Nesemu: ¿Quién debe financiar las ONG?
Acabo de escribir este texto que me pidieron para Tribuna Complutense. Es un tema sobre el que vovleré bastantes veces.
Nesemu
Responsabilidad de los voluntarios sociales en la financiación de las ONG
Millones de personas dedican libremente una parte de su tiempo a ayudar a los demás, sobre todo a los más necesitados, sin esperar nada a cambio. El voluntariado social encarna una firme esperanza y es preciso ser capaces de dar razón de la misma. Se puede vivir sin fe y aún sin la experiencia de un amor duradero, pero no se puede sobrevivir sin esperanza.
Otros voluntariados pueden no estar dominados por la pasión de la justicia -que debe fundamentar la actividad del voluntario social- pero corren el riesgo de institucionalizar los efectos al enmascarar las causas. No es otra cosa la solidaridad sino la respuesta ante desigualdades injustas al hacer propias las desgracias ajenas.
Por eso, en nuestros días se plantea con crudeza el tema fundamental de quién debe financiar el voluntariado social. Algunos critican a las asociaciones humanitarias porque aceptan fondos de los ayuntamientos, de comunidades autónomas o de los servicios sociales del Estado para poder desarrollar programas sociales bien planificados y de los que darán estrictas cuentas documentadas.
Otros censuran que empresas y fundaciones ayuden a sufragar parte de los gastos de esos programas sociales, salvo que se lleven a cabo en países extranjeros como programas de ayuda al desarrollo. Gran candidez.
El problema surge cuando ONG -que no quieren depender de confesiones religiosas ni de partidos políticos ni de grupo de presión alguno- desean desarrollar programas de acción social. Como cárceles, personas discapacitadas, ancianos abandonados, niños en riesgo, inmigrantes, drogadictos, enfermos terminales, transeúntes y excluidos. Entonces, algunos puristas sostienen que los voluntarios bastante hacen con su ayuda. No puedo estar de acuerdo. ¿Cómo que hacen bastante? Esa no es una actitud solidaria, porque no es justa. Es la presunción característica del rico hacia el pobre, del fuerte hacia el débil, del etnocentrista hacia el colonizado.
Es preciso poner las cosas sobre el tapete. Los voluntarios llegan a las sedes de las ONG y piden información, folletos y garantías en el servicio. Eligen el servicio que más les gusta y esperan que se les forme para ser eficaces y no meter la pata. Si se trata de desplazamientos, hay que abonarles el transporte y, por Ley, tenemos que suscribir una póliza de seguros que cubra a todos los voluntarios en sus tareas. Nada más justo. Si se trata de participar en un servicio como atender a las personas sin hogar, cuentan con que tendremos hervidores para la leche, frigoríficos para la comida, termos, pan y leche y todo lo demás para hacer los bocadillos. Aparte de unos locales acondicionados, personas que van a por los productos, que los almacenan y que limpian. ¿Cómo creen que se paga todo esto cuando sólo en ese servicio utilizamos más de diez toneladas de alimentos al año? Los candidatos a voluntarios de hoy pretenden encontrarlo todo hecho.
Pues bien, por culpa de una insoportable cultura de la gratuidad y en que todo nos tiene que venir dado, en esta sociedad hedonista y del mínimo esfuerzo, algunos voluntarios pretenden que no tienen que contribuir al costo de esos servicios porque ya ayudan con su trabajo. ¿Cómo vamos a mantener la independencia y autonomía que nos exigen si no cooperan? No digamos ya cuando les pides que paguen el material didáctico de formación y los instrumentos para el trabajo.
Estoy convencido de que los voluntarios sociales que acuden a nuestras sedes en busca de un servicio adecuado a sus preferencias han de contribuir al mantenimiento de la entidad. Para poder participar, para estar bien informados y para contribuir con sus sugerencias. ¿Es mucho pedir unos 6 o 10 euros al mes a una persona adulta?
Es preciso formarlos en que la solidaridad empieza en la misma asociación y con los compañeros del servicio. De lo contrario, es preferible que se vuelvan a sus casas, o a centros que tienen otras financiaciones porque persiguen otros fines, y nosotros volveremos a comenzar desde cero, si es preciso.
