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J. C. García Fajardo

Nesemu: Ellos nos sostienen

CCS 01 07 2005

La mejor ayuda a quienes sostienen nuestro desarrollo

Por televisión y en la prensa europea nos inundan imágenes de paraísos idílicos en las islas del Caribe, en amplias regiones de África y de Asia: playas vírgenes, cocoteros que se inclinan al paso del turista, piscinas y vergeles en urbanizaciones de ensueño en donde hermosas mujeres, ligeras de ropa y amplia sonrisa, te sirven bebidas multicolores y musculosos camareros y jardineros parecen estar allí para prestar toda clase de servicios. Estas imágenes con desbordantes mesas con toda clase de exquisiteces gastronómicas que superan la imaginación de cualquier ciudadano medio, sobre músicas envolventes y en papel cuché del más alto gramaje, acaban por anular nuestra capacidad de discernimiento para preguntarnos: ¿Pero es esa la realidad social de Santo Domingo, Cancún, Jamaica, Islas Vírgenes, Cuba, Marruecos, Túnez, Egipto y los litorales del África del Indico? Ya no digamos del ambiente provocador y excitante de lugares de Oriente ante los que palidece la imagen del mítico Edén ¿Por qué se vienen a centenares de miles inmigrantes clandestinos arriesgando sus vidas? Ellos mismos, malviviendo en Europa, también se lo preguntan cuando extienden sus mantas sobre las aceras enfrente de las Agencias de Viajes.
Toda persona medianamente informada sabe que ese tipo de publicidad está condenada por el Código de Conducta Ética de las Coordinadoras de ONG para el Desarrollo. Nuestros mensajes sobre la realidad vivida por nuestros cooperantes y expertos se estrellan contra esos mensajes que tanto inflan a los diplomáticos de esos países. Así es imposible mantener la lucha para acudir en ayuda de las poblaciones empobrecidas de esos paraísos del Sur. Cierto que muchos de esos diplomáticos han disfrutado de esas instalaciones hoteleras, circuitos turísticos y Clubes Mediterranée porque han acompañado a representantes de tour operators y a periodistas cerrando un círculo bien notorio: la mayoría de esas instalaciones de ensueño son propiedad de capitales del Norte sociológico con pequeñas participaciones de empresarios y políticos de esos países.
Millones de turistas se embarcan en esos paquetes que los trasladan de hotel en hotel y de excursión a playas prohibidas a los nativos, de cenas y de fiestas en las que todo está ya pagado en origen y apenas si dejan unas monedas en artesanías de alcance o en cutres propinas.
Fomentar el turismo es una oportunidad válida para el
desarrollo de esos países, como lo fue para la España de los año setenta y todavía constituye nuestra mayor fuente de ingresos. Como ya sucede en Marruecos, en Túnez, Egipto, Grecia, Turquía y en otros países que fomentan las exportaciones de sus naturales porque las remesas de los ahorros de estos casi superan a las del turismo.
Pero la experiencia acumulada por nosotros debería de ahorrarles el calvario por el que pasaron nuestros emigrantes en Europa y en América para malvivir con el ansia de regresar con unos ahorros que, en principio, favorecen al Estado y a las entidades bancarias.
La mejor ayuda que se podría ofrecer a esos países ricos en tradiciones, en bellezas naturales, artísticas o monumentales es integrarlos en el desarrollo de esas riquezas de una manera equilibrada y justa que respete el medio ambiente y que favorezca a los habitantes de esas regiones.
Es posible adaptar la formación profesional y técnica a los naturales de esos países para que participen activamente en el proceso sin quedar limitados a la función de sirvientes que padecen una esquizofrenia entre ese modo de vida, en el que luchan por ganarse la vida, y el de sus familias y ambientes sociales.
Las Instituciones de la Unión Europea y las propias de cada Estado que la componen, deberían desarrollar esta capacitación laboral, de formación profesional y de aptitudes para los servicios en el desarrollo de esos formidables activos nacionales.
Las ayudas en educación, en sanidad, en protección y puesta en valor del medio ambiente, en la salubridad de sus fuentes y de sus servicios sanitarios, en la mejora de su agricultura, en la comercialización de sus productos y de sus artesanías son más importantes que los grandes préstamos de los que raramente se beneficia la población porque los emponzoña la codicia de tantos intermediarios, políticos y militares corruptos, que sangran y desesperan hasta la locura a los jóvenes mejor formados y capacitados que tienen que optar por una emigración clandestina, peligrosa y en manos de mafias que podrían ser fácilmente erradicadas por las policías de esos países.
Sabemos que gobiernos de varios países del Este de Europa fomentan y financian la emigración clandestina de los ciudadanos con una mejor formación para que disminuyan las cifras del paro.
Los responsables de los gobiernos del Norte tienen que decidir cuántos inmigrantes necesitamos y con qué preferencias. Así, establecer sólidos acuerdos con los gobiernos de los países de origen y comenzar por reconocer que en la UE necesitamos a esos inmigrantes para sobrevivir. Por supuesto, después de haber informado a la ciudadanía que ningún país de Europa podría mantener su desarrollo, su nivel de vida y de despilfarro sino lo sostuviera ese 70% de materias primas que importamos de los países empobrecidos del Sur.
Las sangrías de emigraciones clandestinas desaparecerían si se respetasen las reglas de un mercado justo, equilibrado y solidario.

5 comentarios

Merche -

Lo que no te cuentan en las agencias de viaje es que mientras tú tomas el sol en esas paridisiacas playas, con tu tumbona y un daiquiri en la mano, al lado tuyo la gente necesita pedir para comer, para sobrevivir. Tu turista, lo ignoras, regresas más moreno a tu ciudad, y cierras los ojos a la realidad.

Carlos Miguélez -

Existen, sí, pero son una burbuja a la que pocos pueden entrar. Son extensiones de Miami Beach para que los turistas se vayan a divertir.

Scicker -

Esa publicidad de paisajes y estancias tan ostentosas y propias de un paraiso es cierta, porque esos lugares existen. Evidentemente, conforman un gran minoría en estos países y sólo están al alcance de muy pocos.
El resto de la población de estos lugares malvive y eso lo sabemos todos.
Esa publicidad es cierta, pero también es engañosa (como toda) porque pintar estos países como paraísos donde la vida es maravillosa y la gente es tan feliz como la pareja que yace tumbada en la hamaca del anuncio es a todas luces irrisorio.

mariajo -

Excelente reflexión sobre algo que a tantos nos duele cuando viajamos al Sur. Los cooperantes y no los llamados yuppies de la cooperación cuando vamos a Managua o a México D.F. vivimos en el barrio de San Judas o en Netzahualcoyotl, en las comunidades con las que cooperamos, así conocemos sus necesidades cotidianas y sus sueños. Esa es la realidad de los países. No están en el infierno ni en el paraíso. Viven, sencillamente, luchando.

Audrey -

Ellos están aquí recogiendo las migajas que les dejamos. ¿O acaso hay muchos de los de aquí que quieran sus puestos de trabajo?