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J. C. García Fajardo

La responsabilidad de los artistas e intelectuales en esta lucha por la supervivencia se manifiesta en este hermoso texto de Mario Vagas Llosa

El olor de la pobreza
Hace tres años, en un viaje por tierra de Lima a Ayacucho, paramos en medio de una pampa, en lo alto de la cordillera, en una aldea donde había un pequeño puesto de policía. Le pedí al oficial que me permitiera usar su baño. "Desde luego, doctor", me dijo, muy amable. "¿Quiere usted miccionar o defecar?". Le repuse que lo primero. Su curiosidad era académica porque el "baño" del puesto era un corralón a la intemperie donde micciones y defecaciones se confundían entre nubes de moscas y una pestilencia de vértigo.
Este recuerdo me ha acompañado sin tregua mientras, tapándome a ratos las narices, hojeaba las 422 páginas de un reciente informe publicado por las Naciones Unidas titulado "Más allá de la escasez: poder, pobreza y la crisis mundial del agua". El prudente título y la fría y neutral prosa burocrática en que está redactado no impide que este extraordinario estudio, inspirado sin duda en la sabia concepción de la economía y el progreso de Amartya Sen -un economista que no cree que el progreso consista en estadísticas-, estremezca al lector enfrentándolo con tanto rigor como crudeza con la realidad de la pobreza y sus horrores en el mundo en que vivimos. La investigación que han llevado a cabo Kevin Watkins y su equipo debería ser de consulta obligatoria para todos quienes quieren saber lo que son el subdesarrollo económico y la marginación social en términos prácticos y los abismos que separan a estas sociedades de las que han alcanzado ya medios y altos niveles de vida.
De esta lectura, la primera conclusión a la que llego es que el objeto emblemático de la civilización y el progreso no son el libro, el teléfono, el Internet ni la bomba atómica, sino el excusado. Dónde vacían su vejiga y sus intestinos los seres humanos es el factor determinante para saber si están todavía en la barbarie del subdesarrollo o han comenzado a progresar. Las consecuencias que tiene en la vida de las personas este hecho simple y trascendental son vertiginosas. La tercera parte de la población del planeta -unos dos mil seiscientos millones de personas-, cuando menos, no sabe lo que es un excusado, una letrina, un pozo séptico, y hace sus necesidades, como los animales, al pie de los árboles, junto a arroyos y manantiales, o en bolsas y latas que arroja en medio de la calle. Y unos mil millones utilizan para beber, cocinar, lavar la ropa y su higiene personal, aguas contaminadas por heces humanas y animales. A ello se debe que por lo menos dos millones de niños mueran cada año de diarrea y que enfermedades infecciosas, como cólera, tifoidea y parasitosis, causadas por lo que el informe llama eufemísticamente "carecer de acceso al saneamiento", devasten enormes sectores de África, Asia y América Latina y sean la segunda causa de la mortalidad infantil en el mundo.
En un importante barrio de Nairobi (Kenya) llamado Kibera está generalizado el sistema de los llamados "inodoros volantes", bolsas de plástico que la gente utiliza para hacer sus necesidades y que luego arroja por los aires a la calle (de ahí el apodo). Esta práctica motiva que el nivel de enfermedades infecciosas en el barrio sea altísimo. Aquellas golpean sobre todo a los niños y a las mujeres. ¿Por qué a éstas? Porque como son ellas las que se ocupan sobre todo de la limpieza hogareña y del acarreo del agua están más expuestas que los hombres al contagio.
En Dharavi, un sector populoso de la ciudad de Mumbai, en la India, hay un solo váter por cada 1.440 personas, y en la estación de las lluvias el agua que inunda las calles convierte a éstas en ríos de excrementos. La abundancia del líquido elemento es, en este caso como en el de muchas ciudades del tercer mundo, una tragedia, porque, dadas las condiciones de existencia, el agua, en lugar de ser la vida, es muchas veces el instrumento de la enfermedad y la muerte.
