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J. C. García Fajardo

Retazos de Sergei 051: Saber soltar

Una de las asignaturas pendientes en el mundo del voluntariado social es aprender a dejarnos querer. Parece más difícil que saber querer, sin posesión ni pertenencia. Ni impedir que el otro crezca ni obstaculizar su vuelo. Ser como alas de un mismo vuelo, o, con la conocida expresión, aprender a mirar juntos en la misma dirección.
Este cuento está en numerosas tradiciones.
Una corneja había encontrado un sabroso trozo de carne y emprendió el vuelo. Al instante, una bandada de colegas la seguían para disputarle su presa. Por más que la corneja apretaba su vuelo, la bandada de congéneres arreciaba en el suyo formando un estrépito descomunal.
La corneja, sabia por desprendida, soltó su trozo de carne y vio cómo todas las demás se lanzaban en su captura peleándose entre ellas hasta que todas cayeron a un precipicio sin fin, en donde encontraron la muerte.
La corneja sabia, continuó su vuelo, libre y feliz, saboreando la libertad que le había proporcionando su desapego.
Mucha gente se hace un lío con la pretendida doctrina budista de renunciar a los deseos. Nunca el Buda dijo semejante tontería, pues sabía que sin deseos no hay posibilidad de vida. Otra cosa es aferrarse a ellos y convertirse en su instrumento.
No dijo otra cosa Jesús de Nazareth que saboreó la amistad, la comida y la bebida, el descanso y la vida entre las gentes. Hemos hecho de esos Maestros personajes acartonados por descarnados. Para poder ser mejor dominados y controlados por los guardianes de todos los templos, en los que obviamente no mora encerrada la divinidad que predican.
La sabiduría está en no agarrar ni en dejarse agarrar, en el desprendimiento. Que no es el desapego que pregonaron ciertos ascetas, la total indiferencia. Cuando comemos, comemos; cuando bebemos, bebemos; cuando reímos, reímos. Y así sucesivamente.
(También es posible que la corneja fuera en lo sucesivo más prudente)

José Carlos Gª Fajardo

9 comentarios

Gabriela Llaguno -

es bonito tener sueños, ilusiones que nos mantengan vivos, pero no debemos estar a merced de estos, podrían alejarnos de nosotros mismos....

Jarkoe -

Apegarnos tanto a nuestros deseos no es, efectivamente, bueno, en tanto que si nos poseen dejan de ser sueños y comienza una relación destructora, la de la víctima y su obsesión. No apegarse ni al desapego, claro que no. La indiferencia es eso, indiferencia, y merece la pena disfrutar dee cada pequeño detalle que encontremos, disfrutarlo o dejar que disfute de nosotros, si de otro ser con vida se trata, incluso ese pequeño perro que se acuesta encima tuya y descansa, sin más. Merecemos todos poder mirar juntos, querer y ser queridos, y que las miradas se dirijan y disfruten de lo que quieran, así como pueden hacerlo (por suerte) el gusto, el tacto... Volar libres, como en este retazo.

Federico -

Aprender a dejarse querer, saber soltar... Apunto y agradezco el retazo.

Eduardo -

Eso es, hay que tener deseos e incluso es bueno tener posesiones materiales (que no vamos a negar que nos hacen felices): Pero lo importante es que todo eso no nos produzca ceguera; hay que saber mirar mas allá de nuestros deseos, mas allá de lo que tenemos, mas allá de las personas a quienes amamos (mirar en la misma dirección, ya saben).

Paloma -

Lo verdaderamente difícil es sumar en la misma dirección. Los egoísmos y, las envidias suelen restar cuando no dividir. ¡Qué difícil es mantenerse firme cuando sabes que te van a utilizar n provecho de otros!

úrsula -

Tenemos que perseguir nuestros sueños donde quiera que estén o se escondan, pues en ellos se basa nuestro presente y futuro. Pero tampoco podemos depender de ellos, pues nos haría daño, sino los llegamos a cumplir.

DANIEL -

Que el fuerte se aproveche del débil partiendo de su posición de superioridad me parece de lo más ruin que se puede hacer. Y este caso lo vemos en nuestro quehacer cotidiano. No hace falta irse hasta el mundo de la política, donde prácticamente todo es ruin. Con mirar a nuestro alrededor nos damos cuenta de ello. El que es fuerte y se aprovecha de los débiles, aplastándolos, es el que más demuestra su fragilidad.

ÁNGEL M.M. -

Esta vida está llena de carroñeros sedientos de algo, cada tipo de carroñero busca algo distinto.

No hace falta irse muy lejos para verlo, en nuestra propia facultad hay mucho carroñero. A algunos no les importa nada más que sí mismos.
Carroñero = egoísta

Escila -

Debemos ser dueños de nuestros deseos y no víctimas de éstos. También hay que tener presente que que no todo es sacrificio; hay que saber agradecer lo que se nos ofrece y el sueño que tengamos, cueste o no cueste lograrlo, disfrutarlo por lo que es.