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J. C. García Fajardo

Retazos de la Luna Azul 046: Orejas de liebre

Terminaba la tarde del séptimo día del retiro del Maestro cuando éste se preparaba para ir a la cocina del monasterio a buscar un poco de comida. En esto, hizo su aparición Sergei, vestido como un ejecutivo de la ciudad.
- ¿Adónde vas, liebre que agoniza? – le preguntó sin inmutarse-. ¿O de dónde vienes?
- Ay, Maestro, esta viuda me trae loco. ¿No se le ocurrió decirme que había que estar preparados por si nos trasladábamos todos a Shangai?
- ¿Pero no tenía un ataque de lumbago?
- Ya, Maestro, ya. Del lumbago y de lo que no es lumbago voy a tener que reponerme yo después de una semana con esta fiera. Creo que agotó las reservas de ginseng de todo el pueblo si no, no me lo explico.
- Sergei, ¿no sabes lo que le ocurrió a una liebre que estaba muy orgullosa de sus finas y largas orejas?
- Estoy yo como para pensar en liebres, ¡adoro a las tortugas! Pero cuente, cuente.
- Pues resulta que, cuando llegó el invierno, las puntas de las orejas se le congelaban durante las noches más frías.
- ¿Entonces, qué hizo?
- Decidió mantenerse alerta con los ojos bien abiertos para ver llegar el frío y ponerse a cubierto.
- Ay, Maestro, ¡si no son las orejas lo que siento dolorido!
- Ahora, encima, ¡no te quejes! ¿Ves lo que sucede cuando se es tan atractivo? Las tigresas te perseguirán y no para hacerte zalemas.
 

José Carlos Gª Fajardo

 

 

2 comentarios

Toribio M.A. -

No es que haya algo malo en las cosas buenas, sino que nosotros mismos no sabemos saborear y extraer lo verdaderamente exquisito. Parece que si no encontramos un "pero" no estamos conformes con nosotros mismos. ¿Será inconformismo o será que creemos poco en nuestras posibilidades?

enovilla -

¿Por qué siempre tiene que haber algo malo en las cosas buenas?, menos mal que bueno y malo son relativos, sino que sería de nosotros.