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J. C. García Fajardo

La sabiduría vino de Oriente

(Como les había prometido, vamos a aprovechar estos días para darnos un paseo por las raices que desconociamos. Sin mayor pretensión que asombrarnos)

Sin confundir fe con religión o con creencia, es bueno aproximarse al misterio del que surgimos y al que nos encaminamos, cualquiera que sea la forma como lo denominemos.
La fe es una apertura a la trascendencia para dar un salto a algo que ni los sentidos justifican ni la razón lo prueba. Dice el filósofo Raimon Panikkar que la fe está asentada en el corazón, como la capacidad de lo infinito. De ahí la absurda división entre creyentes y no creyentes. Como la de fieles e infieles. Se trata de una distinción de poder por la que se descalifica al contrario y se llega a las guerras de religión. La creencia es la formulación de unas ideas hechas por una colectividad en forma de doctrina. Puede perderse cuando esa formulación ya no es coherente para nosotros. La experiencia de lo absoluto suele venir a través de una creencia, aunque no deba ser identificado con ella.
De ahí la importancia de conocer las diferentes creencias que han correspondido a las distintas culturas que las han formulado para caer en la cuenta de que toda experiencia religiosa es inédita y que corresponde al individuo formularla. A través del silencio, de la admiración o del camino. Para comprender a las procedentes de diversas culturas y para reconocernos a nosotros mismos.
La historia de la humanidad demuestra que existen pueblos sin alfabeto, sin rueda o sin el fuego, pero no sin tradiciones religiosas: desde los enterramientos de los pueblos cazadores del Paleolítico hasta las formulaciones más elementales de las tribus urbanas con sus ritos, códigos e iniciación a los misterios.
Ciertas ideas del pensamiento oriental pueden cambiar la visión del mundo a un occidental de mentalidad abierta y modificar su actitud ante la vida. Oriente está a la búsqueda de lo Absoluto, pero no intelectualmente, sino por la experiencia del todo y en especial por medio de la meditación. Como recuerda el teólogo Miret Magdalena, lo espiritual no es un ejercicio sin compromiso, es algo que nos estimula a vivir la experiencia honda del ser humano; porque las ideas no tienen entidad sino en relación con la vida. En Occidente se separa lo intelectual y lo práctico, y la religión se entiende de dos modos: como un reto intelectual que queda en el mundo de las ideas o como una fe que nada tiene que ver con la vida corriente.
El fenómeno religioso, continua Miret, ha sido expuesto en sus raíces de diversas maneras que pueden reducirse a tres:
Religión viene de religare, unir lo que estaba disperso; es el sentimiento absoluto de estar penetrado por algo más grande que nos trasciende. Es un sentimiento liberador que, en el budismo, llega a decir que la religión honda y abierta no religa a nada dominador sino "desliga" de tanta atadura que nos atenaza para hacernos libres.
También puede decirse, con Cicerón, que la palabra religión procede de relegere, releer o reconsiderar, profundizar en el sentido de la vida.
O se puede afirmar que viene de reeligere que significa cambiar de vida por otra mejor y más desprendida.
Este lenguaje de lo religioso no es un lenguaje filosófico. Sino la definición del ser humano como "hombre simbólico". Lo que significa la religión es casi imposible de expresar de otro modo que no sean el mito y el rito, que es un mito en acción. No se trata ni de panteísmo ni de ateísmo, sino de un panenteísmo: dios en todas las cosas.
Todos los signos indican que vivimos el momento para una fertilización mutua: Occidente renunciando al afán misionero y a las agresiones colonialistas, Oriente aceptando la tecnología que puede mejorar sus condiciones materiales y un individualismo activo que redima del fatalismo teocrático.
En Oriente, la filosofía no pretende la verdad sino un estado de ánimo, un cambio en el programa del cerebro, no seguir las programaciones del programa racional como en la filosofía occidental. No es información lo que pretende sino transformación.
Oriente ve la realidad como un ser único, océano de energía en continua transformación. Aunque conciben la realidad como flujo y cambio perpetuos, no son un caos desordenado, sino evolución con sentido donde todo sucede por mutaciones encauzadas dentro de leyes naturales de movimiento. "Cada copo de nieve cae en su sitio".
Como el amor, que no es un depósito, sino un flujo; no un estanque sino una corriente. El amor sólo existe en movimiento y se genera saliendo, no al acumularlo dentro de uno mismo.
 
