Blogia
J. C. García Fajardo

Retazos de la Luna Azul 004: Destazador de bueyes

Una tarde de ese caluroso verano, regresaba el Maestro de dar su charla diaria a los monjes. A veces, les comentaba un pasaje de las Escrituras indias o chinas; otros días, se sentaba en silencio o les contaba un cuento y, a veces, hacía una seña al monje encargado de los gong y de las maderas y éste improvisaba una impresionante meditación con sonidos y silencios llenos de agua, de rumores y de viento.
Pero este día, el Maestro, que intuía la curiosidad de los monjes acerca del nuevo asistente del Maestro, les comentó de dónde provenía el nombre de Ting, el destazador de bueyes.
- Lo cuenta Chuang Tzú en su Libro – comenzó el Maestro -. No hay nada nuevo. El cocinero del señor Wen Hui estaba despiezando un buey. Cada movimiento de su mano, cada alzamiento de su hombro, cada paso de sus pies, cada sonido de la carne al partirse y cada silbido del cuchillo al descender sobre ella eran perfectos. El señor Wen Hui le preguntó: “¿Cómo has conseguido esa destreza?” “Lo que más ama tu servidor, - respondió el cocinero -, es el Tao. Cuando empecé a despedazar bueyes, sólo veía un buey entero. Ahora utilizo la mente y no los ojos. Silencio mis sentidos y sigo a mi espíritu. Veo las líneas naturales de la carne, y mi cuchillo corta por donde hay junturas, utilizando lo que ya hay allí marcado. De este modo evito los grandes tendones y los huesos. No los toco. Un buen cocinero cambia su cuchillo cada año, porque sabe rebanar. Un cocinero corriente, lo cambia cada mes. Este cuchillo lo ha venido utilizando tu servidor desde hace diecinueve años, y ya ha destazado miles de bueyes. La hoja del cuchillo apenas tiene grosor. Si utilizo lo que no tiene grosor para cortar a través de esas fisuras, al cuchillo le será fácil ir rebanando. Cuando el cuchillo llega a una parte más delicada, lo siento y obro con más cuidado. Lo hago más suavemente, llevando el cuchillo por aquellas partes más blandas de modo que la carne se desprenda como se desprende una laja de tierra cuando crece el torrente. El cuchillo no quiere oponente. Practica el bushido, como el noble guerrero que detiene la flecha en el aire”. El señor Wen Hui, dijo “¡Me has enseñado a vivir plenamente la vida!”.               Yo no digo nada más, concluyó el Maestro. Saludó a la comunidad con una amplia inclinación, se postró ante el altar silente y se retiró acompañado por sus dos asistentes.

José Carlos Gª Fajardo

 

5 comentarios

Toribio M.A. -

\"Ahora utilizo la mente y no los ojos. Silencio mis sentidos y sigo a mi espíritu\".

Intuyo, luego existo.

Leticia -

Todos sabemos las líneas correctas que debemos seguir, pero nos empeñamos en no verlas, causando a veces tanto daño como al buey. Las líneas no se buscan, se descubren.

beatriz martinez -

Hay que buscar esas líneas y saber seguirlas. Espero que todos la encontremos y sepamos aplicarlas a nuestra vida tanto personal como profesional. A veces sabemos hacer las cosas pero nos empeñamos en hacerlas más difíciles.

María -

Ojalá en mi futuro encuentre esas lineas. Será que he encontrado mi camino.

El Cisne Negro -

GRACIAS. Dejo mi meditación del día. Viene a cuento con lo de \"El hilo llama a la aguja\", \"La sangre corre a los bordes de la herida\", \"El Alumno hace al Maestro\" y \"No nos hemos llamado. Salimos a la vez, uno en busca del otro, para re-encontrarnos\".

Así habla el Maestro de las líneas \"no dibujadas\" en la carne de la res. Así hablaba Buonarrotti de sus obras, \"yo no sé esculpir; la obra está ahí desde tiempos inmemoriales. Sólo le quito al mármol lo que le sobra\".