El derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad son personales, inalienables y fundamentales.
¡Qué hipocresía para un hombre creyente y para su familia! ¿Os imagináis a Jesús ante un caso así? ¿Quién puede juzgar? Recordadlo ante la Samaritana y ante la adúltera y ante Magdalena... Jesús sólo condenó a los "sacerdotes y a los fariseos hipócritas a quienes llamó sepulcros blanqueados y a quienes dijo que las "prostitutas os perecerán en el Reino de los Cielos". No se condenan las guerras espantosas ni a las víctimas civiles ni a los responsables de tanto dolor, de tanta injusticia, de tanta hambre y de tanta desesperación. Por estas nobles causas los obispos sino se echan a la calle sino que pactan con el poder, con los dictadores y con las finanzas... sólo se mueve por temas sexuales o que atentan a su control de las mentes mediante la educación, el pecado y el miedo. En fin, descanse en paz eel hombre que con todo derecho, libertad y consciencia decidió no servirse de métodos artificiales para continuar con una vida espantosa. Nesemu
La iglesia católica se ha negado a celebrar un funeral religioso por el alma de Piergiorgio Welby, el enfermo terminal de 61 años que había solicitado la eutanasia durante años y al fin murió el pasado miércoles con ayuda de un médico. La familia, muy religiosa, había solicitado el servicio en su parroquía, pero la iglesia le ha contestado que “no podrá ser” porque Welby se suicidó.
“Había expresado repetidamente y en público su deseo por acabar con su vida, algo que contradice la doctrina católica”, asegura la iglesia en un comunicado; un portavoz del Vaticano, Marco Fibbi, ha añadido que con esta decisión la iglesia manda “una señal clara a sus fieles de que lo que hizo Welby es inaceptable”. Añade además Fibbi que un funeral religioso se convertiría en un acontecimiento mediático que transmitiría el mensaje erróneo a la gente.
Welby había reclamado su derecho a morir sin sufrir por más tiempo un tratamiento que sólo servía para prolongar su agonía. Su última palabra fue: “Gracias”. Enfermo desde la adolescencia, desarrolló una vida normal pero en silla de ruedas hasta hace cinco años, cuando quedó inmóvil y conectado a un respirador. Desde entonces luchaba para que el Parlamento legislara una solución para casos como el suyo y poder así morir por voluntad propia.
El pasado mes de noviembre escribió una carta al presidente de la República, Giorgio Napolitano, en la que explicaba el calvario que atravesaba cada día y reclamaba: “Estará pensando, presidente, que reclamo una muerte digna. No, no se trata de eso, ni se trata solamente de mi muerte. La muerte no puede ser digna. Digna, o decorosa, debe ser la vida. Quiero obtener la eutanasia”.
Los tribunales ampararon su petición, pero consideraron que retirarle el respirador sería un homicidio. Aun así, el pasado miércoles un médico anestesista, Mario Riscio, acudió a su casa, le pidió que confirmara “su deseo de que fuera interrumpida la ventilación asistida”, le sedó y le desconectó. La Fiscalía no ha abierto un proceso, pese a las peticiones de la derecha.
Riccio ha negado que su acto fuera eutanasia (ilegal en Italia, se castiga con penas de 10 a 15 años de cárcel); según cuenta, simplemente se trataba de un enfermo que rechazaba el tratamiento que se le estaba aplicando.
15 comentarios
joaquin sandoval -
noemi -
ulises lazaro -
Marta Gálvez Z. -
Teresa Villar -
Me quedo con estas palabras y me basta.
Un saludo
Me alegro de su recuperación profesor
Patricia Perez Camara -
Es un tema muy complicado pero que no se debería rehusar su debate para sacar unas conclusiones definitivas que libren a la gente de un gran sufrimiento.
Isabel Muñoz -
Se busca el respeto por la dignidad humana pero en este caso no lo han cumplido. Da lo mismo que se haya suicidado o no, que estemos de acuerdo o no: los cristianos siempre deberíamos rezar por esas personas que creemos que lo necesitan, y no dejarlos a un lado. La igualdad es la verdadera razón del cristianismo y en eso se debe basar, haya pecado o no.
En segundo lugar quería decir que debemos diferenciar eutanasia y distanasia. No es lo mismo un enfermo que vive sin ayuda de máquinas que otro que vive unicamente porque un respirador lo consiente. En el primer caso es eutanasia. Al segundo se le está alargando la vida artificialmente gracias a la ciencia (ensañamiento terapéutico), y en muchos casos es peor que la eutanasia y eso lo tendría que ver la Iglesia.
Dos países han legalizado la eutanasia, y eso ha dado lugar a algo que muchos entendidos han denominado como "la cultura de la muerte". He podido comprobar como muchos ancianos, a los que se consideraba "socialmente inútiles" han emigrado a Alemania para recibir cuidados médicos, por miedo a caer más enfermos en sus propios países y que se les aplicara la eutanasia.
Si bien es cierto que esas legislaciones ponen ciertos requisitos como que el médico y paciente estén de acuerdo en que es lo mejor, en muchos casos es un familiar quien toma la decision como tutor legal.
Hay muchos países en los que haciendo caso a la eutanasia enfermeras o médicos se la han aplicado por su cuenta a todo el que creían que lo necesitaba. Eso es una cultura de la muerte.
Más o menos estoy de acuerdo con Elena. No creo que haya que legalizar la eutanasia, pero ante determinados casos quizá se debería hacer un estudio ante cual sería la mejor situación de esa persona.
Nuestra Consitución prohíbe cualquier tipo de atentado contra la vida humana y por tanto el suicidio cuenta como tal. Quizá esté llevado al extremo pero de todas formas hay que tener en cuenta datos como los de Holanda, donde en 2003 se reportaron 1.626 casos oficiales de eutanasia y 148 de suicidio asistido. ¿no os parece una cifra demasiado alta?
La legalización de esta práctica no me parece la solución. Me parece más importante saber donde está la dignidad de la persona y saber aplicarla.
Perdón por haberme extendido tanto.
Alberto Luque -
Beatriz Ramírez -
La Iglesia debería plantearse muchas cosas y avanzar a la vez que lo hace la sociedad. Seguramente esa familia, y muchas otras, estarán perdiendo la fe que tenían en ellos.
Ignacio Álvarez -
Elena Merino -
María José Establés -
María Picatoste -
Jarkoe -
Teresa Montesinos -