En todas las universidades, los profesores y el resto de los funcionarios pagamos una cuota para poder utilizar los servicios deportivos, gimnasios, piscinas, clases de yoga, taichí, zen o artes marciales. En cualquier club en el que pretendamos participar, se paga una cuota mensual o anual para que te acepten. En los ayuntamientos las personas mayores por asistir un día a la semana a clases de arte y visitar iglesias antiguas pagan 60 euros al trimestre. Nadie se escandaliza. El que no quiere pagarlos, no va.
¿Por qué no ha de ser así en los servicios del voluntariado social? Como considero que es una cuestión de educación y de formación adecuadas, lanzo el guante a mis compañeros de las ONG y que comience el debate y la experiencia.
Nesemu
Responsabilidad de los voluntarios sociales en la financiación de las ONG
Millones de personas dedican libremente una parte de su tiempo a ayudar a los demás, sobre todo a los más necesitados, sin esperar nada a cambio. El voluntariado social encarna una firme esperanza y es preciso ser capaces de dar razón de la misma. Se puede vivir sin fe y aún sin la experiencia de un amor duradero, pero no se puede sobrevivir sin esperanza.
Otros voluntariados pueden no estar dominados por la pasión de la justicia -que debe fundamentar la actividad del voluntario social- pero corren el riesgo de institucionalizar los efectos al enmascarar las causas. No es otra cosa la solidaridad sino la respuesta ante desigualdades injustas al hacer propias las desgracias ajenas.
Por eso, en nuestros días se plantea con crudeza el tema fundamental de quién debe financiar el voluntariado social. Algunos critican a las asociaciones humanitarias porque aceptan fondos de los ayuntamientos, de comunidades autónomas o de los servicios sociales del Estado para poder desarrollar programas sociales bien planificados y de los que darán estrictas cuentas documentadas.
Otros censuran que empresas y fundaciones ayuden a sufragar parte de los gastos de esos programas sociales, salvo que se lleven a cabo en países extranjeros como programas de ayuda al desarrollo. Gran candidez.
El problema surge cuando ONG -que no quieren depender de confesiones religiosas ni de partidos políticos ni de grupo de presión alguno- desean desarrollar programas de acción social. Como cárceles, personas discapacitadas, ancianos abandonados, niños en riesgo, inmigrantes, drogadictos, enfermos terminales, transeúntes y excluidos. Entonces, algunos puristas sostienen que los voluntarios bastante hacen con su ayuda. No puedo estar de acuerdo. ¿Cómo que hacen bastante? Esa no es una actitud solidaria, porque no es justa. Es la presunción característica del rico hacia el pobre, del fuerte hacia el débil, del etnocentrista hacia el colonizado.
Es preciso poner las cosas sobre el tapete. Los voluntarios llegan a las sedes de las ONG y piden información, folletos y garantías en el servicio. Eligen el servicio que más les gusta y esperan que se les forme para ser eficaces y no meter la pata. Si se trata de desplazamientos, hay que abonarles el transporte y, por Ley, tenemos que suscribir una póliza de seguros que cubra a todos los voluntarios en sus tareas. Nada más justo. Si se trata de participar en un servicio como atender a las personas sin hogar, cuentan con que tendremos hervidores para la leche, frigoríficos para la comida, termos, pan y leche y todo lo demás para hacer los bocadillos. Aparte de unos locales acondicionados, personas que van a por los productos, que los almacenan y que limpian. ¿Cómo creen que se paga todo esto cuando sólo en ese servicio utilizamos más de diez toneladas de alimentos al año? Los candidatos a voluntarios de hoy pretenden encontrarlo todo hecho.
Pues bien, por culpa de una insoportable cultura de la gratuidad y en que todo nos tiene que venir dado, en esta sociedad hedonista y del mínimo esfuerzo, algunos voluntarios pretenden que no tienen que contribuir al costo de esos servicios porque ya ayudan con su trabajo. ¿Cómo vamos a mantener la independencia y autonomía que nos exigen si no cooperan? No digamos ya cuando les pides que paguen el material didáctico de formación y los instrumentos para el trabajo.
