Retazos de la Luna azul 021: Otoño en el estanque
Cuando regresaban del monasterio por el hermoso sendero ornado de rododendros fucsias, después de la charla del Maestro a los monjes, uno de éstos, con aspecto algo atormentado, se echó a los pies del Maestro y le preguntó sin atreverse a alzar su rostro “¡Maestro!, ¿cuándo llegará el fin del mundo?” El Maestro lo alzó con enorme ternura, lo arropó entre sus brazos y le hizo volverse hacia los sauces que se extendían hasta el río.
- ¡Mira!” -, le dijo mansamente -. Mira a tu alrededor y contempla la infinita sucesión de vida que alberga este jardín, paradigma de nuestra existencia. Llegará el otoño y parecerá que los arces pierden su belleza, que las vides se retuercen después de habernos entregado sus frutos, que hasta los bambúes pierden hojas que se pudrirán transformadas en mantillo vivificador. Mira, hermano, mira el fin del mundo en cada día y a cada instante. Nada muere, todo se transforma. Lo que parece muerte no es más que un aspecto, un estadio, una dimensión de la vida. Mira tu piel, siente tus pulsos, no hay en ti una sola célula que haya estado en el vientre de tu madre. Todo se mueve, todo danza, todo vibra. No hay muerte como fin absoluto sino transformación perenne.
El joven monje rompió a llorar y el Maestro se lo entregó a Ting Chang, al médico amigo y taumaturgo. Cuando, al atardecer, caminaban los tres por el sendero hacia el estanque de las carpas, el Maestro preguntó al noble Ting Chang.
- ¿Qué le has recetado, sanador de enfermos?
- Que practique taichí chuang con el buen maestro Teng Siao, que habita en este monasterio. Que coma mejor y que procure dormir bien por las noches con una infusión de tila y mejorana.
- ¡Que se divierta! En el auténtico sentido de la expresión. Que gire y se transforme. Que se deje convertir... No es fácil encontrar remedio a los problemas de la mente precisamente en un monasterio – comentó el Maestro mientras arreglaba un recoveco del estanque para facilitar el invierno a las carpas doradas.
- ¡Menuda terapia! – exclamó Sergei -. Algo así también me convendría a mí. No le haría ascos.
- Ay, Sergei, - le dijo el Maestro -. Si tú me hubieras preguntado que cuándo será el fin del mundo, te respondería con las palabras que el Mulá le dijo a otro atormentado.
- ¿Qué le dijo, Maestro?
- Pues que a cual fin del mundo, se refería.
- ¿Cómo? ¿Es que hay varios? – cayó en la trampa el inconstante Sergei que tanta paciencia ejercitaba en el Maestro, pero que también tanto le divertía-.
- “Mira, - le respondió el Mulá a su interlocutor-. Si muere mi mujer, se producirá el menor fin del mundo; pero si muero yo, ¡ese será el mayor fin del mundo!” Le dio un bastonazo al preguntador y se marchó al trote de su burro dando rienda suelta a sus estrepitosas carcajadas.
En ese momento, el comedido y noble Ting Chang no pudo contener las suyas y sostener la roca que tenía entre los brazos y allá se fue, al fondo del estanque, agarrado a ella. El Maestro lo contempló riendo y exclamó solemne: - ¡Ahora sí que ha dado comienzo el Otoño!
José Carlos Gª Fajardo
32 comentarios
lAuRaaaaaaa -
Laura García -
Laura García -
Carlos Miguélez -
Estrada -
Nacho M. -
Nacho M. -
Sin embargo, el ser humano es tan insignificante, tan limitado, y tan incapaz de ver más allá del sistema que él mismo ha creado, que su fin del mundo puede suponer cualquier hecho que le haga pensar que la vida ha dado un vuelco para mal.
Ante esto, lo único que podemos hacer, y lo más sensato, es seguir viviendo en nuestros mundos virtuales de modo que nuestro objetivo sea la búsuqeda de la felicidad, propia y ajena, y no molestarnos ni lo más mínimo en lo que hay allá fuera. Cuanto más lo piensas, más te das cuenta de que, realmente, no somos capaces de saber nada.
Un saludo.
Jarkoe -
Cristina -
Quien sabe y a lo mejor la muerte al fin y al cabo, no es el fin... eso sí no debemos vivir atormentándonos por ese momento porque sino no disfrutaremos de la vida.
SEVILLANO -
Por mucho que nos empeñemos la muerte antes o después llegará, mejor no pensar en ella, porque quien vive temeroso no será nunca libre y no podrá disfrutar de las alegrías de la vida.
Karla -
Si mi muerte, mi transformación, supone un fin, yo esperaré a que llegue, para que huir de algo (o buscarlo, hoy en día ya la gente no sabe lo que quiere) si no se disfruta de lo que ya tengo, sabemos que es algo natural, la culminación de un ciclo, puede que sea el inicio de otro (o no).
La muerte al fin y al cabo tiene que llegar, es un momento, un suspiro, el último; es desconocida, pero será nuestra algún día, pero mientras tanto, como dice Belén, disfrutemos, riamos, sintamos y juguemos, VIVAMOS, porque la muerte está a la vuelta de mi presente y pero mi presente está aquí.
La muerte está tan segura de su victoria que nos da una vida de ventaja Sabemos que la muerte llegará, pero mientras tanto juguemos con la vida.
Belén -
Ahora enserio, vivamos, sintamos, hablemos, juguemos, lloremos, pensemos y riamos, no nos preocupemos más, que ya tendremos tiempo de estar muertos, todo el tiempo que queramos.
Javi -
Anahi -
Rôvënty -
Dorian Gray -
Héctor -
Otra frase es un verso de una canción de Revólver(\"San Pedro\") y que la he tomado como mi propio lema: \"la vida son cuatro días y yo por el tercero voy\".
ginesa -
Juanjo Madrigal -
Carlos Miguélez -
El Cisne Negro -
Pérez S. -
El mundo nunca acaba por completo, sino que terminan sus etapas y acto seguido comienzan otras; ahora bien, si se considera el fin del mundo como el fin de la vida de una persona, hay que decir que la muerte puede ser gloriosa cuando así lo ha sido la vida, es decir, que hay que aprovechar todos los momentos, vivir y dejar vivir, y por supuesto disfrutar al máximo de la vida. Y así, cuando llegue la muerte, llegará en su momento justo, lo suficiente para haber tenido una vida digna y ejemplar, y sin la sobra de años nefastos que aplanaran lo que anteriormente había sido la curva de la felicidad. ¿Por qué temer hablar de la muerte cuando se mantiene una vida saludable?. Saludable o no, es el ciclo vital de la vida, salir de la escena para dejar el paso a otros que resultan ser parte de nosotros mismos; además, es el único aspecto que nos hace iguales a todos los seres humanos.
nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir
(Jorge Manrique)
Olga -
Jorge P. -
Patricia Palacios -
Debemos dejar de pensar en negativo cuando hablamos de la muerte. Hay que concebirla como si fuera una vida, la auténtica vida; y que la que vivimos ahora constituye, simplemente, una serie de pruebas que nos preparan y TRANSFORMAN para la esa VIDA posterior.
Sonia Sanz -
Patricia Palacios -
No podemos juzgar que la muerte sea mala, simplemente porque sea muerte. Debemos pensar que constituye otra vida y que para alcanzarla, tenemos que pasar primero por esta, que es la que nos prepara el camino.
Mariola -
Diego Ochoa -
beatriz martinez -
María -
enovilla -