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J. C. García Fajardo

Nesemu: No aparcar a los abuelos

En línea con la reflexión del crecimiento de la población anciana en España, aquí va la reflexión de la sicóloga y escritora Remei Margarit en su artículo Abuelos y nietos qe publica en La Vanguardia. Sabéis que en Solidarios tenemos un enorme desafío cpn este problema que hemos aborado hace años y al que queremos dar un gran impulso desde el próximo curso. Necesitaremos toda vuestra ayuda: dos horas a la semana... y se produce una transformación impresionante. Es terrible que miles de familias aparquen a los abuelos... cuando dejan de producir. O que los dejen sufrir en una injusta soledad.
Nesemu

//La relación entre abuelos y nietos suele ser especial. Salvo rarísimas y tristes excepciones, los nietos y nietas se entienden muy bien con sus abuelos y abuelas. Lejos ya del modelo de familia amplia, o sea, aquella en la que los abuelos convivían con sus hijos y sus nietos, la de ahora, un modelo de familia más reducido -tan sólo padres e hijos- se organiza frente al trabajo exterior del padre y de la madre, combinando los horarios de guarderías o colegios con los del trabajo, en un, a veces, difícil equilibrio frente a lo posible.
Si bien es cierto que aún muchas abuelas y abuelos se hallan incluidos en la dinámica de ayuda a la familia, como, por ejemplo, recoger a los niños a la salida del colegio, darles de cenar y esperar a que los padres los vayan a buscar a la salida de sus trabajos, otras familias se organizan para combinar cotidianamente sus horarios sin recurrir a la ayuda de los abuelos. Ello requiere de un coraje importante, porque ese ritmo supone un largo trecho de la vida, hasta que los niños o niñas se convierten en adolescentes y pueden manejarse a su aire. Aunque los hijos sean lo mejor que puede ocurrir en la vida de una persona, ese coraje suele ser al precio de energías vitales, una clase de cansancio que tan bien conocen los que están en ello. Además, hay que educar a los niños y darles explicaciones de todo lo que preguntan, que no es poco.
Las y los que hemos tenido hijos sabemos de lo que hablamos en lo que se refiere a ese cansancio de la atención continuada, hijos y trabajo. Es por ello que los niños, cuando visitan a sus abuelos y abuelas, encuentran en ellos otro tipo de discurso, más calmado, menos tenso, y si los abuelos tienen paciencia, que suelen tenerla, les hacen partícipes de algunas historias de la familia, de la infancia de los padres, de cómo eran, cómo dormían, cuándo empezaron a caminar, las primeras palabras, los gustos particulares de cada cuál, las peleas entre hermanos; todas esas cosas que les ocurren a ellos mismos en aquellos mismos momentos en que están viviendo.
Si no están los padres presentes, y dependiendo de la edad, el discurso de los nietos se parece más a una persona ref lexiva que a una criatura pequeña; en ese discurso emerge ya la persona que se está formando.Tanto es así, que la actitud de los niños frente a sus abuelos se centra en encontrar puntos de conexión de intereses mutuos, por ejemplo, si a un abuelo le gusta la música, el niño o niña, en algún momento dado le hablará de su música; si le gustan los libros, se hablará o se mostrará el último libro que le han regalado. Es como si el niño o la niña buscara senderos por dónde llegar al amor de su abuelo o abuela, no tanto con expresiones de afecto físico, como pueden ser un abrazo o un beso, como de acercamiento de sus almas, en un intercambio de intereses comunes. Ello lo procura el hecho de que, más lejos en el tiempo, los abuelos no significan un contrincante al que vencer, simbólicamente hablando, sino una especie de guía para un bosque todavía bastante desconocido. Los padres son los guías principales y cotidianos de un camino que encontrar, los abuelos recorren senderos de matices y de formas y, con ellos, los niños pueden encontrar los atajos entre las normas de los padres y sus propios deseos.
Para los niños, los abuelos se convierten en un punto de referencia, porque sienten que en su amor incondicional no habrá nada que los traicione. No quiero decir con ello que los padres traicionen, de ninguna manera, pero, para los niños, los padres son la ley y en cambio los abuelos, prescindiendo ya de unas cuantas leyes, son sus aliados comprensivos, quizás porque, con el tiempo, se han dado cuenta de que muchas cosas no tienen importancia.

3 comentarios

Scicker -

Cuando alguien ya no sirve, o eso piensan, se le aparta de nuestro lado para que no moleste.
Es curioso, nos encontramos en la era de la comunicación pero no disponemos de unos minutos para charlar amigablemente con un experimentado contertulio. Son los nuevos tiempos.

Ani -

Si sabemos apreciarlos,los ancianos pueden ser una gran fuente de conocimiento. Con todo lo que han vivido, con todas las experiencias que llevan a sus espaldas, seguro que cualquier duda que les planteemos le será
familiar. Siempre estarán dispuestos a contarte lo que sea, ayudarte en lo que puedan. El problema es que muchos de los ancianos de hoy en día aún están esperando a que sirvan de ayuda a sus hijos y nietos. Mucha gente, da igual la edad que tengan, suelen ignorarlos al creer que no sirven para nada y sólo son una carga más. ¿acaso les gustaría que se les tratara así cuando en un futuro ellos llegaran a esa situación? Ellos han logrado llegar a esa edad, y sólo por ese hecho ya habría que idolatrarlos. Después de todo por lo que han pasado lo último que se merecen es vivir sus últimos años en soledad. Para mi, mis abuelos, son un ejemplo a seguir. Sabes que siempre estarán ahí.

Sofía -

¡Qué razón tiene! No podemos dejar que los abuelos pierdan su lugar en la familia. Son importantísimos para los ñinños porque enseñan aquello que los padres, por la naturaleza de su propio papel, no pueden ofrecerles.
Con los abuelos se aprende a crear con la imaginación, se viaja a tiempos pasados, a juegos callejeros y a amoríos clandestinos. Los abuelos enseñan a sus nietos a través de la experiencia más allá de las leyes y las normas paternas. El patrimonio que un abuelo transmite a un nieto no se puede medir, va más allá de lo establecido y por eso es tan valioso. Si dejamos que la relación entre abuelos y nietos se pierda con los nuevos modelos familiares, también desaparecerán todas estas lecciones magistrales sobre la vida.
Realmente no somos connscientes de que no son sólo los ancianos los que pierden con este olvido, todos acabamos perdiendo.