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J. C. García Fajardo

Retazos de la Luna azul 012: A mandíbula batiente

- Maestro, ¿el Mulá llegó a trabajar en aquel caravan sérail en el que pretendía el puesto del propietario?
- ¡Pues claro que se presentó al día siguiente! Tenía que pagar unas deudas de juego y otras de los dulces que comía al fiado en le Casa de té.
- Era goloso el Mulá.
- Como un niño. Una vez, estaba tan hambriento al regresar de un viaje que se puso a comer a dos manos. El camarero le preguntó “¿Cómo puede usted comer a dos manos siendo un Mulá?” Y Nasrudín le respondió, sin inmutarse y sin dejar de masticar a mandíbula batiente, “¡Porque no tengo tres!”
- Pero eso no es muy edificante, que digamos –arguyó Sergei.
- Es que Nasrudín nunca busca edificar sino provocar, remover nuestra conciencia, hacer tambalearse nuestros hábitos.
- ¿Para que despierten?
- No, es para que caigan en la cuenta de que, igual que comer a dos carrillos es lo que hacen muchas personas con el trabajo, con el deporte, con los cosméticos, con las compras, con el estudio, con la limpieza, y un largo etcétera. Y es gente que pasa por prudente y que hasta es admirada en nuestra sociedad.
- Hasta en la escuela, - intervino Ting Chang-, nos hacen creer que cuánto más, es mejor. Más libros, más conocimiento, más memoria, más esfuerzo, más competitividad. Más de todo. Hasta hacer neurosis de carácter, de repetición y de orden, para intentar protegerse.
- Sobre todo, más poder y más dinero, más ego y más soledad -, concluyó con tristeza el Maestro.
- Sí, así es, - concedió Sergei – pero no nos dijiste, Alma Noble, qué tal le fue en el trabajo.
- Bueno, pues, el Mulá llegó con su cestillo de herramientas, entró en el almacén y lo depositó en una estantería. Después, se dirigió a la puerta dispuesto a salir a la calle. “Pero, ¿adónde vas, Mulá?”, le preguntó el propietario. “A cortarme el pelo”, respondió Nasrudín. “¡No es posible ir a la barbería en el tiempo de trabajo!”, intentó razonar el dueño al borde del colapso. “Pero el pelo me ha crecido en este tiempo de trabajo”, le dijo con total convicción el Mulá. “¡No es posible que todo el pelo te haya crecido desde que entraste en esta casa, venerable Mulá! Me estás volviendo loco”. “Bueno - concedió Nasrudín -, entonces, le diré al barbero que no me lo corte del todo, sólo rebajar un poco”.
- ¡Es increíble este Mulá!, - dijeron al unísono los dos discípulos -.
- Pero es sabio, sin duda alguna. Mirad a vuestro alrededor y lo comprobaréis. En cada salida de pata de banco del Mulá hay una enseñanza. Pero vamos a recoger moras o no tendremos compota durante el invierno. ¿No te habrá crecido el pelo, Sergei?-, le preguntó animoso y cómplice-.
 

José Carlos Gª Fajardo

 

7 comentarios

Mariola -

Comprobamos que el tópico de cuanto más mejor, se desvanece, y si invierte, siendo cuanto mejor más, pues..¿De qué nos sirve tener mucho y mal?Mrejor poco y bueno, que mucho y malo

Estrada -

Mejor poco y bien que mucho y mal, aunque en esta sociedad parezca todo lo contrario y así nos lo enseñen.

Raquel C.M. -

Buscaba provocar... y lo conseguía. Quizás la filosofía del Mulá sea la clave del éxito, y no el afán por tener más de todo, y mejor que los demás... En el fondo eso no nos hace felices.

enovilla -

Las apariencias engañan, el mulá tenia respeto y estaba considerado lo que en realidad no era, por suerte tenía a todos engañados menos a sí mismo.

SEVILLANO -

La cuestión no está en la cantidad de trabajo, sino en la calidad.

En cada equivocación o en cada salida de pata de banco como diría el Mulá, es donde están las verdaderas enseñanzas, porque de las equivocaciones siempre se aprende.

beatriz martinez -

Cada día me sorprende más el Mulá, no creo que termine por comprenderlo nunca pero estoy segura que todo esto sirve para algo y cuando menos lo esperemos hará su triunfal aparición.

Jarkoe -

El tiempo pasa, y lo más importante es, creo, que no se escape a nuestra sonrisa, que no exista más allá de nuestra percepción. Incluso así le crece el pelo al Mulá, para rebajar cuando se tercie el camino... (xD)