Y, sin embargo, paradójicamente, el problema del agua, inseparable del saneamiento, es acaso el principal que mantiene a los hombres y mujeres prisioneros del subdesarrollo. Los datos del informe son concluyentes. Cuando tienen agua, se trata por lo general de aguas servidas, que acarrean toda clase de bacterias y males que los enferman y matan, pero, en la mayoría de los casos, la pobreza condena a los pobres a una sequía que es todavía más catastrófica para su salud y sus posibilidades de mejorar sus condiciones de vida. Una de las demostra-ciones más chocantes de la investigación es que los pobres pagan mucho más cara el agua que los ricos, precisamente porque los pueblos y barrios donde viven carecen de instalaciones de agua y desagüe y tienen que comprarla a aguateros o servicios comerciales pagando precios exorbitantes. Así, por ejemplo, los habitantes de los barrios pobres de Yakarta (Indonesia), Manila (Filipinas) y Nairobi (Kenya) "pagan entre 5 y 10 veces más por unidad de agua que aquellos de las áreas de ingresos altos de sus propias ciudades y más de lo que pagan los consumidores de Londres o Nueva York". Ese precio desigual del agua hace que el 20% de los hogares más pobres de El Salvador, Jamaica y Nicaragua inviertan la quinta parte de sus ingresos en agua. En tanto que en el Reino Unido el gasto promedio por agua de los ciudadanos es apenas el 3% del ingreso.
No me resisto a citar esta estadística del informe: "Cuando un europeo utiliza la cisterna de un inodoro o un estadounidense se ducha, consumen más agua que la que tienen cientos de millones de personas que viven en los barrios urbanos pobres o las áreas urbanas de los países en desarrollo". Y otra es que con el agua que se ahorraría si los "civilizados" cerráramos los caños del lavador mientras nos cepillamos los dientes un continente entero de "bárbaros" podría bañarse.
A primera vista, se diría que no hay mucha relación posible entre la falta de agua y la educación de las niñas. Y, sin embargo, la hay y muy estrecha. El informe calcula que se pierden 443 millones de días escolares al año a causa de enfermedades relacionadas con el agua y que millones de niñas faltan a la escuela y reciben una educación deficiente o nula, y en todo caso inferior a la de los varones, porque diariamente deben ir a buscar agua a acequias, ríos y pozos que están a menudo a varias horas de camino de sus hogares.
En Los Miserables, Victor Hugo escribió que "Las cloacas son la conciencia de la ciudad", y, en una de esas interpolaciones del narrador que recorren la novela, mientras Jean Valjean pataleaba entre la mierda con el desmayado Marius a cuestas, intentó una curiosa interpretación de la historia a partir del excremento humano. Algo así hace este formidable estudio, sin la poesía y la elocuencia del gran romántico francés, pero con mucho mejor conocimiento científico. Proponiéndose nada más que describir las circunstancias y reverberaciones de un problema concreto que afecta a la tercera parte de la humanidad, este Informe radiografía con dramática precisión el extraordinario privilegio de que gozamos las dos terceras partes restantes, cada vez que, casi sin darnos cuenta de ello, abrimos la canilla de un lavador para lavarnos las manos o la regadera de la ducha para recibir esa lluvia de agua fresca que nos limpia y rejuvenece, o cuando, aguijoneados por un retortijón, nos encerramos en la intimidad de un excusado, aligeramos las entrañas y, solazados, limpiamos con un pedazo de papel higiénico todos los rastros de aquella ceremonia, jalamos una cadena y sentimos, en el torbellino del surtidor, que nuestras suciedades recónditas desaparecen en las entrañas de los desagües, lejos, lejos de nuestras vidas y olfatos, para bien de nuestra salud y buen gusto.
Qué infinitamente distinta a la nuestra es la experiencia de esos miles de millones de seres humanos que nacen, viven y mueren literalmente asfixiados por su propia inmundicia, a la que no consiguen arrancar de sus vidas, pues, visible o invisible, la mugre fecal que expulsan regresa a ellos como una maldición divina, en la comida que comen, el agua en que se lavan y hasta en el aire que respiran, enfermándolos y manteniéndolos en la mera subsistencia, sin posibilidades de salir del confinamiento en que malviven.
Uno de los aspectos más sombríos de este asunto es que, en gran parte debido al asco y la repelencia que todo lo relacionado con la mierda despierta en los seres humanos, los gobiernos y los organismos internacionales que promueven el desarrollo no suelen darle la prioridad que debería tener; lo frecuente es que lo subestimen y dediquen presupuestos insignificantes a planes de saneamiento. Y la verdad es que vivir en la suciedad no sólo enferma el cuerpo sino también el espíritu, la autoestima más elemental, el ánimo para rebelarse contra el infortunio y mantener viva la ilusión, motor de todo progreso. "Nacemos entre heces y orina", escribió San Agustín. Un estremecimiento como una viborilla de hielo en la espalda debería recorrernos al pensar que un tercio de nuestros contemporáneos nunca sale de la porquería en que vino a este valle de lágrimas.