Estoy convencido de que los voluntarios sociales que acuden a nuestras sedes en busca de un servicio adecuado a sus preferencias han de contribuir al mantenimiento de la entidad. Para poder participar, para estar bien informados y para contribuir con sus sugerencias. ¿Es mucho pedir unos 6 o 10 euros al mes a una persona adulta?
Es preciso formarlos en que la solidaridad empieza en la misma asociación y con los compañeros del servicio. De lo contrario, es preferible que se vuelvan a sus casas, o a centros que tienen otras financiaciones porque persiguen otros fines, y nosotros volveremos a comenzar desde cero, si es preciso.
En todas las universidades, los profesores y el resto de los funcionarios pagamos una cuota para poder utilizar los servicios deportivos, gimnasios, piscinas, clases de yoga, taichí, zen o artes marciales. En cualquier club en el que pretendamos participar, se paga una cuota mensual o anual para que te acepten. En los ayuntamientos las personas mayores por asistir un día a la semana a clases de arte y visitar iglesias antiguas pagan 60 euros al trimestre. Nadie se escandaliza. El que no quiere pagarlos, no va.
¿Por qué no ha de ser así en los servicios del voluntariado social? Como considero que es una cuestión de educación y de formación adecuadas, lanzo el guante a mis compañeros de las ONG y que comience el debate y la experiencia.
6 comentarios
guido arturo herrera franco -
Tengo el agrado de dirigirme a ustedes, con el motivo de hacerles participe de la formación de la ONG. SOLIDARIO POR UN VDA DIGNA (SPUVD), esta ONG operara en el Distrito de Villa El Salvador, con el motivo de litigar y dar ayuda social, sicológica, enseñanza y estabilidad de trabajo ha futuro, por el espacio de 11 meses de estudio de todo el aparato de enseñanza de cosmetología en toda sus áreas, contado con profesionales de la materia y especialistas del mas alto nivel , pues el empeño nuestro es rescatar y elevar el auto estima de mujeres con la problemática de violencia sexual y situación de riesgo extremo, actualmente estamos trabajando en conjunto con aldeas donde se encargarán de rescatar a mujeres con esta problemática, como la ONG Desafío con Fuego y otras ONG . Asimismo, contamos también con el apoyo del Alcalde del Distrito de Villa El Salvador, Dr. Jaime Zea, quien nos ha ofrecido las aulas y instalación para el centro de enseñanza, también contamos con algunas empresas particulares dedicadas a tema de la cosmetología las cuales no están apoyando diferentes productos de belleza.
Conocedores de su alto espíritu de colaboración solicitamos su apoyo para el logro de nuestros objetivos y metas tranzadas; pues es importante indicarles que sus aportes serán de mucha ayuda en la labor que realizaremos en nuestra ONG, ya que el objetivo es de apoyar y rehabilitar a mujeres con problemas de violencia sexual y de situación de riesgo extremo, para que tengan una vida digna y un futuro mejor en la sociedad en beneficio de ellas mismas y de sus familiares.
Estamos adjuntada copia de nuestro proyecto a realizar, para una mejor visión de lo estaremos realizando, agradeceremos se sirva contactarnos.
Atentamente,
Guido Arturo Herrera Franco
Director Legal
ONG, Solidarios Por Una Vida Digna (SPUDV
BILLY -
corlit6os -
Nesemu -
Sofía -
Consideran que el tiempo que sacrifican para ayudar a los demás ya es bastante y se escandalizan si se les pide que paguen por ayudar porque piensan que ese acto es algo extraordinario.
No debería ser así. El voluntariado no es una manera de calmar la propia conciencia de culpa, sino un medio para alcanzar la justicia social.
Scicker -
Claro que si lo pensamos por un momento, se ve de otra manera. Si estas ONG no quieren depender de ninguna empresa, alguien las tendrá que mantener, y quien mejor que los trabajadores que colaboran con ellas.
Otras instituciones como la Iglesia son financiadas en parte por las aportaciones de los fieles.