Nesemu: Demasiado cocidos
Para aquellos que van cocidos dentro de sus propias ideas, prejuicios y prepotencia.
Nesemu
Campo de arroz
- Maestro, ¿por qué hay aspirantes que vienen un día y otro día, escuchan y preguntan, te hacen regalos y tú no los admites como discípulos?
- Sergei, - respondió el Maestro que estaba arreglando la ribera del río- porque están cocidos.
- No te entiendo, Venerable señor.
- Pásame esos cantos rodados mientras te cuento una historia.
- ¿Puedo sentarme?
- No, trabaja. Pues bien, - prosiguió el fornido Maestro que estaba sentado sobre sus talones dentro del agua -, había un aspirante bastante holgazán y que aspiraba a la paz interior pero que dejaba todo el esfuerzo en manos del Maestro, sin comprender que nadie puede progresar por otro.
- Ni existen los atajos.
- Eso es. Pensaba que con leer las Escrituras, escuchar al Maestro y asistir a los oficios en el templo ya era suficiente. Un día, descorazonado, se dirigió a su Maestro y le dijo con un velado reproche:
- Todos dicen que eres muy buen Maestro pero yo no avanzo gran cosa...
- Eso puede tener solución, - le respondió -. Busca una tierra fértil y bien regada y planta estos granos de arroz. Cuando broten, vuelve a verme y yo haré el trabajo por ti liberándote de tus ataduras.
- ¿Y dio resultado? ¡Qué buen sistema!, - exclamó el inconsciente Sergei.
- Pasó mucho tiempo y se sucedieron las estaciones, pero el campo en donde había plantado el arroz no daba brotes. Así que regresó ante el Maestro y le dijo casi desesperado:
- ¡He hecho todo lo que me dijiste! Escogí una tierra fértil, no le faltó el agua de la lluvia o del riego pero ¡el arroz no brota!
- La razón le respondió amable el Maestro - es porque el arroz que te di estaba cocido.
José Carlos Gª Fajardo
Nesemu
Campo de arroz
- Maestro, ¿por qué hay aspirantes que vienen un día y otro día, escuchan y preguntan, te hacen regalos y tú no los admites como discípulos?
- Sergei, - respondió el Maestro que estaba arreglando la ribera del río- porque están cocidos.
- No te entiendo, Venerable señor.
- Pásame esos cantos rodados mientras te cuento una historia.
- ¿Puedo sentarme?
- No, trabaja. Pues bien, - prosiguió el fornido Maestro que estaba sentado sobre sus talones dentro del agua -, había un aspirante bastante holgazán y que aspiraba a la paz interior pero que dejaba todo el esfuerzo en manos del Maestro, sin comprender que nadie puede progresar por otro.
- Ni existen los atajos.
- Eso es. Pensaba que con leer las Escrituras, escuchar al Maestro y asistir a los oficios en el templo ya era suficiente. Un día, descorazonado, se dirigió a su Maestro y le dijo con un velado reproche:
- Todos dicen que eres muy buen Maestro pero yo no avanzo gran cosa...
- Eso puede tener solución, - le respondió -. Busca una tierra fértil y bien regada y planta estos granos de arroz. Cuando broten, vuelve a verme y yo haré el trabajo por ti liberándote de tus ataduras.
- ¿Y dio resultado? ¡Qué buen sistema!, - exclamó el inconsciente Sergei.
- Pasó mucho tiempo y se sucedieron las estaciones, pero el campo en donde había plantado el arroz no daba brotes. Así que regresó ante el Maestro y le dijo casi desesperado:
- ¡He hecho todo lo que me dijiste! Escogí una tierra fértil, no le faltó el agua de la lluvia o del riego pero ¡el arroz no brota!
- La razón le respondió amable el Maestro - es porque el arroz que te di estaba cocido.
José Carlos Gª Fajardo
6 comentarios
Carlos Miguélez -
mariajo -
Sergei -
Ya me pasaré a por lo frutos, que nos conocemos ;)
Carlos Miguélez -
Nesemu -
El Maestro sabe que, cualquier dia de estos, cuando regrese de dar su charla a los novicios en el monasterio, se lo encontrará haciendo cualquier barrabasada - saltar la tapia, la viuda etc-como si no se hubiera marchado. ¿Qué le quieres? No vamos a pretender cambiarlo a estas alturas... El sabe que el Maestro lo quiere bien.
N
Sergei -
Me consta que el primero está enfrascado en la lectura de 'El Profeta', haciendo un gran esfuerzo por hacer fácil lo difícil. Pobre.