 

24 comentarios

Mª José López Caamaño -

Cuando lees este tipo de reflexiones o experiencias te das cuenta de lo poco que apreciamos lo que tenemos. Cuando bebemos agua, cuando comemos, cuando nos duchamos o vamos al aseo lo vemos algo básico, algo que no nos podrían retirar por nada del mundo, y en cambio día a día se tirán platos de comida, se dejan los grifos abiertos mientras nos lavamos los dientes o nos bañamos en lugar de ducharnos, solo cuando leemos este tipo de vivencias nos damos cuenta de que lo que para nosotros es lo suficiente para ellos es un lujo.
Nunca llegaremos a entender realmente como se pasa ese día a día pero podriamos cambiarlo, sólo una gota de cada uno de nosotros daría de beber a millones de personas. Sin embargo, ¿que hay que hacer para concienciarse de esto? Sólo el que carece de lo que considera básico (teniendo en cuenta la medida proporcional segun el desarrollo del país en el que se vive) se da realmente cuenta de lo necesario que es, y son estas personas las que realmente intentan paliar las necesidades de todos. Afortunadamente la mayoría de la gente que conozco no tiene este problema, y desafortunadamente tampoco tiene conciencia de ayudar a los demás. Quizás un poco más de informacióm, un poco más de ese jarabe que nos sabe tan amargo, que es leer estos comentarios o ver reportajes sobre niños moribundos nos hará reflexionar.
Debemos ser cada uno de nosotros los que aportemos nuestro granito de arena, ya que los gobiernos de países desarrollados se compromenten a pagar un tanto por ciento del PIB y es el primer gasto que recortan en cuanto pueden, así que no dejemos esto en manos ajenas e intentemoslo. Parece una locura seguir intentando hacer realidad esta frase pero: ¡Cambiemos el mundo de una vez!

Susana Morales -

A este lado del charco es difícil ponerse en la situación tan precaria en la que viven millosnes de personas en el mundo. Es sencillo decir que somos unos afortunados al disfrutar de las comodidades de las que disponemos, pero eso no es suficiente.Tenemos que concieciarnos y actuar porque a este paso las diferencias entre pobres y ricos van a ser tan abismales que llegará un momento en el que ya no habrá vuelta atrás.

Carlos Fernández-Marcote -

http://www.escolar.net/MT/archives/2006/11/corre_por_una_b.html

Mirad esto y sacad vuestras propias conclusiones...

ulises lazaro -

Bonito texto de vargas llosa, y muy necesario. Por cierto, escrito desde Londres, creo recordar. Desde ahí es muy fácil señalar lo mal que estan los paises pobres, incluido el suyo propio, al mismo tiempo que apoya la ideología neoliberal, la mayor causante de esta miseria... Como siempre, están los que pueden escapar de esa situacion y criticarla desde lejos, y los que se quedan alli atrapados en su propia mierda.

Sopla levante, Virginia -

La vergüenza, lo que verdaderamente apesta es que existan estas situaciones en el mundo a día de hoy. Pienso que no hay castigo más justo para aquel que hace daño que probar su propio veneno, y si me lo permiten siguiendo la línea de Vargas Llosa, ahogarse en su propia mierda. Mañana será tarde y de nada servirán las disculpas. Si hoy se permite esta barbarie inhumana no es por desconocimiento, ahí está el informe que refleja los datos existentes, sino por un mirar por encima del hombro que disimula la arrogancia. Venimos a un mundo de mierda y morimos en la nuestra propia.

Teresa Villar -

Negando el derecho al agua, negamos directa y rotundamente el derecho a la vida. Porque no olvidemos que "el agua es fuente de vida."

