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J. C. García Fajardo

Nesemu: El genio que llevamos dentro

RITA LEVI-MONTALCINI, Neuróloga y Premio Nobel de Medicina 1998, a sus 96 años y en activo hace unas declaraciones sorprendentes que merecen la pena ser consideradas: /si asumimos una visión catastrofista del ser humano, estamos acabados. La vida se hace inútil. Yo también me siento interiormente incapaz de ser optimista, pero hay que serlo, cueste lo que cueste. Hay que mantener la confianza en el futuro/ /Vivimos dominados por impulsos de bajo nivel, como hace 50.000 años/
El mensaje que quiere transmitir la Nobel de Medicina italiana Rita Levi-Montalcini es optimista: /Debemos dar alas al genio que cada ’homo sapiens’ lleva dentro/. Pero la realidad, señala, es que estamos /dominados por las pasiones/, en especial las agresivas.En la larga entrevista que le hace Enric Gonzaéz y que este domingo publicó El País, la Premio Nobel de Medicina 1998 afrima que los seres humanos /seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales/.
Me parece apasionante para abrir un debate. ¿Y si estuviéramos dando vueltas a nosotros mismos, ciegos y angustiados, mientras atesoramos algo en el interior que nos puede hacer sentir felices, y contribuir al despertar de los demás?
Nesemu

Rita Levi-Montalcini (Turín, 1909) es una de las grandes figuras del siglo XX. Su padre, un ingeniero apasionado por las matemáticas, se negó durante años a permitirle que estudiara porque en la época se consideraba que las mujeres no hacían esas cosas. A los 20 años se le consintió por fin acceder al bachillerato superior y después a la Facultad de Medicina.
Era una joven investigadora cuando las leyes antijudías italianas de 1938 la obligaron a dejar la universidad y ocultarse para evitar la deportación. Durante la guerra trabajó como doctora para la Resistencia y las tropas aliadas. En 1947 fue invitada a trabajar como neuróloga en la Universidad Washington de San Luis (EE UU), donde descubrió la proteína NGF, estimuladora del crecimiento de las fibras nerviosas. El hallazgo le valió en 1986 el Premio Nobel de Medicina.
Su hermana gemela Paola fue una gran pintora, y su hermano mayor, Gino, un célebre arquitecto. El pasado 20 de abril, dos días antes de cumplir 96 años, inauguró en Roma, donde vive, la sede del nuevo Instituto Europeo de Neurociencia. Es autora de numerosos libros, y los más recientes, como Tiempo de acción, que acaba de publicarse, se centran en la revolución digital y en la necesidad de cambiar la educación. Su vista es deficiente y necesita de su secretaria para utilizar Internet, una de sus herramientas favoritas, pero conserva la vitalidad, la ironía y la lucidez.
Estos son algunos fragmentos de la entrevista concedida a Enric González:
P. ¿Nos queda margen para seguir evolucionando?
R. No desde el punto de vista somático. Sí desde el punto de vista de la informática. La informática nos da acceso a otro mundo que para nuestros predecesores, hace sólo medio siglo, no existía. A falta de un nuevo desarrollo de la neocorteza, disponemos de los ordenadores.
P. En teoría, disponemos también de la manipulación genética.
R. Odio esa opción. La manipulación genética no debe ser utilizada. No tenemos derecho a hacer nacer bebés a la carta. No es aceptable fabricar niños con los cabellos rubios, los ojos verdes, tal característica o tal otra. Eso va más allá de los límites de la moral. Lo rechazo absolutamente.
P. Hablemos aún de la evolución en los otros animales. ¿Hay posibilidad de evolución en los insectos, por ejemplo?
R. No. El insecto de hoy es igual al de hace millones de años. El insecto no tiene ninguna posibilidad. Por lo que sabemos, está totalmente determinado, desde el punto de vista del presente y del futuro. No registra ninguna evolución. Los insectos pueden sobrevivir a la humanidad por su constitución, por su capacidad para hacer frente a las circunstancias, pero no pueden cambiar.
P. Nosotros hemos cambiado parcialmente. ¿Por qué somos más inteligentes que hace 50.000 años, pero no somos más buenos?
R. No somos más buenos por el componente límbico cerebral que sigue dominando nuestra actividad. Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 años, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales. Nuestras opciones de mejora moral pasan por las circunvoluciones neocorticales que afortunadamente tenemos.
P. Dice usted "afortunadamente". Esa peculiaridad en la corteza del cerebro, ¿es una suerte, una casualidad?
R. Quién sabe. No estamos dirigidos. Como todas las evoluciones, la nuestra ha sido casual, una reacción frente a la necesidad. Ésa es nuestra historia. No se ha tratado de un desarrollo dirigido por un ente divino. Nos hemos desarrollado como otros animales; algunos han adquirido ciertas capacidades, nosotros hemos conseguido la neocorteza, y eso nos ha llevado a dominar el planeta y a situarnos por encima de las leyes de causalidad que nos han conducido hasta aquí.
P. Este "aquí" significa, por ejemplo, el siglo XX, que dice poco en favor del humano. No es fácil mantener la fe en nosotros mismos.
R. ¿Por qué lo dice?
P. Usted, que ha vivido casi todo el siglo XX, conoce sus errores mejor que yo.
R. Sí, hemos sufrido el horror de la shoah, el horror del nazismo, el horror del fascismo, todos los frutos del componente palocortical. He escrito bastante sobre eso. Mire, no sé hacia dónde vamos, pero estoy segura de que debemos librarnos de ese pasado nefasto. Porque si asumimos una visión catastrofista del ser humano, estamos acabados. La vida se hace inútil. Yo también me siento interiormente incapaz de ser optimista, pero hay que serlo, cueste lo que cueste. Hay que mantener la confianza en el futuro.
P. Seamos positivos. ¿Cuáles han sido las cosas más positivas del pasado siglo?
R. Desde el punto de vista científico, el desarrollo ha sido extraordinario, y no hace falta enumerar la exploración del átomo, del ADN... Desde el punto de vista ético hemos sido capaces de vencer a Hitler, a Mussolini, a Stalin, lo que no está nada mal. Mire, la conclusión que puede extraerse del siglo XX es que debemos cambiar los mecanismos de instrucción y la relación errónea entre los adultos y los niños.
P. Algunos aspectos de la educación han empezado a cambiar. Cuando usted era joven, las mujeres no solían acceder a una instrucción universitaria. Usted no pudo estudiar hasta...
R. Ese cambio que dice usted afecta a los países de alto nivel cultural, no al islam ni a la mayoría de los países del sur. Un pequeño porcentaje de mujeres, en el que me incluyo, tiene suerte y disfruta ahora de ciertos derechos.
P. Dentro del debate ético sobre la investigación científica, ¿cuáles son los límites? Las únicas posiciones claras, y obviamente restrictivas, parecen ser las cristianas.
R. Yo no soy católica, estoy fuera de cualquier religión. Soy agnóstica. Laica y agnóstica. Lo demás no lo tengo en cuenta. Respeto todos los puntos de vista//.
((Me permito adjuntar un interesante artículo de J. sampedro sobre los hallazgos de Levi-Montalcini:
//El lenguaje de las células

