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J. C. García Fajardo

Retazos 089: Los justos

- Maestro, - le preguntó un día Sergei -, tú que devoras los libros occidentales en busca de la sabiduría universal, ¿por qué no nos cuentas algunas historias de los bárbaros extranjeros que habitan el lejano oeste de nuestro continente asiático?
- ¡Cállate, Sergei, que no vayan a oírte! – respondió el Maestro llevando su índice a los labios -. Ellos creen que habitan un continente, que no es tal por mucho que lo mires en los mapas, y al que denominan Europa. Se creen el ombligo del universo y, en esa convicción etnocentrista, dominaron el mundo desde el siglo XVI. Lo que era puro eurocentrismo ellos le llamaban la sagrada “carga del hombre blanco”. Por eso se han empleado en imponer, mediante la conquista, su civilización, su comercio y su cristianización. Las tres ces de la sangrienta colonización europea.
- Vosotros los chinos tampoco fuisteis mancos cuando os creíais el centro del mundo. Vuestros emperadores se llamaban “Hijos del Cielo”, como el del Japón se cree “Hijo del Sol” mientras los Reyes cristianos lo eran “por la gracia de Dios”. Día llegará en que una nueva potencia se crea el fundamento del Bien y del Mal y se dedique a “democratizar y a civilizar” a otros pueblos de culturas milenarias.
- ¡Que el “arbusto” no te impida contemplar el bosque, liebre terrorista! Te voy a contar lo que uno de los hijos más ilustres de ese continente americano, que tenemos aquí, al Este de Asia, entiende por “los justos”. Ya sabes que ese concepto es sinónimo de sabio, de santo o de realizado.
- ¿Se trata de Camus o de Saint Éxupéry o de Whitman?
- ¡Condenado rapaz! Así no vas a avanzar. Se trata de Borges, que escribe así: “Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire. El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez. El ceramista que premedita un color y una forma. Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia a un animal dormido. El que comprende o quiere comprender un mal que le han hecho. El que agradece que en la Tierra haya Stevenson. El que prefiere que los otros tengan razón. Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”.
 

José Carlos Gª Fajardo

 


 

11 comentarios

Juan Monge -

"According to plan" o eso dicen.

María -

Al creerte superior a los demás te privas de conocer al resto. Y eso es lo bello de la vida.

leticia -

solo los poderosos son los que creen que pueden cambiar el mundo...los pobres pero sabios, lo consiguen.

Jarkoe -

Tras la historia vemos que el poder y el abuso han caminado de una misma mano, incluso indistinguibles, atrozmente alineados, demasiadas veces; en el presente sentimos que la historia se repite (no por clonación, sí sobre la adicción al abuso), pero también contamos con la posibilidad, más bien la esperanza cercana, de ignorarnos y, más que salvar el mundo, aprender y enseñar a compartir un sueño y a buscarlo como realidad, por un mundo más justo. Realizar poco a poco... disfrutando de cada paso, de cada silencio, de cada mirada...

Rôvënty -

el que Sueña

Sonia Sanz -

Para alguien, tú eres el centro del mundo; para el resto, no debes imponerte como tal. Porque aunque alguien crea que lo eres todo, tú sabes que no eres más que uno más. Con el poder, pasa lo mismo.

Mariola -

No hay que creerse el ombligo del mundo, pues cada uno de nosotros formamos un pedacito y juntos reunimos el todo de este mundo.Recordemos que nadie es más que nadie en esta vida.

Estrada -

Que todos ansiemos el poder genera a la larga que destruyamos el mundo.

Sergei -

No falléis a vuestras citas de esta noche y estaréis salvando el mundo :)

Alejandra Requena -

Ser justo es saber vivir en un mundo sin creerse el dueño y ombligo de ese mundo.

Karla -

Muchas veces la acción no es \"hacer algo\", mirar, sentir, oler, acariciar el mundo que nos rodea, no intentar comprender los porques.

Se salva el mundo, se lo deja actuar, ser él mismo y nosotros sus hijos, con el silencio llegamos a sitios donde nuestra voz, nuestros gritos no llegan, porque con él descubrimos aquello que no se muestra.