Azahara Morales -

En primer lugar agradecer un texto como este que incita a seguir leyendo. Lo realmente interesante son los datos escalofriantes que al menos durante algunos minutos hace que los "desarrollados" pensemos un poco en los demás. Nunca me había parado a pensar en qué lugar hacían sus necesidades las personas que no tienen para comer, y la verdad era de esperar. Pensar que es un atraso, que es injusto, que no tienen derechos...es lo de siempre pero ¿por qué no buscamos una solución? Quizá no tengamos los medios suficientes pero con ayuda se podría diseñar algún tipo de vertedero rudimentario que no fuera costoso y que evitara al menos un porcentaje de las infecciones. Si algún gobierno fuera minimamente serio podría arreglar estos problemas buscando soluciones sin la necesidad del agua como único bien válido. Pero estas pequeñas modificaciones que salvarían la vida a millones de personas son de mínima importancia si lo comparamos con el abastecimiento armamentístico.

Belén Lobos Montañés -

AVISO!!!!!!!:
en la página web de una ONG www.thehungersite.com se puede dar un cuenco de comida clickando una vez al día como máximo. en la página principal hay una foto en la que pone "Poverty is the worst form of violence" (Ghandi), abajo está un recuadro en el que hayque clickar "HELP FEED THE HUNGRY". Dice que hoy llevan 104.762 cuencos de comida.
¿Qué opináis? Me lo ha comentado mi hermana, a la que se lo ha dicho un profesor en clase. ¿Es un reclamo? ¿Es verdad? Yo por si acaso he clickado...

Carlos Fernández-Marcote -

Llegará un momento en la historia en el que la gran mayoría de las guerras se librarán por el agua, ya que aunque nos creamos que no y derrochemos de manera desmedida incoscientemente, el agua es un bien escaso...El agua es el petróleo del futuro , o al menos causará guerras como hace el ptróleo en la actualidad.


un saludo

María Martín -

Lo triste de toda la situación en la que nos encontramos actualmente reside en que la gente no es consciente de las fatalidades que ocurren en el mundo, pues vive en su mundo de "color de rosa", sin preocuparse de nada más que de ellos mismos, es muy triste, miran hacia otro lado, ese no es asunto suyo, cuando ciertamente lo es. Vivimos en el mundo de los individualismos, sólo pensando en nosotros mismos, triste realidad, pero cierta...

Noelia (Roja) -

1,8 millones de personas mueren cada año debido a enfermedades diarreicas (incluido el cólera); un 90% de esas personas son niños menores de cino años, principalmente procedentes de países en desarrollo. No hay que decir más en relación a esto.... solo que debemos cambiar

Eva Losada -

Es increible los "privilegios" que tenemos, lo pongo entre comillas porque en realidad no deberían de ser privilegios ya que deberían ser lujos de los que todos los habitantes de la tierra pudieran gozar. Pero la realidad es que, como se ve en el artículo, hay millones de personas que no gozan de ellos. Es totalmente inaceptable, como otras tantas cosas, que tanta gente muera de enfermedades causadas por infecciones de ese tipo, y no tengan algo tan simple y normal para nosotros, como un baño para asearse y hacer sus necesidades, que mínimo que el derecho a la higiene y a una sanidad adecuada.
Somos muy afortunados y es muy triste que estemos tan poco concienciados y si no es por artículos como estos ni siquiera nos damos cuenta de realidades como estas.

Belén Lobos Montañés -

Lo más sucio y apestoso de este asunto es la falta de implicación y urgencia para solucionar problema que nos parecen tan lejanos...

Laura Purón -

Cuesta pensar que algo para nosotros tan insingificante por cotidiano pueda ser el primer escalon para el desarrollo de otros pueblos.

Esta es otra demostración de que todo en nuestras vidas está conectado, una pequeña acción a nivel individual puede significar una revolución a gran escala.

El hecho de que el tratamiento de residuos pueda iniciar el cambio es algo que puede motivar la sensación de que no es tan difícil cambiar las cosas.

A veces el sentimiento de impotencia ante el drama del subdesarrollo puede más que el espíritu de lucha. Encontrar las causas, diagnosticar el problema son el paso esencial hacia el desarrollo.

