ZP tiene que hacerse del PP
No he querido entrar en la Convención del PP para no crear discrepancias en un tema nacional. Han cumplido con su objetivo: "encantados de conocerse". Me admira la propuesta final del "líder" (?) después de la andanada de apertura de "la mano que mece la cuna": "R. ofrece un pacto a Z. pero le exige que antes se haga del PP, junto con todos los suyos". (Con ciento de los suyos, al destierro el Cid cabalga) ¿O he leido mal en la primera de todos los periódicos? Me parece interesante el editorial de El País "El poder de la bronca": Si el presidente del Gobierno es de los que piensan que mejor que hablen de él aunque sea mal, seguro que estará encantado con la convención del Partido Popular. Todos los oradores, incluido Rajoy, se han centrado en explicar las maldades de Rodríguez Zapatero. Poco se ha sabido sobre los proyectos del PP: una lista de generalidades intercalada en un encadenado de descalificaciones del jefe del Ejecutivo. Así está la oposición desde hace dos años, repitiendo que Zapatero no tiene proyecto ni sabe lo que quiere. Declinando, de mil maneras, una sola idea para terminar con la oferta de dos pactos al Gobierno: sobre el terrorismo y sobre la cuestión territorial. Dos falsas ofertas porque ambas son de imposible cumplimiento. Ya no es tiempo para retirar el Estatuto catalán, y no es posible rectificar una política antiterrorista que no ha cambiado en el sentido que presupone Rajoy: sólo desde un subjetivo juicio de intenciones se puede discutir sobre el incumplimiento del Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos.
Una convención no es un congreso, donde se toman decisiones. Sólo es un desfile de notables para mostrar a la concurrencia las últimas propuestas de un partido, auténticos spots publicitarios para relanzar la marca. El propio eslogan de la convención, las insinuaciones de los dirigentes del PP y el sentido común inducían a pensar que los populares querían marcar un cierto distanciamiento de la estrategia de resentimiento seguida en estos dos años de oposición, y una apertura a través de un discurso más liberal y reformador. Si ésta era la intención, a Rajoy le han fallado tanto los actores como los figurantes. Desde Esperanza Aguirre hasta Eduardo Zaplana, pasando por José María Aznar y Ángel Acebes, el catastrofismo, el espíritu guerrero y la descalificación del adversario dieron el tono de la convención. Y arrancaron las grandes ovaciones del público. Ni Ruiz-Gallardón, ni Pío García Escudero, que predicaron "el antídoto del uso sereno de la razón", encontraron eco en una fervorosa militancia entregada al pimpampum.
Merece mención aparte la intervención de Aznar. Seguro que le resulta difícil abandonar el estilo bronco y despreciativo que llevó hasta el absurdo a partir de la guerra de Irak. Pero la condición de ex jefe del Gobierno exige un mínimo de responsabilidad. Alguien que ha gobernado España no puede convertirse en un sembrador de alarmas y rencores, anunciando una balcanización del país cuando no hay ni un solo elemento en la vida política y social que justifique tal afirmación; no puede regalar a los terroristas la peregrina afirmación de que Zapatero les "mendiga una tregua"; ni falsear la realidad hasta negar lo que toda España ha visto: que su Gobierno dialogó y negoció con ETA. Aznar se ha convertido en un demagogo irresponsable que prefiere satisfacer su resentimiento aunque sea dañando al país y a su propio partido. Lo más grave es que dio el tono de la convención y arruinó toda credibilidad a la voluntad centrista del PP. Un partido de centro suele tener algo a su derecha; y puede sobre todo establecer alianzas. No es el caso del PP.
La resolución sobre el terrorismo abre, sobre el papel, lo que se podría entender como una puerta a un entendimiento con el Gobierno, al afirmar que "no cabe el diálogo con ningún terrorista en tanto mantenga su voluntad asesina de utilizar el terror y la muerte". También la moción del Congreso de los Diputados de mayo de 2005 exigía "una clara voluntad de poner fin a la violencia y una actitud inequívoca que pueda conducir a esa convicción" como condición de cualquier tipo de diálogo. ¿Serán capaces socialistas y populares de explorar un entendimiento a partir de este punto?
