Ante las elecciones al Congreso y al Senado en EEUU
En la sociedad globalizada en la que vivimos no nos puede ser ajeno lo que suceda en EEUU, el país hegemónico que ha estado gobernando en los últimos tiempos por una banda de halcones fundamentalistas y psicópatas. Confío en que el Tribunbal Penal Internacional los condene en su día. Las víctimas civiles asesinadas, torturadas, asediadas y hechas saltar porlos aires en Iraq, en Gaza, en Cisjordania y en Líbano se alzarán para pedir justicia. Y aunque rechazamos la pena de muerte mpara quienquiera que sea, ni siquiera para Hussein Sadam o para ese loco fanático de la extrema derecha sionista, Lieberman que se está haciendo con el gobierno de Israel, exigiremos la reparación debida y el castigo más duro y ejemplar a los responsables. Para empezar, se les confiscarían sus bienes pues han sido la codicia y la soberbia las que les han movido y les continuan moviendo si los ciudadanos de EEUU no ponen remedio. O si la UE continúa siendo cómplice de tanto crimen.
Los americanos tienen el martes la oportunidad de corregir el mal rumbo que ha tomado su país en seis años de Administración Bush. Por primera vez desde su llegada al poder, George W. Bush y los republicanos se enfrentan a un voto de castigo. Las elecciones para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado pueden marcar un punto de inflexión. Bastará con que los demócratas logren el control de una de las dos cámaras del Congreso para convertir a su presidente, al que le quedan aún dos años, en lo que en la jerga política de EE UU se conoce como un pato cojo. Pero sobre todo, es una oportunidad de recentrar el país hacia una cierta normalidad.
Los republicanos controlan el Congreso desde 1994. Si los demócratas recuperan la mayoría en una cámara -no digamos ya de las dos- podrán cambiar los presidentes de los comités y abrir investigaciones sobre lo que quieran, incluidas la guerra de Irak y los contratos que han conducido a la desprotección de derechos y libertades. Pero además, tendrán capacidad para legislar sobre temas que Bush ha ignorado como son el medio ambiente, la subvención a las petroleras o programas sociales, aunque el titular de la Casa Blanca dispone siempre de la prerrogativa del veto.
La campaña se ha convertido en una protesta contra la intervención en Irak, al crecer el sentimiento popular de que la Casa Blanca no sabe cómo salir de lo que se percibe como un nuevo Vietnam. Los demócratas no tienen una visión alternativa clara, pero sí manifiestan la necesidad de una retirada militar gradual. A diferencia de 2004, han perdido el miedo a criticar el conflicto, las torturas a prisioneros, los recortes de libertades y garantías que han supuesto las leyes antiterroristas.
Los americanos tienen el martes la oportunidad de corregir el mal rumbo que ha tomado su país en seis años de Administración Bush. Por primera vez desde su llegada al poder, George W. Bush y los republicanos se enfrentan a un voto de castigo. Las elecciones para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado pueden marcar un punto de inflexión. Bastará con que los demócratas logren el control de una de las dos cámaras del Congreso para convertir a su presidente, al que le quedan aún dos años, en lo que en la jerga política de EE UU se conoce como un pato cojo. Pero sobre todo, es una oportunidad de recentrar el país hacia una cierta normalidad.
Los republicanos controlan el Congreso desde 1994. Si los demócratas recuperan la mayoría en una cámara -no digamos ya de las dos- podrán cambiar los presidentes de los comités y abrir investigaciones sobre lo que quieran, incluidas la guerra de Irak y los contratos que han conducido a la desprotección de derechos y libertades. Pero además, tendrán capacidad para legislar sobre temas que Bush ha ignorado como son el medio ambiente, la subvención a las petroleras o programas sociales, aunque el titular de la Casa Blanca dispone siempre de la prerrogativa del veto.
La campaña se ha convertido en una protesta contra la intervención en Irak, al crecer el sentimiento popular de que la Casa Blanca no sabe cómo salir de lo que se percibe como un nuevo Vietnam. Los demócratas no tienen una visión alternativa clara, pero sí manifiestan la necesidad de una retirada militar gradual. A diferencia de 2004, han perdido el miedo a criticar el conflicto, las torturas a prisioneros, los recortes de libertades y garantías que han supuesto las leyes antiterroristas.
13 comentarios
Teresa Villar -
Anónimo -
Anónimo -
JoB RuiZ AuyaneT -
montoya -
Merche -
Larry -
Nahia -
ulises (lázaro) -
poder de accion de EEUU durante dos años y, por lo menos, dejarian tranquilo al resto del mundo durante ese tiempo
Bealma -
Qué miedo me da que estas cosas dependan del setnido común que brilla por su ausencia.
Andrés (Óscar) -
Nahia -
Para empezar, las diferencias entre los dos partidos no son tan amplias como podrían ser en cuanto a la política interna (en la que realmente tampoco hay tanta diferencia).
En cuanto a Irak, solo hay que recordar la postura del partido Demócrata cuando se produjo la invasión: en las últimas primarias del partido solo Howard Dean estuvo en contra de la invasión de de Irak. El resto de candidatos del partido Demócrata apoyaron de manera explícita o implícita las políticas de Bush.
Por lo tanto, en mi opinión, no puede esperarse un cambio radical en la política exterior estadounidense incluso si los Demócratas recuperan el control del Congreso y el Senado (lo que es poco porbable)
Belén -
Sería justo que el Tribunal Penal Internacional condenara los abusos que se han producido durante el gobierno de esta administración, pero si algo hemos presenciado, es que la justicia no rige el mundo.