José Carlos Gª Fajardo


 

10 comentarios

Virginia -

2/3: Por tanto, yo lo que creo es que simplemente hay que ser buena persona y no hacer mal a nadie (o justo, como decía el profesor hoy), que eso lo defiende el cristianismo y para cumplir eso no hace falta creer en dios ni en la Iglesia, y con respecto a creer en un dios, cada uno que crea en lo que quiera, que todos son libres y yo los respeto, pero a mí me parecen más interesantes las religiones (o modos de vida) sin dios, como el budismo.
No me voy a meter en si dios existe o no, pero he aguantado tantas mentiras por parte de la Iglesia y de los curas que ya dudo de todo, y eso por no hablar de lo retrógrados que son en el Vaticano con cosas como preferir que la gente tenga SIDA a que use preservativo. La Iglesia debe de creer que aún está en la Edad Media, cuando tenían muchísimo poder porque decían ser los intermediarios de dios en la tierra.
Yo ya no sé si creo en dios, pero desde luego sí sé que no creo en el dios que ha creado la Iglesia para conseguir todo lo que quiere. Quién sabe, si hay dios, si no estará preguntándose allá donde esté qué le han hecho, en que han convertido lo que él quiso enseñar.

Virginia -

1/2: Me gustaría remontarme al principio de las grandes religiones y ver cómo surgieron, cómo la gente empezó a creer en el/los dios/es en los que creían y en esas cosas. Para mí, es bastante posible que los hombres lo crearan como medio para creer en que hay algo después de la muerte, en que esta vida tiene sentido, en que los buenos serán recompensados y los malos castigados (un consuelo pobre para justificar que muchas veces los malos eran los que ganaban a costa de hacer mal a otros, que se tenían que aguantar, y había que meterles miedo para que no hicieran cosas malas).
Igual que ahora nos parecen seres fantásticos los dioses egipcios (allí los crearon a base de mezclar animales que tenían, como el cocodrilo, el halcón...), ¿por qué otros van a creer en la existencia del Dios del cristianismo? Cada uno cree sólo en lo suyo, y lo defiende, a veces hasta con la vida. Ya en el antiguo Egipto (según el Antiguo Testamento)el faraón les decía a los judíos que su dios, Yahvé, no iría a salvarles de la esclavitud a la que estaban sometidos; los judíos se creían el pueblo elegido de dios y así les ha ido. El cristianismo tuvo suerte, porque logró expandirse y detentar mucho poder, y todo a base de escribir su historia como han querido y de interpretar la Biblia como han querido, para obtener beneficio.

Nesemu -

Daniel, no es cuestión de creer en la meditación. En Oriente es una práctica que no tiene nada que ver con la reflexion occidental y sí más con la contemplación serena y pacífica. No busca nada ni a nadie, se limita a sentarse en silencio y respirar adecuadamente. Algún día podremos hablar de esa gran deconocida y de los abusos que cometen algunos charlatanes con esa práctica que por no necesitar no precisa ni del Cielo.

felicitas -

Estoy de acuerdo con Belén, cuando habla sobre el principal problema que tienen hoy en día las religiones, sobre todo las monoteístas, quienes a lo largo de la historia han acumulado un poder económico, social y político muy fuerte. En la actualidad ese poder se ha ido desgastando, ya no tienen la importancia que solían tener (en occidente), y la gente, producto de una educación, y gracias al conocimiento de otras ideas, ha ido configurando sus propias creencias, una concepción más personal de vida.

Pero no estoy de acuerdo con Daniel a la hora de establecer el poder económico, que sustenta la iglesia, como la base fundamental de la religión cristiana. A pesar de haber cometido innumerables errores, y seguir cometiéndolos, hay creyentes que, por vocación, dedican su vida a darla por los demás, a ayudar, y realizan una labor importantísima (sobre todo en el tercer mundo). Sin recibir nada a cambio.

Además, me gustaría poner énfasis en lo que dijo Almudena, habla del ser humano como un hombre de fe. En efecto, todos creemos en algo, pero no necesariamente “por miedo”, o “por ignorancia”, como dice Alba. Sino por propia convicción, actuamos acorde a un planteamiento de vida, una escala de valores, que no tienen por que ser impuestos por nadie; y que, en el fondo, representan el compromiso que tomamos de vivir acorde con ello. Es más que todo, una guía, un camino, que hemos escogido, producto de una experiencia, y una reflexión.

Carlos Miguélez -

Como el pez que pregunta dónde está el océano, que no lo ve...