El PP rompe, en otra resolución, el tabú de la reforma constitucional que se había autoimpuesto. Pero en sentido contrario a todas las demás fuerzas políticas y como una verdadera propuesta de restauración, conforme al principio aznarista de que el Estado autonómico está cerrado definitivamente. El PP propone blindar las competencias del Estado frente a las autonomías; exigir mayoría de dos tercios para las reformas estatutarias y restablecer el recurso constitucional previo para los Estatutos. O sea, un retorno al pasado y el bloqueo definitivo de cualquier posibilidad de mayor autogobierno autonómico.
Si el estilo bronco de oposición debe seguir siendo la norma, si cualquier propuesta de reforma es sospechosa y si la base del discurso del PP es la defensa de la unidad de la patria contra un desmembramiento que no se ve por ninguna parte, ¿cuál es el cambio que puede introducir Rajoy? En esta convención no lo ha explicado. Habrá que esperar a la prueba de los hechos, pero hay motivos para pensar que la bronca sigue siendo la única estrategia electoral.
Una convención no es un congreso, donde se toman decisiones. Sólo es un desfile de notables para mostrar a la concurrencia las últimas propuestas de un partido, auténticos spots publicitarios para relanzar la marca. El propio eslogan de la convención, las insinuaciones de los dirigentes del PP y el sentido común inducían a pensar que los populares querían marcar un cierto distanciamiento de la estrategia de resentimiento seguida en estos dos años de oposición, y una apertura a través de un discurso más liberal y reformador. Si ésta era la intención, a Rajoy le han fallado tanto los actores como los figurantes. Desde Esperanza Aguirre hasta Eduardo Zaplana, pasando por José María Aznar y Ángel Acebes, el catastrofismo, el espíritu guerrero y la descalificación del adversario dieron el tono de la convención. Y arrancaron las grandes ovaciones del público. Ni Ruiz-Gallardón, ni Pío García Escudero, que predicaron "el antídoto del uso sereno de la razón", encontraron eco en una fervorosa militancia entregada al pimpampum.
Merece mención aparte la intervención de Aznar. Seguro que le resulta difícil abandonar el estilo bronco y despreciativo que llevó hasta el absurdo a partir de la guerra de Irak. Pero la condición de ex jefe del Gobierno exige un mínimo de responsabilidad. Alguien que ha gobernado España no puede convertirse en un sembrador de alarmas y rencores, anunciando una balcanización del país cuando no hay ni un solo elemento en la vida política y social que justifique tal afirmación; no puede regalar a los terroristas la peregrina afirmación de que Zapatero les "mendiga una tregua"; ni falsear la realidad hasta negar lo que toda España ha visto: que su Gobierno dialogó y negoció con ETA. Aznar se ha convertido en un demagogo irresponsable que prefiere satisfacer su resentimiento aunque sea dañando al país y a su propio partido. Lo más grave es que dio el tono de la convención y arruinó toda credibilidad a la voluntad centrista del PP. Un partido de centro suele tener algo a su derecha; y puede sobre todo establecer alianzas. No es el caso del PP.
La resolución sobre el terrorismo abre, sobre el papel, lo que se podría entender como una puerta a un entendimiento con el Gobierno, al afirmar que "no cabe el diálogo con ningún terrorista en tanto mantenga su voluntad asesina de utilizar el terror y la muerte". También la moción del Congreso de los Diputados de mayo de 2005 exigía "una clara voluntad de poner fin a la violencia y una actitud inequívoca que pueda conducir a esa convicción" como condición de cualquier tipo de diálogo. ¿Serán capaces socialistas y populares de explorar un entendimiento a partir de este punto?
El PP rompe, en otra resolución, el tabú de la reforma constitucional que se había autoimpuesto. Pero en sentido contrario a todas las demás fuerzas políticas y como una verdadera propuesta de restauración, conforme al principio aznarista de que el Estado autonómico está cerrado definitivamente. El PP propone blindar las competencias del Estado frente a las autonomías; exigir mayoría de dos tercios para las reformas estatutarias y restablecer el recurso constitucional previo para los Estatutos. O sea, un retorno al pasado y el bloqueo definitivo de cualquier posibilidad de mayor autogobierno autonómico.
