Retazos de Sergei 068: Croa un renacuajo
Llovía a mares. Habían llegado las lluvias monzónicas rompiendo la pesadez del ambiente y la tortura de los sentidos. El Maestro disfrutaba del maravilloso espectáculo sentado en el porche del monasterio cuando vio a Sergei corriendo con el azadón en la mano para protegerse de las aguas torrenciales.
- ¡Ah, perezoso e inconsciente Sergei! Cualquier pretexto es bueno para abandonar tu trabajo. Ya pueden los alcorques desbordarse mientras tú desperdicias la generosidad del Cielo. ¿Esa es la actitud de un aspirante espiritual? ¿Cómo desprecias la bendición que cae del Cielo?
Sergei se sintió desconcertado y profundamente avergonzado. Volvió sobre sus pasos y se fue empapando mientras se dirigía a la orilla del río. Con las ropas caladas se metió en el agua y se sintió profundamente liberado.
Pero, al cabo de unos días, el Maestro tenía que ir al pueblo vecino y, de nuevo, el cielo se rompió en una lluvia torrencial que hizo que el Maestro corriera como una liebre saltando para evitar los charcos. Sergei que lo vio no pudo contenerse y le dijo:
- ¡Venerable señor, Rostro impasible! ¿cómo huyes de las bendiciones del Cielo? ¿Acaso no eres tú quién desprecia las bendiciones divinas?
Y el Maestro le respondió con arrogancia:
- ¡Oh, insensato Sergei, nunca cambiarás! ¿No ves que lo que yo hago es tratar de no profanar el agua divina con mis pies?
- Maestro, recuérdeme mañana, cuando le prepare el té, que le cuente una historia que sucedió en mi pueblo.
- ¡Pues estamos bien! Ya croa el renacuajo.
José Carlos Gª Fajardo
13 comentarios
Nesemu -
Sergei -
Me ha gustado lo que dices, B.P. Ten en cuenta que los amigos no se escogen: llegan. Y que unas notas sólo son un pequeño escalón, apenas perceptible cuando pasa el tiempo.
Tengo bonitos recuerdos de las aulas que ahora ocupáis... aprovechadlas aunque parezcan tediosas. Quizá mañana las echéis de menos :)
B. P. -
Nesemu -
Sonia Sanz -
Sergei -
Sergei sólo vive y rechaza imitaciones. No tenéis que ser 'otro/a Sergei', sino vosotros mismos.
Sólo hay que abrir los ojos... aunque, en realidad, nunca se abren del todo.
Nesemu -
Nadie se puede hacer discípulo, por mucho que lo desee. Encima, aquí no hay ningún Maestro. Todos somos aprendices y tuercebotas sin más.
Sergei es un pícaro, le llama Maestro pero él hace lo que le da la gana. Ya verán en la segunda parte: La luna azul. Es una especie de robador de momentos, ladrón no, porque toma lo que le pertenece desde largo tiempo. Lo divertido es que Sergei robó los cuentos entre bromas para que, durante 170 días, su profesor le contase un cuento cada mañana, a través de Internet. Claro que, ahora que no nos lee, avanza y crece, porque se deja hacer por las cosas y por los acontecimientos y, sobre todo, porque no busca nada y mucho menos un Maestro o la Iluminación, él crece para adentro pero no sólo él... A mi me divierte mucho
Mariola -
María -
Claro, aludiendo a lo que ha dicho mi compañero anterior.
DANIEL -
otra sergei -
Aunque parece que estoy enfadada con usted porque estoy convencida de que no voy a aprobar su asignatura, en realidad el enfado es conmigo misma. Se que podía haber trabajado más y haber aprovechado más toda la sabiduría que comparte con nosotros.
Aún así, quisiera que supiese que muchos de nosotros, sus alumnos, pensamos que es una de las personas más preparadas de la facultad. Y desearíamos muchos más profesores de su estilo: que auque nos machaquen con tanto trabajo, nos den la posibilidad de tener unas clases tan diferentes a las convencionales.
Hace una gran labor. Y, por favor, no piense que no la valoramos al no encontrar la respuesta que debería por nuestra parte. Hay mucha pereza y conformismo en nuestra actitud, pero, a veces, es simplemente que somos tan inconscientes como Sergei.
Gracias por un cuatrimestre con algo que lo hará diferente a todos los demás.
iván -
Pero como él, también estoy aprendiendo poco a poco a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, aquellas que son las mejores y que, generalmente no me cuestan un euro, y hacerlo de tal manera, con tal intensidad y concentración, que ni la lectura de la nueva ley francesa de Villepin favoreciendo el trabajo precario, rebaje el goce del momento.
beatriz martinez -