La murga con el abuso de los adjetivos
Elvira Lindo aborda hoy en su columna el abuso del adjetivo entre periodistas y tertulianos sin mucha seguridad ni convicción en lo que dicen o escriben. Es una verdadera lástima. Nesemu
Es muy difícil sustraerse a la moda del adjetivo. El adjetivo está en alza en el periodismo. Tanto es así que, aunque en secreto albergas la sospecha de que caminas por un terreno facilón, si te entregas a la tarea de adjetivar violentamente no te atreves a renunciar a la adjetivación por miedo a perder clientela, por miedo a ser tachado de poco vehemente. El adjetivo ha ido subiendo de tono según hemos ido avanzando en esta democracia... ya no hay columna que se precie en la que no encontremos palabras como nazi, golpista, franquista, genocida, facha, torturador, fascista, guerracivilista, carca, rojo, reaccionario, progre, pijoprogre, racista, censor, españolista, españolazo, descerebrado, jacobino, centralista, hijo puta, lacayo, colonialista, bobo, traidor y un largo etcétera que dejo en sus manos. Observando el fenómeno de forma optimista, podríamos decir que vivimos en una permanente adolescencia; de adolescentes ha sido siempre el amor por los adjetivos y el desprecio por contar lo que se ve sin dar la murga con lo que uno piensa. Hoy lo que importa es la opinión, una opinión rica en adjetivos a la que aferrarse. En cuanto a los hechos, qué importan los hechos, uno los adapta a la opinión que ya tenía previamente formulada y aquí paz y después gloria... Se eliminan los adjetivos innecesarios, es lo que hace el artista cuando madura, decir lo que quiere de la forma más simple... puede que salgan unos pocos periodistas que sientan el amor por el oficio, algo tan simple como eso, el oficio de escuchar, mirar y contener las palabras, guardarse los adjetivos en la manga para cuando sean de verdad necesarios, sobre todo esos adjetivos tan tremendos que han perdido el sentido ya de tan manoseados como los tenemos."
Es muy difícil sustraerse a la moda del adjetivo. El adjetivo está en alza en el periodismo. Tanto es así que, aunque en secreto albergas la sospecha de que caminas por un terreno facilón, si te entregas a la tarea de adjetivar violentamente no te atreves a renunciar a la adjetivación por miedo a perder clientela, por miedo a ser tachado de poco vehemente. El adjetivo ha ido subiendo de tono según hemos ido avanzando en esta democracia... ya no hay columna que se precie en la que no encontremos palabras como nazi, golpista, franquista, genocida, facha, torturador, fascista, guerracivilista, carca, rojo, reaccionario, progre, pijoprogre, racista, censor, españolista, españolazo, descerebrado, jacobino, centralista, hijo puta, lacayo, colonialista, bobo, traidor y un largo etcétera que dejo en sus manos. Observando el fenómeno de forma optimista, podríamos decir que vivimos en una permanente adolescencia; de adolescentes ha sido siempre el amor por los adjetivos y el desprecio por contar lo que se ve sin dar la murga con lo que uno piensa. Hoy lo que importa es la opinión, una opinión rica en adjetivos a la que aferrarse. En cuanto a los hechos, qué importan los hechos, uno los adapta a la opinión que ya tenía previamente formulada y aquí paz y después gloria... Se eliminan los adjetivos innecesarios, es lo que hace el artista cuando madura, decir lo que quiere de la forma más simple... puede que salgan unos pocos periodistas que sientan el amor por el oficio, algo tan simple como eso, el oficio de escuchar, mirar y contener las palabras, guardarse los adjetivos en la manga para cuando sean de verdad necesarios, sobre todo esos adjetivos tan tremendos que han perdido el sentido ya de tan manoseados como los tenemos."
24 comentarios
María -
Javier Ibáñez -
Yaiza -
Zola -
Sólo que a veces nos excedemos con la intención de, como tú misma has dicho, exhibir nuestro ombligo.
rocoli -
Por otro lado, el problema que ahora me planteo es si puede considerarse verdaderamente "opinión" ese decir lleno de adjetivos donde el periodista sólo quiere mostrar lo que ve tal y como lo ve, o verse y de paso mostrarse a los demás (algo así como escribir sobre cualquier cosa para en realidad exhibir su ombligo).