Si el estilo bronco de oposición debe seguir siendo la norma, si cualquier propuesta de reforma es sospechosa y si la base del discurso del PP es la defensa de la unidad de la patria contra un desmembramiento que no se ve por ninguna parte, ¿cuál es el cambio que puede introducir Rajoy? En esta convención no lo ha explicado. Habrá que esperar a la prueba de los hechos, pero hay motivos para pensar que la bronca sigue siendo la única estrategia electoral.
14 comentarios
Olga -
Miguel Ángel -
Xaime -
RöXyE -
incierta, pero plantea proyectos (mejores y peores)que buscan resolver problemas.Es imposible saber a ciencia cierta los resultados,pero si la intención es buena, creo que ya hay bastante ganado.
El PP ha decidido que su estrategia sea la de una defensa propia basada en el ataque al otro. Pues bién, quizá este partido debería plantearse la utilidad real de su oposición y lo que aportan para el bien de esa "España unida" que tanto defienden.
Jose Mendoza -
Andrés (Óscar) -
La continua crítica que utiliza el PP cotra el Gobierno no me cabe la menor duda de que dará sus frutos, pues todos los ignorantes de España, asustados por J.Los Santos (no hay que olvidar que es líder de audiencias), irán a las urnas a votar en favor del ejército de la unidad, la tropa de la democracia, y luchará contra aquellas ordas comunistas a las que Franco tanto temía.
Sólo recordar que de la Historia hay que aprender. Parece que ya no recuerdan...
Martin Ergoyena -
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Belén -
La política está al servicio del ciudadano, no al del político. Ni el gobierno, ni la oposición representan los valores ciudadanos cuando se enzarzan en peleas dialécticas, ni cuando realizan convenciones para exhibirse frente a su grupo.
El deber del político es escuchar las necesidades de la población, conseguir que todos tengamos una mayor calidad de vida y que nuestros derechos y libertades se vean respetados.
Que no nos intenten vender la moto de que lo hacen por nosotros, porque hace mucho tiempo que ese cuento no se lo cree nadie.
Su luciento personal avergüenza a los ciudadanos y eso, siguen sin comprenderlo.
Jam -
SEVILLANO -
Santiago C. -
Esta seria para mi la frase que resume la política llevada a cabo por el partido popular en muchos campos.
Quiero recordar que cuando estaban en el gobierno, se quejaban de la falta de iniciativas y proyectos del PSOE, pero no se si se estan dando cuenta de que en estos momentos son ellos los que estan actuando de esta manera. Aunque también decir, que en mi opinión el gobierno tampoco tiene las ideas muy claras. Me da la impresión de que lo que realmente tenemos en España son dos grandes partidos políticos que se preocupan poco por los intereses verdaderos de nuestro país, y se preocupan mucho de su guerra personal. Se encuentran inmersos en un \\\\\\\\\\\\\\\"toma y daca\\\\\\\\\\\\\\\" que parece no tener fin.
Continuando con el Partido Popular, creo que deberian hacer una limpieza. Me explico. Una renovación de las cabezas visibles. Hace falta nueva gente, que no se encuentre marcada por anteriores gobiernos.
Para finalizar me gustaría hacer una apreciación personal a un comentario anterior. Es cierto que desde los gobiernos se puede luchar, mediante la creación de leyes, contra la violencia de género. Pero demonos cuenta que ni un gobierno ni otro son los verdaderos culpables de esas muertes. Creo que en temas como este, no debería de haber diferencía de opiniones, o ideales de uno u otro partido. Aqui tenemos que estar todos unidos para que estas bestialidades desaparezcan de una vez.
El Cisne Negro -
"11-M": Estimada Bárbara Bécares, léete el artículo de El Mundo de hoy al respecto...yo estaba convencido de lo contrario, pero HOY tengo mis dudas...
Bárbara Bécares -
Otra cosa que me llama a la anteción es que sigan pidiendo explicaciones a Zapatero sobre el 11 M y que lo llamen terrorista de la información. Verdaderamente alguien les puede creer?? Estamos locos todos o qué??