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J. C. García Fajardo

Ha llegado la hora de la paz

Sami Nair, árabe, es profesor invitado de la Universidad Carlos III. Shlomo Ben Ami, judío, ex ministro de Exteriores de Israel, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz. Federico Mayor, cristiano, es presidente de la Fundación Cultura de Paz. Los tres han escrito este interesante artículo manifiesto:
La reunión "trilateral" entre la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente palestino, Mahmud Abbas, celebrada el 19 de febrero en Jerusalén, no ha representado siquiera un tímido paso hacia delante para replantear el proceso de paz. De nuevo, los Estados Unidos e Israel han impuesto una serie de condiciones que, en esta etapa preliminar, no pueden cumplirse. No han querido valorar la importancia que tiene el acuerdo interpalestino alcanzado, después de superar innumerables dificultades, hace tan sólo algunos días en La Meca bajo la presidencia del rey Abdullah de Arabia Saudita. De nuevo, un destello de esperanza que se acaba. Silencio de la comunidad internacional. Europa, una vez más, calla. Sólo Jordania, consciente de la complejidad de la situación, pide a los Estados Unidos que reconsideren el rechazo de las propuestas del presidente palestino. De nuevo, el riesgo de la espiral de la acción y reacción cuando, como en todo conflicto, sólo hay una forma de concluirlo pacíficamente: las partes no renuncian a sus principios y a la defensa de sus ideales, porque ello implica que una de ellas ha derrotado a la otra. Lo que cambia es que ambas partes deciden defender sus ideales y dirimir sus diferencias sin violencia.
Al iniciar los caminos de paz es imprescindible mirar hacia el futuro, aceptar el compromiso de que sólo los hijos de ambos contendientes cuentan, porque sólo así se consigue después, a lo largo del proceso, resolver los problemas del presente y aligerar la pesada carga del pasado. Por ello, negarse a admitir como interlocutor al gobierno de unidad palestino constituye un grave error, que es urgente remediar ahora. Ahora, sin más tardar. Sólo así, con la firme resolución de ambas partes de no recurrir a la violencia y de tener el futuro como prioridad inicial, podrían rápidamente tener lugar las diligencias diplomáticas y conferencias de concertación que permitieran abordar de igual modo las cuestiones, de gran potencial conflictivo de toda la zona, en particular las que se refieren al Líbano y a Irán.
Ha quedado claro, con la estrategia de la "guerra preventiva" de Irak, que la fuerza no resuelve nada. Y a qué precio de muertes y sufrimientos. De nuevo, el estentóreo y trágico fracaso de la guerra, solución propia de una economía de guerra impulsada por una inmensa maquinaria bélica que ha situado los gastos en armamentos cerca de los 3.000 millones de dólares al día. Con las estrategias seguidas hasta ahora, todos se hallan extremadamente debilitados. Ha llegado el momento de adoptar otra. Ahora.
La formación de un Gobierno de unidad nacional palestino era tan necesaria como apremiante para que, dejando a un lado sus diferencias, Hamás y Al Fatah consiguieran frenar el declive hacia una guerra civil y se iniciara lo que era de esperar después de las elecciones: la gobernación de Palestina y la rápida conclusión de acuerdos iniciales con Israel, que necesita también, dada la insoportable carga moral y política que significa la ocupación, una normalización de la situación. El presidente Abbas no podía hablar de paz con el primer ministro Olmert hasta que la consiguiera entre sus propios ciudadanos.
Por esta razón, resulta tan inconveniente el resultado de la reunión "trilateral" de Jerusalén.
La Unión Europea debería, después de los Acuerdos de La Meca, liberar al pueblo palestino de los obstáculos que representa el boicot impuesto al Gobierno de Hamás. El no reconocimiento de los resultados electorales es otro de los temas que inciden en el complejísimo escenario del Próximo Oriente. Sólo si se obtiene el "acuerdo de la palabra" y de renuncia a la fuerza, la Unión Europea podría impulsar con firmeza la adopción de una nueva política para la zona en su conjunto.
