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J. C. García Fajardo

Los inmigrantes nos dan a conocer

En las últimas décadas asistimos a un apasionante fenómeno de transformación intercultural gracias a las nuevas tecnologías. Hasta hace unos años, los inmigrantes europeos que llegaban a América padecían un extrañamiento de sus raíces que no pocas veces les llevaba al desarraigo emocional y cultural. La dificultad en las comunicaciones postales se veía aumentada por la falta de dominio de la escritura por parte de nuestros emigrantes. Las conferencias telefónicas eran caras y llenas de dificultades.
Ahora, vemos a los inmigrantes latinoamericanos y africanos con sus teléfonos móviles comunicándose entre ellos en los diferentes lugares de España. Esto les permite mantener sus tradiciones, así como información sobre centros y condiciones laborales mejores.
Es corriente ver cómo se reúnen los fines de semana en parques y lugares de encuentro para compartir comidas tradicionales, escuchar sus músicas e intercambiarse datos valiosa.
Los que llegan, traen noticias de las familias, son portadores de encargos y de aromas conocidos. Los que se van, llevan información de primera mano sobre condiciones de trabajo, alojamiento, sanidad, educación y relaciones sociales que dificultan la proliferación de fantasías o las actividades criminales de personas sin escrúpulos.
La mayoría de las mujeres inmigrantes que llegaban de naciones latinoamericanas solían emplearse en el servicio doméstico. Esto les garantizaba un hogar y evitaba unos gastos que permitían saldar la enorme deuda contraida para el pasaje. Poco a poco, las internas han ido alquilando apartamentos que comparten con amigas y familiares y salen a trabajar por horas en diferentes empleos. Viven en sus ambientes tradicionales, utilizan las mejoras que la sociedad de acogida les brinda y disponen de un tiempo libre que facilita el ocio, el aprendizaje de una profesión o ingresos suplementarios al cobrar por horas.
Ya nos hemos acostumbrado a ver a multitud de sudamericanos hablando y regentando los teléfonos públicos y desde los populares locutorios en días y horas de precio reducido. El paso más interesante es comprobar que hay centros de informática en donde aprenden, al tiempo que nosotros, a manejarse y a participar en chats con sus familiares y amigos.
Este es un fenómeno sociológico de consecuencias formidables. Los inmigrantes mantienen los lazos familiares, afectivos y sociales con sus comunidades, lo que dificulta el desarraigo. Utilizan modernos sistemas para enviar sus ahorros sin pasar por instituciones bancarias ni por otros intermediarios. El dinero ya no va de aquí para allá confiado a viajeros con riesgo sino que todos se manejan estupendamente con las técnicas del clearing y de las compensaciones en cuenta. Por fin, se aprovechan de las ventajas de la globalización que, hasta ahora, tan sólo beneficiaban a los grandes grupos financieros.
Se está produciendo un hecho de alcances incalculables: los inmigrantes se han convertido en los auténticos corresponsales desde los países europeos ante sus comunidades de origen. Sus mensajes tienen más fiabilidad y utilizan un lenguaje más auténtico que el de los medios de comunicación. En muchos lugares de Latinoamérica hay comunidades mejor informadas de la realidad europea que en no pocos pueblos de España.
Este es un fenómeno que los gobiernos deberán facilitar como el mejor medio de integración para fomentar el mutuo enriquecimiento entre personas de etnias y culturas tan diversas. Entonces, surgirá una cultura de la responsabilidad y del reconocimiento en lugar de la miope actitud de desconfianza y de rechazo que todavía existe entre personas que han perdido el sentido de la historia.
El auténtico proceso de cambio se está produciendo entre los inmigrantes que llegan a Europa y pueden contrastar la realidad con la fantasía ofrecida en los medios de comunicación de masas. Les pueden seguir fascinando, como a tantos españoles, pero no corren el riesgo de confundirlos con la realidad de que, quien tiene un puesto de trabajo y acepta las reglas de juego, se hace responsable de su destino. Y tiene derecho a disfrutar de los mismos privilegios que los demás ciudadanos.
Esto lo comprueban a diario las familias de inmigrantes que tienen hijos que ya van a las escuelas en sus países de acogida. En el espacio de una generación, los hijos alcanzan la integración soñada por sus padres. Sus señas de identidad, ahora son enriquecidas por las indudables ventajas del mestizaje cultural.
Lo mestizo aleja los peligros de xenofobia o de racismo. ¿A quién no le gustaría ser vecino de Zidane, de Roberto Carlos, Jordan, Denzel Washington, Hale Berry, Whitney Houston, o de cualquier otro icono social? Se ha comprobado que no es cuestión del color de la piel, del rizado del cabello o de la etnia originaria sino de la educación, del nivel social y de la igualdad de oportunidades. Ni la comida ni el acento, ni la ropa ni el lugar hacia donde se orientan en sus prácticas religiosas influyen tanto como la educación compartida, con los juegos, el ocio y los sueños de un mundo mejor, más justo y solidario.
Otro aspecto fundamental y entrañable es ver la ingente proliferación de personas ancianas que uno se encuentra en plazas y jardines, tomando el sol o dando un paseo, acompañadas por un solícito amigo boliviano o de Ecuador, peruano o de Santo Domingo que le atiende. Le habla, le sonríe y le ofrece su brazo de apoyo como los hijos y nietos solían hacer con sus mayores. Antes de la oleada consumista que confunde valor con precio y no encuentra en la atención a sus abuelos la productividad impuesta. Son empleados que les ayudan a recuperar las ganas por vivir, que actúan como familiares, con confianza y respeto, y acogen a los auténticos nietos, cuando llegan de visita, como verdaderos miembros de la familia.
Estas personas, no sólo informan a sus gentes y les transmiten nuestra situación que allí asombra, sino que nos ayudan a recuperar un estilo y unas formas, unos valores y una ternura que ya parecían olvidados.

4 comentarios

Virginia -

Me ha encantado, yo no sé expresar tan bien lo que dices pero siento lo mismo. Mis padres fueron inmigrantes en Alemania, pero se les ha olvidado y dicen las tonterias que oyen en la tele de que vienen a quitarnos el trabajo. Yo ya no razono con ellos porque es tiempo perdido. Ojalá haya mucha gente que sepa expresarse como tú.

Mestizo -

Nuestros antepasados fueron inmigrantes. Muchos familiares fueron a América y a Europa. Todos nosotros somos mestizos. ser coherentes para no despreciar la propia carne.

Rôvënty -

Este verano me encontré defendiendo a los inmigrantes latinoamericanos y nadie me quiso escuchar. El mayor error del ser humano es creer que las verdades de cada uno son las únicas válidas. Y peor que eso es intentar imponer esas verdades. Pero sobrevivimos gracias a que los gestos de amor entre personas que tienen distintos valores y que se aceptan tal y como son.

Anónimo -

Me parece una aproximación original y lúcida a este tema de capital importancia. Ánimo, siga así, profesor.