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J. C. García Fajardo

Otra vez vamos a empezar nosotros

En distintos momentos o etapas de la vida se dan diversas formas de muerte. Uno empieza a morir cuando nace, y todo es un desvivir para crecer consumiéndose. Como el fuego de la vela: que ilumina y da calor, alumbra mientras se consumen la cera, el algodón de la mecha y los esfuerzos necesarios para hacer de ese sudor del cultivo y de esa savia de la tierra y del aire, del vuelo de las abejas y del proceso de fabricación necesarios para que llegara a ser lo que es, para dejar de ser transformándose. Quizás así sea la vida de los seres animados sobre la Tierra que habitamos. La diferencia está en que ni los animales ni las plantas, ni los ríos ni los cielos sabemos que se pregunten algo.
Esa sabiduría tiene que ver con la serenidad, con la armonía, con la relación interna de todo, con la vibración que estremece el universo, con la paz auténtica como expresión de ese equilibrio, del cual somos ondas. Nada ni nadie mueren, se transforman. Vita mutatur non tollitur. Hay otros muchos textos sabios en sánscrito y en otras lenguas que nos han permitido ser personas, responsables y libres, aunque contingentes... reconocer este cum tangere es un paso inmenso...
He encontrado este sugerente y hermoso poema de Juan Gelman, Si dulcemente Barcelona, Lumen, 1980

Esperan

llegó la muerte con su recordación/
nosotros vamos a empezar otra vez/
la lucha/
otra vez vamos a empezar nosotros/

contra la gran derrota del mundo/
compañeritos que no terminan/
o arden en la memoria como fuegos/
otra vez/
otra vez/
otra vez/

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