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J. C. García Fajardo

Nesemu: Nada grande se ha realizado sin una gran pasión

Eso escribió Hegel, y la historia lo confirma. El problema, una vez más, está en el lenguaje: nos enseñaron a desconfiar y hasta a condenar las pasiones. Inmenso error. Las pasiones como los instintos son fuentes de vida, de creación y de alegría. La clave, otra vez más, está en la dosificación. Veneno o medicina, depende de la dosis. La Razón no puede dominar y controlar todos nuestros pensaminetos y acciones. Nos ahogaría, asfixiaría y haría de nuestra vida una parodia sin nervio y sin ilusión
Los sueños de la Razón producen muertos, escribió Goya. Todo exceso mata. Igual sucede con la pasión, con los instintos, son vitales. Ese es el gran desafío de la educación, contribuir a obtener lo mejor de cada ser humano, educcere, para que se realice a sí mismo y sea señor de su destino. Para vivir una vida con dignidad, una vida que merezca la pena ser vivida. El juego divino del héroe contra la triste tarea del esclavo que sólo sabe obedecer y sólo está preocupado por no equivocarse.
Nadie puede ser perfecto, estaría totalmente hecho, per faccere. Es decir, muerto. A diferencia de satis faccere, satisfacción, armonía en la acción, equilibrio en la libertad y el goce de la obra bien hecha. Yo sé quién soy. La satisfacción no depende de la aprobación de nadie sino de la norma interior que cultivamos, ordenamos, y orientamos hacia el bien, hacia la bondad, hacia la unidad y hacia la belleza. Que nos dice cuando convene inclinarse ante el paso del viento o hacerse a una orilla cuando se desborda el torrente. Adaptarse e innovar; romper y desparramarse, porque lo permitimos o porque lo aceptamos una vez sucedido; hacer nuestros los acontecimientos, imprimirles nuestra huella y nuestro sello. Tomar conciencia de que somos únicos e irrepetibles. Está bien así si tú lo deseas ordenas y mandas... o si te inclinas y te haces a un lado para dejarlo pasar. Saberse creador y paciente, actor e inédito aún cuando cumples la ley general y cedes, porque te da la gana, ante la costumbre o la norma. Pero porque tú la haces tuya: hoy conduciré mi cohe por la derecha... porque me da la gana. Por eso respiro, bebo, trabajo, gozo, sueño, creo, lloro, extiendo mi mano y acojo o busco comprensdión y cobijo.
En las cárceles suele decirse: /Nunca pasa nada, y si pasa, lo saludas/. O, algo todavía mejor, /Nunca pasa nada (que no pudiera osar) y si pasa ¿que importa? y si importa ¿qué pasa?
Saludos
Nesemu

//Y la sacerdotisa habló nuevamente y dijo: ¡Háblanos de la Razón y la Pasión!

Y él contestó, diciendo:

Vuestra alma es a menudo como un campo de batalla, en el que vuestra razón y vuestro juicio dirimen una guerra contra vuestra pasión y vuestros apetitos. Desearía ser el pacificador de vuestra alma, poder transformar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y armonía. Pero ¿cómo hacerlo, a menos que vosotros mismos seáis asimismo los pacificadores, es decir, los amantes de vuestros elementos?
* * *
Vuestra razón y pasión son el timón y el velamen de vuestra alma marinera. Si vuestro velamen o timón se rompiera, solamente podríais dar bandazos y ser arrastrados por el mar, o, en todo caso, permanecer a la deriva en medio del océano. Pues la razón, cuando gobierna sola, es una fuerza que ata; y la pasión, desgobernada, es una llama que arde hasta su propia destrucción. Permitid por tanto que vuestra alma exalte vuestra razón conduciéndola a la cima de la pasión y así pueda cantar. Y permitidla dirigir vuestra pasión con razón, de manera que pueda vivir gracias a su propia resurrección cotidiana, y como el Ave Fénix surgir de sus propias cenizas.
* * *
Desearía que cuidaseis vuestro juicio y vuestros apetitos como lo haríais con dos personas queridas en vuestro hogar. Seguramente no honraríais a una persona más que a otra; porque quien atienda preferentemente a una sola, perderá el amor y la confianza de ambas.
* * *
Cuando en las colinas os sentáis bajo la sombra fresca de los blancos álamos compartiendo la paz y la tranquilidad de las campiñas lejanas y de las praderas, permitid entonces que vuestro corazón exclame en silencio. "Dios se apoya en la razón". Y cuando arribe la tormenta, y el poderoso aire agite el bosque entero, y el trueno y el relámpago proclamen la majestad del cielo, dejad entonces que vuestro corazón diga con temor: "Dios se mueve en la pasión". Y como vosotros sois un hálito en la esfera de Dios, y una hoja en su bosque, también vosotros os apoyáis en la razón y os movéis.
Khalil Gibrán

1 comentario

Rôvënty -

Cuando el timón se rompe, el mar arrastra tu velero a merced del viento. Llorando quieres controlar la fuerza de la pasión. Muriendo, quieres destruir la razón que vive aún en tí. Tienes convulsiones. Hoy no es el día.