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J. C. García Fajardo

Retazos 047: Lluvia de otoño

Estaba Sergei recuperándose de los estragos que le había causado, “la vida en la ciudad”, como él decía eufemísticamente, cuando el Maestro le preguntó.
- Sergei, ¿no crees que ha llegado la hora de que busques alguna orientación para tu vida?
- Eso estaba pensando mientras guardaba el traje de ejecutivo. Pero ¿adónde ir, Maestro? Para monje no sirvo, ya usted sabe. Tampoco me imagino sentado en un puesto de trabajo rutinario y sometido a un horario. ¡No sirvo para estar encerrado! Tampoco creo que estoy preparado para asumir una vida de familia.
- Pues no creas que están más preparados el noventa por ciento de los que se casan. Si pusieran tantas cauciones para casarse como las ponen para divorciarse algo comenzaría a enderezarse. No he visto mayor temeridad que la de lanzarse a echar hijos al mundo sin la preparación adecuada.
- ¿Y cómo hacían antes?
- Estaba la escuela del hogar tradicional. Se limitaban a repetir lo aprendido. Ahora es preciso inventar un nuevo concepto que se adapte a la realidad que existe, y eso antes de inventar un nuevo sistema.
- No me veo, Maestro, no me veo uncido a un arado.
- ¿Y aprender un oficio o prepararte para un empleo, en la ciudad?
- Maestro, no me extraña lo que dices, sino el acento. ¿Crees que voy a postularme para acompañar a Ting Chang en su nueva vida?
- Tú te lo dices todo. Escucha, Sergei lo que aconteció a una lechuza que decidió marcharse a otras tierras. Su amiga la tórtola le preguntó que por qué lo hacía y la lechuza le respondió “porque a la gente no le gusta mi canto”. “Bueno, le dijo la tórtola, quizás tendrías que trabajar en cambiar tu canto y si lo logras, podrás emigrar. De lo contrario, tampoco le gustará tu graznido a las gentes de otro lugar”. “¡Pero mi canto es el propio de las lechuzas!” “Entonces, será mejor que te tranquilices y recuperes el sosiego y la sabiduría que te caracterizan. ¿Qué importa que a algunos no les guste tu canto?”
Sergei se postró ante el Maestro y pasó con respeto sus dedos sobre sus sandalias. Entonces, comenzó a llover como solía.
 

José Carlos Gª Fajardo

 

2 comentarios

lAuRaaaaaaa -

Por suerte o por desgracia cada vez que realizamos una acción esta atañe una serie de consecuencias. Habrá personas a las que le guste una cosa y otras que, sin saber por qué, traten de evitarla. No podemos tratar de hacer felices a todo el que nos rodea. A veces, por "abarcar" demasiado, se nos olvida que una pequeña acción será suficiente para dibujar una sonrisa en nuestro vecino.

Sonia Sanz -

¿por qué le damos tantas vueltas a las cosas? El que dirán, la falta de ganas, la inseguridad... llámese como quiera llamarse; pero todo se hace tan difícil...