Nesemu: Alguien
Alguien
Lo siento, estaba ahí, en mi web y me saltó de pronto. Lo siento. Yo también lo busco a tientas, no sé quién es, ni siquiera si existe, no sé nada, sólo sé que muchas veces lo necesito. ¿No es causa suficiente sentir sed para crear el agua?
Nesemu
//Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo un último recorrido por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño le rozó con la mano:
- Decile a ... susurró el niño- Decile a alguien que yo estoy aquí.
(Es tan hermoso este relato de Galeano que no me atrevo
a añadir ni una palabra.)
José Carlos Gª Fajardo
Lo siento, estaba ahí, en mi web y me saltó de pronto. Lo siento. Yo también lo busco a tientas, no sé quién es, ni siquiera si existe, no sé nada, sólo sé que muchas veces lo necesito. ¿No es causa suficiente sentir sed para crear el agua?
Nesemu
//Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo un último recorrido por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño le rozó con la mano:
- Decile a ... susurró el niño- Decile a alguien que yo estoy aquí.
(Es tan hermoso este relato de Galeano que no me atrevo
a añadir ni una palabra.)
José Carlos Gª Fajardo
4 comentarios
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Carlos Miguélez -