Ni una sola bala en Chiapas
Koldo Aldai me hace llegar este texto Ni una sola bala A propósito de la 'alerta roja zapatista' y tal cual lo transcribo. Ya nos volvremos a ocupar del subcomandante Marcos, pues parece que algo se está moviendo... y si Marcos se mueve
muchos nos sentiremos implicados pues nosotros también somos Marcos.
Nesemu
Algo grave ha tenido que suceder en Chiapas para invitar a salir al lápiz y los colores, para recomendar marchar al maestro y la enfermera, a los voluntarios y sus organizaciones Se engrasan de nuevo los metales en el territorio liberado de los zapatistas. La pipa del subcomandante arroja humo añadido, humo de cólera por los acuerdos incumplidos, por el abandono de una región inmensa, por la soldadesca y los incontrolados que penetran la selva
Sólo cada quien sabe cuando se agotan sus palabras, cuando tocan fondo. Hay quienes pensamos que éstas no deberían claudicar nunca. Las palabras tienen matices, tonos, silencios, ecos, truenos, y una fuerza absolutamente insuperable cuando van unidas a la mente clara, al ritmo sereno y el corazón grande. Apenas comenzamos a descubrir su poder infinito; ya no digamos del potencial de la palabra florecida en poesía. La máquina de escribir del líder rebelde en medio la espesa floresta ha sido arma más fuerte y certera que toda la artillería reunida del adversario; sin embargo un sólo disparo le devolvería a él y los suyos a la condición más vulnerable.
Ojalá el subcomandante siga paseando su prosa de amor, reclamo y selva por los periódicos de medio mundo, en innumerables rincones digitales. Tiente por siempre el teclado, que no el gatillo; tienten las palabras unidas y en alarma, que no las filas prietas y los fusiles engrasados.
Alerta roja de pechos y manos desnudas, de espíritus y corajes desbordantes, mas nunca de combate de sangre. Tienten los fusiles de madera, la vida digna, la floresta rebosante, la paz justa , que no el bando de batalla. Una y mil caravanas hasta el asfalto inmenso, uno y mil camiones brotados de la selva, desbordados de banderas y clamores, una y un millón de palabras caminadas hasta los palacios y poltronas de la urbe capitalina , pero, por favor, ni una sola bala nacida en las trincheras de la esperanza.
Koldo Aldai
muchos nos sentiremos implicados pues nosotros también somos Marcos.
Nesemu
Algo grave ha tenido que suceder en Chiapas para invitar a salir al lápiz y los colores, para recomendar marchar al maestro y la enfermera, a los voluntarios y sus organizaciones Se engrasan de nuevo los metales en el territorio liberado de los zapatistas. La pipa del subcomandante arroja humo añadido, humo de cólera por los acuerdos incumplidos, por el abandono de una región inmensa, por la soldadesca y los incontrolados que penetran la selva
Sólo cada quien sabe cuando se agotan sus palabras, cuando tocan fondo. Hay quienes pensamos que éstas no deberían claudicar nunca. Las palabras tienen matices, tonos, silencios, ecos, truenos, y una fuerza absolutamente insuperable cuando van unidas a la mente clara, al ritmo sereno y el corazón grande. Apenas comenzamos a descubrir su poder infinito; ya no digamos del potencial de la palabra florecida en poesía. La máquina de escribir del líder rebelde en medio la espesa floresta ha sido arma más fuerte y certera que toda la artillería reunida del adversario; sin embargo un sólo disparo le devolvería a él y los suyos a la condición más vulnerable.
Ojalá el subcomandante siga paseando su prosa de amor, reclamo y selva por los periódicos de medio mundo, en innumerables rincones digitales. Tiente por siempre el teclado, que no el gatillo; tienten las palabras unidas y en alarma, que no las filas prietas y los fusiles engrasados.
Alerta roja de pechos y manos desnudas, de espíritus y corajes desbordantes, mas nunca de combate de sangre. Tienten los fusiles de madera, la vida digna, la floresta rebosante, la paz justa , que no el bando de batalla. Una y mil caravanas hasta el asfalto inmenso, uno y mil camiones brotados de la selva, desbordados de banderas y clamores, una y un millón de palabras caminadas hasta los palacios y poltronas de la urbe capitalina , pero, por favor, ni una sola bala nacida en las trincheras de la esperanza.
Koldo Aldai
6 comentarios
Carlos Miguélez -
Nesemu -
para poder comentarla.
Nesemu
Audrey -
Rôvënty -
en la cara sudor.
Así se ha matado,
se ha matado el amor.
El pueblo ha despertado,
grita una voz.
La del gallo anunciando
la salida del sol.
Siempre ella la que mata,
siempre ella la que quema;
siempre ella,
siempre deja huella.
LA GUERRA
Carlos Miguélez -
Sergei -