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J. C. García Fajardo

Nesemu: El negro no entiende

Nuestra amiga y compañera, Rosa Montero, es una maestra en periodismo soldiario. No se puede decir más ni comunicar mejor la emoción que nos transmite en estas 365 palabras de denuncia. Una vez más, me descubro ante ella.
Nesemu

Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: /Pero qué chiflados están los europeos/.

10 comentarios

Nesemu -

Y sólo con 365 palabras.
Nesemu

Elisa -

Excelente columna. Acabamos de recibir una lección. Que no quede en el olvido al cerrar esta página.

Sofía -

Cuando terminé de leer la columna de Rosa Montero sentí que había aprendido una gran lección.
Todos los occidentales, aunque no lo queramos, somos prejuiciosos porque es algo que llevamos en nuestra educación desde niños.
Cuando somos amables con una persona de color creemos, desde nuestra "superioridad" que les estamos haciendo un favor.
Todos somos personas, lo único que debemos tener en cuenta es el respeto siempre.

Estela Tejeda -

muy bueno. hay gente que cree hacer la buena acción del día compadeciéndose de aquellos a los que consideran inferiores. pero, realmente ¿quién es inferior a quién? puede ocurrirnos como a esta chica, que hagamos un ridículo espantoso al creernos nuestra "superioridad".

Teresa Mora -

Me ha encantado. Una vez más, son ellos, los "no civilizados", los que nos enseñan a nosotros, que creemos saberlo todo.

Laura -

Es buenísimo.
Para todos aquellos que piensasn que por sonreir a un inmigrante le están haciendo un favor. No se le tiene que hacer un favor a nadie, sólo hay que tratarlos como a una persona cualquiera, pues en el fondo todos somos iguales, seres humanos.

Pablinator -

La columna del País de ayer no la había leido. Sin embargo, cuando llegué a mi casa por la noche, fue lo primero que me contó mi madre. La verdad es que sentí una gran emoción, cuando me contaba la historia.
Cuando me contó el final, me vino a la mente la cantidad de prejuicios sobre los que nos basamos. ¿Si hubiese sido blanco, habría pensado que se estaba comiendo su bandeja?
Quizás fuese una buena lección para alguien que no se la merecía...

Jessi -

No pude evitar sonreir cuando leí la historia en el periódico.
La pobre chica que cree que le está haciendo un favor y al final es lo contrario. ¿Por qué no podemos liberarnos de nuestros prejuicios y entender de una vez que son PERSONAS? Como tú, yo, nosotros...

AlBa -

Me ha encantado.!Que bueno¡
Aquella alemana solidaria, se sintio digna y buena,pero también superior.
Juicios de valor......los juicios se nos dan muy bien, pero ¿dónde quedan los valores?

Mari Loly -

Los prejuicios nos convierten a cada uno de nosotros en verdaderos chiflados. Chiflados por creernos superiores, por hablar sin saber y juzgar sin conocer. El mundo avanza, pero nuestra mentalidad nos falla