Estibaliz Ortiz de Orruño -

Increíble el texto de Vargas Llosa. He muerto de risa cuando he leído que lo más parecido que tenemos al progreso es el excusado. Quién nos lo iba a decir, a nosotros, pobres mortales… Este tabú social que comprende la caquita de la humanidad, los despojos corporales, las heces, la pestilencia. Y es que, ya se sabe, es indecoroso, no procede a la buena educación hablar de temas tan naturales. Pero, ¿por qué? No olvidemos que el cuerpo humano es una máqunia, simple y llanamente, una máquina con sistemas auto-reguladores y estructuras internas inteligentes. Una máquina con sus funciones a cumplir. Y es que el cuerpo ingiere alimentos, el hígado los convierte en sangre vital para el organismo, y lo sobrante se despacha por la puerta de atrás. Eso somos nosotros, con perdón por la expresión.

Lo malo de hoy en día es no poder cagar en el campo, ¿verdad? No hay cosa más natural. ¿Para qué puñetas iban a querer los de Atapuerca un excusado, pudiendo hacer pis en el tronco de un árbol, o pudiendo defecar detrás de un matojo?

Pero hoy todos vivimos hacinados, en urbes, alejados del sistema que la propia naturaleza impone en el campo. Y eso ni es bueno ni es malo, simplemente exige unas nuevas condiciones, a saber, las de saneamiento. Los pobres no morirían como ratas si al menos pudiesen hacer caca como los de Atapuerca, tan ricamente, a la sombra de un árbol, sin temor a que le cayera en la cabeza el excremento del vecino, arrojado en una bolsa de plástico, ni a morir en condiciones insalubres. Esta gente no goza ni de la naturaleza sabia que utiliza ese abono para dar de comer a la Tierra, ni de un sistema avanzado que pueda regular el tráfico de las heces en la ciudad. No está ni en un lado ni en otro. En tierra de nadie, en esa línea roja, ese vacío que separa ambos mundos, sin identidad, sin apego a ninguno de ellos. Con esa persecución ciega de parecerse a Occidente, pero sin el papel que gasta Occidente para limpiar la dichosa puerta trasera de la función, con perdón de los aludidos.

Es lamentable el bajo presupuesto que destinamos a estos temas de saneamiento en las zonas pobres. Los países ricos no lo valoramos porque estamos acostumbrados a tenerlo. Sería inconcebible tener que cagar en el corral con las gallinas, como se ha hecho en este país hace relativamente poco tiempo.

Ya no hablemos de la salud, tan sólo díganme: ¿dónde demonios queda la DIGNIDAD de poder lavar el cuerpo y ponerse después unas ropas limpias, la DIGNIDAD de poder hacer aguas mayores sin tener que oler el culo al de al lado?

La empatía empieza en cosas tan evidentes, y a la vez tan injustas y mal repartidas, como este tema del excusado. Gracias a Vargas Llosa por hacer un llamamiento a cosas tan sarcásticas y tan necesarias, por esa reivindicación en todos los lugares a la dignidad del ser humano.

Carlos Moreno -

El problema una vez más es la falta de concienciación y compromiso, tanto nuestra como de los "poderosos" que toman las decisiones. Todos hemos escuchado la inmundicia y la pobreza extrema a la que se enfrentan millones de personas cada día, pero suele entrar por un oído y salir por el otro. Seguro que Vargas Llosa también había oído hablar de esta pobreza, pero hasta que no se vea con nuestros propios ojos ni lo sintamos no se tomarán cartas en al asunto. Cada uno de nosotros podemos aportar nuestro granito ahorrando agua, etc. pero hasta que no consigamos presionar al poder de los países desarrollados esta situación, lamentablemente, seguirá.

Elia Pesquera -

Yo siempre he cerrado el grifo y he intentado gastar el menor agua posible aunque no hubiese sequia porque he vivido en un barco y se lo que es quedarse sin agua. La educación ahi es muy importante. enseñar a no malgastar nada.
Yo siempre he estado de acuerdo con que el mejor invento del hombre, entre muchos otros, es el retrete. No podriamos imaginar nada más asqueroso e infeccioso que nuestra propia mierda, y que haya gente que esté cosntantemente en contacto con ella en el siglo XXI es un egoismo por parte de los paises desarrollados.

