No resucitemos a los poderes fácticos
Este artículo "Los cuatro poderes", de Joan Barril, publicado hoy en El Periódico, quizás simplificador en exceso, podría servirnos como aquellos diseños que hacía Eisenstein antes de filmar sus inovidables y maravillosas escenas en La conjura de los boyardos, Alexander Nevsky, El acorazado Potemkin,Octubre o Iván el Terrible. Casi la caricatura de una realidad que no debe escapársenos pues la libre asociación de ideas nunca es absurda, ni inocente. En este blog hemos hablado del peligro de resucitar a quienes todavía se creen, sin razón, poderes fácticos: Iglesia, Banca, Ejército y Medios de comunicación. Sobre todo si afirmamos que los Cuatro poderes que configuran el Estado de Derecho han sido, desde Montesquieu, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, al que se añadió después la Prensa libre, pero cuando ésta era más profesional y menos partidista, como la que reclamaban Jefferson, Franklin, Lincoln y grandes estadistas británicos y franceses del XIX. Nesemu. Leámoslo: "A algunos de ustedes tal vez no les sean del todo familiares los nombres del cardenal Segura, del general Sanjurjo, de Juan March o del diario El Debate. Son nombres antiguos que sólo se encuentran en ciertos libros de historia, pero que representan a los cuatro poderes que hicieron posible el llamado Alzamiento Nacional del que estos días hemos vuelto a ver la puntita nada más. Solución al problema planteado: el cardenal Segura, como su cargo indica, era el más recalcitrante antirrepublicano de la jerarquía católica de los años 30; Sanjurjo, que fue el responsable de la Guardia Civil, se pasó con armas y bagajes a los golpistas y protagonizó un frustrado golpe de Estado como ensayo del anterior; March era el dinero, y El Debate y otros periódicos pusieron la música. Incluso un general, por cierto con mando en la plaza de Sevilla, Queipo de Llano, no dudó en agarrarse a un micrófono para arengar a los suyos y desanimar a los republicanos.
La historia sigue sus sendas. Al menos en España. Rajoy insiste en que el clima político justifica cualquier estornudo. O sea: que la democracia es un pequeño accidente, una aspirina en la gran gripe nacional que arrastramos desde las Cortes de Cádiz o desde Felipe V. El clima de hoy en el ámbito de la derecha no es muy distinto al que se tuvo que sufrir en los convulsos años 30. ¿Quién se manifiesta por las calles y los púlpitos? No es el cardenal Segura, sino Rouco y sus monaguillos. ¿Quién se solivianta ante el Estatut en el mundo económico? No es Juan March, sino el funcionario de los empresarios llamado Cuevas, el jefe de Endesa Manuel Pizarro o los jefes de compras que han decidido el boicot a los productos catalanes. ¿Quién asume el papel de Sanjurjo? En realidad, cualquiera. Ahora le ha tocado al tal Mena, pero podría haber sido cualquier otro. Y por lo que a la prensa se refiere, no hace falta señalar con el dedo el clima tipográfico que entre unos y otros están creando. Ni siquiera necesitan a Queipo de Llano para ponerse delante de un micrófono. Para eso ya tienen a profesionales, a columnistas y a quintacolumnistas.
¿Saben la suerte que por ahora tenemos ante este panorama déjà vu? Pues que hay democracia en Portugal, que Hitler murió en su búnker y que en Italia ni siquiera los herederos del fascismo se atreven a llamarse posfascistas. O sea, que podemos estar tranquilos por lo que respecta a la intervención ajena. Pero nos preocupa la palabra intervención cuando es pronunciada por un general. ¿Cómo puede intervenir el Ejército ante el Estatut? ¿Acaso ese pedazo de ciudad que es el Parlament volverá a ser la Ciutadella? Una vez más, los cuatro poderes del apocalipsis han demostrado su razón de ser y sus ganas de entrometerse en el temor ancestral de los ciudadanos. Iglesia, capital, Ejército y propaganda disfrazada de prensa están ahí para lo que la derecha centralista guste mandar.
Una cosa es clara. Hasta que no tengamos una derecha que pueda entender la discrepancia y que se siente a hablar de nuestras cosas, éste seguirá siendo un país de cabreros y de generales, de especuladores y de estafadores de la información. Los cuatro poderes."
