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J. C. García Fajardo

Retazos de Sergei 096: El ruido

- Sergei, escucha esta historia antes de hacer pasar al peregrino, - le dijo el Maestro.
- ¡Ah! ¿Ya no es un mendigo? – preguntó el lengua larga.
- Hace muchos años, había un maestro Chan de enorme prestigio pero al que temían por su severidad y por sus métodos, algo bruscos. Por eso no tenía muchos discípulos. Pero, un día, llegó a su puerta un noble joven, de espléndida apariencia y porte muy distinguido. Se inclinó ante el Maestro y le pidió que lo admitiese a su servicio. El Maestro, al oír esto, se puso a reír a carcajadas. El aspirante se controló y bajó la vista, esperando que el Maestro lo invitase a sentarse. Pero, en lugar de esto, le espetó: “¡Siéntate! ¡Pero como es debido, espalda recta, sin rigideces, pero bien erguido! Respira bien, no como una gallina clueca”. El joven le obedeció y permaneció en silencio mientras el Maestro saboreaba un té humeante sin ofrecérselo. “¿Deseas algo, joven atrevido?”, le espetó casi sin mirarlo. “¿Podría tomar una taza de té, Venerable Señor?” El Maestro lanzó el contenido de su tetera hirviendo sobre el joven aspirante que lo recibió sin inmutarse, controlando el dolor de las quemaduras. Pero, con mesurada voz, le preguntó: “¿Es así como tratas a un visitante?” “¡Nadie te ha llamado! Y, además, ¿no era té lo que me habías pedido?”
El Maestro se sumió en profunda meditación y, al cabo de un rato, el aspirante también se sumió en una meditación deliciosa, en armonía con la del Maestro. De repente, sintió sobre su rostro una sonora bofetada. Tuvo que controlarse para no echarse sobre el Maestro y devolverle el golpe con alguna de las técnicas de taekwondo que dominaba. “¿Qué ha producido ese ruido? ¿La mano o tu mejilla?”, le preguntó el Maestro. Como tardó unos segundos en buscar una respuesta, el Maestro le atizó otro tortazo. “¡Ahora responde! ¿De dónde ha surgido ese ruido? ¿De la mano o de tu mejilla?”
El Maestro se había dado cuenta de que se trataba de un auténtico buscador pero al que su afán de perfección y su orgullo lo tenían empantanado en su maduración espiritual. El joven, rápidamente, respondió sin pensarlo: “¡De la mente!” Se refería al ruido de rabia y de humillación que había sentido al recibir las bofetadas. El otro ruido, ¿qué más daba si venía de la mano o de la mejilla?
El Maestro se alzó y acudió a abrazarlo y a ayudarle a levantarse. “¡Estás en el camino, hijo! ¡Quédate conmigo el tiempo que desees! No he hecho contigo más que lo que mi Maestro hizo conmigo porque yo también era orgulloso y no paraba hasta conseguir la excelencia en todo lo que emprendía. ¡Qué locura! Pero tú has pedido entrar a mi servicio. Todos estamos al servicio unos de otros. Gracias por haber venido. Te esperaba, porque el Maestro necesita al discípulo como éste necesita al Maestro. ¡Hoy es el día!”
- ¡Menos mal que tú no utilizas esos métodos, Venerable Maestro! – susurró Sergei.
- Siempre estamos a tiempo.
- ¡Me voy a buscar al peregrino!

  José Carlos Gª Fajardo

11 comentarios

J.Lennon -

Virgen ante lo que me puedan enseñar... ojos abiertos y oídos más abiertos aún para escuchar esos buenos consejos y esas enseñanzas, técnicas o morales de nuestros \"superiores\"... podemos llegar a superarnos a nosotros mismos, pero nunca habremos aprendido lo suficiente.

RöXyE -

Sí, profesor.Lo del bofetón era una forma de hablar, siguiendo la metáfora del cuento.La violencia nunca lleva a ninguna parte, y menos a la enseñanza.Soy consciente de ello.

anónimo -

Tocado Profesor. Ayer tarde estuve durante casi dos horas recordando este cuento, preguntándome qué me dolía más. Sigo aprendiendo

Mariola -

Vemos lo que se puede resistir por orgullo, pero un orgollo para un fin, y como dice el refrán \\\\\\\"quien algo quiere algo, le cuesta\\\\\\\" y vemos que al díscipulo le costó una buen baño de té y unas cuantas bofetadas.

Nesemu -

Por favor, nada de violencias ni de golpes. Es una manera de hablar en los cuentos Zen. Enmuchos se dice que el Maestro tenía a los precipitados aspirantes a discípulos a la puerta en el invierno y les echaba cubos de agua o que les pegaba con el kiosaku. Tonterías. Un buen Maestro no necesita eso pero e spara hacer realidad que \"Un buen discípulo supone -exige un Maestro exigente\". Es un ahipérbole admitida en todo Oriente, como las tonterías del mulá etc O como cuando el Maestro deja a Sergei al otro lado de la puerta mientras él da una charla... el Maestro sabe y muestra el amor a su manera. Esa es la enseñanza de los cuentos, oculta para el profano pero evidente para quienes conviene

Sánchez Vigo -

Puede que yo tampoco haya entendido mucho, como dice Beatriz Martinez Cuadrado, pero la impresión que me ha dado es que el maestro le dice que ese es su método cunado se da cuenta de que su discípulo es realmente un buen discípulo. Al principio le juzgó sin más y no supo ver lo que ese joven orgulloso llevaba dentro. No es el único. A muchos maestros les pasa.

enovilla -

Hay que empezar abajo, para llegar arriba, quienes intentan el camino pensando que ya lo han finalizado, nunca llegarán a la salida.

Cristina -

Debemos dejar a un lado nuestro orgullo y nuestros prejuicios cuando se trata de aprender, pues para ello debemos tener la mente \"libre\" y no \"corrompida\" por ideas que a veces resultan absurdas y nos nublan el pensamiento.
Se deben de tener la mente y el alma no reprimidas.

RöXyE -

Jajaja.Sergei se va a buscar al peregrino..no vaya a ser que el maestro le suelte un bofetón...jeje

beatriz martinez cuadrado -

A veces estamos tan preocupados por saber de donde vienen las cosas, que no nos damos cuenta de lo realmente importante. A lo mejor yo no he entendido nada por lo que voy a decir pero yo estoy de acuerdo con Sergei en lo de que prefiero los métodos de su maestro al de los otros, la violencia no me gusta ni para ensañar algo

úrsula -

A veces es más doloroso el dolor interno que el exterior. Porque el dolor que te produce algo llega antes a tu alma que a tu cuerpo.