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J. C. García Fajardo

Hacernos cómplices con la vida

Cuando yo era niño, las Navidades comenzaban el día 22 con el canto de la lotería por los niños de san Ildefonso. Saltábamos de la cama y ya sabíamos que comenzaba un tiempo nuevo, un tiempo de rito y de celebración. No sabíamos que contribuíamos al canto de la vida que supone la fiesta del solsticio de invierno para que no se acabase la luz y volviera a salir el sol después de la noche más larga del año. "Los ritos son necesarios", le dice el zorro a su nuevo amigo, el Principito, "un rito es lo que distingue un día de otro, un tiempo de otro similar ¿Qué más dará una fecha que otra si el tiempo es usura de la vida? Pero los seres humanos necesitamos la celebración siguiendo el curso de la naturaleza. Antes, celebraban la siega o la vendimia, los ritos de amor o de paso. O fiestas religiosas que venían a coincidir con ancestrales costumbres relacionadas con los ciclos de la agricultura. Hoy celebramos el permanecer vivos y tratamos de dar sentido a cada momento de nuestra existencia porque se nos escapa el sentido de una vida. Algo no va bien en el mundo y no nos atrevemos a acometer las causas contentándonos con aliviar algún efecto de esa injusticia estructural, para calmar algo la conciencia; de ahí las limosnas y los aguinaldos. Pero nos lanzamos en la vorágine de un consumismo descabellado. Nos echamos a la calle para comprar para éste o para el otro, mientras, durante el resto del año, no somos capaces de encontrar un momento para saber cómo se encuentra, para escucharlo. En estos momentos corremos el riesgo de convertir "al otro" en objeto de nuestra solicitud, cuando el otro siempre es sujeto que sale al encuentro y nos interpela.
Esta es nuestra asignatura pendiente, escuchar y acoger, dejarnos querer sin abrumar con nuestros consejos o con nuestros regalos. Dejar a las personas cómo están sin intentar cambiarlas. ¿Por qué cuando alguien dice que nos quiere pretende cambiarnos? Pero si tú me has conocido así, como un disparate que contrastaba y complementaba el tuyo, ¿por qué ahora que vamos madurando pretendemos cambiarnos? Deja a las piedras que sean piedras sin intentar transformarlas en pan. Cuando nos conocimos, yo era un abedul y tú una palmera, nos reíamos y nos sabíamos alas de un mismo vuelo, no nos deteníamos a mirarnos uno al otro sino que aprendimos a mirar juntos en la misma dirección. Aprendimos a compartir el pan y el vino pero sin morder el mismo trozo ni servirnos del mismo vaso. Aquel día, después de una crisis, comprendimos las palabras de Khalil Gibrán: sed como las columnas del templo, todas sostienen la bóveda pero el aire circula entre ellas.
Así nosotros en estos días de algarada anticipada al mes de noviembre: tratemos de recuperar la cordura porque no es Navidad porque lo digan los grandes almacenes. No es preciso agobiarnos gastando un dineral y perdiendo los papeles. Ni tan siquiera es necesario comer y beber hasta hartarse y perder el gusto por la comida y la bebida. Nos obligamos a reír y a divertirnos y, al final, es eso: nos di-vertimos, nos apartamos de nosotros mismos y del camino, extra-viándonos. ¿No es en estas fiestas cuando nos acomete una extraña soledad, una especie de vacío que llamamos nostalgia y que no es más que hastío? Se diría que tenemos que caer bien a todo el mundo, felicitar hasta a las farolas y empeñarnos en retrasar la hora del sueño como si temiéramos no seguir viviendo. Esta es la más oculta razón de los ritos en el solsticio de invierno mientras que, en el de verano, por san Juan, tenemos que celebrar con cantos, bailes y hogueras la necesidad de afirmarnos y de perpetuarnos con todo nuestro ser.
Para esto sirven los ritos y las celebraciones, para afirmarnos y aceptarnos, para asumir nuestra maduración y tratar de ser coherentes con las aportaciones de ese tiempo nuevo que vamos haciendo, porque el tiempo no existe. Según lo vamos necesitando lo vamos hilando; por eso hay un tiempo cronos, siempre igual, y un tiempo kairós, un tiempo existencial, de plenitud y de alborozo, de celebración y hasta de exceso. Como aquel tiempo que eternizaba Zorba cuando bailaba el sirtaki en la playa inmensa sin consuelo por la muerte de su único hijo.
Por eso tenemos que aprovechar todos los momentos especiales para hacernos cómplices con la vida, y sostener con Sábato: "Tengo la convicción de que debemos penetrar en la noche y, como centinelas, permanecer en guardia por aquellos que están solos y sufren el horror ocasionado por este sistema que es mundial y perverso. Un grito en la mitad de la noche puede bastar para recordarnos que estamos vivos, y que de ninguna manera pensamos entregarnos". Reconocer que nos debemos a nosotros mismos un gesto absoluto de confianza en la vida y de compromiso con el otro. Así lograremos trazar un puente sobre el abismo. Es una decisión que en este momento nos debe abrasar el alma. Como el auténtico honor, que no es sino un reconocimiento que la persona de bien se hace a sí misma. Y el camino, como sugería Kafka, consiste en ahondar en el propio corazón porque eso significa ahondar en el corazón de todos los seres humanos. Ya que todos nos buscamos sin saberlo.

