Nesemu: Pienso en ti
Prosigue El Profeta de Khalil Gibrán, hablándonos ahora de los regalos, de las dádivas... de lo que uno se regala a sí mismo cuando comparte lo que tiene con los demás. Cuando se experiencia es delicia de sentirse más rico dando un regalo o algo que recibiéndolo. No se puede expresar con palabras: es como tratar de explicar el sabor de una taza de té. Jamás olvidaré las palabras que el Abbé Pierre, de Los Traperos de Emaús, en París, me dijo cuando yo tenía apenas 18 años: /Sólo hay una cosa urgente: compartir/. Siempre lo he tenido presente porque ha marcado mi existencia. Entre mis innumerables defectos, no se encuentra la codicia. ¿Cómo expresar a la gente lo que siento al hablar, al escribir, al compartir emociones, libros, jardines, belleza, música, silencios, ternura, comprensión? Es algo inefable. Ya puedo estar con un rebrote de los míos, con una de mis impaciencias o de mis pérdidas de estribos... si veo a alguien que necesita algo y yo puedo darlo... Lo malo es que, a veces, l'esprit de l'escalier me lo recuerda cuando ya ha pasado la oportunidad y me siento más pobre. Lo paso mal, de verdad, sobre todo ahora cuando está terminando el curso y comienzo a sentir nostalgia por los alumnos que se aprestan a partir y todavía no ha comenzado la esperanza por los que ya están de camino, aunque ellos no lo sepan. Como escribió el gran Whittman: /Tú, quienquiera que seas, así que pasen cien años y este libro mio llegue a tus manos, al leer este poema comprenderás que pensaba es tí mientras lo escribía/ .
Me emocioné mucho mientras estudiaba swahili al explicarnos el profesor Kabunda, en el Colegio Nª Sª de Africa, que los masaï, al despedirse, se dicen uno al otro, mirándose en lo sojos y con los antebrazos cogidos: /Pienso en ti/. Pues eso.
Nesemu
//De inmediato un hombre adinerado dijo: /Háblanos de las Dádivas./
A lo que él respondió: Sólo dais muy poco cuando donáis de lo que es vuestro. Es cuando donáis de vosotros mismos cuando en realidad dais. ¿Qué son en realidad vuestras posesiones sino cosas que guardáis y vigiláis por miedo de perderlas mañana?
Y el mañana, ¿qué aportará el mañana al perro excesivamente previsor que entierra sus huesos en la arena carente de huellas mientras va en pos de los peregrinos que se dirigen a la ciudad santa?
Acaso no es la verdadera necesidad el temor a la necesidad? ¿Por qué el temor de sufrir sed si vuestro pozo se encuentra lleno? ¿No es la vuestra una sed insaciable?
....
También existen aquellos que dan poco de lo mucho que poseen, y ello para que les queden agradecidos, resultando que sus ocultos deseos hacen que esas dádivas suyas sean indeseables.
En cambio los hay que poseyendo poco lo dan todo. Son éstos los que aman la vida y en su generosidad, su cofre jamás se encontrará vacío.
Existen otros que donan con alegría y esa misma alegría es su recompensa.
Y los hay quienes donan con dolor, por lo que ese dolor es su bautismo.
Y están esos otros más que donan y no sienten dolor en ello, ni buscan placer con ello, ni donan porque pretendan ser virtuosos. Donan como en el valle el mirto perfuma la atmósfera con su aroma.
Dios habla a través de las manos de los que son como éstos, y así mismo a través de sus ojos sonríe Él sobre la tierra.
Siempre el dar es cuando se nos pide, bueno pero mejor aún es dar sin que se nos pida, por comprensión. Y para el generoso, la búsqueda del necesitado es mayor placer que la dádiva misma.
¿Y existe alguna cosa que desearais guardar? Todo lo que tenéis será dado algún día.
Así que donad ahora, que la estación de las dádivas pueda ser vuestra ahora y no de vuestros herederos.
...
Con frecuencia soléis decir: Yo daría, pero solamente a quien lo amerita.
No es así como hablan los árboles en vuestro huerto, ni los rebaños que pacen en vuestras praderas. Dan porque así pueden vivir, ya que guardar es morir.
Con seguridad aquel que es digno de recibir sus días y sus noches, es digno igualmente de recibir de vosotros. Y aquel que fue digno de beber del océano de la vida, es digno de llenar su copa de vuestro arroyuelo.
¿Y qué desierto más grande puede existir sino en el que yace el valor y la confianza, y no la caridad de recibir?
¿Y quiénes sois vosotros delante los cuales tienen los hombres que abrir su pecho y desvelar su orgullo para que podáis mirar sus méritos al desnudo y su orgullo sin rubor?
Ved primero si merecéis vosotros ser donadores e instrumento para la dádiva. Porque en realidad es la vida lo que da vida, mientras que vosotros, que os consideráis donadores, no sois más que testigos.
Y vosotros los que recibís, todos vosotros sois recibidores, no aceptéis peso alguno de gratitud, no pongáis ese yugo sobre vosotros ni sobre aquel que da.
