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J. C. García Fajardo

Retazos de Sergei 066: Campo de arroz

- Maestro, ¿por qué hay aspirantes que vienen un día y otro día, escuchan y preguntan, te hacen regalos y tú no los admites como discípulos?
- Sergei, - respondió el Maestro que estaba arreglando la ribera del río- porque están cocidos.
- No te entiendo, Venerable señor.
- Pásame esos cantos rodados mientras te cuento una historia.
- ¿Puedo sentarme?
- No, trabaja. Pues bien, - prosiguió el Maestro que estaba sentado sobre sus talones dentro del agua -, había un aspirante bastante holgazán y que aspiraba a la paz interior pero que dejaba todo el esfuerzo en manos del Maestro, sin comprender que nadie puede progresar por otro.
- Ni existen los atajos.
- Eso es. Pensaba que con leer las Escrituras, escuchar al Maestro y asistir a los oficios en el templo ya era suficiente. Un día, descorazonado, se dirigió a su Maestro y le dijo con un velado reproche:
- "Todos dicen que eres muy buen Maestro pero yo no avanzo gran cosa...”
- "Eso puede tener solución, - le respondió -. Busca una tierra fértil y bien regada y planta estos granos de arroz. Cuando broten, vuelve a verme y yo haré el trabajo por ti liberándote de tus ataduras".
- ¿Y dio resultado? ¡Qué buen sistema!, - exclamó el inconsciente Sergei.
- Pasó mucho tiempo y se sucedieron las estaciones, pero el campo en donde había plantado el arroz no daba brotes. Así que regresó ante el Maestro y le dijo casi desesperado:
- “¡He hecho todo lo que me dijiste! Escogí una tierra fértil, no le faltó el agua de la lluvia o del riego pero ¡el arroz no brota!”
- “La razón – le respondió amable el Maestro - es porque el arroz que te di estaba cocido. Como tú, hijo"


  José Carlos Gª Fajardo

 

 

11 comentarios

Mariola -

A veces creemos, que el pensamiento de nuestro maestro, es el único y verdadero, y que por eso, nosotros no hemos de pensar por nosotros mismos.
Gran equivocación, discípulos, los maestros también se equivocan, y solo si pensamos por nosotros mismos nos daremos cuenta de dichas equivocaciones, y a la vez,nos sentiremos mejor interiormente, por saber desarrollar nuestro propio pensamiento, y obrar según nos dice este.
Recordemos, que de las equivocaiones se adquiere una gran sabiduría.

Eduardo -

Pienso que no solo basta con darse cuenta de que el arroz estaba cocido; es necesario ponerse a trabajar a fondo en lo que antes no se hacía para que empiece a "descocer".

Gema -

A veces no dejamos llevar por los demás sin pensar en si es lo adecuado o no.
Debemos escuchar a los demás pero también a nosotros mismos.
Los granos cocidos son difíciles de descocer, pero si el grano quiere y trabaja seguro que acaba dando fruto. Pero tiene que querer, ya que los demás no lo harán por él.

Jesús -

yo creo que todos alguna vez hemos utilizado algun atajo, te libras del problema en un momento, pero te das cuenta que no te ha servido de nada, te quedas hueco, cocido.

Jam -

Nadie debe pensar por nosotros. Nadie de hacernos actuar de una determinada manera. Somos nosotros quienes debemos elegir y actuar en consecuencia.

Escila -

No hay nada único y verdadero. El maestro también se puede equivocar o, como en este caso, tomarnos el pelo. Tenemos que estar despiertos para que nadie piense por nosotros.

mocito -

El maestro siempre está cuando se le necesita. Pero hay que saber cúando se le necesita de verdad.

Belén -

Este fragmento me ha parecido especialmente bueno. Tiene gracia como la gente acepta sin más los consejos y las órdenes de aquellos que considera más sabios.
Pienso que hay que aprender de los que más saben, pero sin dejar de pensar y sentir por nosotros mismos, sino, nos cocemos, y eso ya no tiene remedio...

Zola -

"No existen atajos", ahí ha estado muy apropiado Sergei.

Borja -

El arroz se podrá descocer al darse cuenta que está cocido.

Sergei -

¡¡¡Qué bueno!!!

¿Y se puede descocer el arroz, se preguntará algún discípulo?

Desde luego, de hoy a mañana, no. Seguro que no.