Leticia -

Damos por hecho que la higiene, el alcantarillado, etc. está de forma mínima en todos los lugares, pero ¡ay! cuando vemos un agujero en el suelo donde hacer nuestras necesidades, ya no vemos tan claro las cosas tan sencillas para nosotros, o cuando han cortado el agua, la luz, en esos momentos nos acordamos de los que no tienen las mínimas comodidades. Las comodidades que los países tendrían que ofrecer a sus ciudadanos. Siendo un derecho y no un privilegio porque repercute en la salud y en la higiene. Un stop para todos, en pro del desarrollo fundamenental de un país.

Sara Ayllón -

creo que mis compañeros lo han dicho con las palabras perfectas. Debemos concienciarnos de un problema que nos toca a todos!! parece que nos queda lejos...pero es parte de nuestras vidas. Quizás sea este detalle el que olvidan los políticos de los países de la Europa más desarrollada, u otras potencias mundiales...
Nos necesitan...y tenemos los medios para darles esa ayuda...sólo hay que poner algo de fuerza d evoluntad...y valorara en qué se debe invertir el dinero. En vez de asfaltar la misma carretera 20 veces al año, esos gastos podrían tener otro fin.
Un abrazo

Susana Saavedra -

Solamente quiero compartir una cifra: cinco millones de personas mueren cada año en el mundo por enfermedades relacionadas con el agua, 10 VECES MÁS que las muertes causadas por las guerras... Las armas se hacen oir, las personas que carecen de agua sólo tienen su silencio. Un silencio que es anuncio de muerte, un silencio que encierra un grito suplicante que nosotros acallamos...¡los estamos dejando morir!

Ana Carrión Guijarro -

Este texto que hace estremecer y pensar en lo afortunado que somos los europeos, es una información más de la mucha que recibimos de distintos medios y que la mayoría de la población se compadece pero no hace nada. La pregunta es ¿que podemos hacer nosotros? Pues empezar, poco a poco se va construyendo todo, ayudar en las ong´s, escribir, hacer llegar toda esta información a la población o apadrinar.
Es deprimente que en la actualidad a miles de kilometros, personas como nosotros vivan en estas condiciones, que no tengan ni un sólo aseo aunque fuera común, para hacer sus necesidades.Personas que viven como animales... me parece cuánto menos surrealista.
Bolsas de plástico que se tiran por el aire con las necesidades... es increíble. Cantidad de enfermedades a personas que no han hecho nada para merecer eso se respiran en el ambiente.

Este hecho creo que es también una muestra para que se produzca un nuevo lanzamiento a la igualdad tanto entre personas como entre hombres y mujeres ya que, como se dice en el artículo son las mujeres las que limpian y las que para ello, pierden grandes días de escuela tan necesarios para todos, y más para ellos.

Creo que cada uno de nosotros se debe concienciar de este problema y sobretodo los gobiernos cuánto más los de los grandes países, ya que son ellos los que en verdad pueden cambiar o mejorar esta situación. Humildad, lucha y ayuda deberían ser los puntos y slogan de los presidentes, que parece que algunos sólo saben de prestigio y ambición.

Esther -

Quien nos iba a decir que hay lugares en los que la salubridad pública es aun como en la edad media... lo único que les falta es decir "agua va".
A veces este mundo da asco, no por los malos olores que pueda haber, sino por lo mal repartidos que están los recursos.
Todo el mundo debería leer este texto.

Emma Bernardo -

La gente de opinión es la que realmente puede alzar la voz y ser escuchada. Nosotros también podemos alzarla, pero uno a uno no seremos más que murmullo.

Diego López -

Después de leer este artículo te quedas con un mal cuerpo, te das cuenta de que una gota de agua que derrochamos hace falta en muchos países. Ahora mismo tengo una botella de agua de Lanjarón (Granada). Para nosotros es fácil tener agua para beber, mientras que en otros países darían lo que fuera por una botella. Es duro como la vida misma.

Lo que hay que hacer es exigir que los gobiernos "ricos" dejen de invertir en armas, ejércitos y guerras, e inviertan más en ayudar a nuestros hermanos africanos, sudamericanos y asiáticos, que son los más necesitados. Yo, personalmente, ayudo en todo lo que puedo, pero nuestra ayuda individual es un grano de arroz en un desierto, aunque válido.

Un abrazo.