Quizá podría demostrarse que hay todo un horizonte en el que sin que haya "conocimiento", tampoco se puede decir que lo que haya sea, en verdad, "opinión", no se podría decir que, en verdad, habla (quisiera rehabilitar a la opinión, que si tiene fundamento, es un tesoro). Un discurso vacío es nada o, a lo sumo, una vulgar mentira.
Zola -
bea l-r -
Jorge P. -
Bealma -
Se supone que esto de radicalizar ideologias, pan nuestro de cada dia en la sociedad que vivimos, es para reafirmanos en algo que no alcanzo a comprender (de los polítcos vale, quieren el poder, pero ¿y esa gente que ve al político en vez de como alguien que trabaja para ellos, alguien para quien trabajar? Eso es mortal). O al menos por lo que observo esa es la tónica general entre la gente.
Pero por mi parte tanto radicalismo, esa vasta pérdida de matices me hace sentir perdida, sin grupo de pertenencia, no diría que caer en el nihilismo, pero si desentenderme por cansancio de tanta historia y tanto cuento propagandístico teórico en vez de práctico.
Desde mi punto de vista es un desastre esta guerra a pedradas adjetivadas. Espero que en unos años la cosa pueda ser un poco mas decente y no me toque escribir columnas como estas (aunque ojalá tener una ventana donde gritar '¿estamos locos o que?')
Ruth Pilar -
Nombres que la mayoría de veces no necesitan ser matizados, a no ser que quieras que te pasen la chaqueta verde en vez de la roja.
Somos muy dados a usar modificadores cuando hablamos.
La palabra "más" nos encanta, y no digamos a los empresarios: cuánto más mejor. Los posesivos son otro de los comodines semánticos, mis cosas son mías.
En cuanto a lo de la opinión en los medios, ya no se enmascara de información puesto que vende más que ésta, fue tema de debate en las pasadas Jornadas de Radio Y Televisión celebradas en la Facultad. Alguno de los directores de emisoras de radio llegó a decir que "la opinión y los periodistas estrellas" era lo que le daba dinero. También le dio dinero a Chupa Chups la idea del palo pegado al caramelo y no "intoxica" a nadie con sus distintos sabores.
Irene -
Dejando esto a parte la tendencia general en algunos casos esta orientada a la aportación de adjetivos innecesarios, o al menos imprescindibles, pero que de alguna manera aportan color creando una imagen más específicamente perceptible de lo que se ha redactado.
Tal vez el cometido de esto sea rellenar la papela, tergiversar la información o manipular al receptor pero quizá debería plantearse que la ausencia total de adjetivos nos imposibilitaría saborear la verdadera variedad de matices que configuran la vida.
Fran -
DANIEL -
Uqbar -
Sonia M. -
Noelia -
LAURA -
Pérez S. -
Pérez S. -
Patricia Palacios -
Pienso que tenemos que tener esto muy presente, pues no estamos escribiendo poesía en la que es fundamental la utilización de ornamentos retóricos.
DavidCG (y sigue) -
DavidCG -
Decía Belén un día de estos que si antes se intentaba remar en la misma dirección (como siempre más por parte de unos que de otros), ahora se han cansado de remar y han cogido los remos para abrirse la cabeza mutuamente. Cualquiera que jamás hubiera sabido el más mínimo ápice de lo que una democracia real (tristemente) es, se asombraría de lo mucho que nuestros políticos se preocupan por nosotros, siempre intentando recuperar el poder para ayudarnos a resolver nuestros problemas aún mejor (si cabe) que el gobierno anterior. Esto sería a fin de cuentas la esencia de la democracia, ¿no?
Alejandra Requena -
Lo primero es lo primero y, mientras que no sea un articulista o columnista, todo periodista debe olvidarse de sí mismo, dejar de ser el ombligo del mundo.
Virginia -