Retazos 002: Una mujer hermosa
Dos monjes salen del monasterio al amanecer. Uno es un novicio muy joven y el otro es ya adulto y responsable. Caminan en silencio. Cuando llegan a la orilla de un río caudaloso encuentran a una hermosa joven consternada porque no sabe por dónde vadearlo para poder llegar a la otra orilla. Mira a los monjes desconcertada y el monje joven baja la cabeza deslumbrado por su belleza. El monje adulto, conmovido por el desconcierto de la joven, se inclina ante ella y la coge en sus brazos para cruzarla a la otra orilla.
Cruzan el río en silencio vadeándolo por los lugares adecuados para evitar los rápidos. La joven esconde su cabeza en el hombro del monje temerosa de ser arrastrada por el río y no poder llegar a atender a su padre enfermo.
Al llegar a la otra orilla, el monje la deposita con suavidad sobre la arena, se inclina ante ella con una sonrisa y prosigue su camino.
El monje joven continua sin atreverse a alzar la mirada, desconcertado por tanta hermosura y por la libertad de la joven.
Prosiguen caminando en silencio pero el monje mayor se da cuenta de que el joven va taciturno y tenso. Con los ojos fijos en el camino no alza sus ojos ni para contemplar el cielo, ni los árboles ni las flores de los campos. No parece percibir el canto de los pájaros y, durante el descanso, junto a la fuente, bebe deprisa y se retira con gesto hosco.
Al caer el día, los monjes llegan a las puertas del monasterio que los va a acoger por esa noche y el joven, no pudiendo resistir más, le dice al monje venerable.
- ¿Cómo es posible, hermano, que esta mañana hayas cogido en tus brazos a una mujer tan hermosa?
- El monje mayor le sonríe y responde: “Yo la dejé sobre la otra orilla mientras que tú la has llevado sobre ti durante todo el día”.
José Carlos Gª Fajardo
Este texto pertenece a la serie 'Retazos de Sergei', una colección de cuentos orientales adaptados a nuestro tiempo
16 comentarios
Zola -
Jarkoe -
Dorian Gray -
Supongo que los monjes serán budistas y, por tanto, renuncian a todo tipo de deseo (en teoría). Fijarse en la joven debe resultar, en cierta manera, un pecado. El monje que miró al suelo parece repreocharle al otro su acción, tal vez para sentirse mejor, para descargar su culpa en otro. En cambio, el veterano monje no dio mayor importancia a la situación y la afrontó sin mayor preocupación. Muchas veces tenemos miedo de nuestros tabúes y no nos paramos a analizarlos.
Escila -
Imán -
rocoli -
Gema -
Juan Monge -
Todos sabeis muy bien qué se supone que debemos hacer, lo de afrontar la realidad, aprovechar el momento.
Bien...
Yo no podría dejar de mirar al suelo.
No dejo de mirar al suelo.
Fdo. Un débil.
Patricia Palacios -
Javier Ibáñez -
Sergei -
Las segundas y terceras lecturas de ellos son mejores que la primera, lo digo por experiencia.
¡Qué fluyan entre tanta política, profesor!
Vivar -
Juan José Madrigal -
úrsula -
El tren pasa una vez y solo una vez, por eso: aprovecha el momento, pues no se va a volver a repetir. y arrepientete solo de las locuras que no comentas.
Virginia -
Para mí la joven hermosa simboliza la tentación que se debe evitar, y que el monje adulto evita poniéndola amablemente a un lado. El monje joven sabe que debe evitarla pero no puede evitar turbarse ante ella ni tenerla todo el rato en mente, así que es casi como si él hubiera caído en ella.
RöXyE -