 


 

12 comentarios

J.Lennon -

Aun así... respeto totalmente la gente que adora la Navidad, de hecho... la envidio plena y furiosamente!! reconozcamos que la Navidad puede llegar a ser una época preciosa si evitamos caer en el terrible consumismo que estas fechas nos pega en las narices. Feliz Navidad a todos y disfrutemos estos días rodeándonos en todo momento de aquello que más queremos..("si tú no te das cuenta de lo que vale, el mundo es una tontería, y vas dejando que se escape lo que más querías...)

J.Lennon -

La verdad es que nunca he crecido en un excesivo ambiente navideño; poca decoración de Navidad, muy poca tradición de regalos... el no creer nunca en la existencia de un Papá noel o unos \"Reyes Magos\" unido a mi parte más atea han hecho de las navidades una época que siempre me ha resultado bastante indiferente más allá de las vacaciones, pero he de reconocer que este año me llena de ilusión la idea de \"volver a casa por Navidad\" y reencontrame por más de un día con todos los míos, mi familia, mis amigos, y la gente de mi pueblo... mi gente. Por ello, espero que estas Navidades todo cambie un poco y la felicidad venga a visitarme... porque los regalos... eso no creo que cambie, los regalos los volveremos a guardar para otra época del año.

ADela -

Odio la Navidad.

jarkoe -

La Navidad es, hoy, un negocio, sí. Pero no para todos. Para las empresas, exclusivamente. Y la navidad es también un gran gasto, pero tampoco los es para todos, sólo para los que pueden y quieren. Pero la navidad es también muchas cosas más, mucho más importantes. Para mí, por ejemplo, es un tiempo en que puedo volver a Mérida y disfrutar con la compañía de mis padres, mi hermana y los amigos que son de allí. Eso es lo que la hace especial. Este año, además, puede que sea el último en que disfrute estas fiestas con mi padre, y eso es lo que las hace más especiales. Espero que ese tiempo kairós que viva sea me permita olvidar el tiempo cronos, el cual me gustaría muchas veces que fuera más permisivo. Así, lo ignoro voluntariamente y me centro en aprovechar de cada momento, en el que la felicidad depende de esa compañía o de la soledad. Estas fiestas son, más que nada, esa situación que no todos los días puedo vivir, y que forma parte de mí (cada día), aunque lo haga a través de un hermoso recuerdo.

Sara Ortegón -

las tradiciones han cambiado mucho a través de los años, hoy en día y sobretodo en los países de fuerte consumismo como España, lo importante no es el sentido de la navidad, tiempo de unión y recogimiento con la familia. La navidad se ha convertido en una gran campaña de venta del Corte Inglés apoyado como no, por la mayoría de los telediarios, no hay más que ver las \"noticias\" de Antena 3, la mayor parte de la hora la dedican a las compras de navidad, que si hay que comprar el marisco con tiempo, que cual es el mejor juguete para el niñito... !y eso que carajo importa¡ ¿a caso el mundo entero va tan bien que no hay ninguna noticia que afecte de manera crucial a las personas ya no sólo en España, sino del mundo entero?