La historia sigue sus sendas. Al menos en España. Rajoy insiste en que el clima político justifica cualquier estornudo. O sea: que la democracia es un pequeño accidente, una aspirina en la gran gripe nacional que arrastramos desde las Cortes de Cádiz o desde Felipe V. El clima de hoy en el ámbito de la derecha no es muy distinto al que se tuvo que sufrir en los convulsos años 30. ¿Quién se manifiesta por las calles y los púlpitos? No es el cardenal Segura, sino Rouco y sus monaguillos. ¿Quién se solivianta ante el Estatut en el mundo económico? No es Juan March, sino el funcionario de los empresarios llamado Cuevas, el jefe de Endesa Manuel Pizarro o los jefes de compras que han decidido el boicot a los productos catalanes. ¿Quién asume el papel de Sanjurjo? En realidad, cualquiera. Ahora le ha tocado al tal Mena, pero podría haber sido cualquier otro. Y por lo que a la prensa se refiere, no hace falta señalar con el dedo el clima tipográfico que entre unos y otros están creando. Ni siquiera necesitan a Queipo de Llano para ponerse delante de un micrófono. Para eso ya tienen a profesionales, a columnistas y a quintacolumnistas.
¿Saben la suerte que por ahora tenemos ante este panorama déjà vu? Pues que hay democracia en Portugal, que Hitler murió en su búnker y que en Italia ni siquiera los herederos del fascismo se atreven a llamarse posfascistas. O sea, que podemos estar tranquilos por lo que respecta a la intervención ajena. Pero nos preocupa la palabra intervención cuando es pronunciada por un general. ¿Cómo puede intervenir el Ejército ante el Estatut? ¿Acaso ese pedazo de ciudad que es el Parlament volverá a ser la Ciutadella? Una vez más, los cuatro poderes del apocalipsis han demostrado su razón de ser y sus ganas de entrometerse en el temor ancestral de los ciudadanos. Iglesia, capital, Ejército y propaganda disfrazada de prensa están ahí para lo que la derecha centralista guste mandar.
Una cosa es clara. Hasta que no tengamos una derecha que pueda entender la discrepancia y que se siente a hablar de nuestras cosas, éste seguirá siendo un país de cabreros y de generales, de especuladores y de estafadores de la información. Los cuatro poderes."
15 comentarios
Muñoz -
Marcos -
Por otro lado, Ussía me parece un impresentable y un payaso anacrónico, y su referencia al honor, patética.
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Alba -
sinclair -
La Constitución tiene muchas interpretaciones, todo depende de las manos en las que caiga.
Pero hay una cosa que sí me da mucha pena, y es que siempre os acordéis de Paracuellos, cuando las fosas comunes de fusilados del bando republicano abondan los campos de este país. Esa gente y su familia fue despojada de la vida y del derecho de un entierro digno. Supongo que con la misma facilidad (o con mucha más facilidad) podrás llamar también a Franco asesino, ¿no?
Te vuelvo a pedir perdón si te han herido mis palabras. Lo último que quiero es crear un clima de crispación en este blog, ya tenemos suficiente en el parlamento.
Por cierto, yo también puedo hablar largo y tendido del ejército.
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P.D.Perdon por repetir el primero pero mi internet es un poco raro.
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rocoli -
Sinclair -
Otra vez la amenaza del ejército sobre la democracia, otra vez el mecanismo del terror.
Ahora sí que tengo miedo.
sinclair -
Parece que la historia se repite. Si el Estatut se llega a aprobar se hará de forma democrática con la aprobación de la mayoría de los ciudadanos representados en el parlamento con el respaldo de la Constitución, que tu llamas de la concordía y del abrazo común. ¿A cúal te refieres? ¿A la que no firmó Fraga? Yo a esa la llamo la obsoleta, la llamo también la de la Transición, pero no vamos a entrar en terminologías que nos alejen del camino. A lo que voy, ¿si se aprueba el Estatut con la legalidad en la mano, nos espera otro golpe de Estado? Lo pregunto porque ya pasó que, cuando a los señores de la derecha no les gustó lo que la democracia dijo, levantaron las armas por encima de la libertad.
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A.Ussía
Me parece absurdo ver sonidos de sable donde no los hay ni similitudes donde no existen. Yo también recuerdo nombres que hicieron mucho por dividir España y enfrentarla: Companys, General Rojo, Santiago Carrillo...
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Jam -
Según mi opinión la corriente radical de la derecha está experimentando un notable avance en los últimos tiempos en nuestro país y ello puede provocar consecuencias muy negativas de las que muchos no están siendo conscientes. No sé cómo, sé que es muy difícil, pero hay que parar como sea este peligroso movimiento, pues ahora no le damos importancia y nos parece exagerado hablar de una guerra civil, pero ya se ha demostrado que las cosas pueden empezar de esta manera.
Santiago C. -
Creo que nos encontramos en un momento en que los verdaderos lideres, los grandes políticos, no existen.
Todo se reduce a disputas por todos los temas, simplemente por estar en contra del oponente. Además creo que esto si debería ser un tema de analisis y al que se debería de dar más importancia.