Mejor alzaos junto con el donador por encima de sus dádivas como sobre alas. Porque una sobreestimación de vuestra deuda, es poner en duda la generosidad del liberal, cuya madre es la tierra y cuyo padre es Dios.//
K. Gibrán
Me emocioné mucho mientras estudiaba swahili al explicarnos el profesor Kabunda, en el Colegio Nª Sª de Africa, que los masaï, al despedirse, se dicen uno al otro, mirándose en lo sojos y con los antebrazos cogidos: /Pienso en ti/. Pues eso.
Nesemu
//De inmediato un hombre adinerado dijo: /Háblanos de las Dádivas./
A lo que él respondió: Sólo dais muy poco cuando donáis de lo que es vuestro. Es cuando donáis de vosotros mismos cuando en realidad dais. ¿Qué son en realidad vuestras posesiones sino cosas que guardáis y vigiláis por miedo de perderlas mañana?
Y el mañana, ¿qué aportará el mañana al perro excesivamente previsor que entierra sus huesos en la arena carente de huellas mientras va en pos de los peregrinos que se dirigen a la ciudad santa?
Acaso no es la verdadera necesidad el temor a la necesidad? ¿Por qué el temor de sufrir sed si vuestro pozo se encuentra lleno? ¿No es la vuestra una sed insaciable?
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También existen aquellos que dan poco de lo mucho que poseen, y ello para que les queden agradecidos, resultando que sus ocultos deseos hacen que esas dádivas suyas sean indeseables.
En cambio los hay que poseyendo poco lo dan todo. Son éstos los que aman la vida y en su generosidad, su cofre jamás se encontrará vacío.
Existen otros que donan con alegría y esa misma alegría es su recompensa.
Y los hay quienes donan con dolor, por lo que ese dolor es su bautismo.
Y están esos otros más que donan y no sienten dolor en ello, ni buscan placer con ello, ni donan porque pretendan ser virtuosos. Donan como en el valle el mirto perfuma la atmósfera con su aroma.
Dios habla a través de las manos de los que son como éstos, y así mismo a través de sus ojos sonríe Él sobre la tierra.
Siempre el dar es cuando se nos pide, bueno pero mejor aún es dar sin que se nos pida, por comprensión. Y para el generoso, la búsqueda del necesitado es mayor placer que la dádiva misma.
¿Y existe alguna cosa que desearais guardar? Todo lo que tenéis será dado algún día.
Así que donad ahora, que la estación de las dádivas pueda ser vuestra ahora y no de vuestros herederos.
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Con frecuencia soléis decir: Yo daría, pero solamente a quien lo amerita.
No es así como hablan los árboles en vuestro huerto, ni los rebaños que pacen en vuestras praderas. Dan porque así pueden vivir, ya que guardar es morir.
Con seguridad aquel que es digno de recibir sus días y sus noches, es digno igualmente de recibir de vosotros. Y aquel que fue digno de beber del océano de la vida, es digno de llenar su copa de vuestro arroyuelo.
¿Y qué desierto más grande puede existir sino en el que yace el valor y la confianza, y no la caridad de recibir?
¿Y quiénes sois vosotros delante los cuales tienen los hombres que abrir su pecho y desvelar su orgullo para que podáis mirar sus méritos al desnudo y su orgullo sin rubor?
Ved primero si merecéis vosotros ser donadores e instrumento para la dádiva. Porque en realidad es la vida lo que da vida, mientras que vosotros, que os consideráis donadores, no sois más que testigos.
Y vosotros los que recibís, todos vosotros sois recibidores, no aceptéis peso alguno de gratitud, no pongáis ese yugo sobre vosotros ni sobre aquel que da.
Mejor alzaos junto con el donador por encima de sus dádivas como sobre alas. Porque una sobreestimación de vuestra deuda, es poner en duda la generosidad del liberal, cuya madre es la tierra y cuyo padre es Dios.//
K. Gibrán
9 comentarios
Leo -
David (Asturiano) -
macarena -
darse cuenta de la situación del mundo y ser conscientes de tantas realidades que muchas veces no queremos ver puede que nos ayudase a darnos cuenta del papel que en esta vida queremos desarrollar con los demás.
Carolina Mayo -
Cierto es que conocemos lo que hay, pero nos conmovemos durante unos instantes, hasta que cambiamos de canal. Hasta que desconectamos...
Fer -
teresa -
El egocentrismo nos lleva a la infelicidad, aunque la sociedad actual nos quiera persuadir de lo contrario. Quienes realmente han hecho algo que ha valido la pena en la historia de la humanidad han sido los seres más generosos. Cuando la atención se vuelca hacia el "Yo", se acaba haciendo un doble daño: a los demás mientras se les pasa encima, y a uno mismo, porque a la postre se queda solo.
Rôvënty -
Pablinator -
Sin embargo hay que ser optimistas el cambio esta en nuestra mano. Emplearé la frase del profesor que más me gusta: SI ES NECESARIO ES POSIBLE.
criss -
Dar sin esperar nada a cambio, porque tarde o temprano nuestra recompensa llegará. Y llegará en forma de una sonrisa, de palabras de eterna gratitud. Porque el altruismo forma parte de nuestra vida, demos cuanto podamos, sólo así seremos virtuosos.