En la primavera de 1940, cuatro años después de que Mussolini promulgara el Manifiesto en defensa de la raza, la médica judía de 31 años Rita Levi-Montalcini convirtió su dormitorio en un pequeño laboratorio de biología. Sus padres habían decidido que la familia se quedara en Turín, y esa habitación era el único lugar de toda Italia donde Rita podía desarrollar su carrera de investigadora, mientras los departamentos universitarios se dedicaban a defender la raza de gente como ella.
La familia se tuvo que mudar a Piamonte tras el bombardeo de Turín (1941), y después a Florencia durante la ocupación alemana de 1943, pero Rita siempre trasladó y reconstruyó su laboratorio casero en cada nuevo domicilio. Y, por increíble que resulte, aquellas investigaciones clandestinas la condujeron directamente al descubrimiento, una década después, de los factores de crecimiento, los verbos del lenguaje de las células, una pieza esencial de la biología del desarrollo por la que acabaría recibiendo el Premio Nobel en 1986.
La inspiración de Levi-Montalcini durante los años clandestinos fue el trabajo de Viktor Hamburger -otro científico depurado- sobre el desarrollo del sistema nervioso en el embrión de pollo. En 1947, poco después de acabar la guerra, Hamburger la invitó a profundizar en aquellos experimentos en su laboratorio de la Universidad de Washington, en Saint Louis. Allí, Levi-Montalcini se concentró en un fenómeno desconcertante: un tipo de tumor de ratón que, cuando se trasplantaba al embrión de pollo, causaba un drástico crecimiento de las fibras nerviosas relacionadas con la transmisión de los impulsos sensoriales.
La científica comprobó que ese crecimiento nervioso no requería un contacto directo con el tumor, y supuso que éste liberaba al medio algún tipo de factor que, por sí solo, era capaz de estimular el desarrollo de ciertos nervios. Lo llamó factor de crecimiento nervioso (nerve growth factor, o NGF). Su teoría resultó correcta, y el NGF fue purificado poco después en ese mismo laboratorio.
Las siglas que terminan en GF son ahora omnipresentes en cualquier libro de biología. El NGF descubierto por Levi-Montalcini fue sólo el primero de una larga serie de factores de crecimiento, todos similares en composición -son proteínas relativamente pe-queñas- y todos piezas esenciales del lenguaje que las células utilizan para comunicarse unas con otras y organizar el desarrollo progresivo del embrión y el feto. La embriología había dejado de ser una caja negra.
El mero hecho de que el NGF producido por un tumor de ratón estimulara poderosamente las fibras nerviosas de una especie totalmente distinta ya estaba indicando otro hecho esencial: que el lenguaje de las células es un esperanto común a todos los animales. Levi-Montalcini y sus colaboradores demostraron pronto que el NGF existe, y tiene la misma función, en los reptiles, las aves, los anfibios, los peces y los mamíferos, incluido, por supuesto, el ser humano.
Los factores de crecimiento, y las decenas de componentes que están implicados en su funcionamiento -los receptores que los detectan, los intermediarios que propagan su señal por el interior de la célula-, pueden estropearse, y estas averías están detrás de numerosas malformaciones congénitas, procesos degenerativos y muchos tipos de cáncer. No es casual que Levi-Montalcini descubriera el NGF en un tumor.

