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J. C. García Fajardo

Bueno es lo que hace el justo

Aristipo era discípulo de Sócrates y un día le preguntaron por la diferencia que había entre un filósofo y otra persona cualquiera, y él respondió: "Aunque todas las leyes dejaran de existir, el filósofo no modificaría su conducta, porque el sabio actúa de acuerdo con la ley de su corazón". Hay que recordar que Aristipo era hedonista, algo tan vituperado por ignorancia en nuestros días, cuando el filósofo sostenía que el bien supremo coincide con el gozo supremo, siempre que no pierdas el control de ti mismo, que te aceptes como eres y que actúes en consecuencia de acuerdo con tu conciencia.
Alababan ante Aristóteles la excelencia de ciertas leyes, pero él permanecía en silencio, y le insistieron "¿No crees que una buena ley es algo excelso para la ciudad?" El maestro de Estagira respondió: "Por supuesto, pero ten presente que un hombre bueno es mejor que una buena ley cuando se trata de gobernar el estado". En la mejor tradición taoísta, a pesar de que les separaban varios millares de kilómetros. Y para terminar, por hoy y al hilo de algunas intervenciones en este blog, la respuesta que dió Jenócrates de Calcedonia, otro discípulo de Platón, cuando le preguntaron qué era lo que había que enseñar en primer lugar a los alumnos: "Que aprenda a hacer por su voluntad lo que hacen otros sólo cuando están obligados por las leyes. El sabio, el hombre justo, sólo actúa de acuerdo con su conciencia". Lo que siglos más tarde afirmaría Tomás de Aquino: "No existe ley superior a la propia conciencia, el que actúa en contra de ella, aún obedeciendo a las leyes escritas, no actúa correctamente". Algo así suelo decir en mis clases:  el único sentido de la vida es ser felices, esto es, ser uno mismo y vivir de acuerdo con la propia conciencia. En otras palabras, la felicidad, en último término, consiste en poder hacer lo que uno quiere y el mejor camino que conozco es querer lo que uno hace. Al fin y al cabo, más importante que lo que hacemos es cómo lo hacemos... el por qué y el para qué, vendrán después, para quien lo necesite. Ya está en los salmos "El justo no se ocupa de cumplir la ley porque él es su propia ley". Y en toda la sabiduría contrastada resplandece esta verdad: El justo no se preocupa por hacer el bien, bueno es lo que hace el justo". Nesemu
Así podríamos estarnos toda la noche. Nesemu

8 comentarios

Irene -

Ha quedado dicho que un acto determinado es bueno o es malo en función de su objetivo, su finalidad y sus circunstancias. De ordinario, sin embargo, viene de inmediato a la cabeza la pregunta: buenos o malos, ¿en relación a qué?; ¿cuál es la norma o el criterio para señalar la bondad o la malicia de un acto? Y con la pregunta, surge también la respuesta: la ley moral, que es la que regula y mide los actos humanos en orden a su fin último.
Pero esta ley moral parece no ser una cualidad inherente a toda la extensión cívica. Son (desafortunadamente) muchas las personas que han perdido esta facultad razonadora de la justicia. Tal vez son muchos los intereses que mueven nuestro actual mundo y sentimientos y anhelos como las ansias de poder, la codicia o el afán excesivo de superioridad no permitan actuar regidos por la ley ética y moral.
Pero, ¿alcanzaremos algún día la utopía de la plena justicia?

Vicioso -

"Nadie se queja de tener lo que no se merece", diría Austen. Hay tantas cosas que no son justas, ni buenas... Y hay tanta gente buena que intenta hacer justicia y alguien le pisa una y otra vez...

iván -

Sirva para refrendar lo anterior lo siguiente:
Como dijo Oscar Wilde, "es absurdo que haya una ley para los hombres y otra para las mujeres; no debería haber ley para los unos ni para las otras".
"Lo que consideramos como justicia es con mucha frecuencia una injusticia cometida en favor nuestro", sostenía Reveillere.
El gran estratega y político Napoleón afirmó: "sólo se puede gobernar bien a un pueblo cuando son tantas las leyes que nadie esté seguro de no ser ahorcado".
Concluyo con Lin Yuntang: "Ser justo con los que conmigo son justos es completamente natural, pero ser justo con los que son injustos conmigo es sinduda un signo de superioridad".

enovilla -

Las personas deben de ser autónomas, y dictarse sus propias leyes internas mediante eso que llamamos conciencia, todos sabemos lo que hacemos bien o mal, y debemos de ser consecuentes a estos actos, independientemente de que para los legisladores sea correcto o no.

DANIEL -

En realidad creo que la ley pinta poco en la sociedad. Cada uno hace lo que quiere y no se le castiga. Cuantas y cuantas personas han violado, matado, asesinado..., y siguen por la vida como si nada. Las leyes se hace porque hay que hacerlas, pero vivimos en un país donde si se cumpliera la ley, no veríamos las atrocidades que vemos. Hablando de leyes, habría que reformar la ley del menor ya. No sé si la gente es consciente del poder que hoy en día tienen los menores. Sería otro tema importante a tratar.

rocoli II -

Una de las grandes vergüenzas de Occidente fue matar a un anciano de 75 años por ser justo, tiempo después ocurriría lo mismo, pero con un joven de 33 años (Jesús). Y así ha sido siempre: la historia de los que hablan de justicia está plagada de condenas a muerte por parte de los poderosos. “Bueno es lo que hace el justo” es quizá una frase mucho más peligrosa (y esencial) de lo que, a primera vista, parece.

rocoli I -

Si bien últimamente intento ser breve, por no decir fugaz, pues estoy de acuerdo con que ello es fundamental para abrir el debate, quisiera aportar aquí, esperando no coartar con ello la intervención de los demás, un pequeñísimo apunte sobre Sócrates, porque ilustra cuán importante (al menos para mí) es el mensaje del post. Se dice que condenaron a Sócrates a muerte por corromper a los jóvenes (acusación ridícula, pues todos los maestros tenían discípulos adolescentes) y por impiedad (que era la fórmula prototípica de la época para formular la pena de muerte, un “cargo comodín”). Lo curioso es esto: cuando el tribunal hubo de votar para declararle culpable o no, hubo 281 votos a favor y 220 en contra. Sin embargo (¡y aquí el enigma!), acto seguido, ese mismo tribunal le condenó a muerte con ¡360 votos! Eso significa que muchos de los que lo consideraron inocente, al oír su discurso tras la declaración de culpabilidad, ¡tuvieron ganas de matarlo! El porqué de semejante reacción es el gran enigma de la historia de la filosofía, pero leyendo la Apología de Sócrates (que os recomiendo fervientemente) podéis intuir que tiene (todo) que ver precisamente con el contenido del post y, por tanto, con que hay quien tiene muymuymuy clarito qué es la justicia, y clama cuando se atenta contra ella (que es precisamente lo nos anima a escribir aquí, y lo que supongo animó al profesor a crear este espacio).

Toribio M.A. -

La felicidad no es ni un destino, ni un objetivo final, sino un camino que el propio individuo va diseñando con sus propias vivencias y experiencias. La forma más agradable para peregrinar por dicha senda es vivir el presente y saber quién eres en cada momento.