Sólo de este modo sería posible encauzar los múltiples casos de incapacidad para la convivencia pacífica resultantes del derrumbamiento de los sistemas dictatoriales que mantenían pueblos de distintas culturas y creencias unidos por la fuerza. Que nadie se equivoque: la "indisoluble unión" garantizada por los ejércitos tiene siempre los días contados. Sólo la que se basa en la libre expresión de la voluntad ciudadana transcurre felizmente, con las tensiones y ajustes propios de toda empresa humana.
Desde hace muchos años, los pueblos israelí y palestino se han visto forzados a aceptar la perversa dinámica de que "si quieres la paz prepara la guerra". Ahora, después de tantos desmanes, la ensangrentada realidad les conduce irremediablemente a considerar la necesidad, cuando realmente se quiere la paz, de prepararla. "Si quieres la paz, contribuye con tu comportamiento a hacerla posible". Es urgente que concluyan sin mayor demora el terrorismo, las instigaciones, expropiaciones, asentamientos, obras en lugar y tiempo inoportunos..., para que se vaya afianzando el convencimiento de que es posible, por fin, descubrir nuevas rutas hacia la convivencia pacífica.
El diálogo del reconocimiento es imposible mientras no se encuentre una solución política aceptable para los dos protagonistas
. Por ello, lo que necesitan con urgencia ambos pueblos, más que un debate sobre el pasado es una concepción común del futuro, que debe partir de una aceptación política. La aceptación de la existencia segura y reconocida de dos Estados independientes; la aceptación de un futuro común porque es evidente para cualquiera capaz de observar esta tragedia con lucidez que los dos Estados van a necesitarse entre sí para superar sus antagonismos y, sobre todo, dominar su pasado.
La paz interna y la paz con el vecino: éstos son los grandes retos a los que pueden hacer frente israelíes y palestinos si deciden, dentro y fuera, resolver sus posiciones, puntos de vista, a veces diametralmente opuestos, sin recurrir a la violencia. Y, desde esta premisa, contarían inmediatamente no sólo con la iniciativa del plan de paz árabe sino con el respaldo internacional. Por cuanto antecede, creemos que, ahora, podría replantearse urgentemente la situación en el Próximo Oriente según las bases siguientes:
1. No hay solución posible por la fuerza, tanto por el lado de Israel como de los palestinos. Ambos bandos deben reconocer el derecho del otro a existir dentro de un Estado seguro, protegido internacionalmente y viable.
2. La cuestión de los refugiados debe ser tratada a partir de una declaración de la comunidad internacional (la ONU, los países árabes, Israel, los palestinos y las grandes potencias) en el marco de las fronteras heredadas del Acuerdo de Paz, para el retorno al Estado palestino de aquellos refugiados que así lo desearan. Tanto para éstos como para los que permanecieran en los países de acogida, se establecería un fondo de compensación y rehabilitación.
3. En la cuestión de Siria, deberían seguirse las pautas del Informe Baker-Hamilton, rechazado por el presidente Bush, favoreciendo el establecimiento de negociaciones entre Israel y Siria, sobre la base de las que llevaron a cabo en su día Rabin y Barak. Los puntos de litigio que quedaron abiertos desde entonces tienen solución, tal y como lo comprobó el reciente canal de negociaciones discreto entre Alon Liel, ex director general del Ministerio de Asuntos Exteriores y una personalidad siria cercana al régimen. En lo que se refiere al Líbano, los problemas fronterizos y otros que pueden quedar pendientes son menores y de fácil solución.
4. La paz entre los israelíes, los palestinos y los sirios permitiría involucrar a la Liga Árabe, cuya propuesta de paz del año 2002 indica que si Israel concluye acuerdos de paz con Siria y los palestinos sobre la base de las fronteras de 1967 -salvo pequeñas modificaciones aceptadas por ambas partes- y se encuentra una solución consensuada al problema de los refugiados, la totalidad del mundo árabe firmaría la paz con Israel y 22 banderas árabes ondearían en las correspondientes embajadas del Jerusalén israelí.
5. Creación de un foro de encuentro israelí-palestino-árabe para los actores de las sociedades civiles de estos pueblos con el fin de favorecer la convivencia cultural y confesional.
El acuerdo israelo-palestino es el primer paso indispensable para resolver los problemas que hoy ensombrecen una de las regiones que, normalizada su situación, pueden contribuir muy en primer lugar a una nueva era. Ahora es el momento.