Familias de factores
Los factores de crecimiento descubiertos por la científica italo-estadounidense son la clave para entender los principales fenómenos del desarrollo humano, empezando por el crecimiento del embrión, del feto y del niño. La popular hormona del crecimiento, por ejemplo, no actúa directamente, sino que ejerce su efecto estimulando al hígado y otros órganos a secretar toda una batería de factores de crecimiento, los IGF (factores de crecimiento similares a la insulina, o somatomedinas).
Son estos IGF los que ordenan crecer a todos los tejidos del cuerpo, incluido el hueso. Si los niveles de IGF son bajos, surgen deficiencias de crecimiento. Los niveles demasiado altos son la causa de problemas como la acromegalia.
El crecimiento de la piel y las demás superficies del cuerpo (epitelios) es responsabilidad del factor de crecimiento epitelial (EGF), otro miembro de la familia descubierta por Levi-Montalcini. Y aún hay otro miembro más, el PDGF (factor de crecimiento derivado de plaquetas), que es el regulador esencial de los procesos de coagulación y cicatrizado. Las anomalías de estos factores tienen también su lado oscuro, y están detrás del endurecimiento de las arterias que conduce a menudo a la enfermedad cardiovascular.
La eritropoyetina es otro factor de crecimiento (uno de los pocos que no acaban en GF) que estimula a las células de la médula ósea a producir glóbulos rojos, las células que transportan el oxígeno por la sangre. Otros dos factores de crecimiento estimulan a las mismas células a proliferar y diferenciarse en los dos principales tipos de células blancas de la sangre. Otros factores de crecimiento estimulan a las células del sistema inmune (linfokinas, incluidas las interleukinas), y otros (TGF) tienen una relación muy directa con muchos tipos de cáncer.
Tal y como reconoció la Academia Sueca en 1986, el descubrimiento de los factores de crecimiento "es un ejemplo fascinante de cómo un observador inteligente puede extraer un concepto del caos aparente". No es fácil deducir principios generales de los sistemas biológicos, pero eso es justamente lo que Rita Levi-Montalcini aportó a la ciencia del siglo XX.

2 comentarios

Luis fdez -

Eso es, lo que quieren es crear fotocopias. Todos iguales, todos "globalizados", todos pisando la cabeza a quien sea con tal de llegar arriba. Así se pierde personalidad y las señas de identidad propias de cada persona y de cada pueblo.

Scicker -

Esta sociedad en la que vivimos no nos ayuda a ver y a darnos de cuenta de lo positivo que cada persona llevamos dentro; de las capacidades tan grandes de creatividad y de hacer bien que poseemos.
Sólo se nos instiga a cultivar el individualismo, a ser egoístas, a conseguir nuestras superficiales metas (la mención a crear niños con la características ajustadas a los cánones de belleza occidentales es un claro ejemplo) al precio que sea y por encima de quien sea.
Si seguimos así no evolucionaremos hacia un mundo más solidario, justo, positivo para todos.