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J. C. García Fajardo

Tenemos que prepararnos todos para una vejez activa

En este Blog hemos comentado la terrible situación de abandono en que estaban los ancianos residentes en el Centro Juan XXIII de Alcobendas. Hoy, Rosa Montero, en su columna "Ser viejo es un trayecto" reflexiona sobre el hecho de que sólo quince familias habían sacado a sus familiares de allí. Se pregunta,¿cómo es posible que de 65 familias sólo respondan quince? ¿Cuántos miserables podríamos encontrar entre los otros cincuenta? Menos mal que, al final, la Comunidad consiguió recolocar a todos los ancianos y cerró la Juan XXIII.
Y comenta "Qué terrible es ser viejo en esta sociedad. Una sociedad de descerebrados, porque esos familiares que aparcan a sus mayores en cualquier matadero como si fueran carcasas de coches reventadas, esos familiares amnésicos que no se acuerdan de visitar a sus ancianos y mucho menos aún de rescatarlos, tampoco parecen recordar que ellos mismos se convertirán en viejos irremediablemente (salvo que se mueran en el camino), y que, a juzgar por el ejemplo que están dando, lo más probable es que también ellos sean tratados como chatarra.
Sí, qué terrible es ser viejo en un mundo que ya no admira la proeza de la longevidad, porque ahora ser longevo es lo habitual; que ya no dispone de familias extensas que cuiden de sus mayores; que potencia hasta extremos ridículos la apariencia juvenil y esconde todo signo de vejez como una lacra; que aún no ha desarrollado los instrumentos sociales suficientes para hacerse cargo de una manera digna del aluvión de ancianos. Ahora lo normal es vivir mucho, pero no estamos preparados para ello. Y así, una de las mayores injusticias de nuestro mundo es lo caro que es ser viejo. Hombres y mujeres que han trabajado toda su vida y han mantenido un nivel económico decente, pueden verse reducidos a algo parecido a una angustiosa miseria si tardan en morirse demasiado... 
Resulta suicida para todos que permitamos que las cosas sean así. Que no seamos capaces de mejorar nuestro propio futuro. Hoy, tras la edad de la jubilación, queda una cuarta vida. Quedan veinte años de actividad...La vejez ya no es un final, sino un trayecto. Un camino que hay que intentar hacer en plena forma...Los viejos son nuestra memoria y nuestra avanzadilla. Vienen de atrás y son capaces a ayudarnos a entender quiénes somos; pero, además, son los exploradores que nos van informando de lo que podemos encontrar en la existencia. Son muchos (y en las próximas décadas seremos aún más) y me parece que cada vez se resignan menos a ser arrumbados como trastos rotos. En algunos países ya se han creado asociaciones de ancianos peleones y marchosos, como los Panteras Grises de Alemania. Reclamemos esa salud, ese respeto, esa visibilidad social, esa tranquilidad económica. Para que no vuelva a haber ni un solo vídeo como el que supuestamente se rodó en Alcobendas. Y para que no tengan que depender de familiares de corazón marchito y mala memoria." Recojo en este Blog estas sensatas palabras porque los Blogs, entre otras funciones, tiene la fundamental de dar la voz de alarma ante cualquier injusticia y cooperar para buscar propuestas alternativas.

3 comentarios

Ricardolau -

Muy buena la entrada, ojalá se haga algo, cuando nos daremos cuenta que somos quienes somos y vivimos como vivimos gracias a ellos.

Carlos Capote -

Lo que me pasa ante artículos tan buenos como éste es que quiero dejar un comentario, una huella, un "pasé por aquí y me gustó", un simple agradecimiento... pero me quedo sin palabras.

Iván -

Muy buenas.
Estoy muy de acuerdo con sus últimos artículos acerca de los nuevos jubilados y su manera de pasar el tiempo.
Se me ha ocurrido que podría crear, como ya propuso con la médula espinal, un "banco de abuelos". Había pensado en un "banco de abuelos útiles", pero quién soy yo para decidir qué es útil o no. Sólo la experiencia resultaría de gran ayuda.
Por último quería apuntar que le encuentro mucho más cercano en artículos de perfil más personal que perdido de disputas políticas que creo nos hacen perder la objetividad con mucha frecuencia.
Nos vemos.