19 comentarios

Zlatko -

y mientras, los que sufren son los mismos de siempre

David Gamella Pérez -

El conflicto de Oriente Próximo es único en el mundo, ya que tiene un origen ideológico, religioso, étnico y territorial. Las diversas diferencias entre palestinos e israelíes provoca que su solución tenga una gran dificultad. El primer paso para el final del conflicto es el cese de la violencia. Una vez que se cumpla este primer paso, toda reunión o negociación nos acercaran a la meta. Lo que no sé yo es si los protagonistas de esta historia quieren realmente llegar a la meta.

Paula s.T. -

Es curioso como, algo que podría resultar evidente desde el punto de vista de la naturaleza humana se hace imposible de cumplir: Es paradójico que la paz aparezca como "un gran reto". La culpa es tanto de la dureza de las condiciones como de la incapacidad de cesión por parte de lo diferentes poderes protagonistas; pero es el pueblo y no el poder, el que se ve 'forzado a aceptar la perversa dinámica de que "si quieres la paz prepara la guerra"'.

GaSkY -

el problema es que lo que se ve a simple vista es la punta del iceberg, los intereses que están tras este conflicoto son muchos, y la mayoria se nutran de esta situación.

Además, ¿quien tiene la sartén por el mango? ¿no tendra miedo EEUU a ISrael en cierto sentido? sino no se permitiria lo que se permite (aunque no quiero con esto decir que los dirigentes de PAlestina sean unos santos)

Jose Muñoz -

En muchas ocasiones parece que los políticos, los jefes de estado, no dan nunca su brazo a torcer y no consienten transigir. Las relaciones diplomáticas yo creo que no tienen que ser muy distintas de las personales, y deben encontrar una solución, llegar a un acuerdo cuanto antes. Para esto no pueden imponer nada_

Dos Santos -

¿Por qué si hay gente que encuentra soluciones sin guerra y destrucción; los políticos no las aplican? Es triste saber que se puede pero que no se quiere. Lo peor es que muchos queden en silencio como el caso de Europa. La paz es posible.

Zola -

Cuando tres personalidades como éstas abordan desde el sentido común y con propuestas concretas un tema tan delicado como el de Palestina e Israel, uno se pregunta por qué hay tanto dirigente político cafre.
La paz es el camino.

Alberto Luque -

El negocio de la guerra. Hay muchas armas que se fabrican al año, hay mucha industria de la destrucción, hay muchas ganas de odiar, hay muchas ganas de vencer. Abraham Lincoln o Isaac Rabien, muertos por defender: ni vencedores ni vencidos. Michael Collins ya dijo, no es tu enemigo, es uno más de nosotros. También lo mataron.

A. Olea -

Como siempre, el futuro del pueblo lo deciden hombres que más que jefes de estado parecen niños testarudos negándose a dar su brazo a torcer. Ceder no es síntoma de debilidad, sino de madurez. Parece que pocos lo entienden.

Noelia (Roja) -

Las armas no matan, son las manos las que causan la herida. Tus armas son sólo la extensión de tus manos. Cuando tus armas atraviesan al enemigo, tus manos atraviesan al enemigo. Cada vez que tus armas cercenan la vida de un enemigo, acaban con una vida y eso constituye un hecho irreversible. Por eso tus manos deben sentir la vida que arrancan del enemigo, deben sentir su agonía y su extinción.
Ior Glevas. Shekinah del Círculo Secreto.
"Libro del Fulgor".