DANIEL -

Creo que Ruth lleva mucha razón en su comentario. El miedo y la ignorancia son las razones por las que el hombre cree en algo superior a él. Algunos hablan de ´cielo´ para consolarse tras la muerte. Otros creen en la reencarnación. Otros creen que después no hay nada... Yo personalmente no creo en la práctica de la meditación. No creo que solamente haya que concentrarse o aprender técnicas para alcanzar lo absoluto. Como dice mi compañera Ruth, el hombre debe creer sobre todo en sí mismo.
Una pequeña reflexión: las religiones quieren llegar hasta lo metafísico, al más alla, a lo inmaterial. Pero la religión, al menos la cristiana, se basa en el poder económico y social, es decir, en el plano material. ¿Esto no sería una contradicción? A lo mejor es una tontería enorme, pero ¿por qué actúan así?

Ruth Pilar -

Miedo y/o ignorancia nos hacen proclamar que existen fuerzas naturales que rigen el mundo. Existe un cielo y un infierno. Hay cosas que se escapan a nuestro entendimiento, que no podemos aprehender con los sentidos y optamos por los mitos. Parábolas, cuentos, historias, nos ayudan a vivir de un modo más sencillo. Todos necesitamos creer en algo, da igual que nombre le pongamos: dios, surte, destino... Pero sobre todo, hay que creer en uno mismo.

Almudena -

Una forma de definir al ser humano sería como un hombre de fe. Absolutamente todos creemos en algo, ya sea en Dios, Alá, Surva o nosotros mismos. Es algo intrínseco en el hombre; el problema viene cuando esa intrinsedad se vuelve intransigencia al hacer de nuestra fe un arma.
"Que nadie predomine sobre nada, que nada predomine sobre mi."

Belén -

Creo que este tema es muy interesante, ya que, por lo general, no conocemos nada, o casi nada, de otras religiones o culturas.
La religión ha estado siempre presente en la vida de los seres humanos. Reflexionar sobre lo desconocido siempre ha sido y será una característica ligada al los hombres y mujeres. La religión siempre formará parte de la cultura popular, porque aportará ritos, fiestas y formas de vivir.
El único problema de las religiones, sobre todo las monoteístas, es que han concentrado demasiado poder económico, social y político durante los siglos en un grupo de personas muy determinado.
La necesidad de expansión y conservación de este poder que estas personas tuvieron (y aún tienen) fue lo que provocó, y sigue provocando los conflictos religiosos.
La fe tiene que dejar de ser un negocio que enriquezca a unos pocos, y volver tener el carácter espiritual que en algunos lugares del mundo que aún conserva.

Alba -

La religión puede ser la característica principal que nos distingue como seres humanos. Como seres capaces de gesticular un lenguaje y por ello, pensar y desarrollar más nuestra mente que el resto de los seres vivos. Hay tantas religiones como maneras de definirlas. Pero en su esencia, es la evasión del ser humano, imaginación, vislumbrar un mundo mejor que el que la realidad nos ofrece, buscar la plenitud del espíritu... Puede que mi opinión sea demasiado empírica o materialista, pero las religiones se basan en los miedos y la ignorancia del ser humano. Los griegos inventaron sus mitos para explicarse de una manera "lógica" el porqué de las cosas, de la naturaleza, y de la muerte... y más o menos ocurre así con el resto... Hemos pasado de un pensamiento común de una sociedad, a convertir esos pensamientos en "doctrinas", en "escuelas", en institucionarlo. ¿Cómo hemos podido poner normas al pensamiento? ¿Cómo se ha podido prohibir, asesinar, crear más desigualdad por la fe en fuerzas extrínsecas que deberían ser de cada uno? Cada persona es un mundo, y como tal, cada uno puede y debe pensar y crear su propia filosofía y/o religión a su gusto y medida.
Han llegado hasta el punto de prohibir usar anticonceptivos, (de ahi la propagación del mayor virus que ha conocido la historia VIH/SIDA), la subyugación de la mujer hasta extremos inconcebibles ( he ahí las ejecuciones a mujeres con piedras, las ablaciones, en fin, y todo lo que rodea a la mujer en algunas religiones como ser inferior). ¿Cómo se ha podido abusar así del ser humano jugando con sus "miedos" e ideas? ¿Cómo se ha podido crear tanta desigualdad entre unas "doctrinas y otras"?
Paremos esto... abriendo nuestra mente... pero, no por donde está ya marcado.