Solidaridad con los enfermos necesitados que sólo implica buena voluntad
Parece como si siempre tuviéramos que recoger noticias negativas, desastres y desgracias. Mª José Atiénzar ha recogido en este artículo Puente Solidario con el Sur una hermosa y eficaz actividad que llevó la salud, el alivio del sufrimiento y mediios a médicos y sanitarios a centenares de miles de personas. Fue necesaria la ayuda de muchos voluntarios que empleaban dos o tres horas a la semana para realizar el milagro de la justicia. Porque podremos si creemos que podemos. todo esNesemu
Los puentes sirven para comunicar las orillas. Y cuando una de las orillas es rica y en la otra hay necesidades sin cubrir, ese puente solidario se hace imprescindible.
Esperanza, la jefe de enfermeras del hospital materno infantil Mauricio Abdalah de Chinandega (Nicaragua) recuerda: “He tenido durante mucho tiempo ayuda del Puente Solidario y cada vez que abría las cajas con los remedios para las madres sin recursos lloraba de emoción. Los voluntarios sabían que teníamos hasta tres madres por cama dando a luz cada día. Por eso, un día les pedimos sábanas. Y cuando llegó el huracán Mitch, salvamos centenares de vidas con aquél millar de sábanas que nos enviaron, pues tuvimos que hacer con ellas vendas para los quemados y afectados por el deslave del volcán”.
Como en Nicaragua, otros tantos puentes se trazaron con Cuba, Camerún, Colombia, Ecuador, Costa de Marfil o Perú. Durante más de diez años, la organización humanitaria Solidarios para el Desarrollo ha estado enviando medicamentos a los centros médicos más pobres de treinta países de América y África.
La idea surgió al visitar los hospitales donde excelentes profesionales, médicos y enfermeras carecen de recursos suficientes para los tratamientos de los pacientes. La compra de medicamentos suele estar lejos de las posibilidades no solo de los enfermos sino de los propios centros sanitarios. En los países más desarrollados sin embargo, tenemos nuestros armarios y botiquines familiares con cajas de medicamentos que no se empezaron o que quedaron a medias al concluir un tratamiento. Esos restos, además de ser un riesgo en las casas donde hay niños, que pueden ingerirlos en un descuido, son comprimidos y pastillas que acaban caducando y en la mayoría de los casos terminan en las basuras contaminando el medioambiente.
Una parte de los medicamentos a clasificar procedían de estas donaciones de particulares o de centros médicos, ambulatorios y farmacias de toda España. Solidarios recogió durante una década toneladas de medicamentos y con un equipo de más de cien voluntarios de diversas disciplinas, especialmente farmacéuticos y personal sanitario, los adecuaban a las estrictas normas de la Dirección General de Farmacias. Los medicamentos que tenían menos de un año de caducidad se enviaron para ser destruidos ecológicamente como residuos a través del Plan Verde de la Universidad Complutense.
Aquellos miles de kilos de medicamentos salvados de la destrucción sirvieron para que los enfermos más pobres del mundo pudieran remediar una fiebre, un proceso infeccioso y quién sabe cuantas vidas laten por ello desde entonces.
Con los cambios en las normativas de la Organización Mundial de la Salud, este tipo de donaciones se fue descartando para dar paso al envío de los llamados medicamentos genéricos. Las industrias farmacéuticas producen en cantidades grandes las medicinas de uso más común, antibióticos, analgésicos, antipiréticos, etc. Esas presentaciones “sin marca” y envasadas en grandes frascos resultan mucho más económicas, rentables y asequibles para los hospitales. Las organizaciones solidarias que hacían los procesos de recuperación antes descritos, tuvieron que adaptarse.
Aquellos voluntarios también se reciclaron. Ahora se ocupan de otras tareas, como clasificar libros para el envío de bibliotecas a las escuelas de magisterio con menos recursos, o visitar a los ancianos que viven solos en sus casas; algunos enseñan español a los inmigrantes y otros participan en talleres de pintura con los presos.
Los Centros de Medicina Preventiva que Solidarios desarrolló en más doce países del África Subsahariana son otro de los programas dedicados a cuidar la salud de los universitarios africanos. Se trataba de crear en el campus un pequeño ambulatorio donde realizar las consultas médicas y la pequeña cirugía, un laboratorio para análisis y una pequeña farmacia. Se pusieron en marcha y no sin dificultades, pero ahora son los propios doctores africanos, los profesores de las facultades de medicina locales los que se ocupan de que la población estudiantil concluya sus estudios sin verlos interrumpidos por alguna enfermedad.
La solidaridad extiende puentes, con imaginación, con generosidad. La gran familia humana, siempre aquejada por las necesidades de sus miembros menos favorecidos, ha de encontrar formas de compartir los recursos, es cuestión de justicia.
4 comentarios
Arelys Hernandez -
ARELYS
Gem -
lAuRaaaaaaa -
Jorge P. -