Cuando faltan argumentos de razón es peligroso amenazar con los anacrónicos poderes fácticos
"Resulta incomprensible que un general desafíe unas normas elementales que se imparten en las academias militares. Y es incoherente que quien afirma que los militares no deben "entrar en disquisiciones políticas" lo haga de la peor manera, enturbiando lo que debió haber sido un día para la reflexión sobre los problemas de las Fuerzas Armadas y no para convertir a las Fuerzas Armadas en un problema. La mejor forma de solventarlo es que el Gobierno decida el cese inmediato que propone la Junta de Jefes de Estado Mayor".
Se diría que estamos ante un libreto de ópera bufa, en el que se van sucediendo los acontecimientos previstos, sino fuera porque lo que está en juego es algo más que rencores por no haber sabido asimilar el fair play de la dinámica política en democracia. Azuzan a los temidos poderes fácticos de la dictadura: clericalismo anacrónico, oligarquía financiera y ahora supuestos ruidos de sables en cuartos de banderas... están llamando a gritos a alguna catástrofe natural porque el terrorismo que tanto les ayudaba a mantenerse en sus posturas decimonónicas podría estar entrando en el anhelado discurso del abandono de las armas en una rendición no "sin condiciones" como querrían los intolerantes y excluyentes, para encontrar motivos para regresar a planteamientos fratr¡cidas que la inmensa mayoría del pueblo español rechaza. Igual que Bush necesitó el ataque a las Torres gemelas para poder desarrollar su planes imperialistas largamente preparados, así algunos militantes de una extrema derecha radical y obtusa parece necesitar una terrible desgracia para pdoer regresar con armas y bagajes al terreno que les es natural: la caverna ideológica, el todo vale con tal de mantener a las oligarquías económicas y la fuerza bruta del ordeno y mando en nombre de unos supuestos valores patrios cuya patente de corso parecen detentar. Es hora de permanecer alertas porque, a lo que se ve y a lo que se teme, no vacilarían ante nada. Su fin sublime les hace creer que valdrán todos los medios, por indignos y anacrónicos que sean. En texto adjunto ponemos el resto del editorial de El País cuyo último párrafo encabeza este comentario. Nesemu (Ejército constitucional. En España existen problemas de política militar, como los hay de política educativa o sanitaria, pero no lo que en los dos últimos siglos se conocía como el problema militar; es decir, el de la interferencia de los militares en la vida política. Por eso resulta antes que nada anacrónico el discurso con el que el general jefe de la Fuerza Terrestre, teniente general José Mena Aguado, irrumpió ayer desde Sevilla en la conmemoración de la Pascua militar. Mientras el Rey, en el acto central de la tradicional celebración, apelaba en Madrid al "espíritu de reconciliación, concordia y consenso" que expresa la Constitución, y el ministro Bono hablaba de políticas de Defensa, el general Mena sembraba el desconcierto con una extemporánea y confusa apelación a la obligación del Ejército de intervenir si la reforma de algún Estatuto de autonomía -en implícita referencia al catalán- rebasaba los límites de la Constitución.
El artículo 8 de la Constitución atribuye a las Fuerzas Armadas la misión de "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". No se trata, como a veces se ha pretendido desde sectores nacionalistas, de un planteamiento excepcional determinado por las circunstancias de la transición. Con esos u otros términos, las misiones asignadas a los ejércitos de la mayoría de los Estados democráticos son esas mismas, y ello marca una diferencia crucial con las dictaduras, en las que es esencial su papel en tareas de orden público y control del territorio.
El principio de supremacía del poder civil que preside la Constitución se aplica también al artículo 8, en el sentido de que no son los militares sino las instituciones representativas, el Gobierno y el Parlamento, las que determinan que existe una situación de peligro para la soberanía, independencia o integridad nacional que requiera el eventual recurso a las Fuerzas Armadas. Y el ordenamiento constitucional a que se refiere ese artículo es evidentemente el que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía, incluyendo el de modificar con arreglo a los procedimientos establecidos los respectivos Estatutos. La propia Constitución atribuye al Gobierno la dirección de la política militar (artículo 97), por lo que es absurdo suponer que los militares puedan por sí mismos decidir cuándo y de qué manera han de cumplir su misión constitucional.
22 comentarios
Raquel Ortega Martínez -
Hele -
Hele -
Javi -
Hele -
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Jam -
Rôvënty -
Hele dices: Con los favorcitos que se hacen ahora mismo a los terroristas. Me encantaría saber que favores son esos. No defiendo la política de ningún partido porque sólo sigo los dictados de mi corazón, pero veo en la ironía falta de datos reales.
Waters -
Si lo que quiere Mena es no aburrirse, yo le puedo dar un empleo trabajando 10 horas diarias de panadero, agricultor, albañil, fontanero, taxista... con las que este militar haría un mayor bien a la sociedad,en vez de decir esas declaraciones tan desafortunadas.
Hele -
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Roman -
Javi -
Xaime,¿cuantas víctimas por terrorismo ha habido durante los dos últimos años? Como con el PP el fin del terrismo estaba muy cerca de desaparecer...
Javier Ibáñez -
La búsqueda de ser conocido por todos, un par de meses antes de pasar a la reserva, ese puede ser el motivo.
Cada militar puede y ha de tener una opinión formada sobre los temas de España, pero de ahí a expresar esas opiniones, a mi juicio reaccionarias, hay una diferencia.
El ejército invade Cataluña, y luego Bilbao,Sevilla, A Coruña y Cáceres, y vivimos una nueva Guerra Civil, estamos todos locos.
Rôvënty -
Marcos -
Ángeles -
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Muñoz -
Xaime -
Nesemu -
Elorriaga ha pedido al ministro que explique si hay más opiniones de ese estilo en el seno de las Fuerzas Armadas.
Muñoz -