Belén -

¿Porqué tenemos que ser más felices el día 25 de Diciembre? ¿Porqué intentamos ser mejores personas durante la última semana del año?...No tiene sentido, si no tuvieramos calendarios, ¿que pasaría?
La felicidad o la infelicidad no se miden por las fechas que nos empeñamos en señalar, sino por nuestros sentimientos.
Nuestra vida y nuestras experiencias no deben estar aprisionadas por el duró corsé del tiempo.
Tocar, hablar, reir, llorar, correr, sonreir, ayudar, pensar...Eso es lo importante, da igual que sea de día, de noche, invierno o verano ¿qué más da?, lo que de verdad importa es que podamos decir que jamás nos hemos arrepentido de nada de lo que hemos hecho, porque nuestra vida ha sido exactamente como queríamos que fuera.

RöXyE -

Resulta ridículo.A veces las personas necesitamos de algo exterior, ya sea un rito, una fiesta o las Navidades, para hacer, decir, sentir aquello que no sabemos sacar de nosotros mismos un día cualquiera. Creer que la navidad es tiempo de paz y amor en familia, no es más que una dulce imposición que se ha convertido en costumbre.
Entendamos que no tiene más valor un "¿te ayudo?" o "te quiero" el día de Nochebuena.Si el tiempo lo vamos haciendo poco a poco,que sea una constante de lo que nosotros queremos en cada instante y no producto de lo que se nos ha establecido.
Pero me encanta la Navidad con sus luces.

Rôvënty -

Yo no entiendo de navidades. No entiendo de compras, Corte Inglés ni agobios. No se puede abarcar el mundo con las manos. Sólo podemos compartir cada día con los demás, abrir el corazón al ser humano que pasa a tu lado. Eres tú mismo

Fran -

Y algunos días, a alguans horas, en sugerentes minutos, briznas de segundo: nos encontramos. No digo que sepamos quienes somos, sino que en algunos momentos ns desnudamos para mostrarnos cómo somos.

Ana -

A mi las Navidades me gustan. Supongo que soy así de tonta... Ver a los amigos, reunir a la familia, acordarte de los que no están, hacer un pequeño, o gran, regalo a alguien que quieres... Esas son las Navidades que yo vivo. Sin embargo, cada día más me imponen las 'navidades de El Corte Inglés': estrés para comprar, correr para pasarlo bien, ir a cenar con amigos, compañeros de trabajo, familia... hasta hartarse. Pero me gustan las luces en las calles y la cara de los niños en estos días.

Sonia M. -

A mí la verdad es que las últimas navidades,no sé muy bien por qué,me ha pasado eso que el Profesor describe:soledad, desasosiego,etc.Y la verdad es que no me entra ni frío ni calor(frío si acaso) porque llegue Navidad.
Y con respecto a los regalos,estoy de acuerdo. ¿Por qué regalas esperando que te regalen?yo muchas veces he pensado que,más que por mi cumpleaños, o por reyes, me hace más ilusión que cualquier día alguien se haya acordado de mi y me traiga un detalle.Y en Navidad no entiendo porqué tanto juguete carísismo para los niños;cada vez quieren más y no lo saben disfrutar: usar y tirar,para pedir más.
Aún así,siempre te contagias un poquito por el ambiente, en algún momento de estas fiestas...

Patricia -

En estas fechas todo el mundo dice estar más feliz y contento que nunca pero eso no es cierto. Además no creo que para que seamos más felices haya que esperar a una determinada fecha.Debemos estar felices las 24 horas de los 365 días del año por estar vivos y tener una familia, amigos, estudios...... No nos damos cuenta de que hay gente que no tienen nada de lo que nosotros afortunadamente tenemos.Por ello seamos felices siempre.
Por otra parte la pregunta de : "¿Por qué cuando alguien dice que nos quiere pretende cambiarnos? " tiene una solución fácil, por nuestra inseguridades, ya que muchas veces nos vemos reflejados en nuetsra pareja yq ueremos cambiar cosas que quizá nosotros mismos tengamos.