del ocupante y porque ya no confía en nada que no sea su propia desesperación.


* General de Artillería en la Reserva
Analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM)
 

9 comentarios

Marcos -

A mocito:

He dicho que se advierte "del" peligro, no "el" peligro, que son cosas muy distintas.

Y perdón por el fallo ortográfico: evidentemente, los pobres no pueden revelar pero no revelarse, sino más bien rebelarse.

L -

Es cierto que los medios de comunicación solo centran su atención y alarmismo en la victoria democrática de Hamas suprimiendo, o escondiendo temporalmente, las atrocidades de Israel. También, a las grandes instituciones, se les olvida el poco cumplimiento de Israel de las resoluciones de la ONU (242). Los medios de información tienen que afrontar los diversos puntos de vista que existen, sin esconder ninguno, para poder llevar a cabo una lucha coherente y eficaz contra aquellos grupos que justifican la violencia, los atentados y las masacres en pro de la dignidad.
Es necesario abordar el tema de la mejor manera posible, y ya que los medios no ayudan a ello, que mejor que el libro que nos recomiendan. Es un buen comienzo..

Escila -

A lo largo de la historia se han cometido atrocidades en nombre de una nación, una religión o una ideología. Está claro que nunca es justificable, pero hablamos de dos iguales. Dos culturas, dos religiones, dos naciones y "dos ejércitos". ¿Cuál es el problema de esta guerra interminable? Por un lado que no lo llaman guerra, sino atentados palestinos contra Israel; por otro, que una nación ha sido impuesta por potencias occidentales sin consultar a un pueblo, exterminando sus derechos y quitándoles lo que les pertenecía; si sumamos que uno tiene ejército y otro lucha con piedras y bombas (la mayoría suicidas)... obtenemos una situación de injusticia que se debe combatir, en el nombre que sea y con las ramas que se encuentren.

Jam -

\"Se aprende a odiar en el momento en que se cobra conciencia de la impotencia propia\"
\"Odiar de veras es un talento que se aprende con los años\" La Sombra del Viento. Carlos Ruiz Zafón.

mocito -

Y cuando el debil se revela ¿qué le importa si se advierte el peligro?

bea l-r -

Lo que no podemos permitir es que la violencia imponga su criterio. La dignidad no se alcanza muriendo de forma "heroica", y cualquier persona que atente contra la libertad de sus semejantes es un criminal, sea cual sea su nacionalidad. Es cierto que Israel actúa como si se mereciera la tierra que pisa, y que menosprecia igualmente a sus vecinos musulmanes. Esa actitud también es inadmisible, y lo que hay que hacer es combatirla. Pero de ninguna manera es justificable que un grupo terrorista alcance el poder. Aunque esto debe ayudarnos a reflexionar sobre el silencio que estamos guardadndo con Israel...

Marcos -

Sólo se advierte del peligro cuando el débil se revela.

Jarkoe -

Esta atroz confrontación no se debe exclusivamente a la acción de los palestinos, ni a la del gobierno israelí, pero si se encuentra, en mi opinión, determinada por esa humillación constante a la que éste somete al pueblo palestino desde hace mucho tiempo. Evidentemente, la actitud terrorista de Hamás y todos los que les han votado no es la más justa y adecuada, pero sí es comprensible. Basta con practicar la necesaria empatía: no habrá paz hasta que el Estado Israelí no deje de destruir la identidad de los palestinos y la vida de muchos de ellos, hasta que no deje de oprimirles, porque nadie puede dudar que, como el autor señala, este pueblo oprimido "lleva demasiado tiempo humillado y aplastado bajo la bota del ocupante y porque ya no confía en nada que no sea su propia desesperación". Que lo piensen quienes pueden actuar y tanto hablan del peligro de un gobierno de Hamás, que vean que el Israel ha forjado ese odio a partir de su propio odio, cuando la única solución es odiar tan solo el odio, y saber pedir perdón.

Gema -

Hay tantas injusticias que sería imposible llamar la atención por todas ellas.
Israel vive como si la ONU no existiera, hace lo que le da la gana.
No digo que lo de Hamas esté bien ni mucho menos, pero no son los únicos.
Esto es igual que el tema sobre el desarrollo nuclear, ¿por qué nadie le dice a Estados Unidos,..etc que retiren sus submarinos nucleares y si lo hacen a los países árabes?