Gloria García -

Un gran problema ese de Europa y la ONU. Deberían empezar "a pintar" un poco más en el panorama mundial y dejar de ceder ante las pocas ganas de ceder que tienen otros.

Sara Ayllón -

"Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa".
Debemos luchar con todas nuestras fuerzas para conseguir la Paz... esta palabra tan pequeña encierra la grandeza...no olvidemos que : No hay camino para la paz, la paz es el camino

Larita Glez -

Creo que Europa debería intervenir ya que la consecución de la paz entre estos dos países sería un claro ejemplo de que sí se puede obtener la paz mundial. Todos los países deberían colaborar en los enfrentamientos siempre que se tratase de encontrar soluciones pacíficas, aunque no estuviesen implicados ya que la paz del planeta atañe a todos.

M. Ossorio -

Estoy de acuerdo con parte de lo que dice Álvaro: si queremos paz en cualquier sitio, referente a cualquier tema, todas las partes tienen que ceder un poco para llegar a un acuerdo conjunto. Es la manera más justa de lograr la paz y la tranquilidad. ¿Cómo es posible llegar a un consenso entre todas las partes? Pues por medio del diálogo, que para eso somos personas... o se supone que lo somos.

La única vía para llegar a la paz es el diálogo, y la paz es la única vía para llegar a cualquier parte.

Alvaro Marchante -

Israel seguro que sabe que para que haya una paz duradera tiene que haber cesiones, y no solo presencia militar como hasta ahora. Pero casi siempre con las guerras se obtiene algo.
Los árabes aceptaron ceder más territorios de los marcados en 1967 para facilitar la paz y para que Israel no tuviese 22 enemigos más. Pero Israel parece que no se conforma y quiere mucho más.

Belén -

"No hay camino para la paz, la paz es el camino"

Las bases de la paz son fundamentales y deben estar claras, pero no puede existir la paz con condiciones e imposiciones.

Los derechos humanos siempre estuvieron ahí. Cuando por fin se reconocieron, no se inventaron. Siempre han sido (y son) algo intrínseco al ser humano, aunque algunos intenten olvidarlo...

Teresa Montesinos -

Está claro que el camino que hay que seguir es el de la paz. Solo los insensatos piensan que la solución es la guerra, pero ésta lo único que causa son miles de muertes de incocentes y nunca resuelve nada, sino que suelen agudizar el problema. Como muy bien dice el post, es el momento de la paz.
"Las verdaderas diferencias en el mundo hoy no son entre judios y árabes; protestantes y católicos; musulmanes, croatas y serbios. Las verdaderas diferencias se encuentran entre los que abrazan la paz y los que la quieren destrozar; entre los que miran hacia el futuro y los que se agarran al pasado, entre los que abren sus brazos y los que se empeñan en cerrar sus puños".

Ignacio Álvarez -

Es lógico. Si tienes paz interior la tienes en el exterior. Ahora que vivimos en un mundo en el que tenemos los derechos humanos, las comunicaciones y la educación, nadie quiere la guerra y sabe lo que no le pueden hacer.
Si de esta forma se evita una balcanización de Palestina-Israel, pues mejor que mejor. Además, nadie soporta por mucho tiempo a los invasores ni que les tiren bombas ni los muros de sus casas.

gelys martinez mendez -

Estoy totalmente de acuerdo, es más a medida que lo iba leyendo pensaba en que ojalá el artículo salga en diferentes idiomas por todo el mundo porque la gente tiene que leerlo. Sí, yo también creo que ahora es el momento. LLevamos ya esperando mucho, y dentro de poco quedará menos como no se haga algo. El poder está en manos de gente que controla a miles de personas que, en su mayoría quieren la paz, y parecen que les tratan como simples peones, que si uno se derriba no importa, siguen quedando muchos más. Quizás sea demasiado optimista, pero creo firmemente en que se hagan realidad muchas de las proposiciones del artículo. Me ha parecido fascinante y me ha hecho pensar bastante. Saludos